En este lugar encontré una exposición de rincones de la Naturaleza que merecen la pena ser vistos y, ante ellos, nos podemos hacer una idea de la rica variedad que nos ofrece el mundo y, si pensamos en los miles de millones de mundos que en las galaxias son… ¿Qué no podríamos encontrar en ellos?
1) Salar de Uyuni (Bolivia), el mayor espejo del mundo.
Durante la temporada de lluvias, el mayor desierto de sal del mundo se convierte en el espejo más grande del mundo. El Salar nació cuando varios lagos prehistóricos se unieron en uno solo.
2) Montañas Tianzi (China), la montañas de la película “Avatar”.
Estas montañas son únicas. Son tan extrañas que se utilizaron en la película “Avatar” de James Cameron. Formadas bajo el agua hace 380 millones de años. La tierra se elevó como resultado de la actividad volcánica. Algunos de los pilares han llegado a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar.
3) Centinelas del Ártico, Finlandia.
Estos “centinelas” son realmente gigantescos árboles cubiertos de nieve y hielo. Esta extraña imagen se produce en invierno, cuando las temperaturas oscilan desde -40 hasta -15 grados centígrados.
4) Cuevas Reed Flute (China).
Este sistema de cuevas de 240 metros de longitud se encuentran en Guilin, y son una de las atracciones más populares en China durante más de 1.200 años. Las hermosas estalactitas, estalagmitas y columnas fueron creadas por la erosión del agua. Se destacan por sus múltiples luces de colores que crean un ambiente verdaderamente surrealista.
5) Skaftafell, cueva de hielo, en Islandia.
Las cuevas de hielo son estructuras temporales que se forman en el borde de los glaciares cuando el agua derretida forma un agujero. El hielo formado tiene muy pocas burbujas de aire y absorbe toda la luz excepto el azul, que da a la cueva ese color único.
6) Cañón del Antílope, Arizona, en Estados Unidos.
Este cañón se formó hace millones de años. El agua forjó una profunda grieta muy estrecha. Las paredes parecen ser de diferentes colores.
7) Mar de Estrellas, Isla Vaadhoo, Maldivas
Puede parecer normal durante el día, pero por la noche, esta playa cobra vida. El brillo en el agua proviene de microbios marinos llamados fitoplancton. La galaxia que se dibuja en la arena es impresionante.
La Gran Fuente Prismática, Wyoming
La Gran Fuente Prismática, en Wyoming, es el lugar más grande de aguas termales en los Estados Unidos. Los colores vivos son el resultado de los microbios pigmentados que crecen alrededor de los bordes del agua rica en minerales.
Dead Vlei, Namibia
Estas fotografías parecen un cuadro… pero son reales. Son fotografías del “valle muerto”, donde los árboles mueren frente a un fondo con una de las dunas de arena más altas del mundo. El desierto se va acercando y matando cualquier tipo de vida.
10) Lago Baikal, Siberia.
El lago Baikal es el lago de agua dulce más grande y antiguo del mundo. En el invierno, el lago se congela pero el agua es tan clara que se puede ver 40 metros por debajo del hielo. En marzo, las heladas y el sol provocan grietas en la corteza de hielo y aparecen los fragmentos de hielo de color turquesa que vemos en la superficie.
11) Socotra, Yemen
Un tercio de la vida vegetal de la isla de Socotra no se encuentra en ningún otro lugar del planeta tierra. Una de las formas más extrañas es el árbol de sangre de dragón, que se asemeja a un paraguas.
Estas formaciones rocosas de colores son el resultado de los minerales que se han depositado durante 24 millones de años. El viento y la lluvia tallan formas increíbles en la roca, formando pilares naturales, torres, barrancos, valles y cascadas.
13) Túnel del Amor, Klevan, Ucrania
Este túnel se formó durante muchos años gracias a que los trenes hacían tres veces el mismo trayecto en un día y moldeaban los árboles circundantes. Ahora está abandonado y es un lugar romántico para una tarde de paseo.
14) Cuevas de Waitomo Glowworm (Nueva Zelanda)
Miles de diminutas luciérnagas cuelgan en el techo de esta gruta e irradian una luz luminiscente, creando una escena sacada de una película de ciencia ficción.
