Dic
22
¿La Vida fuera de la Tierra? ¡Por todas partes!
por Emilio Silvera ~
Clasificado en General ~
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No pocas veces se ha afirmado aquí, que la vida no es un “milagro” exclusiva de la Tierra. Los miles de millones de galaxias y de “soles” en el Universo, y, sabiendo que todo en el, está regido por las mismas leyes y las mismas constantes…
¡Nos da la respuesta!
El saber y tener conocimiento de que la única vida conocida es la que vemos en nuestro planeta, es debido a que convivimos con ella, está en nuestro propio ámbito. Las otras formas de vida, los miles de millones de especies que deben existir en otros mundos, nos quedan un poco lejos para poder observarlas.
El creer que la vida es un suceso único en nuestro planeta… ¡Es ser muy limitado, poco humilde, engreído…!
Emilio Silvera V.
Dic
22
Sí, todo cambia pero…, algunos recuerdos perduran
por Emilio Silvera ~
Clasificado en El Universo y la Mente ~
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La gran Nebulosa de Orión el laboratorio estelar más observado
No es poder recordar,
sino todo lo contrario,
la condición necesaria para
nuestra existencia en paz.
Si el recuerdo es de la amada que se fue,
tendremos el dolor, y, si podemos olvidar,
retomaremos una vida en paz.
Sin embargo, y, a pesar de todo, yo prefiero el dolor que me trae ese recuerdo feliz que no volverá, de otra manera, ¿Qué vida sería la mía? No sería mi vida sin sus pasajes y vivencias.
¡La Vida! amigos míos, no se nos ha regalado,
la vida la tenemos que pagar …¡De tantas maneras!
Siempre será de la misma manera. A pesar de nuestras similitudes, ninguno de nosotros seremos nunca exactamente igual a otro. Con los mundos pasa otro tanto de lo mismo, serán casi iguales, coincidirán en muchos de sus parámetros, siempre tendrán detalles grandes o pequeños que los diferenciaran a los unos de los otros. Creo que, lo único que podemos decir que son iguales, está situado en el mundo microscópico de las partículas: dos protones son exactos al igual que dos electrones o dos Quarks dowm. Ni las Nebulosas ni las Galaxias son nunca de la misma manera aunque ambas, puedan contener los mismos elementos.

El cambio es un desafío. Vivimos en el período de mayor velocidad del movimiento de la historia humana. El mundo que nos rodea está impulsado por fuerzas que hace nuestras vidas cada vez más sensibles a cambios pequeños y respuestas repentinas. El desarrollo de Internet y los tentáculos de la Red Mundial nos ponen inmediatamente en contacto con ordenadores y con sus propietarios en cualquier parte del mundo. Los riesgos del progreso industrial desenfrenado han provocado daños ecológicos y cambios medioambientales de los que no tenemos idea de qué repercusión futura tendrá en el devenir del planeta (me refiero a los cambios naturales y cíclicos de la Tierra, nada del “Cambio climático con el que nos amenazan que no existe), y, de nosotros mismos. Todo está sucediendo a una velocidad que, a veces, parece que se nos puede escapar de entre los dedos de la mano, sin que nada podamos hacer por frenar… ¡tal desvarío!

Los ecosistemas no permanecen si no se cuidan
Todo parece diferente. Hasta los niños parecen crecer antes y, son más listos a edades más tempranas, ¿Dónde quedó aquella candidez de los niños? Ellos ahora, no te hacen preguntas, te corrigen. Los políticos, para ir a la velocidad de los tiempos, cambian de signo y de alineaciones políticas que hoy es una y mañana otra dependiente de sus intereses particulares (nunca de los generales que, en realidad, les importa un bledo). Incluso los seres humanos y la información que llevan incorporada se enfrentan a la intervención editorial que supone la ambiciosa cirugía de sustitución o la reprogramación de parte de nuestro código genético. Muchas formas de progreso se están acelerando y cada vez más fragmentos de nuestra experiencia se han entrelazado con el afán de explorar todo lo que sea posible.
En el mundo de la exploración científica, reconocer el impacto de cambio no es tan nuevo. Hacia finales del s. XIX se había llegado a saber que hubo un tiempo en que la Tierra y nuestro Sistema Solar no existían; que la especie humana debía haber cambiado en apariencia y en el promedio de su capacidad mental a lo largo de enormes períodos de tiempo; y que, en cierto sentido, amplio y general, el Universo debería estar degradándose, haciéndose un lugar menos hospitalario y ordenado. Durante el s. XX hemos revestido de carne la imagen esquelética de un Universo cambiante.
El clima y la topografía de nuestro planeta varían continuamente, como las especies que viven en él. Y lo más espectacular, hemos descubierto que todo el Universo de estrellas y galaxias está en un de cambio dinámico, en el que grandes cúmulos de galaxias se alejan unos de otros hacia un futuro que será diferente del presente.

