martes, 16 de abril del 2024 Fecha
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Alejandría ¡Qué tiempos! ¡Qué gente!

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Rumores del Saber    ~    Comentarios Comments (1)

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Muchos son los datos y las huellas que nos dejaron por el camino nuestros predecesores humanos que, persiguiendo el saber y preguntándose sobre el por qué de las cosas, pudieron avanzar gracias al conocimiento del mundo y de la Naturaleza, no ya del Universo, sino del mismo hombre que, con sus ideas, hizo posible conocer aquellos conceptos ocultos de una verdad subyacente y, muchos misterios de Universo celosamente escondidos por la madre Naturaleza. Estos días estamos debatiendo sobre un tema de máximo interés como: ¿Que sería de la Humanidad sin la Ciencia? y, se me ha ocurrido sacar (de nuevo) a la luz, este pequeño recopilado del Libro IDEAS que, entre otras muchas cosas, nos habla de la Ciudad ciudad de Alejandría, en Egipto, una ciudad situada entre Oriente y Occidente, que fue durante varios siglos el centro del saber, “un centro de cálculo”, “un lugar paradigmático”.

Fundada por Alejandro Magno en 331 a.C., en parte por su deseo de acercar Egipto al mundo griego y en parte porque quería un puerto que no se viera afectado por las inundaciones del Nilo.

Alejandría fue pensada desde el principio como una “megalópolis”, construida en forma de chlamys, una capa militar Macedonia, y provista de murallas que se extenderían “sin cesar” en la distancia, con las calles tan amplias como nunca se había visto, basada en el diseño aristotélico de la ciudad ideal (una cuadrícula dispuesta de tal manera que se beneficiara de las brisas marinas, pero proporcionara refugio frente al viento).

Un tercio de la ciudad era “territorio real”, y ésta constituía un centro de comercio convenientemente situado en el extremo oriental del Mediterráneo, cerca del lugar en el que el Nilo y el mar Rojo conforman un cruce de caminos internacional, y donde muchas caravanas procedentes del interior de África y de Asia convergían en la costa.

Disponía de dos puertos, uno de los cuales ostentaba el famoso faro de casi cuarenta y cinco metro de alto, una de las maravillas del mundo antiguo, que podía ser visto desde una distancia de más de cincuenta kilómetros.

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