15) Las terrazas de arroz de Yuanyang, en China
Las técnicas de cultivo del condado de Yuanyang han creado un paisaje que es realmente sorprendente.
16) Lago Hillier, Australia
El color rosa de este lago es el resultado de un colorante creado por las algas y bacterias que hay en el agua. A pesar de la tonalidad extraña, el lago no parece tener efectos adversos en los seres humanos o la vida silvestre local.
17) La cascada blanca de Pamukkale, Turquía
Durante millones de años, las aguas termales de Pamukkale han transformado el paisaje. Aunque puede parecer que estas terrazas están hechos de hielo y nieve, Turquía tiene un clima cálido todo el año. El suelo está recubierto sólo de piedra caliza blanca.
18) Caño Cristales, Colombia.
Debido al extenso hábitat de fauna y flora, este río tiene una gran variedad de colores: amarillo, verde, azul, negro y rojo. Las rocas tienen alrededor de 1,2 mil millones de años, y los que lo visitan lo llaman el río más hermoso del mundo.
19) La Catedral de Mármol, en Chile
Formadas por miles de años gracias a las olas que chocan contra el carbonato de calcio. Estas cuevas tienen paredes lisas arremolinadas que reflejan las aguas azules del lago.
20) Calzada del Gigante, Irlanda del Norte
Hace unos 55 millones años, la intensa actividad volcánica de la zona formó una meseta de lava. Con el tiempo, la lava se enfrío y se fracturó creando columnas que son tan perfectas que casi parecen artificiales.
21) Géiser Fly, Nevada
Géiser Fly fue creado accidentalmente cuando se perforó un pozo. Los minerales y algas comenzaron a subir desde el géiser y se acumularon formando un montículo extraño.
22) Cascada bajo el agua, en Mauricio
Unas corrientes marinas muy fuertes empujan los sedimentos y la arena hacia abajo, creando esta cascada submarina.
23) Monte Roraima, Venezuela
Es uno de los montes más antiguos de la Tierra. Se remonta a dos mil millones años, cuando la tierra se levantó por encima del suelo por la actividad tectónica. Los lados de la montaña son escarpados acantilados verticales con varias cascadas. Es casi imposible de escalar.
24) Aogashima, Japón
Si quisiera poner aquí todas la rarezas y todas las bellezas que nos muestra nuestro planeta… Necesitaría cientos de miles de páginas y aún faltaría espacio.
Los habitantes de este mundo hemos, hemos conseguido construir un cuadro plausible del Universo, de la Naturaleza que tratamos de comprender. Hemos llegado a ser conscientes de que, en ella, en la Naturaleza, están todas las respuestas que buscamos y, nosotros mismos no hemos llegado a conocernos por ese mismo hecho de que formando parte de la Naturaleza, también somos parte del enigma que tratamos de desvelar.
Parece que ahora estamos entrando en la edad adulta, quiero significar que después de siglos y milenios de esporádicos esfuerzos, finalmente hemos llegado a comprender algunos de los hechos fundamentales del Universo, conocimiento que, presumiblemente, es un requisito de la más modesta pretensión de nuestra madurez cosmológica.
¿ Porqué sabemos que vivimos dentro de una galaxia espiral?
“En todos los documentales sobre el universo nos cuentan que nosotros, los seres humanos, vivimos en un rincón de una galaxia espiral llamada Vía Láctea. Pero, ¿Cómo saben los astrónomos que la galaxia que nos alberga es espiral si estamos dentro de ella y nunca hemos logrado verla desde fuera? El problema es equivalente al de un microorganismo situado en la superficie de la Tierra intentando averiguar la forma del planeta.
El primer paso es recurrir al denominado principio cosmológico. Este establece que el universo es homogéneo (tiene el mismo aspecto en todas las direcciones) e isótropo (tiene las mismas propiedades se mire donde se mire) a grandes escalas. De él se deriva una de las contribuciones más importantes de la cosmología al conocimiento humano: nuestro sitio en el universo no es un lugar preferencial, sino que es uno más de los miles de millones que existen en él. Por tanto, nuestra galaxia no debe ser diferente de las otras que vemos en el cielo con telescopios.
