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¡El futuro! ¿Podremos diseñarlo nosotros?

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en El Futuro incierto    ~    Comentarios Comments (1)

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Foto

 

Inmensas máquinas del LHC que buscarán las partículas (hipotéticas) de la “materia oscura” (hipotética)

 

Lo cierto es que si creemos que nosotros podremos diseñar nuestro futuro, estaríamos dándonos más importancia de la que en realidad tenemos. Podemos hacer que algunas cosas sean de cierta manera durante un tiempo limitado pero, nada dura para siempre y, si interviene la Naturaleza, lo que nosotros querámos poca importancia puede tener. Es cierto que, también somos y formamos parte de esa Naturaleza que no podemos dominar y, siendo así (que lo es), podremos comprender lo incomprensible del comportamiento Humano.

 

Resultado de imagen de En el cerebro conexiones sin fin

¿El cerebro? Conexiones sin fin

 

               ¿Qué hay ahí realmente? ¿Sabremos alguna vez los procesos que fabrican los pensamientos?

He dado muchas vueltas a la IA y a la consciencia de los seres vivos. Las conclusiones a las que he podido son que el pensamiento consciente debe involucrar componentes que no pueden ser siquiera simulados adecuadamente por una mera computación; menos aún podría la computación por sí sola, provocar cualquier sentimiento o intención consciente. En consecuencia, la mente debe ser realmente algo que no puede describirse mediante ningún tipo de términos computacionales.

!La Nube!: el cielo en la computación

Uno de los términos de los que más se habla actualmente en materia de tecnología es “la nube”. Aunque para muchos puede resultar , no lo es. Este concepto de la computación moderna, nube, está tomando un auge que probablemente sea una variable en la economía basada en computadoras.


Computación por nube, o simplemente “la nube”, es una plataforma que te permite utilizar recursos, ya sea de una compañía o de tu mismo trabajo, por remoto, desde tu computadora a un servidor, casi siempre a través de la Internet. En otras palabras, puedes usar aplicaciones y/o hacer trabajos sin la necesidad de programas y tus trabajos no tienen que ser grabados en tu computadora.

Bien es verdad que no tenemos una comprensión científica de la mente humana. Sin embargo, esto no quiere decir que el fenómeno de la consciencia deba permanecer fuera de la explicación científica. Ya se están buscando caminos científicos para dar esa explicación del misterio más profundo (seguramente) del Universo.

La comprensión es, después de todo, de lo que trata la ciencia; y la ciencia es mucho más que la mera computación mecánica.

 Resultado de imagen de Trasladar la Conciencia a un ordenador

¿Cómo podríamos trasladar la conciencia a un ? Algunos ya lo están intentando y, no es algo que yo pueda asimilar, toda vez que, lo artificial siempre será “una copia” de lo natural pero… ¿Qué pasaría si llegan a conseguirlo? ¿Qué entes saldrán de ese… “paso adelante”? ¿Estamos llegando a niveles que van más allá de lo que nos podría convenir?

¿Cuál es el de acción de la ciencia? ¿Son solamente los atributos materiales de nuestro Universo los que son abordables con sus métodos, mientras nuestra existencia mental debe quedar para siempre fuera de su alcance? ¿O podríamos llegar algún día a una comprensión científica adecuada del profundo misterio de la mente? ¿Es el fenómeno de la consciencia humana algo que está más allá del dominio de la investigación científica, o podrá la potencia del método científico resolver algún día el problema de la propia existencia de nuestro yo consciente?

               Nanorobots que introducidos en nuestros cuerpos, curarán dolencias hoy incurables

Creo que se avecina un cambio importante, y, nuestros cerebros que forman parte del mundo material del Universo, tiene un ingrediente que aún no hemos llegado a comprender. Incluso con nuestra limitada comprensión actual de la naturaleza de este ingrediente ausente en nuestro saber, sí podemos a señalar donde debe estar dejando su huella, y como debería estar aportando una contribución vital a lo que quiera que sea en que subyacen nuestros sentimientos y acciones conscientes.

