Nov
23
Ya podemos “viajar” desde el núcleo atómico hasta las...
por Emilio Silvera ~
Clasificado en Astronomía y Astrofísica ~
Comments (1)
Interacciones fundamentales

Existen en el Universo cuatro fuerzas fundamentales (al menos son las que hasta el momento conocemos), éstas cuatro fuerzas son las que rigen en todas las regiones del Universo y, junto a las constantes universales, hacen que el Universo sea tal como lo podemos observar. Le dan un ritmo a los objetos que lo pueblan y, ya pueden estar conformados por “materia inerte” y tratarse de seres vivos, todo responde a sus mandatos y de acuerdo a ellos se comportan.
Nada de lo que sucede en el Universo es “porque sí”, todo tiene su por qué. Nos ha costado miles de años de pensamientos, de estudios, de observaciones, de experimentos y de experiencia el llegar a conocer, en cierta medida, como funciona la Naturaleza.

Siempre nos hemos equivocado pero… ¡Nos hemos vuelto a levantar!
En un Tiempo Pasado, algunos optimistas decían: “Ya nada nuevo podemos aprender, sabemos el origen y el por qué de todas las cosas” (La cita pertenece al filósofo francés del siglo XVII, Bernard Le Bovier de Fontenelle). Aquellos pobres ilusos, en realidad, eran unos grandes ignorantes que no eran conscientes de lo mucho que nos quedaba por saber. Las preguntas siguen siendo mucho más abundantes que las respuestas.
Un famoso Presidente de la Real Sociedad de Londres, ante todos los comensales dijo: “Nunca podremos saber de qué están hechas las estrellas.”

Y en el Presente lo sabemos perfectamente
También un famoso científico de su tiempo, ante un gran gentío dijo: Nunca nada más pesado que el aire podrá volar si no es un pájaro”.
fueron pronunciada por el científico Lord Kelvin, quien sostenía que las máquinas voladoras más pesadas que el aire eran imposibles.

Poco después remontó el vuelo el avión de los hermanos Wright.
Esto nos dice que debemos ser prudentes y no negar lo que pudiera ser en un futuro, porque hoy no tengamos los medios… ¡Mañana ya veremos!
El propio Rutherford empezó a vislumbrar la respuesta a la pregunta
que arriba hacemos. Entre 1.906 y 1.908 (hace más de un siglo) realizó constantes experimentos disparando partículas alfa contra una lámina sutil de metal (como oro o platino), para analizar sus átomos. La mayor
parte de los proyectiles atravesaron la barrera sin desviarse (como balas a través de las hojas de un árbol), pero no todos.
En la placa fotográfica que le sirvió de blanco tras el metal, Rutherford descubrió varios impactos dispersos e insospechados alrededor del punto central. Comprobó que algunas partículas habían rebotado. Era como si en vez de atravesar las hojas, algunos proyectiles hubiesen chocado contra algo más sólido. Rutherford supuso que aquella “balas” habían chocado contra una especie de núcleo denso, que ocupaba sólo una parte mínima del volumen atómico y ese núcleo de intensa densidad desviaban los proyectiles que acertaban a chocar contra él. Ello ocurría en muy raras ocasiones, lo cual demostraba que los núcleos atómicos debían ser realmente ínfimos, porque un proyectil había de encontrar
por fuerza muchos millones de átomos al atravesar la lámina metálica
Era lógico suponer
, pues, que los protones constituían ese núcleo duro. Rutherford representó los protones atómicos como elementos apiñados alrededor de un minúsculo “núcleo atómico” que servía de centro (después de todo eso, hemos podido saber
que el diámetro de ese núcleo equivale a algo más de una cienmilésima del volumen total del átomo).
En 1.908 se concedió a Rutherford el premio Nobel de Química por su extraordinaria labor de investigación sobre la naturaleza de la materia. Él fue el responsable
de importantes descubrimientos que permitieron conocer la estructura de los átomos en esa primera avanzadilla.
Átomo de hidrógeno, núcleo y electrón.