Fue Edwin Hubble en 1936 el primero que realizó una clasificación de galaxias en función de su morfología a partir de sus observaciones, que se conoce como secuencia de Hubble o diapasón de Hubble. En ella, Hubble distingue entre galaxias elípticas, lenticulares, espirales (con subclasificación entre espirales barradas, sin barra o intermedias) e irregulares. Aplicando el principio cosmológico, nuestra galaxia debe pertenecer a uno de estos tipos.
La siguiente consideración es más terrenal, por decirlo de alguna manera. Observando el cielo por las noches desde lugares despejados, se observa una franja de luz que cruza todo el firmamento. Es el llamado Camino de Santiago. Lo que observamos es la vista de nuestra galaxia vista desde dentro. Y observamos un plano, lo que sugiere una forma de galaxia no elipsoidal ni irregular. Además, se sabe que el grosor del plano es muy pequeño comparado con el tamaño de la galaxia, como si de un CD se tratase. Por tanto, nuestra galaxia es extremadamente fina, descartando también que fuese de tipo lenticular. Por otro lado, en la dirección de la constelación de Sagitario, podemos apreciar un ensanchamiento del plano, a modo de bulbo. Se trata del centro de nuestra galaxia, enmascarado por grandes cantidades de gas y polvo.
“Las velocidades de las estrellas en la Vía Láctea suele ser de miles de kilómetros por hora
Si esto no fuese suficiente, los astrónomos midieron las velocidades con las que se mueven las estrellas en nuestra galaxia y el resultado es que no se mueven aleatoriamente, sino que tienen las velocidades orbitales que se esperarían de una galaxia espiral. Además, según las observaciones, las estrellas se disponen formando sobre densidades en forma de brazos, similares a los observados en otras galaxias espirales.
Por último, estudios astrofísicos de la cantidad de gas y polvo presentes en nuestra galaxia son los característicos de una galaxia de tipo espiral.
Por tanto, estos argumentos llevaron a concluir que nuestra galaxia es una galaxia espiral que, además, posee una barra en su centro.
Simulación de la Vía Láctea desde fuera con estrellas recién nacidas señaladas con puntos rojos.”
Crédito: NASA.
Vía: Planetario de Madrid.
Así sabemos dónde estamos, que vivimos en un planeta que gira alrededor de una estrella situada en el borde de la Galaxia espiral a la que llamamos Vía Láctea, cuya posición ha sido determinada con respecto a varios cúmulos vecinos que, en conjunto, albergan a unas cuarenta mil galaxias extendidas a través de un billón de años-luz cúbicos de espacio.
También sabemos más o menos, cuando hemos entrado en escena, hace unos cinco mil millones de años que se formaron el Sol y los planetas de nuestro Sistema Solar , en un Universo en expansión que probablemente tiene una edad entre dos y cuatro veces mayor. Hemos determinado los mecanismos básicos de la evolución de la Tierra, hallado prueba también de evolución química a escala cósmica y hemos podido aprender suficiente física como para comprender e investigar la Naturaleza en una amplia gama de escalas desde los Quarks saltarines en el “mundo” microscópico hasta el vals de las galaxias.
El Tiempo inexorable nunca dejó de fluir y mientras eso pasaba, nuestra especie evolucionaba, aprendía al observar los cielos y cómo y por qué pasaban las cosas. Hay realizaciones humanas de las que, en verdad, podemos sentirnos orgullosos. Aquellos habitantes de Sumer y Babilonia, de Egipto o China y también de la India y otros pueblos que dejaron una gran herencia de saber a los Griegos que pusieron al mundo occidental en el camino de la ciencia, nuestra medición del pasado se ha profundizado desde unos pocos miles de años a más de diez mil millones de años, y la del espacio se ha extendido desde un cielo de techo bajo no mucho mayor que la distancia que nos separa de la Luna hasta el radio de más de diez mil millones de años-luz del universo observable.
Tenemos razones para esperar que nuestra época sea recordada (si por ventura queda alguien para recordarlo) por sus contribuciones al supremo tesoro intelectual de toda la Humanidad unida al contexto del Universo en su conjunto por unos conocimientos que, aunque no suficiente, sí son los necesarios para saber dónde estamos y, ahora, debemos buscar la respuesta a esa pregunta: ¿Hacia dónde vamos?