Las galaxias se alejan unas de otras con una tasa constante, también tienen pequeñas velocidades adicionales llamadas “velocidades peculiares” que les permite a las galaxias direccionarse lateralmente a la expansión principal. En los llamados grupos locales, en los que las galaxias están más juntas, la Gravedad les impide expandirse y, al contrario de lo que ocurre en lo general, aquí se produce en contrario, ya que cada vez están más cerca por la fuerza de atracción que tiende a juntarlas. Muchas imágenes hemos visto de galaxias que se juntan y ese, amigos míos, es el destino lejano de Andrómeda y la Vía Láctea.

Hemos empezado a darnos cuenta de que vivimos en un tiempo prestado. Los sucesos astronómicos catastróficos son comunes; los mundos colisionan, legiones de asteroides cercan las inmediaciones de nuestro planeta, así han sido descubiertos por la NASA. Tenemos las huellas del pasado en la superficie de la Tierra, que en el pasado, recibió muchas visitas exteriores en las que no siempre salieron bien paradas las especies que en aquel momento estaban presente. Un día de estos, nuestra suerte cambiará, el escudo que tan fortuitamente nos proporciona el enorme planeta Júpiter, que guarda los confines exteriores del Sistema Solar, no será suficiente para salvarnos.


Al final, incluso nuestro Sol morirá. Nuestra Vía Láctea, primero se unirá a nuestra vecina mayor, se unirán los dos agujeros gigantes centrales y, finalmente, toda la nueva e inmensa galaxia será engullida por un enorme agujero negro central que, cada día estará creciendo. La vida, tal como la conocemos terminará. Los supervivientes tendrán que haber cambiado, llegarán mutaciones, en tal medida que, nos costaría mucho llamar humanidad a las formas de vida futuras, según nuestros criterios actuales. Todo cambia, nada permanece y, nosotros, si queremos seguir viviendo, debemos adaptarnos a lo que vendrá y, como todo, debemos cambias.
¿Y, nuestros recuerdos?
Hemos reconocido los secretos simples del Caos y de la Impredecibilidad que asedian tantas partes del mundo que nos rodea. Entendemos que nuestro clima es cambiante pero no podemos predecir los cambios. Hemos apreciado las similitudes complejidades como ésta y las que emergen de los sistmas de interacción humana -Sociedades, economías, ecosistemas- y, también algo hemos podido aprender del interior de la propia mente humana. Sin embargo, ninguno de esos conocimientos serán válidos para frenar el destino de una Naturaleza que convierte el Caos en creación y a la creación en Caos. Todo muere para que todo siga viviendo pero… ¡El final es inevitable!

Heráclito de Efeso lo decía: Todo cambia y fluye, nada permanece. Siempre, cada día, un nuevo camino
Lo cierto es que todo cambia y nada permanece y algunos recuerdos se esfuman en nuestras mentes pero, hay algunos… ¡Imperecederos!
Todas estas sorprendes complejidades tratan de convencernos de que el mundo, es como una montaña rusa desbocada, rodando y dando bandazos; que todo lo que una vez se ha tenido por cierto podría ser derrotado algún día. Algunos incluso ven semejante perspectiva como una razón para sospechar de la Ciencia, como si produjera unos efectos corrosivos sobre los fundamentos de la Naturaleza humana y de la certeza, como si la construcción del Universo físico y el vasto esquema de las leyes debiera haberse establecido pensando en nuestra fragilidad psicológica.
Pero hay un sentido en el que todo cambio e impredecibilidad es una ilusión. No constituye toda la historia sobre la Naturaleza del Universo. Hay tanto un lado conservador como un lado progresista en la estructura profunda de la realidad. A pesar del cambio incesante y la dinámica del mundo visible, existen aspectos de la fábrica del Universo misteriosos en su inquebrantable constancia, Son esas misteriosas cosas invariables que hacen de nuestro universo el que es y se distingue de los otros que pudiéramos imaginar.

