Ago
21
Alejandría ¡Qué tiempos! ¡Qué gente!
por Emilio Silvera ~
Clasificado en Rumores del Saber ~
Comments (1)
Muchos son los datos y las huellas que nos dejaron por el camino nuestros predecesores humanos que, persiguiendo el saber y preguntándose sobre el por qué de las cosas, pudieron avanzar gracias al conocimiento del mundo y de la Naturaleza, no ya del Universo, sino del mismo hombre que, con sus ideas, hizo posible conocer aquellos conceptos ocultos de una verdad subyacente y, muchos misterios de Universo celosamente escondidos por la madre Naturaleza. Estos días estamos debatiendo sobre un tema de máximo interés como: ¿Que sería de la Humanidad sin la Ciencia? y, se me ha ocurrido sacar (de nuevo) a la luz, este pequeño recopilado del Libro IDEAS que, entre otras muchas cosas, nos habla de la Ciudad ciudad de Alejandría, en Egipto, una ciudad situada entre Oriente y Occidente, que fue durante varios siglos el centro del saber, “un centro de cálculo”, “un lugar paradigmático”.
Fundada por Alejandro Magno en 331 a.C., en parte por su deseo de acercar Egipto al mundo griego y en parte porque quería un puerto que no se viera afectado por las inundaciones del Nilo.
Alejandría fue pensada desde el principio como una “megalópolis”, construida en forma de chlamys, una capa militar Macedonia, y provista de murallas que se extenderían “sin cesar” en la distancia, con las calles tan amplias como nunca se había visto, basada en el diseño aristotélico de la ciudad ideal (una cuadrícula dispuesta de tal manera que se beneficiara de las brisas marinas, pero proporcionara refugio frente al viento).
Un tercio de la ciudad era “territorio real”, y ésta constituía un centro de comercio convenientemente situado en el extremo oriental del Mediterráneo, cerca del lugar en el que el Nilo y el mar Rojo conforman un cruce de caminos internacional, y donde muchas caravanas procedentes del interior de África y de Asia convergían en la costa.
Disponía de dos puertos, uno de los cuales ostentaba el famoso faro de casi cuarenta y cinco metro de alto, una de las maravillas del mundo antiguo, que podía ser visto desde una distancia de más de cincuenta kilómetros.
Ago
18
La noción del “Alma”, ese gran invento.
por Emilio Silvera ~
Clasificado en Rumores del Saber ~
Comments (20)
¿Las ideas? ¡Qué peligro!
No siempre tener ideas y, sobre todo, expresarlas en alta voz, ha resultado conveniente.
Es la única libertad que nos podemos permitir. El pensar libremente y para nosotros mismos, otra cosa es el exponer nuestros pensamientos a los demás. Unas veces por inconveniente, otras por pudor, otras por temor a las críticas, y otras por parecernos a nosotros mismos indignas de ser conocidas…, así se pierden grandes ideas.
En alguna oportunidad os he comentado sobre el Laboratorio Cavendish, y me viene a la memoria que fue allí, donde Thomson, en 1.897, realizó el descubrimiento que vino a coronar anteriores ideas y trabajos de Benjamín Franklin, Eugen Goldstein, Wilhelm Röntgen, Henri Becquerel y otros. El descubrimiento del electrón convirtió a la física moderna en una de las aventuras intelectuales más fascinantes e importantes del mundo contemporáneo.
Los “corpúsculos”, como Thomson denominó inicialmente a estas partículas, hoy conocidas como electrones, condujo de forma directa al trascendental avance realizado una década después por Ernest Rutherford, quien concibió el átomo como una especie de “sistema solar” en miniatura, con los electrones diminutos orbitando alrededor de un núcleo masivo como hacen los planetas alrededor del Sol. Rutherford demostró experimentalmente lo que Einstein había descubierto en su cabeza y revelado en su famosa ecuación, (1905), esto es que la materia y la energía eran esencialmente lo mismo.
Todo aquello fue un gran paso en la búsqueda del conocimiento de la materia. El genio, la intuición y la experimentación han sido esenciales en la lucha del ser humano con los secretos bien guardados de la Naturaleza que, es donde para nosotros está el ámbito de la Ciencia.