Una visión científica del mundo que no trate de entender en profundidad el problema de la mente consciente no puede tener pretensiones serias de compleción. La consciencia es parte de nuestro Universo, de modo que cualquier teoría física que no le conceda un lugar apropiado se queda muy lejos de proporcionar una descripción auténtica del mundo.

 RedNeuronal

Claro que, todo conocimiento científico es un de dos filos. Lo que realmente hacemos con nuestro conocimiento científico es otra cuestión. Tratemos de ver dónde pueden llevarnos nuestras visiones de la ciencia y la mente. No siempre hemos sabido utilizar los descubrimientos hechos por los seres de nuestra especie. Acordémonos de la famosa fórmula de Einstein: E = mc2 que, en nuestro triste recuerdo nos trae aquella imagén fatal de la bamba de Hirosima. Es una lástima que, en la Segunda Guerra Mundial, algunos de los mejores físicos del mundo (Planck, Heisenberg y otros, se pusieran al servicio de Hitler). Pero dejeemos los malos recuerdos.

La Conciencia dividida

Las de arriba son dos calles de Madrid que, al igual que muchas otras del mundo reflejan logros de la Humanidad que no siempre ha sabido administrar los medios que la Naturaleza les ha proporcionado. De la misma manera, estamos haciendo con la Ciencia que no siempre, sabemos utilizar aquellos descubrimientos que nos podrían llevar a un futuro mejor.

Pensemos que incluso en aquellos países afortunados donde hay una paz próspera y una libertad democrática, los recursos naturales y humanos son malgastados de formas aparentemente absurdas. ¿No es ésta una clara muestra de la estupidez del hombre? Aunque creemos representar el pináculo de la inteligencia en el reino animal, esta inteligencia parece tristemente inadecuada para manejar muchos de los problemas a los que nuestra propia sociedad nos obliga a hacer frente.

Aunque no podemos dejar de reconocer que hemos sido capaces de llegar a conocimientos muy profundos que están situados desde lo más pequeño hasta lo más grande. De átomos y galaxias podemos hablar ahora y contar a quien quiera escuchar como nacen, viven y mueren las estrellas para que nosotros podamos estar aquí.

Captura de la web La Escala del Universo

La Escala del Universo

Pese a todo, no pueden negarse los logros positivos de nuestra inteligencia. Entre dichos logros se encuentran nuestras impresionantes ciencia y tecnología. En realidad, algunos de estos logros son alto cuestionables a largo (o corto) plazo, así lo atestiguan múltiples problemas medioambientales y un genuino temor a una catástrofe mundial inducida por las nuevas tecnologías traídas de la mano por nuestra moderna sociedad (aquí mismo, en éste foro, se ha expresado el temor sobre las consecuencias que traerá el LHC que a primeros del próximo septiembre será puesto en marcha para la partícula de Higgs, y que, según algunos, andar jugando con tan enormes energías pudiera crear un agujero negro que se engulla a la Tierra entera). Os puedo que dicho temor es infundado.

Pero, no podemos mirar para otro lado sin ver que, nuestras tecnologías no sólo nos proporciona una enorme expansión del dominio de nuestro yo físico sino que también amplia nuestras capacidades mentales mejorando en gran medida nuestras habilidades para realizar muchas tareas rutinarias. ¿Qué pasa con las tareas mentales que no son rutinarias, las tareas que requieren inteligencia genuina?

  

                                                                          Hormigas inteligentes

A veces me pregunto si podrían ser los Robots la . ¿No existe la posibilidad completamente diferente de una enorme expansión de una capacidad mental, a saber, esa inteligencia electrónica ajena que apenas está empezando a emerger de los extraordinarios avances en tecnología de ordenadores? De hecho, con frecuencia nos dirigimos ya a los ordenadores en busca de asistencia intelectual.

       ¿Un mundo de Drones? ¿Qué seguridad es esa?

Hay muchas circunstancias en las que la inteligencia humana sin ayuda no resulta nada adecuada para prever las consecuencias probables de acciones alternativas. Tales consecuencias pueden quedar mucho más allá del alcance del poder computacional humano; así pues, cabe esperar que los ordenadores del futuro amplíen enormemente este papel, en la computación pura y dura proporcione una ayuda incalculable para la inteligencia humana.

