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¿Salvar la Humanidad o Destruirla?

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en General    ~    Comentarios Comments (1)

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Como tantas veces he mencionado, la evolución de nuestro Sol, con el paso del tiempo, lo llevará de manera irremediable a contraerse hasta alcanzar el tamaño de la Tierra y volverse tan denso como para evitar su propio colapso por la presión de degeneración de los electrones. La densidad que alcanza es de 5×108 Kg/m3.

En su fase anterior, la de gigante roja, crece varias veces su tamaño original, y en el caso de nuestro Sol su órbita sobrepasará al planeta Mercurio, al planeta Venus y probablemente al planeta Tierra, que para entonces, por lo elevado de las temperaturas reinantes, habrá visto evaporarse el agua de los ríos y océanos hasta dejarlo seco y yermo, sin posibilidad de vida.

Para cuando todo eso ocurra, ¿quién estará aquí?; faltan varios miles de años y, si la Humanidad no se ha destruido a sí misma, espero que para entonces tenga preparado todos los medios necesarios para instalarse en otros mundos, preferiblemente fuera de nuestro Sistema Solar, ya que los planetas vecinos, una vez desaparecido el Sol, no creo que reúnan las condiciones idóneas para acoger la vida, y las lunas de esos planetas tampoco parecer suficientemente acogedoras: Io, el tercer satélite más grande de Júpiter, sólo tiene un diámetro de 3.630 Km y es una caldera volcánica donde la radiante lava fluye de sus muchos volcanes. Toda la superficie de Io tiene un color amarillento debido a los depósitos de azufre u óxido de azufre. Existen extensas llanuras y regiones montañosas en Io, aunque no cráteres de impacto, indicando que su superficie es muy joven geológicamente.

La densidad de Io, 3’57 g/cm3, sugiere que tiene un núcleo de hierro-azufre de unos 1.500 Km de radio y un manto de silicatos. Las actividades volcánicas de Io son el resultado del calor liberado por las fuerzas de marea, que distorsionan el satélite a medida que se acerca o se aleja de Júpiter en su órbita.

Europa, el cuarto satélite más grande de Júpiter y el segundo de los cuatro satélites galileanos en distancia al planeta, conocido también como Júpiter II, tiene un diámetro de 3.138 Km, ligeramente menor que nuestra Luna. La densidad de Europa es de 2’97 g/cm3 indicando que está compuesta fundamentalmente por rocas de silicio, mezcladas con, al menos, un 5% de agua.

La superficie es brillante y helada con un albedo de 0’64, dominada por redes de fracturas oscuras y lineales, algunas de más de 1.000 Km de longitud. Se han identificado en Europa al menos una docena de cráteres de impacto.

Ganímedes, el satélite más grande de Júpiter y el mayor del Sistema Solar, con un diámetro de 5.262 Km, conocido como Júpiter III y es el más brillante de los satélites galileanos.

La densidad de este satélite es de 1’94 g/cm3 y posee una superficie helada llena de contrastes con regiones de alto y bajo albedo, cubiertos por complejos sistemas de surcos, indicando la existencia de varias fases de actividad en la corteza en el pasado. Algunos de los cráteres de impacto más grandes sobre la superficie se han convertido en palimpsestos debido al lento flujo del hielo, como en un glaciar.

Titán, el satélite más grande de Saturno y el segundo más grande del Sistema Solar, con un diámetro de 5.150 Km; también conocido como Saturno VI. Fue descubierto en 1.655 por C. Huygens. La composición más probable de Titán es rocas e  hielo en partes iguales aproximadamente. Es el único satélite del Sistema Solar que tiene una atmósfera sustancial. La atmósfera está compuesta principalmente por nitrógeno, con un 2/10% de metano, un 0’2% de hidrógeno (porcentajes moleculares) y trazas de etano, propano, etino, cianuro de hidrógeno y monóxido de carbono. Su temperatura es de -180 ºC y pueden existir lloviznas de metano en la superficie y posiblemente nieve de metano. A unos 200 Km de altura abundan espesas nubes anaranjadas de hidrocarburos y existen además capas de neblina atmosférica hasta los 500 Km.