Desde entonces se pueden describir con términos más concretos los átomos específicos y sus diversos comportamientos. Por ejemplo, el átomo de hidrógeno posee un solo electrón. Si se elimina, el protónrestante se asocia inmediatamente a alguna molécula vecina; y cuando el núcleo desnudo de hidrógeno no encuentra por este medio un electrón que participe, actúa como un protón (es decir, una partícula subatómica), lo cual le permite penetrar en la materia y reaccionar con otros núcleos si conserva la suficiente energía.
![]()
El helio, que posee dos electrones, no cede uno con tanta facilidad. Sus dos electrones forman
un caparazón hermético, por lo cual el átomo es inerte. No obstante, si se despoja al helio de ambos electrones, se convierte en una partícula alfa, es decir
, una partícula subatómica portadora de dos unidades de carga positiva.
Hay un tercer elemento, el litio, cuyo átomo tiene tres
electrones. Si se despoja de uno o dos, se transforma en ión, y si pierde los tres, queda reducida a un núcleo desnudo, con una carga positiva de tres unidades.
Las unidades de carga positiva en el núcleo atómico deben ser numéricamente idénticas a los electrones que contiene por norma, pues el átomo suele ser un cuerpo neutro, y esta igualdad de lo positivo con lo negativo es el equilibrio. De hecho, los números atómicos de sus elementos se basan en sus unidades de carga positiva, no en las de carga negativa, porque resulta fácil hacer variar el número
de electrones atómicos dentro de la formación
iónica, pero en cambio se encuentran grandes dificultades si se desea alterar el número de sus protones.
Apenas esbozado este esquema de la construcción atómica, surgieron nuevos enigmas. El número
de unidades con carga positiva en un núcleo no equilibró, en ningún caso, el peso nuclear ni la masa, exceptuando el caso del átomo de hidrógeno. Para citar un ejemplo, se averiguó que el núcleo de helio tenía una carga positiva dos veces mayor que la del núcleo de hidrógeno; pero como ya se sabía, su masa era cuatro veces mayor que la de este último. Y la situación empeoró progresivamente a medida que se descendía por la tabla de elementos, e incluso cuando se alcanzó el uranio, se encontró un núcleo con una masa igual a 238 protones, pero una carga que equivalía sólo a 92.
¿Cómo era posible que un núcleo que contenía cuatro protones (según se suponía el núcleo de helio) tuviera sólo dos unidades de carga positiva? Según la más simple
y primera conjetura emitida, la presencia en el núcleo de partículas cargadas negativamente y con peso despreciable neutralizaba dos unidades de carga. Como es natural, se pensó también en el electrón. Se podría componer el rompecabezas si se suponía que en núcleo de helio estaba integrado por cuatro protones y dos electronesneutralizadores, lo cual deja libre una carga positiva neta de dos, y así sucesivamente, hasta llegar al uranio, cuyo núcleo tendría, pues, 238 protones y 146 electrones, con 92 unidades libres de carga positiva. El hecho de que los núcleos radiactivos emitieran electrones (según se había comprobado ya, por ejemplo, en el caso de las partículas beta), reforzó esta idea general
. Dicha teoría prevaleció durante más de una década, hasta que por caminos indirectos, llegó una respuesta mejor como resultado de otras investigaciones.
Pero entre tanto se habían presentado algunas objeciones rigurosas contra dicha hipótesis. Por lo pronto
, si el núcleo estaba constituido esencialmente de protones, mientras que los ligeros electrones no aportaban prácticamente ninguna contribución a la masa, ¿Cómo se explicaba que las masas relativas de varios núcleos no estuvieran representadas por número
enteros? Según los pesos atómicos conocidos, el núcleo del átomo cloro, por ejemplo, tenía una masa 35’5 veces mayor que la del núcleo de hidrógeno. ¿Acaso significaba esto que contenía 35’5 protones? Ningún científico (ni entonces ni ahora) podía aceptar la existencia de medio protón.
Este singular interrogante encontró una respuesta incluso antes de solventar el problema principal
, y ello dio lugar a una interesante historia.