El Cinturón de Orión Alnitak, Alnilam y Mintaka,
Hay un hilo dorado que teje una continuidad a través del tiempo que siempre acompaña a la Naturaleza en su devenir. Todo eso, nos lleva a esperar que ciertas cosas sean iguales en otros lugares del espacio además de la Tierra, necesitamos tener, al menos, alguna esperanza y, esa igualdad, nos trae la tranquilidad de que, también allí, en aquellos remotos lugares de los confines del Cosmos, tenemos hermanos con los que, algún día podremos estar.
Lo que hoy está, mañana será fondo oceánico
Así, las cosas serán las mismas en todas partes y, en todas partes y en otros tiempos, también pudieron pasar las cosas que aquí pasaron; que en algunos casos, ni la historia ni la geografía importan. De hecho, quizá sin un substrato semejante de realidades invariables no podrían haber corrientes superficiales de cambio ni ninguna complejidad de mente y materia. Parece que todo lo que ha pasado tenía un fin, uno sospecha que la Nada no existe y, todo lo que surgió, lo hizo porque había. Pero… ¿De dónde vino?
A veces, hacemos preguntas que sabemos de antemano que nadie podrá nunca contestar y, sin embargo, las seguiremos haciendo. Tenemos la tendencia de inventar las respuestas para tranquilizarnos, así surgió el Big Bang que, de momento, es la mejor explicación que pudimos encontrar para que coincidiera con la observación. Claro que saber, lo que se dice saber… ¡No sabemos!
Nuestras mentes, lo mismo que toda la materia del Universo, están estrechamente conectadas con la memoria del “mundo” en el que están inmersas y del que irremediablemente forman parte. El que cada una de “ellas”, Mente y Materia, estén en determinados momentos ocupando un diferente nivel, no desvirtúa que, de cualquier manera, siguen siendo la misma cosa: Quarks y Leptones que conforman un todo que deriva, por la evolución natural, en pensamientos.
¿Y, nuestros recuerdos? Bueno, a pesar de que me puedan causar dolor…¡Yo los quiero! Son parte de mi historia, a la que no quiero renunciar.
Emilio Silvera V.
Dic
22
Viajar por el Universo, a veces resulta extraño
por Emilio Silvera ~
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Viajas por el Espacio Interestelar a velocidades cercanas a c, ves como las estrellas se acercan a la nave rápidamente como si quisieran meterse dentro.


Dejas ese escenario y te vas a la parte trasera de la Nave, miras por el ventanal que da al Espacio Interestelar y vez como las estrellas se alejan rápidamente.
¿Cuál de las dos escenas es la real? Es la misma nave y el mismo viaje, sólo que has mirado por la parte delantera de la nave y después por la parte trasera, y, sin embargo, has visto dos escenarios muy diferentes.

No es nada extraño, simplemente ocurre como cuando viajamos en el coche y vemos pasar los árboles de los laterales de la carretera, y, si miramos por el cristal de atrás los vemos alejarse.
Al viejo Einstein le gustaba mucho estos ejercicios mentales. Parecen algo tontos pero, te hacen pensar.
Emilio Silvera V.
Dic
21
¿Estaremos aquí cuando el Sol se convierta en Gigante Roja
por Emilio Silvera ~
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La Humanidad como mujeres y hombres verdaderos lleva en este planeta unos 200.000/300.000 años
La Humanidad como Homo sapiens (mujeres y hombres verdaderos modernos) lleva en este planeta unos 200.000 a 300.000 años, emergiendo en África, aunque el linaje humano (género Homo) es mucho más antiguo, con millones de años de evolución desde ancestros comunes con chimpancés, y los primeros homínidos bípedos aparecieron hace 6-7 millones de años.

