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Año Internacional de la Astronomía. En España AIA-IYA2009

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en AIA-IYA2009    ~    Comentarios Comments (0)

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Como cada día, en nuestra colaboración con el año Internacional de la Astronomía, dejamos hoy aquí, algunos datos y conceptos que servirán para acercar al pública en general, un poquito más a lo que es el Universo.

Una parte de la ciencia estudia la estructura y la evolución del Universo: La cosmología.

La cosmología observacional se ocupa de las propiedades físicas del Universo, como su composición física referida a la química, la velocidad de expansión y su densidad, además de la distribución de Galaxias y cúmulos de galaxias.  La cosmología física intenta comprender estas propiedades aplicando las leyes conocidas de la física y de la astrofísica.  La cosmología teórica construye modelos que dan una descripción matemática de las propiedades observadas del Universo basadas en esta comprensión física.

La cosmología también tiene aspectos filosóficos, o incluso teológicos, en el sentido de que trata de comprender por qué el Universo tiene las propiedades observadas.

La cosmología teórica se basa en la teoría de la relatividad general, la teoría de Einstein de la gravitación.  De todas las fuerzas de la naturaleza, la gravedad es la que tiene efectos más intensos a grandes escalas y domina el comportamiento del Universo en su conjunto.

El espacio-tiempo, la materia contenida en el Universo con la fuerza gravitatoria que genera y, nuestras mentes que tienen conocimientos de que todo esto sucede.

De manera que, nuestro consciente (sentimos, pensamos, queremos obrar con conocimiento de lo que hacemos), es el elemento racional de nuestra personalidad humana que controla y reprime los impulsos del inconsciente, para desarrollar la capacidad de adaptación al mundo exterior.

Al ser conscientes, entendemos y aplicamos nuestra razón natural para clasificar los conocimientos que adquirimos mediante la experiencia y el estudio que aplicamos a la realidad del mundo que nos rodea.

Claro que, no todos podemos percibir la realidad de la misma manera, las posibilidades existentes de que el conocimiento de esa realidad responda (responda) exactamente a lo que ésta es en sí, no parece fácil.

A todo esto, para mí, el conocimiento está inducido por el interés.  La falta y ausencia de interés aleja el conocimiento.  El interés puede ser de distinta índole: científico, social, artístico, filosófico, etc.  (La gama es tan amplia que existen conocimientos de todas las posibles vertientes o direcciones, hasta tal punto es así que, nunca nadie lo podrá saber todo sobre todo). Cada uno de nosotros puede elegir sobre los conocimientos que prefiere adquirir y la elección está adecuada a la conformación individual de la sensibilidad e inteligencia de cada cual.

Sin embargo, la tendencia que cada uno pueda tener, no debe influir en el hecho cierto de que, para que el mundo sea mejor, debemos tener, todos sin excepción, un conocimiento básico de lo que somos y del lugar en el que estamos, en definitiva, nuestro Universo.

Al comienzo mencionaba el cosmos y la gravedad junto con la consciencia y, en realidad, con más o menos acierto, de lo que estaba tratando era de hacer ver que todo ello, es la misma cosa.  Universo-Galaxia-Mente.  Nada es independiente en un sentido global, sino que son partes de un todo y están estrechamente relacionados.

Una Galaxia es simplemente una parte pequeña del Universo, nuestro planeta es, una mínima fracción infinitesimal de esa Galaxia, y, nosotros mismos, podríamos ser comparados (en relación a la inmensidad del cosmos) con una colonia de bacterias pensantes e inteligentes.  Sin embargo, todo forma parte de lo mismo y, aunque pueda dar la sensación engañosa de una cierta autonomía, en realidad todo está interconectado y el funcionamiento de unas cosas inciden directamente en las otras.

Pocas dudas pueden caber a estas alturas de que, el hecho de que podamos estar hablando de estas cuestiones, es un milagro en sí mismo.

Después de millones y millones de años de evolución, se formaron las conciencias primarias que surgieron en los animales con ciertas estructuras cerebrales de cierta (aunque limitadas) complejidad que, podían ser capaces de construir una escena mental, pero con capacidad semántica o simbólica muy limitada y careciendo de un verdadero lenguaje.

La conciencia de orden superior (que floreció en los humanos y presupone la coexistencia de una conciencia primaria) viene acompañada de un sentido de la propia identidad y de la capacidad explícita de construir en los estados de vigilia escenas pasadas y futuras.  Como mínimo, requiere una capacidad semántica y, en su forma más desarrollada, una capacidad lingüística.

Los procesos neuronales que subyacen en nuestro cerebro son en realidad desconocidos y, aunque son muchos los estudios y experimentos que se están realizando, su complejidad es tal que, de momento, los avances son muy limitados.  Estamos tratando de conocer la máquina más compleja y perfecta que existe en el Universo.

Si eso es así, resultará que después de todo, no somos tan insignificantes como en un principio podría parecer, y solo se trata da tiempo. En su momento y evolucionadas, nuestras mentes tendrán un nivel de conciencia que estará más allá de las percepciones físicas tan limitadas.  Para entonces, sí estaremos totalmente integrados y formando parte, como un todo, del Universo que ahora presentimos.