Los tres isótopos naturales del carbono: carbono-12 (6 protones y 6 neutrones), carbono-13 (6 protones y 7 neutrones) y carbono-14 (6 protones y 8 neutrones). En los tres casos es carbono, tiene el aspecto de carbono y se comporta químicamente como carbono, por tener seis protones (y forma parte de nuestro organismo, por ejemplo). Sin embargo, sus propiedades físicas varían. Por ejemplo, mientras que el carbono-12 y el carbono-13 son estables, el carbono-14 es inestable y radioactivo: emite radiación beta, uno de sus neutrones “extras” se transforma así en un protón y el núcleo se convierte en nitrógeno-14 (que tiene 7 protones y 7 neutrones), con el aspecto y las propiedades del nitrógeno (por tener 7 protones). Dado que la mitad de la masa del carbono-14 pasa a ser nitrógeno-14 cada 5.730 años aproximadamente (más o menos lo que llevamos de civilización humana), la presencia de este isótopo natural resulta especialmente útil para la datación precisa de objetos históricos.
Isótopos; construcción de bloques uniformes
Allá por 1.816, el físico inglés William Prout había insinuado ya que el átomo de hidrógeno debía entrar
en la constitución de todos los átomos. Con el tiempo se fueron desvelando los pesos atómicos, y la teoría de Prout quedó arrinconada, pues se comprobó que muchos elementos tenían pesos fraccionarios (para lo cual se tomó el oxígeno, tipificado al 16). El cloro, según dije antes, tiene un peso atómico aproximado de 35’5, o para ser exactos, 35’457. otros ejemplos son el antimonio, con un peso atómico de 121’75, el galio con 137’34, el boro con 10’811 y el cadmio con 112’40.

El Uranio 235 que es el único que de manera natural es apto para la fisión nuclear, es escaso, sólo el 7 por 1.000 es uranio 235, el resto
, es uranio 238 que, no es combustible nuclear y, como la madera mojada, no arde. Sin embargo, si se bombardea con neutrones lentos del uranio 235, resulta que se convierte en Plutonio 239 que sí, es combustible nuclear válido. ¡Qué no idearemos para conseguir
los objetivos!
El Uranio es muy radiactivo y si está enriquecido… ¡Ya sabemos las consecuencias!
Hacia principios de siglo se hizo una serie
de observaciones desconcertantes, que condujeron al esclarecimiento. El inglés William Crookes (el del tubo Crookes) logró disociar del uranio una sustancia cuya ínfima cantidad resultó ser mucho más radiactiva que el propio uranio. Apoyándose en su experimento, afirmó que el uranio no tenía radiactividad, y que ésta procedía exclusivamente de dicha impureza, que él denominó uranio X. Por otra parte, Henri Becquerel descubrió que el uranio purificado y ligeramente radiactivo adquiría mayor radiactividad con el tiempo, por causas desconocidas. Si se deja reposar durante algún tiempo, se podía
extraer de él repetidas veces uranio activo X. Para decirlo de otra manera, por su propia radiactividad, el uranio se convertía en el uranio X, más radiactivo aún.
Por entonces, Rutherford, a su vez, separó del torio un torio X muy radiactivo, y comprobó también que el torio seguía produciendo más torio X. Hacia aquellas fechas se sabía ya que el más famoso de los elementos radiactivos, el radio
, emitía un gas radiactivo, denominado radón. Por tanto, Rutherford y su ayudante, el químico Frederick Soddy, dedujeron que durante la emisión de sus partículas los átomos radiactivos se transformaron en otras variedades de átomos radiactivos.
El Radón, uno de los llamados gases nobles, es incoloro, inodoro e insípido, además de –para nuestro mal- radioactivo. Suele presentarse según el tipo de suelos de determinadas zonas y con la descomposición de uranio, concentrándose en la superficie y siendo “arrastrado” en y por el aire que respiramos, y es en grandes cantidades es un gas perjudicial para la salud… y que anticipa terremotos.
Varios
químicos que investigaron tales transformaciones lograron obtener un surtido muy variado de nuevas sustancias, a las que dieron nombres tales como radio
A, radio
B, mesotorio I, mesotorio II y actinio C. Luego los agruparon todos en tres series, de acuerdo con sus historiales atómicos. Una serie se originó del uranio disociado; otra del torio, y la tercera del actinio (si bien más tarde se encontró un predecesor del actinio, llamado protactinio).