Pero ¿no cabe la posibilidad de que los ordenadores lleguen finalmente a mucho más que todo esto? Muchos expertos afirman que los ordenadores nos ofrecen, al menos en principio, el potencial para una inteligencia artificial que al final superará a la nuestra. Una vez que los robots controlados por ordenador alcancen el nivel de “equivalencia humana”, entonces no pasará mucho tiempo, argumentan ellos, antes de que superen rápidamente nuestro propio y exiguo nivel. Sólo entonces, afirman estos expertos, tendremos una autoridad con inteligencia, sabiduría y entendimiento suficientes que sea capaz de resolver los problemas de este mundo que ha creado la humanidad.

A todo esto señalan el rapidísimo crecimiento exponencial de la potencia de los ordenadores y basan sus estimaciones en comparación entre la y precisión de los transistores, y la relativa lentitud y poca sólida acción de las neuronas. De hecho, los circuitos electrónicos son ya más de un millón de veces más rápido que el disparo de las neuronas en el cerebro (siendo la velocidad de aproximadamente 109 segundos para los transistores y de 13 segundos para las neuronas, y tienen una exactitud cronométrica y una precisión de acción que de ningún modo comparten las neuronas.

El Chip Intel Pentium tiene más de tres millones de de transistores en una “rodaja de silicio” del tamaño aproximado de una uña del pulgar, capaz cada uno de ellos de realizar 113 millones de por segundo.

Se argumenta que el total de neuronas de un cerebro humano (unos cientos de miles de millones) supera absolutamente al número de transistores de un ordenador. Además, existen muchas más conexiones, en promedio, entre neuronas diferentes que las que existen entre los transistores de un ordenador. En particular las células de Purkinje en el cerebelo pueden tener hasta ochenta mil terminaciones sinápticas (uniones entre neuronas), mientras que para un ordenador, el número correspondiente es de tres o cuatro a lo sumo. Además, la mayoría de los transistores de los ordenadores actuales están relacionados solamente con la memoria y no directamente con la acción computacional, mientras que tal acción computacional podría estar mucho más extendida en el caso del cerebro.

 

Cerebros espintrónicos de increíbles capacidades que, en mucho, podrán superar los de los seresd vivos en el futuro próximo. Si hiciéramos caso de las afirmaciones más extremas de los defensores más locuaces de la IA, y aceptáramos que los ordenadores y los robots guiados por ordenador superarán con el tiempo (quizá en muy poco tiempo) todas las capacidades humanas, entonces los ordenadores serían capaces de hacer muchísimo más que ayudar simplemente a nuestras inteligencias. Podríamos entonces dirigirnos a estas inteligencias superiores en busca de consejo y autoridad en todas las cuestiones de ; ¡y finalmente podrían resolverse los problemas del mundo generados por la humanidad!

Pero parece haber otra consecuencia lógica de estos desarrollos potenciales que muy bien podría producirnos una alarma genuina. ¿No harían estos ordenadores a la largo superfluos a los propios humanos? Si los robots guiados por resultaran ser superiores a nosotros en todos los aspectos, entonces ¿no descubrirían que pueden dirigir el mundo sin ninguna necesidad de nosotros? La propia humanidad se habría quedado obsoleta. Quizá si tenemos suerte, ellos podrían conservarnos como animales de compañía.

              emilio silvera

 La pregunta de si podremos nosotros diseñar el futuro, sólo tiene una respuesta: ¡SÍ! Claro que, para que eso sea posible, la Naturaleza nos tiene que dar el margen de Tiempo requerido que… ¡No será poco!

Yo, como he dejado claro otras veces. Soy partidario de pensar que, una cosa es la Inteligencia Artificial y otra muy distinta es el pensamiento consciente, muy superior a aquella que trabaja sólo con los suministrados previamente, sin poder de repentizar una solución que no esté en su programación. ¿Llegarán los robots algún día a pensar por sí mismos, como ahora lo hacemos nosotros?