De todas las maneras, unos millones de años, comparados con los 4.500/5.000 millones en los que la Tierra sería una Gigante roja primero, y una Nebulosa Planetaria y Enana Blanca después, es un trecho considerablemente mayor, y, en este punto, nos tendríamos que preguntar:

¿Estará la Humanidad aquí para entonces, no nos habremos extinguido mucho antes?
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De todas las maneras, si nuestra especie sigue por aquí, mucho antes de que e4so llegue, y, de que llegue también la visita de Andrómeda para fusionarse con la Vía Láctea, deberíamos de haber conquistado los conocimientos necesarios para poder evitar la extinción de la especie, y, tener naves como ciudades de grande, en las que (como el nuevo Arca de Noe), llevara todo lo necesario para instalarnos en otro lugar muy lejano.

Expedición a un planeta de masa terrestre alrededor de la estrella más cercana al Sol. El nuevo mundo, denominado con el insulso nombre de Alfa Centauri Bb (a 4,36 años luz de la Tierra), que podría ser el destino de misión salvadora de la que nos hablan, y, que para entonces (se supone), tendríamos otros medios para poder alcanzarlo en mucho menos Tiempo del que ahora podríamos.


Claro que La fusión de la Vía Láctea y la Galaxia de Andrómeda está calculada para ocurrir en un periodo de aproximadamente 4.000 a 5.000 millones de años, aunque investigaciones recientes sugieren que podría retrasarse o incluso ser menos segura debido a la influencia de otras galaxias del grupo, con un acercamiento significativo en unos 3.870 millones de años y la fusión final en unos 5.860 millones de años.
De todas las maneras, lo cierto es que se producirá “casi” en el mismo Tiempo en el que el Sol se convertirá en Gigante Roja, y, si es así (como parece), de poco serviría huir a alfa Centauri que también (como todo el Sistema solar), estaría afectada por la fusión de galaxias.
esto nos lleva al problema de tener que buscar acomodo a la Humanidad, ¡En otra galaxia!

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Aparte de Andrómeda, la galaxia espiral más cercana y similar a la Vía Láctea es NGC 6744, una hermana casi gemela que se encuentra a unos 25/30 millones de años luz, y, si ya nos costaría viajar a Alfa Centauri a 4,36 años luz, ¿Cómo llegar a esta galaxia mucho más distante? , ya que, aunque la galaxia más próxima en el Grupo Local es la Enana del Can Mayor, una galaxia satélite, está en proceso de ser absorbida.
Así las cosas:
A la Vía Láctea le quedan 4000 millones de años de vida. Algunos dicen que al Sol no le afectará la fusión. sin embargo, es dudoso que en acontecimiento de tal índole dejen las cosas como están.
Y, por otra parte, el acontecimiento se junta al de la “muerte del Sol que será una Gigante Roja.