Ago
15
¡Humano al fin y al cabo!
por Emilio Silvera ~
Clasificado en Rumores del Saber ~
Comments (0)
Si, también los grandes hombres tenían sus “cosillas” y, si nos acernos a la vida cotidiana del quehacer de alguno de ellos, podremos descubrir que, al fin y al cabo, como humanos se comportaban en el devenir de sus vidas cotidianas en las relaciones con sus congéneres que no siempre, eran tan diáfanas y cordiales como de lejos nos pudiera parecer ahora. Por ejemplo, los últimos años de la vida de Newton, una vez convertido en ídolo del Londres “filosófico”, podrían resumiser relatando las ásperas disputas mantenidas con sus subordinados y las vengativas maquinaciones contra cualquiera que amenazara con convertirse en su igual.
Esa imagen familiar que algunos pueden tener del personaje, se derrumbaría al conocerlo más de cerca
Una de sus jugadas más sucias consistió en privar al desafortunado astrónomo real, John Flamsteed (1646-1719), de la satisfacción de publicar el producto del trabajo científico de toda su vida. Aunque gozaba de mala salud, Flamsteed había inventado nuevas técnicas de observación, había mejorado los tornillos y calibración del micrómetro, se había gastado 2.000 libras de su propio bolsillo y había construido finalmente los mejores instrumentos de la época para el trabajo que llevaba a cabo en Greenwich.
John Flamtsteed, elaboró una catálogo de estrellas en donde las identificaba con números. Suministró observaciones de la Luna para que Isaac Newton desarrollara su teoría lunar, base de su teoría de Gravitación Universal. En doce años realizó veinte mil observaciones , que superaban con mucho en exactitud a las de Tycho Brahe. Pero el escrupuloso Flmsteed, se demoraba en publicar las cifras de sus descubrimientos.
“No quiero sus cálculos sino sólo sus obsevaciones”, le acosaba imperioso Newton que, resentido, amenazó con retirar su propia “teoría de la Luna” y respònsabilizar de ello a Flamsteed si éste no le entregaba rápidamente lo que le pedía. Cuando el pobre Flamstedd se quejó de que las !umpacientes, artificiales, poco amables y arrogantes” cartas de Newton habían agravado sus agudos dolores de cabeza, Newton le contestó que el mejor modo de curar los dolores de cabeza era “atar una benda con fuerza a la cabeza hasta que la coronilla quede embotada”.
El impaciente Newton ordenó recoger toda la documentación de Flamsteed, compilar y publicar todas aquellas observaciones realizadas por el astrónomo sin dejar que éste las repasara y corrigiera y, de esta manera, el desdichado Flamsteed vio manipulado el trabajo de toda su vida que se entregó al público de manera adulterada. Flamstedd, desesperado, acudió a funcionarios del tesoro y logró comprar trescientos ejemplares de los cuatrocientos publicados, arranco cuidadosamente las noventa y siete páginas que él había preparado para ser editadas y quemó el resto. Flamsteed murió antes de terminar su obra. Pero dos amigos suyos le reivindicaron publicando en 1725 su catálogo de astros de tres volúmenesm que se convirtió en un hito de la astronomía moderna a partir de observaciones realizadas con un telescopio.
En Taringa! he podido encontrar lo que sigue: Una muestra de la Historia Coelestis Britannica. La obra, contenía sus observaciones para el período de 1675 a 1719, incluyendo un catálogo de alrededor de 3.300 estrellas, significativamente más preciso que cualquier otro trabajo anterior, incluidos los catálogos de Tolomeo y Landgrave. Esta fue considerada como la primera contribución significativa del Observatorio de Greenwich. Posteriormente en 1729 el Atlas Coelestis completa la obra.



Ago
8
Rumores del saber del mundo
por Emilio Silvera ~
Clasificado en Rumores del Saber ~
Comments (0)
Ruinas de Mohenjo-Daro. La primera gran civilización india, de signo neolítico, se produjo entre el 2500 y el 1500 a. C. en la zona del río Indo (noroeste de la India). Esta región, entre los montes Zagros, el Hindu Kush y el Himalaya, ha sido desde antiguo una importante ruta comercial entre el Mediterráneo y el Lejano Oriente, hecho del que se beneficiaron los pueblos de la zona. La cultura del Indo es conocida principalmente por las excavaciones realizadas en 1920 por Jphn Marshall en el antiguo pueblo de Mphenjp-Daro (actual Pakistán) y Harappa (Panyaba pakistaní). Al parecer, esta civilización mantuvo contactos con Mesopotaia y desarrolló un sistema de escritura que aún no se ha descifrado. En este emplazamiento existieron nueve ciudades superpuestas, de un perfecto urbanismo, con un adelantado sistema de alcantarillado, edificios públicos y calles paralelas, organizadas según una planimetría regular y simétrica. La construcción se realizaba con barro cocido y ladrillo, con casas con un sistema de conducción de agua bastante avanzado. También se han hallado vestigios de bóvedas, construidas en ladrillo. Dominaba el conjunto una ciudadela o acrópòlis amuralladas y con un conjunto de terrazas donde se hallaban edificios públicos como baños, palestras o claustros, aunque sin embargo no se han hallado termplos o palacios. Pero sigamos.