La cuestión no es nada sencilla y plantea muchas variantes de entre las que de momento, podríamos exponer aquí las propuestas por Roger Penrose y que son las siguientes:

http://img.robotikka.com/wp-content/uploads/2011/05/avances-inteligencia-artificial.jpg

¡¡ Cuidado!! a ser dioses pueden traer consecuencias. Por no ir más lejos, hace unos días pudimos leer sobre la posible vida sintética futura a partír de la levadura. ¡Qué cosas!


  • Todo pensamiento es computación; en particular, las sensaciones de conocimiento consciente son provocadas simplemente por la ejecución de computaciones apropiadas.
  • El conocimiento es un aspecto de la acción física del cerebro; y si bien cualquier acción física puede ser simulada computacionalmente, la simulación computacional no puede por sí misma provocar conocimiento.
  • La acción física apropiada del cerebro provoca conocimiento, pero esta acción física nunca puede ser simulada adecuadamente de forma computacional.
  • El conocimiento no puede explicarse en términos físicos, computacionales o cualesquiera otros términos científicos.

Está claro que adentrarnos aquí a ciertas profundidades del pensamiento, no parece adecuado ni al momento ni al lugar, sin embargo, debemos pensar en que, la propia materia parece tener una existencia meramente transitoria puesto que puede transformarse de una forma en otra. Incluso la masa de un cuerpo material , que proporciona una medida física precisa de la cantidad de materia que contiene el cuerpo, puede transformarse en circunstancias apropiadas en pura energía (según E=mc2) de modo que incluso la sustancia material parece ser capaz de transformarse en algo con una actualidad meramente matemática y teórica.

De todas las maneras, por mi parte, me quedo con el punto tercero de los enumerados anteriormente, es un punto de más operacional que el anterior, puesto que afirma que existen manifestaciones externas conscientes (por ejemplo, cerebros) que difieren de las manifestaciones externas de un ordenador: los efectos externos de la consciencia no pueden ser correctamente simulados por un ordenador.

¿Permite la Física la posibilidad de una acción que, en principio, sea imposible de simular en un ordenador? La respuesta no está completamente clara, sin embargo, según creo, es que tal acción no computacional tendría que encontrarse en un área de la física que está fuera de las leyes físicas actualmente conocidas.

Claro que, en este simple comentario, no queda claro quien será el vencedor final: Fisicalismo frente a Mentalismo. ¿Seremos tan estúpidos como para poder crear que nos superen en inteligencia hasta el punto de que puedan dominarnos?

Ahí queda la flotando en el aire.

emilio silvera

¿Dinosaurios!

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Los últimos dinosaurios de la Patagonia

 
 

Los fósiles de plantas son claves para entender qué sucedió en la zona hace 68 millones de años. / Pablo Ruiz

Crónica de una expedición científica por el extremo sur de Chile en busca del antiguo corredor de tierra por el que los dinosaurios llegaron desde América hasta la Antártida. Los científicos han descubierto rastros de una extraña muerte en masa en el que pudieron perecer cientos de ejemplares por culpa del cambio climático. Esta es una aventura tras sus huellas.

 

Descendiendo el paso Tj%C3%A4ktja en Laponia Sueca Diez lugares del mundo que me han dejado sin habla

 

HUBO UN tiempo en el que la Antártida no era el desierto helado e inhóspito de la actualidad, sino una tierra verde, caliente y poblada por dinosaurios. Algunos habían llegado desde América por un puente de tierra que conectaba ambos continentes. Los rastros de esa conexión desaparecieron hace decenas de millones de años, pero un equipo de científicos está desenterrando pruebas de su existencia en uno de los lugares más remotos de Sudamérica: la Patagonia chilena

“Hemos encontrado la mayor concentración de fósiles de dinosaurio en el punto más al sur del mundo, a excepción de la Antártida”, resume Marcelo Leppe, paleobotánico y director científico del Instituto Antártico Chileno (INACH). Leppe lidera un equipo de jóvenes biólogos, paleontólogos, paleobotánicos, palinólogos (expertos en polen fósil) y otros especialistas que excavan en un lugar que llaman El Puesto, en el extremo sur de Chile. Por aquí, piensan, pasaba una ruta migratoria que unía los dos continentes y que quedó abierta gracias al cambio climático.