La humanidad, a través de la ciencia y la exploración espacial, tratará de buscar la manera de escapar de la Tierra antes de que el sol se convierta en una estrella Gigante roja en unos miles de millones de años, un proceso que primero hará inhabitable nuestro planeta (en 1000 millones de años) al evaporar los océanos, y luego posiblemente engullirá a la Tierra, aunque hay teorías sobre si podría salvarse en una órbita más lejana o si deberíamos buscar nuevos hogares en las lunas de Júpiter o Saturno, pero la extinción de la humanidad por autodestrucción o causas naturales es una posibilidad real mucho antes de ese fin estelar.
- En 1000 millones de años: La Tierra se volverá inhabitable debido al aumento de la luminosidad solar, evaporando los océanos y creando un horno abrasador.
- Migración a Marte o más allá: La tecnología actual no permitiría un viaje masivo, pero se buscan colonias en Marte y se planean estrategias para buscar un Hogar.
- Supervivencia en las lunas de Júpiter/Saturno: Las lunas heladas (como Europa o Encélado) podrían derretirse y volverse habitables por el calor de la gigante roja, ofreciendo una alternativa para el agua y la vida.
- Modificación de la órbita terrestre: Algunos estudios sugieren que podríamos modificar la órbita de la Tierra para que se aleje del Sol y sobreviva, aunque esto no resolvería la falta de agua y la inhabilidad.
Realidad Actual:- Extinción Humana: Es muy probable que la humanidad se extinga mucho antes de este cataclismo cósmico debido a problemas propios (autodestrucción, agotamiento de recursos) o eventos naturales, como el aumento gradual del Sol que ya está haciendo inhabitable la Tierra en los próximos mil millones de años.
- La Tierra sobrevive (quizás): Hay evidencia de planetas rocosos que han sobrevivido a la fase de gigante roja de sus estrellas, sugiriendo que la Tierra podría no ser completamente destruida, aunque sí inhabitable.
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Así las cosas, Para salvar a la humanidad de la primera fase de la transformación del sol en Gigante roja (en unos mil millones de años), la única opción real es la colonización interestelar, estableciéndose en otros sistemas estelares, ya que la Tierra será inhabitable o tragada por el Sol; esto requeriría avances monumentales en propulsión, soporte vital y terra-formación para construir naves generacionales o ciudades flotantes en el espacio, un proyecto que exige una cooperación global sin precedentes y décadas/siglos de desarrollo tecnológico para asegurar nuestra supervivencia a largo plazo más allá de la Tierra.
No trato de dar un disgustos a las fiestas de Navidad y rebajar la euforia de estos días. Sin embargo, no podemos negar que nuestra especie lo tiene muy crudo para conseguir solucionar los problemas que se avecinan. Naves como ciudades de miles de kilómetros cuadrados, que como nuevas Arcas nos lleve a lugar seguro y nos salve de la extinción.
¿Lo conseguiremos?
La tarea no será nada fácil (si es que, para cuando todo eso vaya a suceder, seguimos por aquí), los medios requeridos en tecnología, en cooperación humana, en conocimientos que en el presente ni podemos imaginar… ¡Nos parecen inalcanzables!

Claro que, hace algunos miles de años, un tal Empédocles imaginó que todo estaba hecho de cuatro elementos: Aire, Fuego, Tierra y Agua.

Otro pensador de aquellos lejanos tiempos, nos hablaba del á-tomo, la parte más pequeña de la que estaba formada la materia.
Ellos fueron los precursores de mucho de lo que hoy podemos saber, nos señalaron el camino a seguir, y, gracias a ellos, pudimos llegar a saber realmente que los elementos se formaban en las estrellas, y, de parte de ellos estamos constituidos.
La otra idea de lo muy pequeño que formaba la materia, nos trajo al Modelo Estándar y al LHC, para confirmarlo.
¿Quién puede saber si, para el tiempo que está por venir, y, antes de que lleguen sucesos inevitables y de una extinción segura, podremos haber logrado los medios materiales, tecnológicos y del necesario consenso mundial humano, para hacerle frente a tales peligros que, si no pueden salvarlo todo, si podrían hacerlo con lo necesario para que la especie no quede extinguida.
Como el Principio del Universo (uno de ellos), es el de la Incertidumbre, no podemos saber si toda esta preocupación es estéril, debido a que, antes de que todo eso llegue (miles de millones de años), la Humanidad seguirá por aquí.
Emilio Silvera V.
Dic
21
¡Somos parte del Universo! ¿La parte que piensa?
por Emilio Silvera ~
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Una buena nutrición cerebral es esencial para la evolución del mismo
Los ladrillos del cerebro: Es evidente que el estímulo para la expansión evolutiva del cerebro obedeció a diversas necesidades de adaptación como puede ser el incremento de la complejidad social de los grupos de homínidos y de sus relaciones interpersonales, así como la necesidad de pensar para buscar soluciones a problemas surgidos por la implantación de sociedades más modernas cada vez. Estas y otras muchas razones fueron las claves para que la selección natural incrementara ese prodigioso universo que es el cerebro humano.
Claro que, para levantar cualquier edificio, además de un estímulo para hacerlo se necesitan los ladrillos específicos con las que construirlo y la energía con la que mantenerlo funcionando. La evolución rápida del cerebro no solo requirió alimentos de una elevada densidad energética y abundantes proteínas, vitaminas y minerales; el crecimiento del cerebro necesitó de otro elemento fundamental:
Un aporte adecuado de ácidos grasos poliinsaturados de larga cadena, que son componentes fundamentales de las membranas de las neuronas, las células que hacen funcionar nuestro cerebro.
Hoy sabemos que incluir en los alimentos que tomamos productos con ácidos grasos poliinsaturados omega-3 pueden reducir la mortandad y los ingresos hospitalarios por enfermedades vasculares de pacientes con problemas cardíacos. En ciertos territorios de la Tierra, en los que dichos productos eran abundantes de manera natural, sus habitantes se vieron beneficiados de ello.


