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La Astronomía del pasado

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Astronomía y Astrofísica    ~    Comentarios Comments (0)

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Las culturas antiguas eran a menudo más realistas en su relación con los cielos. Durante las últimas décadas hemos llegado a reconocer la sofisticación astronómica de las culturas antiguas no occidentales. El libro de Otto Neugebauer, titulado The Exact Sciences in Antiquity y publicado en 1957, se convirtió en un texto fundamental y estimuló el nacimiento de un nuevo campo multidisciplinario: la astronomía arqueológica.

Anthony Aveni, profesor de astronomía y antropología de la Colgate University, define la astronomía arqueológica como el estudio de la práctica y la utilización de la astronomía en las culturas antiguas de todo el mundo, tomando en consideración todo tipo de evidencias, tanto escritas como no escritas. Aunque la astronomía arqueológica sólo existe desde principios de la década de 1970, ha tenido ya un éxito considerable como instrumento para interpretar los avances astronómicos de las culturas prerrenacentistas. Esta disciplina se ha expandido finalmente hasta abarcar culturas de todos los lugares del planeta, después de la revitalización que le aportaron las interpretaciones del astrónomo de la Smithsonian Institution Gerald Hawskins relativas a los alineamientos de Stonehenge, basándose en trabajos anteriores de sir Norman Lockyer realizados entre finales del siglo XIX y principios del XX.

En la mayoría de las culturas antiguas en las que tuvo importancia observar el cielo los astrónomos actuaban como sacerdotes. Aunque los templos y juegos de pelota de los mayas y los aztecas, cuidadosamente orientados, tenían una doble función como observatorios astronómicos, fueron también templos y construcciones dedicados a la práctica de rituales civiles y religiosos. Con el uso de los templos-observatorios, los pueblos antiguos de México y de los Andes establecían un vínculo entre los astros y sus propias vidas a través de augurios y profecías. Aunque este maridaje entre la astrología y la astronomía, que era común a todas las culturas más antiguas no occidentales, ha desacreditado sus esfuerzos a los ojos de algunos expertos, los logros alcanzados han perdurado hasta nuestro días.

La astrología fue tenida en gran estima durante muchos años en Occidente. Johannes Kepler, el fundador de la astronomía planetaria, al mismo tiempo se ganaba el sustento en parte haciendo horóscopos, igual que su mentor, el aristócrata danés Tycho Brahe, que a veces ha sido considerado como el primer gran observador astronómico europeo.

Fue un eclipse de Sol pronosticado para el 21 de agosto de 1560 lo que hizo que Tycho Brahe, a los catorce años de edad, se interesara inicialmente por la astronomía y la astrología. Le impresionó el hecho de que los seres humanos pudieran comprender los movimientos de las estrellas y los planetas con tanta precisión que fueran capaces de predecir que el cometa Halley atravesará nuestros cielos cada sesenta y cinco años, ¿ es tan inverosímil que Brahe, Kepler y Galileo consideraran la posibilidad de que las vidas humanas pudieran pronosticarse con una regularidad similar ?. De hecho, hasta el siglo XVI ” astrología ” fue el término correcto utilizado para referirse a la ciencia que estudiaba los planetas y las estrellas. Se denominaba astronomía a la práctica de nombrar e identificar estrellas y constelaciones, una ciencia menor dedicada a la clasificación y asociada a la astrología casi del mismo modo que la taxonomía está asociada con la biología. ( El sufijo -nomía significa ” ordenar “. )

Una advertencia. Aveni nos llama la atención sobre la posibilidad de que, cuando miraban al cielo, los antiguos tuvieran in mente otras cosas diferentes de las que tenemos nosotros. “Todos”, dice Aveni, “occidentales y no occidentales, hasta la Ilustración tuvieron tendencia a plantearse el cielo de maneras diferentes”. Este astrónomo llevó a cabo un estudio sobre los eclipses aztecas y descubrió que los eclipses que los éstos eligieron para sus registros y para que pasaran a la historia eran aquellos que se producían en los ” momentos oportunos “, es decir, los que seguían ciclos de cincuenta y dos años y, por lo tanto, encajaban con su calendario. No eran necesariamente los eclipses más espectaculares, como los que atraen la atención actualmente. “Nosotros nunca pensaríamos en relacionar una erupción volcánica con la muerte de un presidente, pero ellos si lo habrían hecho”, dice Aveni.

¿Qué era lo que buscaban los pueblos antiguos? Aveni afirma: “Creo que buscaban acontecimientos que corroboraran su sistema de creencias o, en ocasiones, que hicieran que sus sistemas de creencias fueran modificados”.

Si los astrónomos estaban entre las elites gobernantes, como sucedía en Babilonia y en las antiguas civilizaciones maya y azteca, estarían buscando en el cosmos señales que dieran validez a sus iniciativas: hacer la guerra, desencadenar una batalla, establecer una alianza matrimonial, realizar una fusión de Estados, y así sucesivamente.

Habitualmente interpretamos esto de una manera simplista y decimos, por ejemplo: Bueno, eran como una especie de Oráculo, que lo único que hacía era embaucar a las masas. Hemos de entender que se trataba de una creencia profundamente asumida que les inducía a mirar al cosmos buscando unas señales de los dioses que les indicaran cómo debían actuar y qué camino tomar, casi del mismo modo en que un presidente recurre a su gabinete.

La astronomía antigua y medieval no occidental es anterior al telescopio, una astronomía a simple vista. Sin embargo, incluso sin telescopios, los antiguos hindúes, mucho antes que Copérnico, supieron que la Tierra giraba alrededor del Sol y, mil años antes que Kepler, supieron que las órbitas de los planetas eran elípticas; los árabes inventaron el observatorio y dieron nombre a la mayoría de las estrellas que nos resultan más conocidas; los chinos cartografiaron el cielo; y los amerindios anotaron importantes acontecimientos astronómicos con dagas de luz o serpientes ópticas que aún nos impresionan hoy en día.

Es interesante adentrarse en la Astronomía del Nuevo Mundo. En su mayoría las culturas del Nuevo Mundo carecían de un lenguaje escrito (excepción hecha de los mayas, los aztecas y posiblemente los incas), pero dejaron como herencia un rico patrimonio astronómico. De ello hablaré en un próximo trabajo.

emilio silvera

 


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