Las sondas Voyager revelaron un casquete polar norte en las nubes de Titán, con un collar ligeramente más oscuro a su alrededor. Además, el hemisferio norte era marcadamente más oscuro que el sur. Ambos son probablemente efectos estacionales.

Otras muchas lunas acompañan a nuestros planetas vecinos: Phobos y Deimos en Marte; Callisto, Amalthea, Leda, etc. en Júpiter; Pan, Atlas, Prometheus, Pandora, etc. en Saturno; Cordelia, Ophelia, Bianca, Ariel, etc. en Urano; Galatea, Larissa, Tritón, Nereid, etc. en Neptuno; Charon en Plutón… hasta formar un conjunto aproximado de más de 60 lunas.

De los planetas vecinos, Mercurio y Venus están descartados para la vida, y Marte con su delgada atmósfera compuesta (en volumen) por alrededor  del 95% de dióxido de carbono, 2’7% de nitrógeno, 1’6% de argón, 0’1% de monóxido de carbono y pequeñas trazas variables de vapor de agua, con unas temperaturas superficiales de entre 0 y -125 ºC, siendo la media de -50 ºC.

Es relativamente frecuente la presencia de vapor de agua en nubes blancas o de dióxido de carbono en dichas nubes cerca de latitudes polares. Existen dos casquetes de hielo de agua permanentes en los polos, que nunca se funden y que en invierno aumentan de tamaño al convertirse en casquetes de dióxido de carbono congelado, hasta alcanzar los 60º de longitud.

Ocurren esporádicamente tormentas de polvo, pudiendo extenderse hasta cubrir la totalidad del planeta con una neblina amarilla, oscureciendo los accidentes superficiales más familiares.

La superficie de Marte es de basalto volcánico con un alto contenido en hierro, que le da al planeta el color característico por el que se le denomina “el planeta rojo”.

Existen muchas áreas de dunas de arena rodeando los casquetes polares que constituyen los mayores campos de dunas del Sistema Solar.

La actividad volcánica fue intensa en el pasado. Tharsis Montes es la mayor región volcánica, estando Olympus Monts situado en el noroeste, y la vasta estructura colapsada Alba Patera, en el norte. Juntas, estas áreas volcánicas constituyen casi el 10% de la superficie del planeta. No hay volcanes activos en Marte, aunque en el pasado produjeron llanuras de lava que se extendieron cientos de kilómetros.

Muchos de los cráteres de impacto más recientes, como cráteres de terraplén, tienen grandes pendientes en los bordes de sus mantas de proyecciones, sugiriendo que la superficie estaba húmeda o llena de barro cuando se produjo el impacto.

Aunque (según parece) no existe en la actualidad agua líquida en Marte, hay indicios de que antiguamente tuvo ríos y lagos cuando existía una atmósfera más densa, caliente y húmeda. Uno de los canales secos es Ma’adim Vallis, de unos 200 Km de longitud y varios kilómetros de ancho.

Internamente, Marte probablemente tiene una litosfera de cientos de kilómetros de espesor (grosor), una astenosfera rocosa y un núcleo metálico de aproximadamente la mitad del diámetro del planeta.

Marte no posee un campo magnético importante; su diámetro ecuatorial es de 6.794 Km, su velocidad de escape de 5,02 Km/s y su densidad media de 3’94 g/cm3. Dista del Sol 1’524 UA.

Tanto las lunas antes mencionadas como el planeta Marte son objetos de interesantes estudios que nos facilitarán importantes conocimientos de los objetos que pueblan el espacio exterior y de cómo serán muchos de los planetas y lunas que nos encontraremos más allá de nuestro Sistema Solar.

Pero todo de queda ahí, en una interesante experiencia.

Sin embargo, como lugares para vivir e instalarse no parecen, por sus condiciones físicas-ambientales, los más idóneos. Si acaso, en algunos de estos objetos celestes se podrán instalar bases intermedias para el despegue hacia otros mundos más lejanos, para aprovechar sus recursos de materiales minerales, hidrocarburos, etc. que poseen en abundancia pero, desgraciadamente, no son lugares aptos para instalar a la Humanidad que necesitaría crear, artificialmente, costosas instalaciones que simularan las condiciones terrestres, y tal empresa ni económica, ni tecnológicamente es tarea fácil.