Esta dinastía, en conjunción con el reinado de Harsha Vardhana (606-647), abarca el período que hoy se considera la era clásica de la India. Además de los progresos realizados en matemáticas, esta época fue testigo del surgimiento de la literatura en sánscrito, de la aparición de formas de hinduismo nuevas y duraderas, entre ellas el vedanta, y del desarrollo de una espléndida arquitectura religiosa.
Más que la mayoría de los lenguajes, el sánscrito encarna una idea: es el lenguaje especial para gente que deben tener una clasificación también especial. Es una lengua de más de tres mil años de antigüedad. En un principio, fue la lengua del Punjab, pero luego se difundió al este.
Se puede discutir si los autores del Rig Veda fueron los arios procedentes de fuera de la India o indígenas de la región, pero lo que no se puede poner en duda es que poseían un idioma de gran riqueza y precisión, y una tradición poética cultivada.
La importancia de los gramáticos para la historia del sánscrito no tiene comparación en ninguna otra lengua del mundo. La preeminencia que alcanzó esta actividad se deriva de la necesidad de preservar intactos los textos sagrados de los Vedas: según la tradición, cada palabra del ritual tenía que pronunciarse de forma exacta. Así que da demostrado en algún momento del siglo IV a.c. cuando Panini compone su Gramática.
El sánscrito es una de las aportaciones más grandes de la cultura que nos vamos a poder encontrar que se ha formado de alguna manera en un territorio indio europeo como lo es la india, ya que es considerado como la lengua más antigua de toda esta zona, pues según algunos historiadores y analistas de toda esta situación el mismo fue conformado o desarrollado hace más de 4000 años, algo para tener en cuenta por parte de todos nosotros, ya que según muchas personas gracias a esta gran cantidad de aportes que se fueron formando con él sanscrito se fue formando todo lo que conocemos en la actualidad en cada una de las diferentes lenguas y textos que se desarrollaron en lo que es actualmente.
Nada sabemos sobre la vida de Panini, aparte de que nació en Satura, en el extremo noroeste de la India. Su Astadhyayi consta de cuatro mil aforismos que describen, con abundante detalle, la forma de sánscrito que utilizaban los brahmanes de la época. Su obra tuvo tanto éxito, que la forma del idioma que describió quedó establecida para siempre, después de lo cual vendría a ser conocida como samskrta (“perfecta”).
A partir de los trabajos de Panini, el lenguaje en la India evolucionó de manera considerable y sus efectos se podría decir, fueron altamente positivos. El lenguaje estaba dividido en dos: sánscrito para el estudio y ritual, preservado para la casta de los brahmanes, y, el práctico, para la vida cotidiana.
Hay que decir que tal distinción ya existía en la época de Buda y Mahavira y desde la época de Panini sólo la lengua vernácula evolucionó de forma normal. La brecha entre el sánscrito y el práctico se amplió con el paso de los siglos y, sin embargo, ello no tuvo consecuencias negativas para el primero que en la época de los Guptas era el lenguaje utilizado por la Administración. Las lenguas modernas de la India: Bengalí, gujarati, y, maratí, solo empezaron a utilizarse 1.000 años después de C.
Después del siglo II a.C. empiezan a aparecer textos seculares: poesías, dramas y obras de naturaleza científica, técnica o filosófica. En este momento, todo hombre de letras debía saber de memoria el astadhyayi. Aprenderlo requería un largo proceso, pero demostraba la educación.
Entre los años 500 y 1.200 d.C., la literatura sánscrita vive su edad de oro, protagonista indiscutible de la cual es Kalidasa, el más famoso de los autores del período den la literatura kavya (secular), la literatura agama (religiosa) y los trabajos de los estudiosos (sastra).
Como ocurre con Panini, tampoco se sabe mucho sobre los orígenes de Kalidasa. Su nombre significa “esclavo de la diosa kali”, lo que sugiere que pudo nacer al sur de la India, en lo que después se convirtió en Bengala, donde kali, la esposa de Shiva, contaba con muchos seguidores.