Claro que, el futuro es incierto
Como en la física, en el mundo y en nuestras vidas, también está presente el principio de incertidumbre y, de ninguna manera, podemos saber del mañana. Sin embargo, cuanto más sabemos del universo, tanto más claramente comprendemos lo poco que sabemos de él. La vastedad del Universo nos lleva a poder comprender algunas estructuras cósmicas y mecanismos que se producen y repiten como, el caso de la destrucción que nos lleva a la construcción. Es decir, una estrella masiva vieja explota y siembre el Caos y la destrucción en una extensa región del espacio, y, es precisamente ese hecho el que posibilita que, nuevas estrellas y nuevos mundos surgan a la vida. Sin embargo, la grandeza, la lejanía, esa inmensidad que se nos escapa a nuestra comprensión terrestre, nunca nos dejará comprender el universo en detalle y, siendo así, siempre tendremos secretos que desvelar y misterios que resolver.
Si añadimos a todo eso que, si poseyésemos un atlas de nuestra propia Galaxia y que dedicase una sola página a cada sistema estelar de la Vía Láctea (de modo que el Sol y sus planetas estuviesen comprimidos en una página), tal atlas tendría más de dies mil millones de volúmenes de diez mil páginas cada uno. Se necesitaría una biblioteca del tamaño de la de Harvard para alojar el Atlas, y solamente ojearlo al ritmo de una página por segundo nos llevaría más de diez mil años. Podemos añadir los detalles de la cartografía planetaria, la potencial biología extraterrestre, las sutilezas de los principios científicos involucrados y las dimensiones históricas del cambio, y se nos hará claro que nunca aprenderemos más que una diminuta fracción de la historia de nuestra Galaxia solamente, y hay cien mil millones de galaxias más.
Sabiendo todo todo esto, siendo consciente de que, realmente, es así, tendremos que convenir con el físico Lewis Thomas cuando dijo:
“El mayor de todos los logros de la ciencia del siglo XX ha sido el descubrimiento de la ignorancia humana”.
La ignorancia, como todo en el Universo, es relativa. Nuestra ignorancia, por supuesto, siempre ha estado con nosotros, y siempre seguirá estando, es una compañera con la que cargamos toda nuestra vida y que nos pesa. Algunos procuramos que pese lo menos posible para hacer más llevadero el viaje. Lo nuevo está en nuestras consciencias y de ellas, ha surgido nuestro despertar al comprender de sus abismales dimensiones, y es eso más que otro cosa, lo que señala la madurez de nuestra especie. El espacio puede tener un horizonte y el tiempo un final pero la aventura del aprendizaje siempre será interminable y eterno, quizá (no me he parado a pensarlo) pueda ser esa la única forma de eternidad que pueda existir.
La ciencia tiene límites
La dificultad de explicarlo todo no se debe a nuestra debilidad mental, sino a la estructura misma del universo. En los últimos siglos hemos descubierto que la trama del cosmos puede abordarse en varios niveles diferentes. Mientras no se descubre el siguiente nivel, lo que ocurre en el anterior no se puede explicar, sólo puede describirse. En consecuencia, para el último nivel que se conoce en cada momento nunca hay explicaciones, sólo puede haber descripciones.
La Ciencia es intrínsicamente abierta y exploratoria, y comete errores todos los días. En verdad, ese será siempre su destino, de acuerdo con la lógica esencial del segundo teorema de incompletitud de Kurt Gödel. El teorema demuestra que la plena validez de cualquier sistema, inclusive un sistema científico, no puede demostrarse dentro del sistema. Es decir, tiene que haber algo fuera del marco de cualquier teoría para poder comprobarla. La lección que podemos haber aprendido es que, no hay ni habrá nunca una descripción científica completa y comprensiva del universo cuya validez pueda demostrarse.
No es que pertenezcamos al Universo, formamos parte de él
Y, a todo esto, debemos alegrarnos de que así sea, de que no podamos comprender el Universo en toda su inmensa dimensión y diversidad. Nuestras mentes necesitan que así sea y, tendrán, de esa manera, el escenario perfecto para seguir creciendo a medida que busca todas esas respuestas que nos faltan y, lo bueno del caso es que, cada respuesta que encontramos, viene acompañada de un montón de nuevas preguntas y, de esa manera, esa historia interminable de nuestra aventura del saber…llegará hasta la eternidad de nuestro tiempo que, necesariamente, no tiene por que ser el tiempo del universo.