Estoy totalmente convencido de que, de alguna manera, nuestras mentes, están conectadas con el Cosmos del que formamos parte.  Estamos aquí y nos parece de lo más natural, nunca nos paramos a pensar en cómo fue eso posible, en cómo surgió el milagro.  A partir de la materia “inerte” evolucionada surgen entes pensantes y vivos, ¿ cómo es posible tal maravilla ? Hay que pensar (lo he referido en muchas ocasiones) que, el material del que estamos hecho (Nitrógeno, Carbono, etc), se fabricó en las estrellas a partir del elemento más simple, el Hidrógeno que, evolucionado a materiales más complejos llegaron hasta nuestro Sistema Solar primitivo en formación para formar parte del Planeta Tierra en el que, bajo ciertas condiciones atmosféricas y de radiación cósmica, dio lugar al nacimiento de aquella primera célula capaz de reproducirse que evolucionó hasta nosotros.

Estamos hecho de energía pura fabricada en las estrellas y nuestras mentes evolucionan formando parte de un Universo en constante expansión del que, sin que nos demos cuenta, recibimos continuos mensajes que nos mantiene conectados a esa fuerza invisible que nos hace pensar para descubrir su frente.

En algún momento breve, he tenido la sensación de tener en mi mente la solución a un pensamiento continuado sobre un problema científico que me preocupa y quisiera conocer.  La sensación de ese saber, de tener esa respuesta deseada, es fugaz, pasa con la misma rapidez que llegó.  Me deja inquieto y decepcionado, estaba a mi alcance y no se dejó atrapar.  Me ocurre con cierta frecuencia con distintos temas que me rondan por la cabeza.  Sin embargo, esa luz fugaz del saber aparece y se va sin dejar rastro en mi mente que me permita, a partir de una simple huella, llegar al fondo de la cuestión origen del fenómeno.

La mente humana es una maravilla.  Esas sensaciones que antes he mencionado, y, que en mí, llegan y se van sin dejar huellas, son las mismas que sintieron Galileo, kepler, Newton, Planck o Einstein, lo único diferente es que en ellas, la sensación no fue tan fugaz, se quedó el tiempo suficiente en sus mentes como para que pudieran digerir el mensaje y comunicar al mundo lo que les había transmitido.  Así, a fogonazos de luz del saber, avanza la Humanidad.

Nadie ha podido explicar nunca como llegan esos fogonazos de luz del conocimiento a unas pocas mentes elegidas.

Pero todo evoluciona con el tiempo que transcurre, todo va cambiando (nuestros conocimientos también).

Hace unos veinte millones de años, durante el Mioceno, la Tierra vivió unas condiciones climáticas paradisíacas.  Los casquetes polares, con una emplazamiento distinto del actual, apenas eran una pequeñas manchas de hielo; el nivel de los mares era mucho más elevado que en la actualidad, y la mayor parte de los lugares que ahora ocupan las ciudades y las playas en las que pasamos las vacaciones estaban cubiertos por los océanos.  El agua del mar era como la que hoy podemos encontrar en los trópicos.  El mundo de finales del Mioceno era, por lo tanto, un mundo muy diferente del nuestro: con distintos olores, con extraños sonidos y ni siquiera el cielo de hace veinte millones de años era parecido al que hoy podemos contemplar en una noche cualquiera.  Las constelaciones de estrellas eran de otras formas y mostraban configuraciones distintas de las que ahora están allá arriba.  Muchas de las estrellas que hoy admiramos en las noches de cielo despejado aún no habían aparecido y otras que entonces brillaban ya no existen.

Pongo este ejemplo de algo que conozco para mostrar los cambios irreversibles que se producen a medida que avanza la línea del tiempo.  Al igual que se produjeron en nuestro mundo, se producirán en nuestros conocimientos, nuestro nivel de conciencia también, de manera irreversible, evoluciona.  A medida que a nuestro cerebro llegan nuevos datos sobre cuestiones muy diversas, éste los va reciclando, ordenándolos, interrelacionándolos y finalmente clasificándoles de manera tal que, los tiene dispuestos para conectarlos a nuevos datos y nuevas informaciones que, por distintos medios, naturales o artificiales aparecen para sumarse a las que ya existen, y de esta forma, hemos ido avanzando, desde aquella materia “inerte” a la materia compleja y pensante que somos los seres vivos inteligentes.

Pero en el ejemplo que antes puse de hace veinte millones de años, nuestros antepasados más cercanos ni habían aparecido.  Más tarde, interminables selvas húmedas estaban pobladas por una vegetación exuberante, por plantas y árboles gigantescos, cuajadas de una interminable variedad de especies vegetales que embriagaban el aire caliente y húmedo con mil aromas.  Estamos hablablando del ritmo del Universo que, en su “tiempo” que muchísimo más largo que el nuestro, se van produciendo los cambios naturales movidos por esos hilos invisibles que irremisiblemente nos tienen atados e interconectados con el Universo al que pertenecemos.