Existen grabados y transcripción de las obras de Kalidasa
Hay ciertas características de las obras de Kalidasa que hace pensar en que podía ser un brahmán de Ujjain o Mandasor, ya que muchos detalles delatan un profundo conocimiento del fértil valle del Narmada, en la región de Malwa. Como en el caso de Sófocles, sólo se conservan siete de los clásicos sánscritos de kalidasa, poeta lírico y autor de epopeyas y obras de teatro.
Su trabajo más conocido es el poema Meghaduta (Mensajero de las nubes), sin embargo, la obra más evocadora de kalidasa es el drama shakuntala
La superioridad y brillantez de la literatura india de este período quedan confirmadas por el hecho de que sus ideas y prácticas se difundieron por todo el sureste asiático. Es posible encontrar Budas de estilo gupta de Malaya, Java y Borneo. Se cree que las inscripciones en sánscrito, que aparecen en Indochina desde el siglo III y IV, constituyen un indicio de los comienzos de la alfabetización en esta región y “casi todos los estilos de escrituras preislámicos del sureste asiático son derivados del gupta Grahmi”.
Su trabajo más conocido es el poema Meghaduta (Mensajero de las nubes), sin embargo, la obra más evocadora de Kalidasa es el drama Shakuntala.
Bajo la dinastía de los guptas el templo hindú se desarrolló hasta convertirse en la forma arquitectónica clásica de la India. Es difícil exagerar la importancia del templo hindú. El mundo tienen una gran deuda con el arte de la India, algo especialmente cierto en el caso de China, Corea, el Tibet. Camboya y Japón.
Es evidente que la iconografía de los templos indios se origina en un conjunto de supuestos diferentes de los des arte cristiano, pero constituye un sistema no menos cerrado e interconectado. En general, las imágenes hindúes son bastante más arcaicas que las cristianas y en mucho casos más antiguas que el arte griego. Los mitos de los grandes dioses (Vishnú y Shiva) representados en los grabados se repiten cada palpa, esto es, cada cuatro mil trescientos veinte millones de años.
Templo Budista
Habitualmente, los dioses están acompañados de vehículos o se los asocia a ellos: Vishnú a una serpiente o culebra cósmica (símbolo de las aguas primigenias de la creación), Brama a un ganso, Indra a un elefante, Shiva a un tono, y cada uno tiene un significado espiritual, como Airavata, el ancestro celestial de todos los elefantes que lleva a Indra, el rey de los dioses, así que está enclavado como perteneciente a la tierra de los reyes.
La cultura hindú es fascinante y leer en profundidad su historia nos puede dar el conocimiento de gran parte del comportamiento de la Humanidad. Como otros tantos lugares y culturas, fue invadida por el Islam que nunca consiguió erradicar las costumbres y cultura de los nativos.
Los templos hindúes de la India constituyen una de esas espléndidas obras que nunca se han abierto camino en la mente de Occidente para ser consideradas equivalentes intelectuales y artísticos de, digamos, al arquitectura clásica Griega. ¡Un gran error!
Como dije antes, otra innovación de los indios fue la invención o creación de los numerales indios. Ello fue obra en primera instancia del famoso matemático indio Aryabhata, que igualmente mencione antes en alguna parte de este trabajo en el apartado referido a la India.
En el año 499, Aryabhata escribió un pequeño volumen de 123 versos métricos, que se ocupaban de astronomía y (una tercera parte) de ganitapada o matemáticas. En la segunda mitad de esta obra, en la que habla del tiempo y la trigonometría esférica, Aryabhata utiliza una frase, en la que se refiere a los números empleados en el cálculo, “cada lugar es diez veces el lugar precedente”. El valor posicional había sido un componente esencial de la numeración babilónica, pero los babilonios no empleaban un sistema decimal.
La numeración había empezado en India con simples trazos verticales dispuestos en grupos, un sistema repetitivo que se mantuvo aunque después se crearon nuevos símbolos para el cuatro, diez, veinte y el cien. Esta escritura kharosti dio paso a los denominados caracteres brahmi, un sistema similar al jonio griego.
Desde este punto se necesitaban dos pasos adicionales para llegar al sistema que empleamos ahora. El primero era comprender que un sistema posicional sólo requiere nueve cifras (y que, por tanto, podemos deshacernos de todos los demás). No hay certeza sobre cuando se dio este paso por primera vez, pero el consenso entre los historiadores de las matemáticas es que se produjo en la India, y que quizá se desarrolló a lo largo de la frontera entre la India y Persia, donde el recuerdo del sistema posicional puede haber incitado a su uso en al alternativa brahmi, o en la frontera con China, donde existía un sistema de varas.