En total se identificaron unos cuarenta miembros de esas series, y cada uno se distinguió por su peculiar esquema de radiación. Pero los productos
finales de las tres series fueron idénticos: en último término, todas las cadenas de sustancias conducían al mismo elemento, el plomo.
Ahora bien, esas cuarenta sustancias no podían ser, sin excepción, elementos disociados. Entre el uranio (92) y el plomo (82) había sólo diez lugares en la tabla periódica, y todos ellos, salvo dos, pertenecían a elementos conocidos.
En realidad, los químicos descubrieron que aunque las sustancias diferían entre sí por su radiactividad, algunas tenían propiedades químicas idénticas. Por ejemplo, ya en 1.907 los químicos americanos Herbert Newby McCoy y W. H. Ross descubrieron que el radio-torio (uno entre los varios productos
de la desintegración del torio) mostraba el mismo comportamiento químico que el torio, y el radio
D, el mismo que el plomo, tanto que a veces era llamado radio-plomo. De todo lo cual se infirió que tales sustancias eran en realidad variedades de mismo elemento: el radio-torio, una forma de torio; el radio-plomo, un miembro de una familia de plomos; y así sucesivamente.
En 1.913, Soddy esclareció esta idea y le dio más amplitud. Demostró que cuando un átomo emitía una partícula alfa, se transformaba en un elemento que ocupaba dos lugares más abajo en la lista de elementos, y que cuando emitía una partícula beta, ocupaba, después de su transformación, el lugar inmediatamente superior
. Con arreglo a tal norma, el radiotorio descendía en la tabla hasta el lugar del torio, y lo mismo ocurría con las sustancias denominadas uranio X y uranio Y, es decir, que los tres serían variedades del elemento 90. Así mismo, el radio D, el radio B, el torio B y el actinio B compartirían el lugar del plomo como variedades del elemento 82.
Soddy dio el nombre
de isótopos (del griego iso y topos, “el mismo lugar”) a todos los miembros de una familia de sustancias que ocupaban el mismo lugar en la tabla periódica. En 1.921 se le concedió el premio Nobel de Química.
El modelo protón–electrón del núcleo concordó perfectamente con la teoría de Soddy sobre los isótopos. Al retirar una partícula alfa de un núcleo, se reducía en dos unidades la carga positiva de dicho núcleo, exactamente lo que necesitaba para bajar dos lugares en la tabla periódica. Por otra parte, cuando el núcleo expulsaba un electrón (partícula beta), quedaba sin neutralizar un protón adicional, y ello incrementaba en una unidad la carga positiva del núcleo, lo cual era como agregar una unidad al número
atómico, y por tanto, el elemento pasaba a ocupar la posición inmediatamente superior en la tabla periódica de los elementos. ¡Maravilloso!

¿Cómo se explica que cuando el torio se descompone en radio-torio después de sufrir no una, sino tres desintegraciones, el producto siga siendo torio? Pues bien, en este proceso el átomo de torio pierde una partícula alfa, luego una partícula beta, y más tarde una segunda partícula beta. Si aceptamos la teoría sobre el bloque constitutivo de los protones, ello significa que el átomo ha perdido cuatro electrones (dos de ellos contenidos presuntamente en la partícula alfa) y cuatro protones. (La situación actual difiere bastante de este cuadro
, aunque en cierto modo, esto no afecta al resultado).
El núcleo de torio constaba inicialmente (según se suponía) de 232 protones y 142 electrones. Al haber perdido cuatro protones y otros cuatro electrones, quedaba reducido a 228 protones y 138 electrones. No obstante, conservaba todavía el número
atómico 90, es decir, el mismo de antes.
Así pues, el radiotorio, a semejanza del torio, posee 90 electrones planetarios, que giran alrededor del núcleo. Puesto que las propiedades químicas de un átomo están sujetas al número
de sus electrones planetarios, el torio y el radiotorio tienen el mismo comportamiento químico, sea cual fuere su diferencia en peso atómico (232 y 228 respectivamente).