Nuestro organismo, como ya he señalado, es incapaz de sintetizar en el hígado suficiente cantidad de estos ácidos grasos; tiene que conseguirlos mediante la alimentación. Estos ácidos grasos son abundantes en los animales y en especial en los alimentos de origen acuático (peces, moluscos, crustáceos). Por ello, algunos especialistas consideran que la evolución del cerebro no pudo ocurrir en cualquier parte del mundo y, por lo tanto, requirió un entorno donde existiera una abundancia de estos ácidos grasos en la dieta: un entorno acuático.
El cerebro humano contiene 600 gramos de estos lípidos tan especiales imprescindibles para su función. Entre estos lípidos destacan los ácidos grasos araquidónico (AA, 20:4 W-6) y docosahexaenoico (D H A, 22:6 W-3); entre los dos constituyen el noventa por 100 de todos los ácidos grasos poliinsaturados de larga cadena en el cerebro humano y en el resto de los mamíferos.
Son la forma más sencilla de lípido (grasas) presentes en el organismo y una fuente importante de energía.
Son los núcleos de las grasas y le dan las características físicas y biológicas. Pueden ser saturados o insaturados y pueden estar formados por una estructura química de cadena larga o corta. También son un componente importante de las membranas de las células donde contribuyen a la fluidez y el funcionamiento correcto de las membranas.
Función energética:
Los ácidos grasos son moléculas muy energéticas y necesarias en todos los procesos celulares en presencia de oxígeno, ya que por su contenido en hidrógenos pueden oxidarse en mayor medida que los glúcidos u otros compuestos orgánicos que no están reducidos.

Una buena provisión de estos ácidos grasos es tan importante que cualquier deficiencia dentro del útero o durante la infancia puede producir fallos en el desarrollo cerebral. El entorno geográfico del este de África donde evolucionaron nuestros ancestros proporcionó una fuente única nutricional, abundante de estos ácidos grasos esenciales para el desarrollo cerebral. Esta es otra de las circunstancias extraordinarias que favoreció nuestra evolución.

Las evidencias fósiles indican que el género Homo surgió en un entorno ecológico único, como es el formado por los numerosos lagos que llenan las depresiones del valle del Rift, el cual, en conjunto y desde un punto de vista geológico, es considerado un “proto-océano”. El área geográfica formada por el mar Rojo, el golfo de Adén y los grandes lagos del Rift forman lo que en geología se conoce como “océano fallido”. Son grandes lagos algunos de una gran profundidad (el lago Malwi tiene 1.500 metros y el lago Tanganika 600 m.) y de una enorme extensión (el lago Victoria, de casi 70.000 km2, es el mayor lago tropical del mundo). Se llenaban, como hacen hoy, del agua de los numerosos ríos que desembocan en ellos; por eso sus niveles varían según las condiciones climatológicas regionales y estaciónales.
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Islote del Lago Victoria
Muchos de estos lagos son alcalinos debido al intenso volcanismo de la zona. Son abundantes en peces, moluscos y crustáceos que tienen proporciones de lípidos poliinsaturados de larga cadena muy similares a los que componen el cerebro humano. Este entorno, en el que la especie Homo evolucionó durante al menos dos millones de años, proporcionó a nuestros ancestros una excelente fuente de proteínas de elevada calidad biológica y de ácidos grasos poliinsaturados de larga cadena, una combinación ideal para hacer crecer el cerebro.
Ésta es otra de las razones en las que se apoyan algunos para sugerir que nuestros antecesores se adaptaron durante algunos cientos de miles de años a un entorno litoral, posiblemente una vida lacustre, en el “océano fallido” de los grandes lagos africanos y que nuestra abundante capa de grasa subcutánea es la prueba de esta circunstancia de nuestra evolución.
La realidad es que este entorno lacustre proporcionó abundantes alimentos procedentes del agua, ricos en proteínas de buena calidad y en ácidos grasos poliinsaturados. Estos alimentos completaban la carroña incierta o la caza casi imposible. Durante cientos de miles de años evolucionaron los homínidos en este entorno entre la sabana ardiente y las extensiones interminables de aguas someras por las que vagaban los clanes de nuestros antepasados chapoteando a lo largo de kilómetros en busca de alimento. Este entorno único no solo garantizó los nutrientes necesarios para desarrollar el cerebro, sino que aceleró numerosos cambios evolutivos que confluirían en el Homo sapiens.

