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La Humanidad, sus creencias, su complejidad

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en General    ~    Comentarios Comments (0)

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“Para liberarnos del amor excesivo a la vida,

de esperanzas y miedos,

damos las gracias brevemente

a cuales quieran que los dioses sean.

por que ningún hombre viva para siempre;

por que los hombres muertos nunca resuciten;

que incluso el río más fatigado

llegue siempre con seguridad al mar.”

Hay personajes de la Historia de la Humanidad que, con sus comportamientos y formas de vida, han marcado un camino a seguir para muchos y, ello, qué duda nos puede caber, también, de alguna manera, cambió el rumbo de la Humanidad.  Ya conocemos los pensamientos dejados por los clásicos: Sócrates, Platon, Tales, Aristóteles y tantos otros hasta que llegó Cristo.

También Mahoma, por méritos propios, tiene su lugar importante en esa Historia.

Mi creencia particular sobre religiones, es más la de una atento observador del comportamiento humano que, la de un creyente, y, estimo que, muchos se han apoyado sobre las ideas de hombres buenos pero, sin creer en ellas, para su propio beneficio o de los grupos a los que pertenecían. Sólo hay que echar un vistazo a la Historia.

Mis escritos, para quien los lea por vez primea, pueden parecer intentos de explorar los más diversos horizontes de la condición humana y sus logros, persiguiendo objetivos sin aparente conexión entre sí, y, a veces, incluso contradictorios.   Pero no es así, todo está siempre relacionado y tiene un objetivo bien definido: ofrecer datos de hechos ocurridos, divulgar el pensamiento y la ciencia, tratar de los distintos niveles del saber humano, y, en lo posible, emitir puntos de vista y ofrecer ideas que, de alguna manera, ayude a otros a conocer más cosas, a saber más, a entrar en otra realidad distinta a la de su vida cotidiana: la realidad del conocimiento del mundo, de la materia, del espacio-tiempo, del Universo y, en lo que sea posible, de nosotros mismos, porque, ¿Quiénes somos?

Distintos nombres, distintos lugares y épocas diferentes que, en definitiva, siempre nos cuentan lo mismo: la lucha de la Humanidad por conquistar los conocimientos y los hombres que lo hicieron posible que, no siempre, recorrieron un camino de rosas para conseguirlo (Galileo es un buen ejemplo).

Veamos una anécdota curiosa de los caminos que a veces hemos tomado para mostrar a los demás que estaban equivocados, o bien, para convencerlos de que su proceder no era el correcto: El último día del carnaval de Florencia de 1497 (y lo mismo ocurrió al año siguiente) apareció una construcción muy curiosa en medio de la Piazza Della Signoria, dominada por el Palazzo Vecchio. En la cima de esta extraña edificación había dos niveles en los que había dispuestos algunos cuadros; se trataba de cuadros de un tipo especial, ya que mostraban beldades y en particular beldades con nombres clásicos: Lucrecia, Cleopatra, Faustina, Bencina. El centro de la estructura estaba compuesto por varios tramos de escalera que formaban juntos una pirámide.  En el escalón más bajo se había colocado distintos disfraces, más caras y barbas postizas utilizadas en el carnaval. Sobre ellos se encontraban algunos libros (tanto textos impresos como manuscritos) de poetas latinos e italianos, entre ellos Boccacccio y Tetrarca.  Luego había varios utensilios de adorno femenino (espejos, velos, cosméticos, perfumes) y encima de ellos laúdes, arpas, barajas y piezas de ajedrez.

Cuando se prendió fuego a esta “hoguera de las vanidades”, los miembros de la Signoria, la Asamblea Política, contemplaron el acontecimiento desde los balcones de sus palacios.  Se tocó la música, se cantó y repicaron las campanas de la Iglesia.

A continuación, toda la gente se trasladó a la Piazzadi San Marco donde, para bailar, formaron tres círculos concéntricos.  Los monjes ocupaban el central, alternados con niños vestidos como ángeles; después venían otros eclesiásticos y por último los ciudadanos en general.

Todo esto se realizó para satisfacción del profeta dominico fray Girolamo Savonarola, de Ferrara.  “Agudo y carismático”, convencido de que  Dios le había enviado para propiciar la reforma espiritual de los italianos y de la del predicador, altísima posición “solo inferior a la de los ángeles”.  Buscaba regenerar la Iglesia a través de una serie de escenarios como el descrito, y en cada uno de ellos, destruía un mal.”

Los pensadores del Renacimiento creían que todo el Universo era un modelo de la idea divina y que el hombre era “un creador que venía después del creador divino”. Esta concepción era el concepto de belleza, una forma de armonía que reflejaba las intenciones de la divinidad.

Lo que era placentero para los ojos, el oído y la mente era bueno, moralmente valioso en sí mismo.  Más aún: revelaba parte del plan divino para la Humanidad, pues evidenciaba la relación de las partes con el todo.

Este ideal renacentista de belleza respaldaba la noción de que esta tenía dos funciones, noción aplicable a todas las disciplinas.  En un nivel, la arquitectura, las artes visuales, la música y los aspectos formales de las artes literarias y dramáticas informaban a la mente; en segundo nivel, la complacían mediante el decoro, el estilo y la simetría.  De esta forma se estableció una asociación entre belleza e ilustración.  También esto era lo que entonces significaba la sabiduría.

El fin perseguido era el deseo de universalidad personal, la consecución de conocimientos universales, la conjunción de disciplinas diferentes como ramas del todo, del saber profundo que abarcaba desde el núcleo las distintas esferas de los conocimientos universales, la conjunción de disciplinas diferentes como ramas del todo, del saber profundo que abarcaba desde el núcleo las distintas esferas del conocimiento como partes de ese todo.

El reconocimiento de la belleza se funda en los dones divinos del intelecto humano.  Durante el Renacimiento se escribieron unos cuarenta y tres tratados sobre la belleza.  La idea de hombre universal es una idea común a casi todos ellos.

Aquí os he dejado una muestra del pensamiento humano, de los caminos que a veces se han recorrido, los pensamientos de los hombres, y, como se explica en las estrofas del comienzo, nuestra especie tiene su destino marcado, las generaciones presentes, deben irse, dar paso a las nuevas que vendrán, así, de esa manera, podrémos ser “inmortales”, siempre habrá nuevas fuerzas y nuevas ideas para continuar el esfuerzo realizado por los que fueron que, de ninguna manera se perderá, sólo son tramos de la escalera del saber que se han ido subiendo.

Como el camino es largo y nada fácil, nos valemos de ese truco (unos mueren y otros vienen a ocupar su sitio), es la única manera de cumplir nuestro destino. Así hemos llegado a saber del Universo y del átomo, de lo que nos ocuparemos en otros comentarios futuros.

Saludos amigos.

emilio silvera

 


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