Los isótopos de un elemento se identifican por su peso atómico, o número másico. Así, el torio corriente se denomina torio 232, y el radio-torio, torio 228. Los isótopos radiactivos del plomo se distinguen también por estas denominaciones: plomo 210 (radio D), plomo 214 (radio B), plomo 212 (torio B) y plomo 211 (actinio B).
Se descubrió que la noción de isótopo podía aplicarse indistintamente tanto a los elementos estables como a los radiactivos. Por ejemplo, se comprobó que las tres series radiactivas anteriormente mencionadas terminaban en tres formas distintas de plomo. La serie del uranio acababa en plomo 206, la del torio en plomo 208 y la del actinio en plomo 207. cada uno de estos era un isótopo estable y corriente del plomo, pero los tres plomos diferían por su peso atómico.
Mediante un dispositivo inventado por cierto ayudante de J. J. Thomson, llamado Francis William Aston, se demostró la existencia de los isótopos estables. En 1.919, Thomson, empleando la versión primitiva de aquel artilugio, demostró que el neón estaba constituido por dos variedades de átomos: una cuyo número
de masa era 20, y otra con 22. El neón 20 era el isótopo común; el neón 22 lo acompañaba en la proporción de un átomo cada diez. Más tarde se descubrió un tercer isótopo, el neón 21, cuyo porcentaje en el neón atmosférico era de un átomo por cada 400.

Entonces fue posible, al fin, razonar el peso atómico fraccionario de los elementos. El peso atómico del neón (20, 183) representaba el peso conjunto de los tres isótopos, de pesos diferentes, que integraban el elemento en su estado natural. Cada átomo individual tenía un número
másico entero, pero el promedio de sus masas (el peso atómico) era un número fraccionario.
Aston procedió a mostrar
que varios elementos estables comunes eran, en realidad, mezclas de isótopos. Descubrió que el cloro, con un peso atómico fraccionario de 35’453, estaba constituido por el cloro 35 y el cloro 37, en la proporción de cuatro a uno. En 1.922 se le otorgó el premio Nobel de Química.
Sabiendo todo lo anteriormente explicado, hemos llegado a comprender cómo parte de la Astronomía que estudia las características físicas y químicas de los cuerpos celestes, la astrofísica es la parte más importante
de la astronomía en la actualidad debido a que, al avanzar la física moderna: Efecto Doppler-Fizeau, el efecto Zeeman, las teorías cuánticas y las reacciones termonucleares aplicadas al estudio de los cuerpos celestes han permitido descubrir que el campo
magnético solar, el estudio de las radiaciones estelares y sus procesos de fusión nuclear, y determinar la velocidad radial de las estrellas, etc. La radiación electromagnética de los cuerpos celestes permite realizar análisis de los espectros que nos dicen de qué están hechas las estrellas y los demás cuerpos del espacio interestelar y, de esa manera, hemos ido conociendo la materia y sus secretos que cada vez, van siendo menos.
Emilio Silvera V.
Nov
23
Imaginamos misiones que están fuera de nuestro alcance
por Emilio Silvera ~
Clasificado en General ~
Comments (0)
Por algunos de los trabajos aquí publicados, los viitn5tes asiduos conocen mi fascinación por ese “Mundo” llamado PANDORA, que nos han mostrado en la película AVATAR. Es fascinante la simbiosis que existe entre los habitantes de Pandora y el mismo planeta, en una relación mental extrema de comunicación mutua.
En fin amigos, cada cual que saque sus propias conclusiones.
Nov
22
Si la Tierra bosteza… ¡Nosotros a temblar!
por Emilio Silvera ~
Clasificado en General ~
Comments (0)
Vivimos en un planeta que está vivo, es dinámico y se recicla continuamente. Alguien llamó a la Tierra GAIA, es decir, un Ser viviente. El nombre “Gaia” para la Tierra proviene de la mitología griega, donde Gaia (o Gea) es la diosa de la Madre Tierra. El término griego Gaia (γαῖα) significa literalmente “Tierra o suelo” y es el origen de palabras como geología y geografía.