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En los yacimientos chilenos han aparecido restos de al menos tres especies de dinosaurios.

En 2012, un guarda al que apodan Nano fue el primero en encontrar huesos de dinosaurio en esta zona. Parecía sencillamente imposible, pues se pensaba que en el Cretácico Superior todos estos valles estaban cubiertos por el mar. Leppe llegó poco después y comenzó a encontrar cosas inexplicables en lo alto de los cerros, a unos 1.000 metros de altitud. Había hojas de vegetación terrestre y, en niveles superiores, fósiles de hadrosaurios, dinosaurios de pico de pato de unos seis metros de largo. En unos cuantos metros de ascensión por estas colinas se sale del fondo de lo que fue un océano prehistórico para pisar la misma tierra donde vivieron los dinosaurios hace unos 70 millones de años. Cada día, el equipo se divide en grupos que recorren los cerros en caminatas interminables. Los fósiles aparecen casi en cualquier parte, y bien se cargan a la mochila o se marca su localización con GPS para regresar otro día cuando haya más tiempo.

femur dinosaurio gigante patagonia

“Hemos encontrado la mayor concentración de fósiles de dinosaurio en el punto más al sur del mundo, a excepción de la Antártida”

El Puesto es parte de una de las fincas ganaderas más grandes de la Patagonia. Para llegar hasta aquí hay que volar a Punta Arenas, recorrer cinco horas por carretera y pista de tierra en dirección noreste y, por último, caminar cuatro horas bajo la lluvia y la nieve desde el último lugar remotamente habitado, conocido como Las Chinas. Una caseta que fue hogar para los pastores acoge las comidas y reuniones del equipo científico. Trece tiendas de campaña completan las comodidades del campamento, en el que se trabaja unas tres semanas. El País Semanal fue invitado por Imagen de Chile a acompañar a los científicos en la expedición de este año, durante la que se han encontrado restos de tres nuevos dinosaurios, incluido un saurópodo de 18 metros de largo.

Este año, el equipo ha explorado una ladera bastante alejada del yacimiento original. Allí han aparecido un montón de piedras con poros en su interior, marca inconfundible de la médula ósea de un dinosaurio, en concreto la vértebra dorsal casi completa de un hadrosaurio. En el valle vecino se han recuperado dos fragmentos de piedra azulada con las mismas marcas, la tibia de un dinosaurio carnívoro. “Por el tamaño de los huesos calculamos que tendría cuatro metros de largo”, explica Sergio Soto, investigador experto en taxonomía del Museo Nacional de Historia Natural de Chile. Y en otro valle algo más alejado, el equipo comenzó a desenterrar un pequeño resto de hueso que, tras horas de trabajo, resultó ser un enorme fémur de un dinosaurio herbívoro de cuello largo.

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El guarda de la estancia fue el primero en encontrar huesos de dinosaurio. Pablo Ruiz

Leppe calcula que las capas de terreno más recientes podrían tener unos 67 millones de años. “Creemos que es una cama de huesos que se extiende más de siete kilómetros, debe contener literalmente miles de huesos, cientos de individuos… ¿Qué pudo matarlos a todos a la vez?”, se pregunta.

Hace 66 millones de años, un meteorito de unos 10 kilómetros de diámetro impactó contra la Tierra. Desde mediados del siglo pasado se han encontrado abundantes pruebas geológicas de este suceso en la península de Yucatán (México), y durante décadas fue considerado la única causa de la extinción de los dinosaurios. Estudios más recientes apuntan a que, para cuando sucedió este cataclismo, los dinosaurios ya estaban muy amenazados. Un cambio climático brusco y grandes erupciones volcánicas habrían desbaratado tanto algunos ecosistemas que estos animales estaban ya al borde de la extinción total.

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En la primera imagen, el equipo reconstruye cientos de fósiles de plantas halladas aquí. En la segunda, el experto en polen Héctor Mansilla analiza un tronco fosilizado.