Comenzaron a “fabricar” armas rudimentarias para cazar y defenderse
Nuestra especie es muy homogénea en sus características: somos muy similares a pesar de lo que pudiera parecer a causa de las diferencias del color en la piel o en los rasgos faciales de las diferentes poblaciones. Tanto los datos de la genética homo los de la pale-antropología muestran que los seres humanos, como especie, procedemos de un grupo pequeño de antepasados que vivían en África hace unos cuatrocientos mil años.
Hemos logrado determinar con precisión nuestros orígenes como especie mediante precisos análisis genéticos; por ejemplo, los estudios llevados a cabo sobre los genes de las mitocondrias pertenecientes a individuos de todas las poblaciones del mundo y de todas las razas.
Estudiando el A D N mitocondrial de miles de personas se ha llegado a formular la llamada “Teoría de la Eva Negra”, según la cual todos nosotros, los Homo sapiens, procedemos de una hembra que vivió en algún lugar de África hace ahora unos tres cientos mil años.
Otros estudios se han realizado mediante el análisis del polimorfismo del cromosoma Y.
Teoría de “La Eva Mitocondrial” o ”Eva Negra”
Pero tanto unos estudios como otros han dado el resultado similar. Los estudios del material genético del cromosoma Y confirman que la Humanidad tuvo un antepasado varón que vivió en África hace unos doscientos mil años. Seria la “Teoría del Adán Negro”. Estudios del Gen de la hemoglobina ratifican que todas las poblaciones humanas modernas derivan de una población ancestral africana de hace unos doscientos mil años compuesta por unos seiscientos individuos.
Cráneo de Kabwe el fósil KNM-ER
Los hallazgos paleo-antropológicos ratifican el origen único y africano de nuestra especie. Se han encontrado en diversa regiones de África algunos fósiles, de características humanas modernas, con una antigüedad de entre tres cientos mil y cien mil años; estos incluyen: el cráneo de kabwe (en Zambia), de 1.285 c.c.; el fósil KNM-ER-3834 del lago Turkan, en Kenia, de casi litro y medio; los fósiles encontrados en los yacimientos de Border Cave y Klassies River Mouth, de África del sur; y los esqueletos y cráneos encontrados en los enterramientos de la Cueva de Qafzeh y del abrigo de Skhul, ambos en Israel y datados en unos cien mil años.
En 1.968 se descubrieron en Dordoña el cráneo y el esqueleto de uno de nuestros antepasados, al que se denominó Hombre de Cro-Magnon. Hoy sabemos que hace unos cuarenta mil años aparecieron en Europa unos inmigrantes de origen africano, que eran los primeros representantes de la especie Homo sapiens sapiens que alcanzaban estos territorios. Llegaron con unas armas terribles e innovadoras, conocían el modo de dominar el fuego y poseían una compleja organización social; y por lo que se refiere a las otras especies de homínidos que habitaban por aquel entonces Europa, concretamente los Homo neandertales, al parecer, los eliminaron por completo.