Como tantas veces he reseñado en este lugar, nosotros estamos a merced del planeta, no tenemos los medios para evitar sus “actividades” cotidianas de Tectónica de placas, erupciones volcánicas, terremotos, Tsunamis, Huracanes y Tornados…
Todo está cambiando ante nuestros ojos y somos testigos de lo inevitable. El inexorable transcurrir del Tiempo lo cambia todo y, nuestro mundo, no es una excepción.
Llegará el momento (si es que aún seguimos por aquí), en el que, la Humanidad tenga que buscar otro lugar, otros mundos para dar el primer paso a un nuevo comienzo. Acordaos de la Edad del Hielo y de otras eras geológicas en las que, difícilmente, podríamos vivir.
Espero que para cuando eso tenga lugar, hayamos podido conseguir tecnologías y medios que nos posibiliten la escapada de este querido mundo. Claro que, si para entonces no hemos sido los causantes de nuestra propia destrucción.
Dela Humanidad lo podemos esperar todo: Lo mejor y también lo peor.
Emilio Silvera V.
Nov
22
El Universo y la Vida
por Emilio Silvera ~
Clasificado en El Universo y la Vida ~
Comments (9)

En lugares como este que arriba podemos contemplar, nacen las estrellas nuevas, surgen los sistemas planetarios y, de nuevo, a partir del caos de las explosiones supernovas, comienza un nuevo ciclo que, con el paso del Tiempo, nos traerá…¡La Vida! La materia, que como todo en el universo evoluciona mediante procesos imparables que el ritmo del universo nos impone, pasa del estado que llamamos “inerte” a ese otro que nos hemos llegado a comprender y que llamamos “animado” que viene de ánima: Alma.
Sí, nos deja estar en su superficie pero, ¿lo cuidamos bien?
Nov
22
Nunca podremos saberlo todo
por Emilio Silvera ~
Clasificado en General ~
Comments (0)
Todos tenemos en la Mente un “dibujo” de como el Universo es, y, se da el caso, de que no todas las Mentes pueden realizar ese “dibujo”, dependiendo de su intelecto, incluso se dan muchos casos en los que no existe la menor idea sobre esa inmensidad de la que formamos parte.
Estrellas que nacen y entran en la secuencia principal eyectando luz y energía hacia el Espacio Interestelar, energía y luz que llegan a los mundos y hacen posible que, en ellos, surja la vida, se produzca la fotosíntesis, y, esos mundos, situados en la zona adecuada, son aptos para la vida.
Las estrellas “viven” miles de millones de años “fabricando” elementos complejos a partir de los más simples. dichos elementos están presentes en enormes Nebulosas en las que se forman moléculas esenciales para la vida.
Las estrellas en las que, en su núcleo central, se produce la fusión nuclear, tiende a expandirse, y, dicha expansión, es frenada por la fuerza de Gravedad que genera tan ingente masa. Así, las fuerzas se equilibran y la mecánica de producción de elementos perdura durante esos miles de millones de años.
El misterio más grande del Universo es el Tiempo que, dicho sea de paso, nadie ha conseguido nunca explicar lo que realmente es. filósofos y grandes pensadores lo intentaron sin conseguirlo, y, finalmente, creamos nuestro propio “tiempo artificial” cuantizados en segundos parta poder desenvolvernos en Sociedad, marcando los “tiempos” para cada cosa y cada acontecimiento.
El Tiempo “nació” en el mismo instante del Big Bang, y, también “nació” la Entropía, la que se encarga de que ese Principio del Universo se cumpla, es decir, que todo nace, todo “vive” y todo tiene que morir. Ya lo dijo aquel gran pensador:
“Con el paso de los Eones, hasta la muerte morirá”.
Tampoco podemos explicarnos nuestra pre4encia aquí y de cómo la Naturaleza se las ha valido para que, infinidad de parámetros, coinciden para hace4r posible el surgir de la vida. Es lo que llaman El Ajuste Fino.
El “ajuste fino del universo” que es el resultado de que, las Constantes Universales (como la fuerza de Gravedad, la carga del electrón, la masa del protón…) tengan los valores adecuados y equilibrados para 2que la vida pudiera surgir, y, si se produjera un cambio mínimo en algunas de estas constantes, como por ejemplo en la carga del electrón o la masa del protón los átomos no se habrían formado y… ¡La vida nunca podría haber estado presente!
