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Los complejos caminos de eso que llamamos vida.

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en La Mente - Filosofía    ~    Comentarios Comments (3)

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¿Qué es lo que nos apartó tan decisivamente de todas las otras especies con las que compartimos el planeta? ¿En qué momento de nuestra historia evolutiva aparecieron las diferencias que nos separaron de los demás criaturas? ¿La denominada “mente” (o mundo mental) es algo específico de los humanos o se trata de un rasgo general de la psicología animal? ¿Por qué surgió el lenguaje? ¿Qué es eso que llamamos cultura, y que muchos consideran el sello de la Humanidad?  ¿Somos la única especie que puede presumir de ella? Y quizás la pregunta más crucial de todas: ¿por qué estas diferencias nos escogieron a nosotros y no a otras especies?

Son preguntas que, a veces, no sabemos contestar y, sin embargo, sabemos que alma-mente y cuerpo, conforman un conjunto armonioso que hacen de nosotros seres únicos en el Universo.

Tenemos unos sensores que nos permiten sentir emociones como la tristeza, la ternura, el amor o la alegría.  Nos elevamos y somos mejores a través de la música o la lectura de unos versos.  Igualmente podemos llegar al misticismo del pensamiento divino, o incluso profundizar en los conceptos filosóficos de las cosas hasta rozar la metafísica.

La música es el lenguaje de las emociones, pero ¿qué es el amor? ¿Quién no ha sentido alguna vez ese nudo en el estómago y perdido las ganas de comer? ¿Quién no ha sentido alguna vez ese sufrimiento profundo de estar alejado del ser amado y el inmenso gozo de estar junto a ella/él?

Al igual que todo lo grande está hecho de cosas pequeñas, lo que entendemos por felicidad esta compuesto de efímeros momentos en los que ocurren cosas sencillas que, la mayoría de las veces, ni sabemos apreciar.

Lo que llamamos inteligencia está dentro de todos nosotros, unos tienen más cantidad de ese ingrediente y otros tenemos menos.  Aparece con el lenguaje, pero ya desde la cuna el niño muestra una actividad sensorial y motriz extraordinaria que, a partir del primer año, presenta todos los caracteres de comprensión inteligente.  Con la ayuda de su entorno, el niño va realizando las adaptaciones sensoriales elementales construidas por reflejos.

Mas tarde, aparecerán los numerosos estadios de las adaptaciones intencionales de libre inclinación que acabaran conduciendo al individuo a desarrollar una personalidad única, con el poder de inventar mediante la deducción o combinación mental de los hechos que ve y conoce por el mundo real y que puede dar lugar a crear situaciones y mundos de fantasía, es la creación de la mente.  Con las vivencias del entorno, lo que se enseña y lo que aprende por el estudio, se forma una personalidad más o menos elevada según factores de índole diversa que nunca son los mismos, en cada caso se dan circunstancias muy individualizadas.

Todos quedamos marcados para el resto de nuestras vidas en relación a lo que de niño nos han enseñado, nos han querido y el entorno familiar en el que nos tocó vivir, son cosas que se gravan a fuego en la mente limpia del niño que de esta manera, comienza su andadura en la vida condicionado por una u otra situación que le hace ser alegre y abierto o taciturno, solitario y esquivo con una fuerte vida interior en la que, para suplir las carencias y afectos, se crea su propio mundo mental y privado.

La  mente Humana es un bien “divino”, no se trata de una cosa más, es algo muy especial y tan complejo y poderoso que, ni nosotros mismos, sus poseedores, tenemos una idea clara de dónde puede estar el límite.

La mente guarda nuestra capacidad intelectual, tiene los pensamientos dormidos que afloran cuando los necesitamos, es la que guía nuestras actitudes y comportamientos, la voluntad y todos los procesos psíquicos conscientes o inconscientes, es la fuente creadora o destructora y, en definitiva, es lo que conocemos por “ALMA” y que, en realidad, es la consciencia.

Todas las cosas son, pero no de la misma manera, hay esencia y sustancia que conviven para conformar al sujeto que ES.  “Somos” parte del Universo y estamos en el tiempo/espacio para desarrollar una misión que ni nosotros mismos conocemos, vamos imparables hacia ella y actuamos por instinto.  Nos dieron las armas necesarias para ello: Inteligencia, Instinto y curiosidad.  Estos tres elementos nos transportan de manera imparable hacía el futuro inexorable que nos está reservado.

El conjunto de nuestras mentes tiene un poder infinito que, de momento, está disperso, las ideas se pierden y cuando nacen no se desarrollan por falta de medios y de apoyos, es una energía inútil que, invisible, está vagando por el espacio sin ser aprovechada.

