viernes, 19 de abril del 2024 Fecha
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La Hipótesis de estrella de Quarks (EQs) podrían responder a muchos interrogantes surgidos a partir de observaciones astrofísicas que no coinciden con los modelos canónicos teóricos de las Estrellas de Neutrones ( ENs ). Decimos que son hipotéticas porque se conjetura que estarían formadas por Materia Extraña ( ME ). La comunidad astrofísica espera evidencias observacionales que permitan diferenciarlas de las ENs, ya que podrían explicar un conjunto de observaciones astronómicas que aún resultan una incógnita. Es sabido que una EN es el remanente del colapso de una estrella masiva. El colapso de la estrella, la supernova, da lugar a un núcleo compacto hiperdenso de hierro y otros metales pesados que sigue comprimiéndose y calentándose. Su densidad continúa aumentando, dando lugar a una “neutronización“ (recombinación de electrones con protones que resultan en neutrones) y el gas degenerado de neutrones frena el colapso del remanente.

Una EQ, a diferencia de una EN, no se originaría necesariamente de una evolución estelar después del agotamiento del combustible nuclear de una estrella normal. Sería, probablemente, producto de la transición de fase hadrón-quark a altísima densidad. La Cromodinámica Cuántica (CDC), la Teoría de las Interacciones Fuertes que ocurren dentro de los nucleones (protones y neutrones), concibe teóricamente la idea de la transición de fase hadrón-quark a temperaturas y/ o densidades extremadamente altas con el consecuente desconfinamiento de quarks y gluones, que formarían una especie de “sopa “. Sin embargo, los quarks libres no se han encontrado aún, en uno u otro límite, en ningún experimento terrestre.

La “sopa“ que mencionamos antes, se conoce como Plasma Quark-Gluón ( PQG ). En el límite de altas temperaturas, el PQG está tratando de obtenerse en el laboratorio y existen fuertes indicios de que se logre con éxito experimentos de altas energías como el Colisionador Relativista de Iones Pesados (conocido por sus siglas en ingles como RHIC) de Brookhaven, New York.

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¡La ciencia! ¿Qué haríamos sin ella?

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Rumores del Saber    ~    Comentarios Comments (0)

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¡LA CIENCIA! ¿Qué haríamos sin ella?

Está claro que, a la hora de adjudicar el logro de la Ciencia a un determinado lugar, cada uno tira para su propio territorio, y, en más de una ocasión he tenido que leer escritos y también oír comentarios que así lo demuestran

“La Ciencia occidental es nuestro logro más admirable. ¿Acaso alguna otra cultura, pasada o presente, ha levantado un edificio científico equivalente al que construyeron Galileo, Newton, Leibniz, Lavoisier, Dalton, Faraday, Planck, Rutherford, Einstein, Heisenberg, Pauli, Watson y Crick?? ¿Hay algo en el pasado de las culturas no occidentales que se pueda comparar con lo que son hoy en día la biología molecular, la física de partículas, la química, la geología o las distintas tecnologías? No hay mucho que discutir sobre esto. Sin embargo, la única cuestión es preguntarse de dónde partió toda esa ciencia, y dónde están sus auténticos orígenes. ¿Quién contribuyó inicialmente a su desarrollo?

Hay consenso a la hora de afirmar que el origen de esta ciencia es casi totalmente occidental. Al decir occidental se quiere significar que hablan de la Grecia antigua y helenística, y Europa desde el Renacimiento hasta la actualidad. Tradicionalmente se considera que Grecia es europea, contraponiendo esta idea a la de pertenencia a una cultura mediterránea que incluiría a sus vecinos africanos.”

Sin meternos en muchas profundidades y enunciándolo de forma abreviada, según ese punto de vista, la hipótesis podría ser la siguiente: La Ciencia nació en la antigua Grecia alrededor del año 600 a. de C. y floreció durante unos pocos cientos de años, aproximadamente hasta 146 a. de C., cuando los griegos cedieron su predominio a los romanos. En esta época, el avance de la ciencia se frenó en seco y en lo sucesivo permaneció en letargo hasta que resucitó en Europa durante el renacimiento, alrededor del año 1500. Esto es lo que se conoce como el “milagro griego”. Esta hipótesis supone que las personas que habitaron en la India, Egipto, Mesopotamia, el África subsahariana, China, el Continente americano y algún otro lugar con anterioridad al año 600 a. de C. no dirigieron el desarrollo de la Ciencia. Cuando descubrieron el fuego, se quedaron esperando tranquilamente a que Tales de Mileto, Pitágoras, Demócrito y Aristóteles inventaran la Ciencia en el Egeo.

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