Así las cosas, el único camino posible para el futuro de la Humanidad será avanzar en la exploración del espacio exterior, construir naves espaciales mejor dotadas en todos los sentidos, sobre todo: aislante de radiaciones nocivas y peligrosas para la salud de los tripulantes, dispositivo antiflotabilidad que imite la gravedad terrestre, espacios hidropónicos que produzcan cosechas continuas de verduras y tubérculos, plantas de reciclaje que depuren de manera continuada el agua de toda la nave, motones lumínicos de fotones, antimateria, etc. que de alguna manera imite la velocidad relativista, laboratorios con instalaciones tecnológicas de última generación con potentes y sofisticados ordenadores que avancen y mejoren continuamente sobre el conocimiento científico de la física, la química y la biología, y, en fin y sobre todo, una conciencia colectiva de todos los gobiernos del mundo para comprender que su principal cometido es mirar y tratar de conseguir el mayor bienestar y la seguridad de todos los ciudadanos y, de entre otras cuestiones, una importante es la de destinar una parte importante de los recursos para investigar, explorar y preparar el futuro de las generaciones futuras.

No podemos descansar pensando que aún falta mucho para que nuestro Sol deje de prestarnos sus servicios, ya que el reto que tendremos que superar cuando eso llegue es tal que necesitaremos todo ese tiempo sin dejar de trabajas para estar preparados cuando el momento llegue.

¡La desaparición del Sol!

Mucho antes, las condiciones atmosféricas y las temperaturas serán insoportables para el ser humano, que el único camino que tendrá será buscar otros mundos parecidos al planeta Tierra para instalarse.

Según algunos estudios realizados, la posibilidad más cercana de encontrar sistemas solares que tengan algún planeta similar a la Tierra, está situada entre 12 y 15 años-luz de nosotros: 15×9’4607×1012 Km ó 15×63.240 unidades astronómicas (1 UA = 150.000.000 Km).

Ante tal inmensidad de espacio a recorrer, consiguiendo naves tan veloces como la luz, se tardarían 15 años en llegar, lo que nos puede dar una idea de la complejidad de esas naves, que tendrían que alojar familias enteras y disponer de complejos industriales, de fabricación de productos, de producción de alimentos, centros de enseñanzas, viviendas o habitáculos reducidos pero suficientes con casi todos los servicios colectivos, etc.

¿Cuántas de estas naves harían falta para desalojar a toda la Humanidad? ¿Cómo se hará la selección de los primeros colonos?

Si todo eso se consigue, los primeros terrícolas que pongan el pie en esos nuevos mundos, contarán con una avanzada tecnología para construir un mundo totalmente salvaje*.

Pero la segunda parte, y más peliaguda, será otra muy distinta: si el nuevo planeta es apto para la vida tal como la conocemos, quién puede asegurarnos que no encontrarán allí a los propios habitantes del planeta.

En mi libreta 37, dejé un amplio comentario sobre la posibilidad de vida inteligente en nuestra propia galaxia; y en libretas anteriores aparecen estudios más profundos y documentados sobre la vida extraterrestre, por lo que no me volcaré aquí en ello, al no ser el tema que nos ocupa, puesto que hablamos de cosas más generales y diversas.

Pero es necesario que nos paremos a pensar antes de continuar especulando sobre el futuro de la Humanidad, sobre el propio peligro que supone la Humanidad para sí misma. Me explico: existen decenas y cientos de ejemplos que podríamos mencionar aquí para demostrar que los humanos somos seres muy peligrosos para nosotros mismos (lo que hacemos por el planeta; el trato que le damos es el mejor ejemplo). Fuimos capaces de fabricar la bomba atómica y aún peor; fuimos capaces de experimentar con ella sobre la población japonesa de Hiroshima, con el nefasto resultado que todos conocemos.