Durante la mayor parte de la era de los dinosaurios el mundo estaba sometido a un intenso y plácido efecto invernadero. Las temperaturas eran bastante más cálidas que ahora, los niveles de CO2, elevados, y virtualmente no había hielo en todo el globo, un clima perfecto para la vegetación de grandes hojas, los enormes dinosaurios vegetarianos y también para sus depredadores carnívoros. Al final del Cretácico las cosas cambiaron para siempre. Hay evidencias de que hubo bruscas fluctuaciones climáticas hacia temperaturas más frías, lo que cambió el ecosistema al que estaban acostumbrados estos animales. “Estos eventos de enfriamiento podían hacer bajar el nivel del mar hasta 150 metros en un periodo muy corto, de apenas cientos de años”, explica Leppe.

Durante la campaña, cada miembro del equipo se encarga de reconstruir una pequeña parte de lo que pasó aquí hace entre 67 y 70 millones de años. Una de las pistas más claras no la están dando los huesos. “Los dinosaurios podían escapar de una amenaza, pero las plantas no, por eso te pueden explicar mucho mejor qué estaba sucediendo con el clima”, explica el brasileño Thiers Wilberger, paleobotánico del equipo.

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Los fósiles de plantas son claves para entender qué sucedió en la zona hace 68 millones de años.

En su última expedición a la Antártida, a finales de enero, el equipo encontró la que puede ser la hoja de Nothofagus más antigua que se conoce, de hace unos 82 millones de años. Hoy los Nothofagus, las hayas del sur, son el árbol más característico del extremo sur de América y uno de los pocos que consiguen sobrevivir en el clima extremo de la Patagonia.

En El Puesto, en un nivel inferior al de los hadrosaurios, aparecen de nuevo estas hojas de Nothofagus de unos 68 millones de años, las más antiguas de América del Sur. Este género de plantas es incapaz de sobrevivir en agua salada y sus semillas tienen una baja capacidad de dispersión, con lo que el equipo piensa que está ante una prueba clara de que hubo un antiguo puente entre la Antártida y América que se abrió justo en esta época. Este año se ha hecho otro gran descubrimiento: varias flores completas perfectamente fosilizadas.

“Los dinosaurios iban hacia la Antártida y las plantas hacia América”, resume Leppe. Era “el comienzo del final para estos animales”, pero también “un momento de aparición de nuevas especies, de mucha creatividad en términos evolutivos”, resalta. El corredor entre ambos continentes se habría convertido así en un epicentro de origen de especies por la conexión y desconexión entre América y la Antártida debidas al cambio climático.

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Una nevada de verano austral en el campamento de El Puesto. Pablo Ruiz

Gerson Fauth, de la Universidad Unisinos, en Brasil, busca microorganismos marinos fosilizados que pueden reconstruir el ambiente y datarlo con precisión. “Necesitamos unos dos o tres meses para saber si las muestras contienen microfósiles y en torno a un año para saber de qué especie son”, explica. Leppe cree que las partes más altas de los cerros eran zonas de deltas en las desem­bocaduras de ríos, así que los microorganismos pueden ayudar a confirmar esa posibilidad. Héctor Mansilla, el palinólogo del equipo, es experto en detectar restos de polen y analizarlos al microscopio para identificar la planta y la época en la que vivió. “Dependiendo de cómo se depositara en los sedimentos, el polen además permite reconstruir el ambiente”, explica. El equipo espera publicar este año varias dataciones que ayuden a afinar las fechas en las que sucedió la supuesta migración entre continentes y también ese extraño evento de muerte en masa de hadrosaurios.

Usando palas, espátulas, brochas, pinceles y raspadores, el equipo paleontológico separa los fósiles de los sedimentos, tumbados en el frío suelo mientras sopla un viento helador. En el cementerio de hadrosaurios también aparece carbón, troncos de conífera fósil parcialmente quemados y restos de plantas. “Es imposible saber si murieron antes, durante o después de un gran incendio, en cualquier caso desaparecieron al menos un millón de años antes del meteorito. Hay que ser cauto, pero creo que aquí hay material para estudiar durante los próximos 25 años o más. Posiblemente yo haya muerto y se siga investigando qué sucedió aquí”, confiesa Leppe.

 

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Pablo Ruiz (Reportaje de Prensa).