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¡La vida apareció sobre la Tierra!

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Astronomía y Astrofísica    ~    Comentarios Comments (0)

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Sí, hace unos 4.550 millones de años que nació la Tierra. Se condensó, junto con otros planetas del Sistema Solar, en un disco de gas y polvo que giraba alrededor de una joven estrella que iba a convertirse en nuestro Sol. Fenómenos de violencia extrema, incompatible con el mantenimiento de ningún tipo de vida, rodearon este nacimiento. Durante el menos quinientos millones de años, cometas y asteroides sacudieron la Tierra en formación, con lo que la hicieron incapaz de albergar vida durante todo este tiempo. Algunos impactos pudieron haber sido incluso suficientemente violentos como para producir la pérdida de toda el agua terrestre por vaporización, después de lo cual, los océanos se habrían vuelto a llenar con agua aportada por los cometas y la que, dentro de las rocas y las profundidades de una Tieera caliente, se vaporizó primero para caer después en forma de lluvia torrencial. Según esta versión de los acontecimientos, los océanos actuales se remontarían a las últimas oleadas de bombardeos cometarios más intensos que los expertos creen que tuvo lugar hace unos cuatro mil millones de años. Existen señales de que había vida en la Tierra poco después de que dichos cataclismos llegaran a su fin.

Cometa Lulin, tomada por John Nassr,  Filipinas

El Cometa Lulin

Son muchas las rocas antiguas en las que se han encontrado fósiles de bacterias típìcas (microfósiles), e incluso de colonias bacterianas complejas, llamadas estramolitos, asombrosamente parecidas a formaciones vivas actuales. En varias rocas antiguas, entre ellas algunos Cherts australianos a los que se les ha estimado una edad de tres mil quinientos millones de años, se han encontrado fósiles así.

Las trazas australianas se originaron a partir de bacterias muy evolucionadas, estrechamente emparentadas con las cianobacterias actuales, es decir, bacterias que realizan un tipo complejo de fotosíntesis generadora de oxígeno. Todo esto nos lleva a la conclusión de que la vida pudo estar presente en la Tierra desde hace, aproximadamente, unos cuatro mil millones de años. Esto viene avalado en el hallazgo, en ciertos depósitos antiguos de Carbono, de lo que generalmente se interpreta como una rúbrica atómica de actividad biológica, es decir, un exceso del isótopo ligero del Carbono, 12C, sobre su isótopo pesado 13C.4 Esta pista ha sido detectada, en Groenlandia, en rocas que tienen tres mil ochocientos cincuenta millones de años de antigüedad (y así mismo en las trazas australianas a las que me refería antes). La Vida, podría ser incluso más antigua. Pero no podemos saberlo, porque cualquier pista que pudiera haber dejado no se ha conservado hasta nuestros días.

Archivo:EscherichiaColi NIAID.jpg

                                 Las bacterias fotosintéticas pueden estar en el primer eslabón de la larga cadena de la vida en nuestro planeta

Algunos investigadores creen que el tiempo que pasó entre el momento en el que la Tierra se hizo habitable y aquel en el que apareció la vida, fue demasiado corto para que surgiera algo tan complejo como una célula viva. De ahí la hipótesis de que la vida llegó desde otro lugar. ¿Qué debemos pensar de ello?.

¿llegaría la vida del Espacio Exterior?

La teoría de que la vida es de origen extraterrestre ha tenido ilustres defensores. Entre ellos, el químico sueco Svante Arrhenius, ganador del Premio Nobel de química de 1903 y recordado hoy por su concepción profética del efecto invernadero, acuñó el término “panspermia” para su teoría de que hay gérmenes de vida que existen en todo el Cosmos y caen continuamente sobre la Tierra. Más recientemente, un célebre astrónomo inglés, Sir Fred Hoyle, quien murió en 2001, afirmó junto con un colega de Sri Lanka, Chandra Wickramasinghe, haber detectado pruebas espectroscópicas de la presencia de organismos vivos en cometas.