No dejamos de investigar (los países más poderosos) buscando el arma que nos sitúe a la cabeza del poder militar, y poder dominar de este modo a las demás naciones. Barbaridades como las del Proyecto Starfish en 1.962, que trataba de experimentar en la ionosfera para alterar la forma de los cinturones de van Allen. Con el SPS (Solar Power Satellite Project, 1.968), se pretendía generar una constelación de geoestacionarios capaz de interceptar la radiación solar y transmitirla en rayos concentrados a una estación de la Tierra para su uso posterior. Este proyecto se rehizo para adaptarlo a fines militares mediante satélites que podrían usar y concentrar la radiación solar para ser utilizada mediante potentísimos rayos de energía que, lanzados desde el espacio exterior, destruyeran instalaciones claves del enemigo; o bien, alterar sus comunicaciones utilizando la ionosfera como pantalla reflectora.

Y muchos otros experimentos donde la alteración local de las capas de la atmósfera mediante una sofisticada combinación de satélites guiados desde estaciones remotas terrestres, podrían dejar sin lluvias a grandes comarcas del planeta, o por el contrario, inundarlas arrasándolo todo.

Lo más inmoral de todo esto, es que la presentación para obtener los presupuestos ha tenido como objeto fundamental una serie de experimentos encaminados a conseguir, mediante estudios científicos, un mejor conocimiento de la atmósfera para poder aprovecharlos en beneficio de la Humanidad: impedir los cambios climáticos, el incremento destructivo de la capa de ozono, y procurar una mejor salud de nuestro mundo.

Otro de estos proyectos para desconfiar es el conocido por las siglas HAARP y que forma parte de la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI) “Star Wars“. Este proyecto es tan controvertido como peligroso. Se enmascara con un sin fin de ventajas científicas, geofísicas, militares, etc. Sin embargo, detrás de todas esas bondades se vislumbran funestas consecuencias para el propio planeta que podría ver transformada su ionosfera, incluso el resultado obtenido podría ser el conseguir manipular las mentes humanas.

Parece que todo comenzó con un invento de Nikola Tesla que, adoptado por los militares, enviaban haces de partículas desde la superficie de la Tierra hacia la ionosfera. A este proyecto se le dio el nombre de High-frecuency Active Aural Research Program (programa de investigación de la aurora activa de alta frecuencia). El 20 de noviembre de 1.994, en un periódico de Alaska, el Anchorage Daily News, hizo mediante la publicación de una carta, alusión a este peligroso proyecto.

El objetivo perseguido por tal proyecto (HAARP) era modificar las condiciones de la ionosfera introduciendo cambios químicos en su composición (lo que llevaría consigo un cambio climático), o bien bloquear las comunicaciones mundiales.

Aquella información impresionó al científico Nick Begich, quien con la periodista Jeanne Manning se puso inmediatamente manos a la obra para realizar una profunda investigación sobre la certeza de tal noticia y del proyecto. La investigación conjunta les llevó a la publicación del libro “Los ángeles no tocan este arpa”, en el que ambos autores plantean inquietantes hipótesis. Una de las cuales es que de ponerse en marcha, el proyecto HAARP podría tener peores consecuencias para nuestro planeta que las pruebas nucleares.

Ellos estaban convencidos de que el envío hacia la ionosfera de haces de partículas electromagnéticas orientadas y enfocadas estarían contribuyendo de manera directa al calentamiento. Sin embargo, la versión oficial fue muy distinta. Según dijeron, el proyecto era una investigación académica cuyo objetivo era cambiar la ionosfera para mejorar las comunicaciones mundiales, a lo que Begich y Manning contestaron que el objetivo era muy distinto y meramente militares.

Según la doctora Rosalie Bertell, HAARP forma parte de un sistema integrado de armamentos, que tiene consecuencias ecológicas potencialmente devastadoras.

Todo está relacionado con más de medio siglo de programas intensos y crecientemente destructivos para llegar a controlar la atmósfera superior y utilizarlo como un arma bélica. La capacidad de la combinación HAARP, Spacelab y cohete espacial de producir cantidades muy grandes de energía, comparable a una bomba atómica, en cualquier parte de la Tierra por medio de haces de láser y partículas, es aterradora.

Claro que, cuando finalmente se de a conocer de forma pública, será enmascarándolo como “un escudo espacial” contra la posible entrada de meteoritos en nuestro espacio; incluso se podrá decir que se trata de reparar la capa de ozono deteriorada.