Un “mundo perdido” de nuevas especies podría existir bajo los hielos de la Antártida.
Las cuevas, excavadas por el vapor de volcanes activos, pueden llegar a estar hasta a 25 grados de temperatura, lo que aumenta las posibilidades de que todo un ecosistema de flora y fauna prospere bajo la superficie helada.
Las muestras fueron halladas en una cueva cerca del Monte Erebus, en la isla de Ross.
Bajo un denso manto de hielo, en las profundidades del continente antártico, podría haber plantas y animales viviendo el clima cálido de las cuevas subterráneas.
Todo un “mundo perdido” de animales y plantas desconocidos podría estar esperándonos en alguno de los vastos sistemas de cuevas subterráneas que hay justo debajo de los hielos perennes de la Antártida. La afirmación, que parece propia de una película de ciencia ficción, se basa en un estudio recién publicado en la revista Polar Biology.
La directora de la investigación, Ceridwen Fraser, de la Australian National University, sostiene que las cuevas, excavadas por el vapor de volcanes activos, pueden llegar a estar hasta a 25 grados de temperatura, lo que aumenta las posibilidades de que todo un ecosistema de flora y fauna esté prosperando bajo la superficie helada.
Grandes cuevas cálidas formadas por los volcanes crearon ecosistemas para la vida
El estudio se llevó a cabo en el Monte Erebus, un volcán activo situado en la isla de Ross y que cuenta con un extenso sistema de cuevas subterráneas, algunas de las cuales fueron visitadas por los investigadores.
Durante su estudio, los científicos analizaron muestras del suelo de algunas de esas cuevas y encontraron en ellas intrigantes muestras de ADN. Material genético procedente, en su mayor parte, de algas, musgos y algunos pequeños animales. Pero no todas las secuencias de ADN pudieron ser identificadas, lo que podría indicar la presencia de especies totalmente nuevas y desconocidas hasta ahora.
Quien sabe lo que nos podremos encontrar en esas regiones misteriosas de la Tierra
En palabras de la propia investigadora, “los resultados de este estudio nos dan una somera y tentadora idea de que podría haber algo vivo bajo los hielos de la Antártida, incluso podría tratarse de nuevas especies de animales y plantas. El siguiente paso es ir allí, echar un buen vistazo y ver si somos capaces de encontrar comunidades viviendo bajo los hielos”.
A pesar de las bajísimas temperaturas que reinan en el continente blanco, Fraser cree que el calor que emana de los volcanes podría convertir esas cuevas subterráneas en lugares muy hospitalarios, lo suficientemente calientes como “para pasear cómodamente en camiseta”, y además iluminados por la luz que se filtra a través del propio hielo.
Numerosas cuevas
En una exploración en la Antártida, investigadores descubrieron en unas cuevas cercanas al monte Erebus, un volcán activo, de la isla Ross, rastros de ADN desconocido.
Charles Lee, de la Universidad neozelandesa de Waikato, afirma por su parte que, además del Monte Erebus, existen muchos otros volcanes en la Antártida, por lo que los sistemas de cuevas subglaciales podrían ser bastante comunes.
“No sabemos aún cuántos de estos sistemas de cuevas pueden existir alrededor de los volcanes antárticos -asegura el investigador-, o lo interconectados que podrían estar estos sistemas subglaciales, ya que resultan muy difíciles de identificar y explorar”.
Según se afirma en el artículo de PolarBiology, hay más de 15 volcanes en la Antártida que están activos en la actualidad, o que muestran evidencias de haberlo estado muy recientemente. Y nuevos volcanes se descubren continuamente.
Nos podríamos llevar muchas sorpresas
Sin embargo, asegura Fraser, y a pesar de los recientes avances en la comprensión de la biodiversidad de la Antártida, “los científicos todavía saben muy poco acerca de la vida en sistemas de cuevas subglaciales del continente, que pueden albergar comunidades muy diversas y complejas”.
“Nuestros resultados -concluye la investigadora- destacan la importancia de investigar más y con mayor detalle estos sistemas de cuevas, a pesar de los desafíos y del esfuerzo que suponen los trabajos de campo en ese entorno. Un esfuerzo que vale la pena hacer para poder confirmar la presencia de seres vivos allí”.