Quedan todas esas observaciones, claramente innegables, que demuestran que los constituyentes elementales de la vida existen en cometas y otros objetos celestes. Pero, ¿estas sustancias son producto de la vida, como creen los defensores de la panspermia? ¿O bien son, por el contrario, el fruto de reacciones químicas espontáneas? Es posible que sea esta segunda explicación la más plausible. Sin embargo, nadie puede negar ni afirmar que, el Universo, no tenga un plan predeterminado. Nadie puede negar que el Cosmos es un enorme Laboratorio de Química orgánica.

La Nebulosa de Orión en Oxígeno, Hidrógeno y Azufre

En la Nebulosa de Orión, vemos resaltada la imágen en Oxígeno, Hidrógeno y Azufre. Un descomunal laboratorio natural en el que, cualquier químico, daría lo que fuese por estar ahí. En lugares como éste que ha sido generado por explosiones de supernovas, nacen las nuevas estrellas y los nuevos mundos. También, es posible que criaturas como nosotros.

La química espacial ha hecho añicos muchos conceptos del pasado que muy tranquilos, estaban bien aposentados en las firmes creencias de la química y la biología. En el espacio existen sustancias orgánicas que están dispersas por todo el Cosmos, donde constituye una importante fracción de la materia fría. Pequeños radicales y moléculas, constituidos por sólo unos pocos átomos de carbono, hidrógeno, oxígeno, a veces nitrógeno o azufre, se encuentran presentes en minúsculas partículas de polvo que constituyen nubes extremadamente tenues (más enrarecidas que el mejor vacío que somos capaces de crear en la Tierra), pero que se extiende por distancias enormes, llenando inmensas regiones del espacio con lo que se conoce como polvo interestelar. Cuando dichas partículas se unen, las pequeñas moléculas que contienen interactúan para generar cantidades mayores, de las que muchas se han identificado en la actualidad en cometas y otros cuerpos celestes, en especial meteoritos, que se han prestado al análisis detallado.

Estos resultados son, poco menos que asombrosos. No sólo han revelado la existencia de numerosas moléculas orgánicas de origen manifiestamente estraterrestre, sino que dichas moléculas han resultado contener muchos constituyentes característicos de la vida, tales como por ejemplo, aminoácidos. Sorprende el poco impacto que estos hallazgos han tenido en el mundo científico, e incluso menos, en el mundo en general. Pero el mensaje que transmiten es de importancia suprema. Los gérmenes químicos de la vida son productos banales de la química espacial. Existe “polvo vital” por todo el Universo.

Sabiendo que eso es así, podría tener algún sentido la pregunta tantas veces formulada: “¿Estamos Solos?

Todos (creo) hemos pensado alguna vez, mirando el cielo estrellado en una noche oscura, si esos puntos brillantes que titilan sobre buestras cabezas, no albergaran mundos que, como el nuestro, den cobijo a criaturas pensantes, conscientes de SER. No es poco lo que sobre ello se ha escrito.

Hace más de 2.000 años, Lucrecio, el poeta y filósofo romano, razonaba que el nuest5ro no puedie ser el único mundo habitado. “Debo confesaros”, escribió en su De Rerum Natura, “que existen otros mundos en otras regiones del cielo, y diferentes tribus de hombres y tipos de bestias salvajes”. Por estar de acuerdo con Lucrecio, el fraile dominico Giordano Bruno pagó con su vida en 1600, pues fue quemado en la hoguera en una piazza romana por orden de la Inquisición.

La Civilización extraterrestre hizo una sensacional entrada en la ciencia en 1877 cuando el astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli propuso que las líneas detectadas en el planeta Marte por su colega Angelo Secchi eran canales artificiales. Percival Lowell, llevado por la emoción de la noticia, hasta construyó un Observatorio en Flagstaff, Arizona.

¡Siempre estaremos persiguiendo los sueños! O, quizás, lo que muchos creen sueños, es la más real de las verdades.

emilio silvera

 


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