¡La imbecilidad de hombre (en algunos casos) es ilimitada!


* Quiero decir, construir a partir de un mundo salvaje, otro más habitable y acogedor.

 

  1. 1
    Francisco Z. Lantos
    el 25 de junio del 2011 a las 9:55

    LA NUEVA IDEOLOGÍA QUE PODRÍA SALVAR EL FUTURO DE LA ESPECIE HUMANA Y RESTABLECER EL ORDENADO Y ARMONIOSO DESARROLLO DE NUESTRO MUNDO MANIFESTADO DENTRO DEL QUE REALIZAN SUS VIDAS TODOS LOS SERES ANIMADOS
     
    El diagrama adjunto, tomando como ejemplo la antigua cultura de Grecia en un espacio de 2.000 años y nuestra cultura cristiana entre la época de Jesucristo y nuestros días, nos demuestra que la conducta y actividades de la especie humana no ha sido constante sino que oscilaba entre las tres posibilidades correspondientes a su naturaleza especial humana, compuesta de naturaleza espiritual e instintiva, y dependiendo de sus valoraciones de una u otra parte obtuvo su “filosofía del mundo y de la vida”, que guiaba sus conductas, así, en el periodo arcaico de la antigua cultura de Grecia y la Edad Media de nuestra cultura cristiana, al coincidir en esencia la “filosofía exageradamente espiritual del mundo y de la vida” entre ambos, estas sociedades intentaban vivir de acuerdo con la misma, la cual, al no reconocer las justas necesidades de la otra parte de la naturaleza especial humana se han creado distintos tipos de males. En su intento de eliminarlos he descubierto que la causa de sus fracasos ha sido la exagerada atención de las necesidades de la parte espiritual a costa de la parte instintiva de su naturaleza, y a través de un lento proceso evolutivo han obtenido el justo equilibrio entre la parte espiritual e instintiva de su naturaleza especial humana, el único estado que corresponde a la perfección humana. Este estado ideal que existía en la época clásica de la antigua cultura de Grecia y en el Renacimiento de nuestra cultura cristiana y que duraba 200-250 años en ambas culturas ha permitido al hombre también adaptarse con su conducta y actividades a las Leyes de la Naturaleza y evitar con ello crear perturbaciones en su desarrollo ordenado y armonioso y anular de manera natural y espontánea todos los anteriores males causados por su errónea “filosofía del mundo y de la vida” y pérdida del estado perfecto de su naturaleza especial humana.
     
    Empero, como los hombre en estos periodos de bienaventuranza no eran conscientes de la causa de estos acontecimientos, experimentando los resultados positivos y mejorar de nuevas conductas y actividades en el campo material y práctico de la vida, en su ciego optimismo en los nuevos resultados científicos en todos los campos de sus actividades, poco a poco estaban abandonando sus intereses hacia valores espirituales, llegando en la época de la antigua cultura de Grecia y en nuestra cultura Cristiana, en nuestros día a una “filosofía del mundo y de la vida extremadamente materialista” que ha destruido otra vez el justo equilibrio entre la parte espiritual e instintiva de nuestra naturaleza especial humana, que como hemos visto es la condición indispensable para que el hombre pueda adaptarse también con su conducta y actividades a las Leyes de la Naturaleza y anular con esto todos los males que por su errónea “filosofía del mundo y de la vida” a causado a él mismo  como a la Naturaleza de nuestro planeta.
     
    Como en el caso de la antigua cultura de Grecia, cuando se encontró la humanidad en este estado, el cambio necesario para eliminar sus males y encontrar la solución necesitada no ha sido posible por el proceso evolutivo sino esto se acabó por una destrucción irreparable, por una revolución espiritual, que consistía de una nueva “filosofía del mundo y de la vida”, pronunciada en este caso por Jesucristo, cuya idea, convertida en la ideología religiosa de nuestra cultura cristiana, ha abierto el camino para su desarrollo según he expuesto anteriormente.
     