Estoy totalmente seguro de que nuestros cerebros ven el mundo que les rodea bajo su propia perspectiva, es decir, lo filtra y en buena medida lo crea, el cerebro no es pasivo, sino que, todo lo que percibe lo transmite “a su manera”, desde su propia percepción, desde su propia realidad, desde su propio mundo físico de todos los eventos y experiencias que tiene registrados para conformar un entorno y un mundo de las propias ideas.

Si pudiéramos “ver” lo que ve un perro, nos quedaríamos asombrados del mundo tan diferente al nuestro que percibe su cerebro con sus propias ideas y percepciones físicas y psíquicas.

Nosotros, los humanos, somos algo especial y nuestros cerebros no están en proporción con el peso de nuestros cuerpos si nos comparamos con el resto de los animales.  Tanto es así que, si el cuerpo del ser humano siguiera las proporciones, con respecto al cerebro, que se dan como media en los mamíferos, nuestros cuerpos deberían pesar casi diez toneladas (aproximadamente lo que pesa un rinoceronte).

Nuestro cerebro es potente y tiene capacidades para “crear” su propio mundo, así pensamos que el mundo que vemos, oímos y tocamos es el mundo “real”, sin embargo, estaría mejor decir que es un mundo real humano, otros lo ven, lo oyen y lo perciben de manera diferente a la nuestra, así que, en nuestro propio mundo, para ellos, la realidad y el mundo es diferente, la que conforme sus cerebros.

No podemos ni comunicarnos con seres que comparten con nosotros el mismo planeta.  Estos seres, de diversas morfologías y diferentes entornos en sus formas de vida, tienen un desarrollo cerebral distinto y, a veces, ni sabemos que es lo que tienen (caso de las plantas y vegetales en general).

Pensemos que si eso es así en nuestro propio mundo, ¿cómo podríamos contactar con seres pertenecientes a mundos situados en Galaxias alejadas miles de millones de kilómetros de la nuestra?

Ni siquiera podríamos comunicarnos con ellos cuyos lenguajes abstractos y matemáticas estarían conformados de manera muy diferente mediante una organización distinta de sus cerebros que, harían imposible un entendimiento, ya que, ellos y nosotros tendríamos percepciones muy diferentes del Universo, cada uno lo vería en función de las reglas de los respectivos cerebros que, por lógica, serían diametralmente opuestos.  No se descarta la posibilidad de Civilizaciones que, basadas en el Carbono, como la nuestra, esté conformada por seres similares o parecidos a nosotros.

Sólo una cosa tenemos clara: ¡Sabemos tan poco!

emilio silvera

 

  1. 1
    Bonobo
    el 22 de abril del 2011 a las 22:00

    Salud Emilio y a todos los comentaristas y lectores del blog.
    El mundo de la evolución de las especies y cómo nuestra especie fue la elegida para llegar a ser la preeminente en nuestro planeta es fascinante.
    Seguramente, todo es mucho más sencillo de lo que nos pensamos, pero para saberlo, hay que estudiarlo y demostrarlo con pruebas concluyentes por medio de la paleontología, antropología y otras ciencias afines.
    Posiblemente, todo fue un cúmulo de casualidades enlazadas durante unos cuantos millones de años, que llevaron a nuestra especie a ser lo que actualmente somos. El hecho de tener unas manos con las que poder manipular objetos cada vez más especializados. Llevar una existencia en grupos más o menos grandes donde se hacía necesaria una buena comunicación. El azar de los grandes cataclismos de la Naturaleza, tales como las grandes sequías que hacían desaparecer muchos árboles y obligaban al grupo a aventurarse en el suelo en busca de sustento y cobijo. Grandes terremotos que aislaban a los grupos entre sí y los diseminaban por otros territorios desconocidos, obligando a agudizar el ingenio para sobrevivir. De hecho se sabe que hubo grupos que evolucionaron de forma diferente a otros. Unos llegaron a evolucionar a lo que hoy somos. Otros se quedaron disfrutando de lo que tenían a su alrededor, sin necesitar nada más. Simplemente no les hizo falta.
    Toda esta acumulación de hechos y muchos otros durante varios milenios nos han puesto aquí, donde ahora estamos.
    La evolución, sin duda, surge de la necesidad y de la mejora de la especie para solucionar esa necesidad. Si la necesidad del primer primate que bajó de los árboles, era caminar erguido, la evolución consiguiente, fue transformar sus pies, caderas, columna, etc. Si nunca hubiera tenido la necesidad de bajar al suelo, tanto sus manos como sus pies, habrían evolucionado para mejorar aún más los sistemas de agarre a las ramas.
    Todo es adaptación al medio. El que lo consigue, gana.
    Ahora estamos en un punto tal que la adaptación prácticamente no existe. Somos nosotros los que adaptamos el medio a nuestras necesidades, o al menos eso es lo que nos creemos como centro del universo animal en que nos hemos convertido. Podemos deshacernos de cualquier especie que no nos convenga, arrasar cualquier bosque o selva que nos impida el paso, podemos viajar fuera de nuestro planeta, llegar a la Luna y más lejos…pero nuestra evolución no para. Está totalmente regida por la Naturaleza. No podemos darle la espalda ni luchar contra ella. Sólo podemos conocerla y seguir sus leyes para sobrevivir y evolucionar de una manera racional y razonable. Sólo así podremos seguir aquí unos cuantos millones de años más y así poder llegar a ser seres mucho más inteligentes que ahora y descubrir tecnologías ahora inimaginables que nos podrían llevar a descubrir otros mundos y quizá otras dimensiones, si es que realmente existen.
    Yo me apunto a ser uno de los que contribuyan a nuestra evolución humana como seres que respetan todo lo que les rodea de una manera razonable e inteligente.
    Abrazos a toda la tribu.