Los habitantes de este mundo hemos, hemos conseguido construir un cuadro plausible del Universo, de la Naturaleza que tratamos de comprender. Hemos llegado a ser conscientes de que, en ella, en la Naturaleza, están todas las respuestas que buscamos y, nosotros mismos no hemos llegado a conocernos por ese mismo hecho de que formando parte de la Naturaleza, también somos parte del enigma que tratamos de desvelar.
Parece que ahora estamos entrando en la edad adulta, quiero significar que después de siglos y milenios de esporádicos esfuerzos, finalmente hemos llegado a comprender algunos de los hechos fundamentales del Universo, conocimiento que, presumiblemente, es un requisito de la más modesta pretensión de nuestra madurez cosmológica.
Sabemos, por ejemplo, dónde estamos, que vivimos en un planeta que gira alrededor de una estrella situada en el borde de la Galaxia espiral a la que llamamos Vía Láctea, cuya posición ha sido determinada con respecto a varios cúmulos vecinos que, en conjunto, albergan a unas cuarenta mil galaxias extendidas a través de un billón de años-luz cúbicos de espacio.
También sabemos más o menos, cuando hemos entrado en escena, hace unos cinco mil millones de años que se formaron el Sol y los planetas de nuestro Sistema Solar , en un Universo en expansión que probablemente tiene una edad entre dos y cuatro veces mayor. Hemos determinado los mecanismos básicos de la evolución de la Tierra, hallado prueba también de evolución química a escala cósmica y hemos podido aprender suficiente física como para comprender e investigar la Naturaleza en una amplia gama de escalas desde los Quarks saltarines en el “mundo” microscópico hasta el vals de las galaxias.
El Tiempo inexorable nunca dejó de fluir y mientras eso pasaba, nuestra especie evolucionaba, aprendía al observar los cielos y cómo y por qué pasaban las cosas. Hay realizaciones humanas de las que, en verdad, podemos sentirnos orgullosos. Aquellos habitantes de Sumer y Babilonia, de Egipto o China y también de la India y otros pueblos que dejaron una gran herencia de saber a los Griegos que pusieron al mundo occidental en el camino de la ciencia, nuestra medición del pasado se ha profundizado desde unos pocos miles de años a más de diez mil millones de años, y la del espacio se ha extendido desde un cielo de techo bajo no mucho mayor que la distancia que nos separa de la Luna hasta el radio de más de diez mil millones de años-luz del universo observable.
Estos dos genios señalaron el camino a seguir en el ámbito de lo muy pequeño y en el de lo muy grande
Tenemos razones para esperar que nuestra época sea recordada (si por ventura queda alguien para recordarlo) por sus contribuciones al supremo tesoro intelectual de toda la Humanidad unida al contexto del Universo en su conjunto por unos conocimientos que, aunque no suficiente, sí son los necesarios para saber dónde estamos y, ahora, debemos buscar la respuesta a esa pregunta: ¿Hacia dónde vamos?
Claro que, el futuro es incierto, no sabemos hacia dónde vamos
Como en la física, en el mundo y en nuestras vidas, también está presente el principio de incertidumbre y, de ninguna manera, podemos saber del mañana. Sin embargo, cuanto más sabemos del universo, tanto más claramente comprendemos lo poco que sabemos de él. La vastedad del Universo nos lleva a poder comprender algunas estructuras cósmicas y mecanismos que se producen y repiten como, el caso de la destrucción que nos lleva a la construcción. Es decir, una estrella masiva vieja explota y siembre el Caos y la destrucción en una extensa región del espacio, y, es precisamente ese hecho el que posibilita que, nuevas estrellas y nuevos mundos surgan a la vida. Sin embargo, la grandeza, la lejanía, esa inmensidad que se nos escapa a nuestra comprensión terrestre, nunca nos dejará comprender el universo en detalle y, siendo así, siempre tendremos secretos que desvelar y misterios que resolver.