    Encontrándonos, por culpa de nuestra extremadamente materialista “filosofía del mundo y de la vida” en la misma situación como existía en la antigua cultura de Grecia en la época de Jesucristo, y tomando en consideración que nuestros males y nuestros poderes de destrucción son muchísimo más grandes que los que existían en aquellos tiempos, por falta de tiempo a nuestra disposición, el necesitado cambio tampoco se puede realizar por vía evolutiva y pacífica sino que esto se realizará forzosamente por un cambio abrupto y destructivo a través de una revolución espiritual, que basada en la Verdad sobre la Existencia poseerá la justa “filosofía del mundo y de la vida”,  capaz de transformarse en una ideología religiosa en la que toda la gente pudiera participar con su conducta y actividades activamente.
     
    Como la búsqueda de esta nueva “filosofía del mundo y de la vida” que se basará en la Verdad sobre la Existencia nace en la época de contradicciones entre la filosofía reinante de una sociedad y de la realidad, entre los hombres inquietos y preocupados por el futuro a quienes afecta más directamente la práctica de sus profesiones y entre ellos, por los tres más graves males que poseemos: la desenfrenada y antinatural expansión demográfica, el anormal crecimiento del consumo de energía de los hombres de nuestras sociedades, y la fiebre de las tendencias migratorias de la gente desde nuestras medianas y pequeñas ciudades y poblados hacia nuestras grandes ciudades existentes, convirtiendo estos asentamientos humanos en caóticas y deshumanizadas Metro y Megaciudades, indefinidas y vulgares conurbaciones, dentro de las que es imposible vivir en paz y desarrollar la vida en plenitud, es el arquitecto, cuya profesión es la más negativamente afectada, y para encontrar la causa de estos males y la solución para eliminarlos, él, está entre todos los profesionales, el que siente más la necesidad de completar sus actividades profesionales con la  búsqueda de restablecer nuevamente la justa “filosofía del mundo y de la vida” perdida, que permitirá practicar su profesión para servir y fomentar las justas e intrínsecas necesidades de la naturaleza psicosomática de la especie humana.
     
    Así es como experimentando nuestros innumerables e interrelacionados males, que no me han permitido ejercer mi profesión como ésta y mi deseo exigía, desde que terminé mi carrera, durante los últimos 45 años he dedicado parte de mi vida a la búsqueda de esta necesitada “filosofía del mundo y de la vida”, que a continuación expongo en su forma resumida, añadiendo que su contenido coincide en esencia con todas las grandes religiones existentes hoy, y sólo su transformación en sus formas practicadas es diferente lo que es debido a que como la esencia de cada una es Amor, adaptándose a las circunstancias dadas en su tiempo y espacio han tomado sus formas correspondientes en la práctica, y que como hoy, estas circunstancias, conocimientos cinéticos, costumbres, jerarquía de valores, etc., han cambiado en todas nuestras civilizaciones y que éstas coinciden en que todos exigen razones para sus creencias, esta nueva “filosofía del mundo y de la vida” tiene que basarse en la razón y demostrar su validez sólo en el contenido de sí misma, que como he expuesto anteriormente siendo esto Amor, que ha sido y es la esencia de todas nuestras grandes religiones, sólo se diferencia de aquellas en el método de exponerla basado en la razón, que corresponde a nuestras circunstancias.
     
    No obstante, tratándose de la Verdad sobre la Existencia, que para nosotros se desarrolla en el tiempo infinito y la vida del hombre es finita en el tiempo y espacio ningún ser humano podría obtener la Verdad absoluta sobre la misma, empero, su verdad subjetiva que afecta directamente a su vida particular puede coincidir con la parte de esta Verdad absoluta y esta Verdad, que muchos hombres en el pasado han encontrado, es la que tenemos que encontrar nosotros también, pero esto nunca ha sido obra de una persona sino de muchos precursores que han preparado el camino para uno, a quien han favorecido las circunstancias en cada ocasión.        
     
    Así es como considero el trabajo presentando aquí MI TEORÍA SOBRE LA EXISTENCIA, para que sirva ésta como la primera piedra en el camino de la búsqueda de esta nueva ideología que sea capaza de abrir un nuevo y próspero camino para los supervivientes de nuestra futura cultura.
     
    Madrid, 12 de Agosto de 2008
    Ferenc Z. Lantos

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