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  2. 2
    Zephyros
    el 23 de abril del 2011 a las 0:40

    Bonobo introduce un tema controvertido sobre la adaptación actual al entorno, más bien, como dice, nosotros tenemos ya la capacidad de adaptar ese entorno a nosotros en vez de al contrario. Estoy de acuerdo.
     
    Entonces, podemos hacernos la pregunta: ¿hay margen en la actualidad para la evolución del ser humano?, si la evolución es dictaminada por la necesidad de adaptarse para sobrevivir, cuando no hay esa necesidad que agudice tanto el ingenio como las exigencias físicas, podemos concluir que queda poco margen evolutivo si las condiciones “estables” se mantienen.
     
    Por otro lado es curioso que nuestro cerebro parece tener una capacidad mayor a la exigida, prácticamente poca evolución en los últimos miles de años y sin embargo el mismo cerebro que fabricaba hachas de piedra y lanzas ahora crea sondas que navegan por el espacio, macroordenadores y aceleradores de partículas. Y para colmo, no dejamos de preguntarnos por los componentes básicos de la materia, desarrollamos teorías como la Relatividad y la cuántica, y queremos más, ¿es necesario saber de cuerdas para la supervivencia? posiblemente no. Pero es algo maravilloso que tengamos esa curiosidad insaciable. Algo que siempre me pregunté.
     
    Hacia dónde evolucionar? si es que hay margen, no es mal debate. Se supone que hacia una mente más desarrollada, pero quizás tengan que ser los colonos que abandonen nuestro planeta los que den ese salto cualitativo. Dudo que los que permanezcan lleguen mucho más allá de donde estamos, quién sabe si no habrá auto-destrucción y la evolución está en esos grupos de personas que viajen por el espacio…
     
     

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  3. 3
    emilio silvera
    el 23 de abril del 2011 a las 8:22

    Nuestros compañeros de tertulia, Bonobo y Zephyros nos dibujan un esquema bastante acertado delo que fue y de lo que posiblemente, pueda ser. Hemos hecho un largo recorrido evolucionando con el tiempo que pasaba y siempre, adaptándonos al medio, toda vez que, la Natruraleza de la que formamos parte, es la que, nos fue marcando el camino a seguir.
    La evolución está unida a la resolución de los problemas que se nos van presentando a medida que pasa el tiempo y, a medida que nuestras necesidades crecen. Nuestro planeta (como todo en este Universo), tiene recursos limitados y, si agotamos esos recursos tenemos que buscar nuevas fuentes para poder continuar el camino que nos hemos marcado.
    Cuánta razón tiene nuestro amigo Zephyros cuando pone su dedo sobre nuestra curiosidad insaciable, es allí donde radica la fuente de la imparable carrera que estamos haciendo hacia el futuro. Nada nos satisface más que poder saber. Conseguimos metas que nos hemos marcado y una vez llegamos al lugar (mecánica cuántica, relatividad, genética, nuevos materiales, lejanas galaxias…), lo encontrado allí nos sirve de llavez para poder abrir nuevas puertas que encierran el conocimiento de nuevos conceptos, de nuevas teorías, de nuevos “universos” de la sabiduría que nos son necesarios para alimentarla necesidad que sentimos por descubrir. Sin embargo, esa curiosidad innata, está fuertemente impresa en nuestros genes y es la que nos obliga a seguir, toda vez que en nuestra naturaleza está escrito el mensaje que nos guía para poder, algún día, darel salto definitivo hacia las estrellas y, será entonces,como intuye Zephyros, cuando nuestros cerebros entren en una segunda etapa de su evolución.
    Es tan fascinante nuestra historia que, conocerla a fondo, es estar en posesión de la mayor odisea que conocerse pueda. ¡Humanos! Una especie digna de ser estudiada. ¿Hasta donde llegará?
    Ya me gustaría saberlo.

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