Si añadimos a todo eso que, si poseyésemos un atlas de nuestra propia Galaxia y que dedicase una sola página a cada sistema estelar de la Vía Láctea (de modo que el Sol y sus planetas estuviesen comprimidos en una página), tal atlas tendría más de diez mil millones de volúmenes de diez mil páginas cada uno. Se necesitaría una biblioteca del tamaño de la de Harvard para alojar el Atlas, y solamente ojearlo al ritmo de una página por segundo nos llevaría más de diez mil años. Añádanse los detalles de la cartografía planetaria, la potencial biología extraterrestre, las sutilezas de los principios científicos involucrados y las dimensiones históricas del cambio, y se nos hará claro que nunca aprenderemos más que una diminuta fracción de la historia de nuestra Galaxia solamente, y hay cien mil millones de galaxias más.
Sabiendo todo todo esto, siendo consciente de que, realmente, es así, tendremos que convenir con el físico Lewis Thomas cuando dijo:
“El mayor de todos los logros de la ciencia del siglo XX ha sido el descubrimiento de la ignorancia humana”.
Sí, la ignorancia es la carga más pesada de la Humanidad
La ignorancia, como todo en el Universo, es relativa. Nuestra ignorancia, por supuesto, siempre ha estado con nosotros, y siempre seguirá estando, es una compañera con la que cargamos toda nuestra vida y que nos pesa. Algunos procuramos que pese lo menos posible para hacer más llevadero el viaje. Lo nuevo está en nuestras consciencias y de ellas, ha surgido nuestro despertar al comprender de sus abismales dimensiones, y es eso más que otro cosa, lo que señala la madurez de nuestra especie. El espacio puede tener un horizonte y el tiempo un final pero la aventura del aprendizaje siempre será interminable y eterno, quizá (no me he parado a pensarlo) pueda ser esa la única forma de eternidad que pueda existir.
No podemos comprend4erlo todo, y, cuando no sabemos… ‘Imaginamos!
La dificultad de explicarlo todo no se debe a nuestra debilidad mental, sino a la estructura misma del universo. En los últimos siglos hemos descubierto que la trama del cosmos puede abordarse en varios niveles diferentes. Mientras no se descubre el siguiente nivel, lo que ocurre en el anterior no se puede explicar, sólo puede describirse. En consecuencia, para el último nivel que se conoce en cada momento nunca hay explicaciones, sólo puede haber descripciones.
La Ciencia es intrínsicamente abierta y exploratoria, y comete errores todos los días. En verdad, ese será siempre su destino, de acuerdo con la lógica esencial del segundo teorema de incompletitud de Kurt Gödel. El teorema demuestra que la plena validez de cualquier sistema, inclusive un sistema científico, no puede demostrarse dentro del sistema. Es decir, tiene que haber algo fuera del marco de cualquier teoría para poder comprobarla. La lección que podemos haber aprendido es que, no hay ni habrá nunca una descripción científica completa y comprensiva del universo cuya validez pueda demostrarse.
No es que pertenezcamos al Universo, formamos parte de él
Y, a todo esto, debemos alegrarnos de que así sea, de que no podamos comprender el Universo en toda su inmensa dimensión y diversidad. Nuestras mentes necesitan que así sea y, tendrán, de esa manera, el escenario perfecto para seguir creciendo a medida que busca todas esas respuestas que nos faltan y, lo bueno del caso es que, cada respuesta que encontramos, viene acompañada de un montón de nuevas preguntas y, de esa manera, esa historia interminable de nuestra aventura del saber…llegará hasta la eternidad de nuestro tiempo que, necesariamente, no tiene por que ser el tiempo del universo.
Quisiera saber que es…
¡Qué es una Nebulosa? ¿Cómo se forma?
¡Que es una estrella supermasiva? ¿En qué se convierte cuando agota su combustible nuclear?
¿Qué es un Cuásar?
¿Qué es la materia cósmica?
¿Qué es la radiación de fondo cósmico?
¿Cuántas clases de estrellas pueden existir?
¿Cuánto puede pesar 1 cm3 del material de una estrella de Neutrones? ¿Será cierto que 1 cm3 podría pesar unos mil millones de toneladas? Y, ¿Cómo la materia se puede comprimir tanto? ¿En que clase de materia se ha convertido una Singularidad de Agujero Negro?
Y tantas cosas más que desconocemos, de las que destacaría la Vida, su presencia en el Universo, y, como pudo pasar que, tantos parámetros complejos vinieran a confluir para hacerlo posible.