Este concepto se utiliza frecuentemente en debates filosóficos y teológicos como un argumento para la existencia de un diseño inteligente o creador, pero también es interpretado por algunos científicos como una coincidencia estadística o una ilusión.
¿Sabía el Universo que íbamos a venir?
Sí, no podemos negar que avanzar hemos avanzado y que hemos logrado desvelar secretos de la Naturaleza profundamente escondidos, y, aunque algunos crean lo contrario, los conocimientos adquiridos siguen siendo insuficientes para lograr lo que realmente necesitamos. Las preguntas siguen siendo mucho más abundante que las respuestas, y, aunque tenemos aproximaciones a las preguntas que nos planteamos, no tenemos la seguridad de las respuestas que podemos dar sean ciertas, y, por eso, seguimos planteando…
¿De dónde venimos?
¿Quiénes somos?
¿Hacia donde vamos?
¿Somos los seres elegidos?
Lo cierto es que nos damos más importancia de la que tenemos, en el contexto del Universo, solo somos puntos infinitesimales situados en una Galaxia de entre billones, y, de esa Galaxia, nuestro mundo es un pequeño grano de roca y agua que nos acoge y en el que estamos a merced de los movimientos cíclicos del planeta que es dinámico y se recicla periódicamente con el movimiento de las placas tectónicas, las erupciones volcánicas, terremotos y Tsunamis que, no hemos podido ni podremos nunca evitar, es el Ser del planeta, la destrucción de la creación.
Nosotros inmersos en toda esa vorágine, vivimos creyendo que estamos en una realidad que solo existe en nuestras Mentes, y, nos auto-engañamos para hacer que la vida sea más soportable.
Entonces ¿Qué pensamos sobre el Universo y las cosas que contiene?
Bueno, nuestras ideas son aquellas que hemos estructurado para poder seguir caminando hacia el Futuro que nunca podremos conocer, esa es otra propiedad del Tiempo, el no dejarnos conocer otro tiempo que no sea el Presente que, no deja de transcurrir para convertirse en un Pasado que, si es parte de nuestro propio Tiempo, podemos rememorar.
En lo que se refiere a lo que pensamos del Universo y las cosas que contiene, a medida que descubrimos nuevos horizontes y nuevos objetos cosmológicos, estructuramos una idea, construimos un modelo al que nos ajustamos sin poder estar seguros de que sea totalmente cierto, el Big Bang es el mejor ejemplo, ¿Fue eso lo que pasó?
Y, ¿Qué decir de las distancias?
Hablamos de ellas sin que en nuestras Mentes aparezcan las imágenes reales de lo que son:
Nos dicen que el cúmulo de galaxias Laniakea tiene un diámetro de 530 millones de años luz.
La Nebulosa llamada Los Pilares de la Creación tienen 4 y 5 años luz de altura.
La Nebulosa de orión mide 24 años luz.
El universo observable tiene un diámetro estimado de unos 93 mil millones de años luz debido a la expansión del espacio desde el Big Bang, aunque el momento de la luz más antigua que podemos ver proviene de un objeto a unos 46 mil millones de años luz. La galaxia más lejana detectada hasta ahora se encuentra a unos 13.280 millones de años luz.
¿Realmente podemos lograr en nuestras Mentes que entendamos de manera real lesas as distancias?
No creo que podamos, las distancias del Universo no son humanas, hablamos de ellas al haber comprendido que realmente existen y los datos que nos facilitan nuestros ingenios tecnológicos no mienten y sabemos que son así. Sin embargo, llegar a entenderlas…
Bueno, el tema nos llevaría hasta el infinito, lo que me aconseja dejar aquí esta reflexión que, por otra parte, es la de una Mente muy limitada que no alcanza a comprender… ¡Tantas cosas!
Emilio Silvera V.
















Totales: 82.447.460
Conectados: 13




