Los cromañones poseían las características de los pobladores de las regiones próximas al ecuador: poco macizos, muy altos y de brazos y piernas largas; sus huesos eran muy livianos por aumento del canal medular, dentro de la diáfisis. Los huesos que formaban las paredes del cráneo eran más finos, que los de sus predecesores. Habían sufrido una reducción de la masa muscular. El desarrollo de armas que podían matar a distancia con eficacia y sin requerir gran esfuerzo, como los propulsores, las hondas y, más tarde, el arco y las flechas, hicieron innecesarias una excesiva robustez. En general, eran muy parecidos a nosotros y, hasta tal punto es así que, si cogiéramos a uno de estos individuos, lo lleváramos a la peluquería, le pusiéramos un buen traje, y lo sacáramos de paseo, se confundiría con el resto de la gente sin llamar a atención.
Llegados a este punto, no merece la pena relatar aquí las costumbres y forma de vida de esas poblaciones que, en tantos y tantos escritos hemos podido leer y conocemos perfectamente. El objeto de todo esto era esbozar un perfil de lo que fuimos, de manera que dejemos ante nosotros la evolución por la que hemos pasado hasta llegar aquí, y, a partir de ahora, pensar en la evolución que nos queda hasta convertirnos en los seres del futuro que, seguramente, regirán en el Universo.

Formación de nuevos sistemas planetarios en Orión
Hemos sido capaces de detectar otros sistemas solares que están en formación en Nebulosas lejanas y sabemos de lo que existe en el universo profundo. Es curioso cómo el universo tiene la curiosa propiedad de hacer que los seres vivos piensen que sus inusuales propiedades son poco propicias para la vida, para la existencia de vida, cuando de hecho, es todo lo contrario; las propiedades del universo son esenciales para la vida. Lo que ocurre es que en el fondo tenemos miedo; nos sentimos muy pequeños ante la enorme extensión y tamaño del universo que nos acoge. Sabemos aún muy poco sobre sus misterios, nuestras capacidades son limitadas y al nivel de nuestra tecnología actual estamos soportando el peso de una gran ignorancia sobre muchas cuestiones que necesitamos conocer. Y, aunque parezca que estamos muy lejos de esas imágenes de arriba de tiempos remotos, en realidad, no estamos tan lejos de aquello y, nuestras mentes tienen gravados aquellos momentos del pasado que siguen con nosotros. Y, aunque el tiempo del universo no es como nuestro tiempo (mucho más corto y efímero), algo sí hemos podido aprender.

Nuestros corazones están dentro de la materia y, en cuanto se les da una oportunidad surgen y sienten
Ahora tenemos otra manera de mirar el universo y, cuando contemplamos el cielo cuajado de estrellas, sí sabemos lo que estamos viendo y lo que, en cada una de esas estrellas está pasando. Esta nueva manera de mirar el universo nos da nuevas ideas, no todo el espacio son agujeros negros, estrellas de neutrones, galaxias y desconocidos planetas; la verdad es que casi todo el universo está vacío y sólo en algunas regiones tiene agrupaciones de materia en forma de estrellas y otros objetos estelares y cosmológicos; muchas de sus propiedades y características más sorprendentes (su inmenso tamaño y su enorme edad, la soledad y oscuridad del espacio) son condiciones necesarias para que existan observadores inteligentes como nosotros.
Y… otros seres conscientes
No debería sorprendernos la vida extraterrestre (si miramos nuestra propia historia, tendremos que coincidir en el hecho cierto de que, lo mismo que pasó aquí, en la Tierra, pudo haber pasado en otros planetas que como en el nuestro, tuvieron las condiciones para el surgir de la vida), si existe, pudiera ser tan rara y lejana para nosotros como en realidad nos ocurre aquí mismo en la Tierra, donde compartimos hábitat con otros seres vivos con los que hemos sido incapaces de comunicarnos, a pesar de que esas formas de vida, como la nuestra, están basadas también en el carbono. Algunos bioquímicos dicen que no se puede descartar formas de vida inteligente basadas en otros elementos, como por ejemplo, el silicio. Por mi parte, tengo la sensación, conociendo las propiedades del Carbono y las del Silicio que, será difícil encontrar esas clases de vida, aunque…no descarto nada.
De todas las maneras, pensar que somos la única parte pensante que existe en el Universo…
¡Es adjudicarnos una importancia de la que carecemos.
Emilio Silvera V.
















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