“Quizá el volcán más famoso por la poderosa explosión de la erupción de 1883 que mató a decenas de miles de personas, la ceniza de su violenta erupción podría también haber alterado temporalmente el clima de la Tierra hace 1500 años.
En 1927, las erupciones causaron al pequeño Anak Krakatau a salir del mar, y la emergente isla volcánica continua creciendo a una velocidad media de 2 cm por día.
La última erupción del Anak Krakatau empezó en abril de 2008 y todavía continúa hoy.
Retratado arriba , el Anak Krakatau aparece en erupción desde Rakata , la principal isla del grupo Krakatoai.
Más arriba, algunas estrellas entre las que se encuentra el Gran Caroo son claramente visibles.
La imagen fue tomada a través de un árbol que recientemente había sido engullido por el mar.”
La unívoca asociación de los volcanes activos con las zonas de subducción de las grandes placas tectónicas permite localizar casi todas las erupciones recientes alrededor del océano Pacífico y, sobre todo, en América central, Sudamérica, Filipinas, Japón y Kamchatka. Una categoría menos común incluye los volcanes asociados a los puntos calientes, donde las placas tectónicas se ven atravesadas por flujos magmáticos procedentes del manto, a la cual pertenecen los volcanes de Hawái y África central.
LA ERUPCIÓN VOLCÁNICA DE THERA
“A mediados del Segundo Milenio a.C., se produjo en la isla cicládica de Thera (Santorini) una gran erupción volcánica que culminó con la explosión de la caldera, y que iría acompañada de un importante maremoto. La fecha aproximada en que se produjo tal suceso fue el 1627 a.C. Uno de los primeros arqueólogos que interpretó las características y consecuencias de la erupción de Thera fue el griego Spyridon Nikolaou Marinatos (1901-1974), que excavó allí el yacimiento de Akrotiri, excelentemente conservado. En su artículo “La destrucción volcánica de la Creta minoica” (Antiquity, 1939), Marinatos indica que la erupción acaecida en Thera pudo verse acompañada de movimientos sísmicos y lluvias de ceniza que habrían causado graves daños en buena parte de los centros minoicos. Además, un gran tsunami suscitado por el hundimiento de la bóveda del volcán habría destruido casi todos los barcos amarrados en las costas cretenses. Esta circunstancia permitiría a los micénicos del continente hacerse con el control de la conmocionada isla de Creta. Para extraer sus conclusiones, Marinatos tuvo sin duda en cuenta los efectos devastadores provocados en 1883 por la erupción volcánica del Krakatoa, en el archipiélago indonesio. Al ser la caldera de Thera varias veces mayor que la del Krakatoa, era fácil asignar a la erupción cicládica consecuencias que hubieran afectado a gran parte del Egeo. Tanto Chadwick como Treuil indican que la pretensión de identificar la erupción de Thera con la destrucción de los palacios cretenses supone forzar la cronología, pues al menos unos cincuenta años separaron ambos acontecimientos. Mientras que la erupción volcánica de Thera parece situarse a fines del Minoico Reciente IA, los destrozos constatados en Creta acaecieron en el Minoico Reciente IB. Las diferencias tipológicas entre las cerámicas que en Thera conocieron la catástrofe volcánica y las cerámicas que estaban entre las ruinas de los palacios cretenses intentaron ser soslayadas por Marinatos aludiendo a un retraso provincial de Thera con respecto a Creta, su punto de referencia culturalmente superior. Por muy tarde que se manifestaran en Creta las consecuencias de la erupción cicládica, medio siglo nos resulta una distancia temporal casi insalvable.”
Vesubio en Italia
Krakatoa en Indonesia
St. Helens en el Estado de Washington
Las erupciones históricas más conocidas son las Théra, en Grecia (alrededor del 1.500 a. C.), del Vesubio en Italia (79 a. C.) y del Krakatoa (1.883 d. C.) en Indonesia, y el del monte St. Helens en el estado de Washington en 1.980. Éste último caso es la erupción volcánica mejor estudiada hasta la fecha. Se conoce, no solamente el volumen de los depósitos expulsados (0’18 Km3) y de lava (0’5 Km3), sino también un detallado desglose de la energía relacionada con la erupción.