Esto también puede haber sugerido la reducción de los numerales a nueve. La referencia más antigua a los nueve numerales indios la encontramos en los escritos de un obispo sirio llamado Severo Sebokt que, molesto con los griegos (cerrados a otros saberes en países distintos a Grecia), trató de recordarles que, también en otros lugares, y otras culturas, tenían conocimientos dignos de atención y, apelaba a los indios y los descubrimientos que éstos habían realizado en astronomía y, en particular, “su valioso método de calcular, que supera cualquier descripción. Sus cálculos de realizaban mediante nueve signos (nueve no diez) La primera aparición indudable del cero en la India es una inscripción del año 876, más de dos siglos después de la primera mención del uso de los otros nueve numerales.
Todavía no sabemos con certeza dónde surgió por primera vez el cero, y el concepto de nada, de vacío, llegaron los mayas de manera independiente. Algunos sitúan la aparición del cero en China. No obstante, nadie discute la influencia india, y todo aparece indicar que fueron ellos los primeros que emplearon a la vez los tres nuevos elementos en que se funda nuestro actual Sistema numérico:
- una base decimal,
- una notación posicionad y cifras para diez, y
- sólo diez, numerales. Y esto ya establecido en 876.
En algún momento se dio por hecho que el cero provenía originalmente de la letra griega omicrón, la inicial de la palabra ouden, que significa “vacío”.
¡Nuestra Humanidad! ¡Que gente! ¡Que cosas! ¡Cuantas maravillas!
La fuente: mi Biblioteca personal y un poco de mi imaginación para poner algunas guindas.
emilio silvera
Ago
1
Descubrimientos y fábulas ¡Qué historias!
por Emilio Silvera ~
Clasificado en Rumores del Saber ~
Comments (1)
Los navegantes, tal como narraba Shakespeare, gustaban de exagerar sus experiencias y hablaban de hombres cuyas cabezas nacían abajo de los hombros, o que no tenían cabeza, o de aquellos que, como los patagones, sólo tenían un pie muy grande, o los de Labrador, que tenían cola. Todo esto originó un “renacimiento de la superstición”. Aquellos viajeros crearon en sus mentes, que los situaban en las Américas, nuevos órdenes de razas monstruosas de animales fantásticos. Dado que es casi tan difícil inventarse un animal nuevo como descubrirlo, a las criaturas míticas y folkloricas conocidas se les añadieron otros rasgos imaginarios.
Así, la era del descubrimiento trajo consigo un renacimiento de la fábula. Las serpientes marinas de ciento cincuenta metros de largo se multiplicaron como nunca, y, era raro el marinero que habiendo viajado a lejanos horizontes de nuevas tierras, no contaba, al regreso, fantásticas historias de animales que sobrepasaban la fantasía de la imaginación más creadora: Sirenas y Tritones, Unicornios y hasta bellas mujeres de larga cabellera que andaban suavemente por encima del agua de maravillosos lagos de cascadas de increíble belleza.
Las leyendas dudosas eran ahora confirmadas por jesuítas misioneros, por adinerados platadores de azúcar y por sobrios capitanes de barcos. A las quimeras de la fantasía medieval se añadían ahora criaturas reales cuyas noticias llegaban con cada viaje procedente de las Américas. Los que no leían latín podían disfrutar de las numerosas ilustraciones que acompañaban a los textos.
Imágenes como estas eran las que adornaban aquellas pioneras publicaciones en las que, se contaban las historias de marineros-aventureros que, viniendo de lugares lejanos, siempre traían consigo narrativas de leyendas que dejaban boquiabiertos a los lectores u oyentes de las mismas.
Todo aquello inspiró el surgir de una nueva generación de enciclopedistas de la Naturaleza. El más destacado de todos ellos, Konrad Gesner (1516-1565), tenía habilidad para combinar lo nuevo con lo antiguo. Gesner, que conocía extraordinariamente bien varias lenguas, se debatía entre lo que había leído y lo que veía.
A los 20 años escribió un diccionario Griego-Latin. Durante los treinta años que siguieron produjo treinta violúmes sobre todos los temas imaginables. Su monumental Biblioteca Universal en cuatro volúmes (1545-1555) pretendía ser un catálogo de todos los escritos producidos en griego, latin y hebreo a lo largo de la historia.