Sin la fuerza de Gravedad, nuestras mentes serían diferentes (o no serían), estamos estrechamente conectados a las fuerzas que rigen el Cosmos y, precisamente, somos como somos, porque las fuerzas fundamentales de la Naturaleza, son como son y hacen posible la vida y la existencia de seres pensantes y evolucionados que son capaces de tener conciencia de SER, de hacer preguntas tales como: ¿de donde venimos? ¿Hacia donde vamos?

Vamos de manera irremisible a la búsqueda de nuestro destino: ¡Las estrellas!

Saludos para todos los amigos del Universo y amantes de la Astronomía, no olvideis que el Año 2009, ha sido nombrado su Año Internacional y, sin excepción, todos debemos participar en este evento de tan grandioso acontecimiento, nada más y nada menos que conmemorar lo que es y significa ¡EL UNIVERSO!

emilio silvera

En el corazón de la cordillera del Jura, justo en la frontera entre Francia y Suiza, el Centro Europeo de Investigaciones Nucleares (CERN), se está trabajando ya en el Acelerador de  partículas LHC,  esta maravilla que, cuando comiencen a surgir todos los resultados de esta faraónica obra científica (cuyo coste está ya en 40.000 millones de euros y se ha tardado 15 años en construirse), unos 10.000 investigadores de 500 instituciones académicas y empresas esperan descubrir nuevas claves sobre la naturaleza de la materia y los ladrillos fundamentales de las que se compone el Universo. Seguramente antes de final de año, tendremos ya alguna sorpresa, y, nuestra Civilización habrá dado otro paso importante en el descubrimiento del Universo que nos acoge.

El LHC producirá tantos datos que necesitarán una pila de CD de 20 km. de altura para almacenar tanta información generada por los experimentos y, una legión de físicos para estudiar resultados, será fascinante.

El trabajo que se lleva a cabo en el CERN constituye una contribución muy importante al conocimiento de la Humanidad para comprender el mundo que nos rodea.

La pregunta clave: ¿De qué se compone la materia de nuestro Universo? Y ¿cómo llegó a convertirse en lo que es?

Es increíble el logro de conocimiento y tecnología que el hombre tiene conquistado a principios del siglo XXI, este mismo artilugio al que llaman acelerador LHC, es la mejor prueba de ello: Por ejemplo, los sistemas criogénicos que deben mantener ese inimaginable frío de 271 grados bajo cero o los campos electromagnéticos que deben asegura que la aceleración de los haces de partículas las recorran los 27 km del anillo subterráneo a un 99’99% de la velocidad de la luz.

Si todo sale como está previsto y se cumplen todas las expectativas de los científicos, se calcula que cada segundo, un protón dará 11.245 vueltas al anillo del LHC.  Teniendo en cuenta que cada haz de estas partículas tendrá una duración de 10 horas, se estima que recorrerá un total de 10.000 millones de kilómetros (suficiente para llegar a Neptuno y volver).

La energía requerida por el haz de protones a viajar por el acelerador es el equivalente a un coche viajando a 1 .600 km/h por el carril rápido de una autopista imposible, o la cantidad de energía almacenada en los imanes superconductores que mantendrán la temperatura a-271° sería suficiente para derretir 50 toneladas de cobre.

El LHC está dividido en 8 sectores de 3’3 km cada uno, y, de momento, sólo se ha logrado el enfriamiento de uno de los sectores a la temperatura necesaria para llevar a cabo las colisiones que simularán, en miniatura, las condiciones del Big Bang.

El Bosón de Higgss, el tesoro más buscado, será el premio.  Una partícula que predice el modelo teórico actual de la Física, pero para el que hasta ahora no existe evidencia alguna.  Se supone que este “ladrillo” fundamental del cosmos (cuyo nombre proviene del físico escocés que propuso su existencia en 1.964, Meter Higgss) es crucial para comprender cómo la materia adquiere su masa.

La anterior reseña, aunque aparezca alejada del objeto que nos guía de dar a conocer el UNiverso, nada más lejos de la verdad, ya que, en los últimos años, la unión de los conocimientos de los Físicos con los de los Astrofísicos y Cosmólogos nos han dado muy buenos beneficios para el conocimiento del Universo.

He dicho muchas veces que nuestro origen está en las estrellas, el único sitio donde se podía fabricar el material del que estamos hechos, y, también me he cansado de decir que nuestro destino está en las estrellas, algún día, tendremos que dejar nuestro querido planeta Tierra para buscar acomodo en otros mundos más o menos lejanos.

En 1.957, el astrónomo alemán Wilhelm Gliese publicó un catálogo de estrellas cercanas al Sol.  La número 581 de su lista era un astro insignificante situado a unos 20 años-luz, con sólo un tercio de la masa solar y la centésima parte de su luminosidad.  Una enana roja más, probablemente el tipo de estrella más común en el Universo.

Medio siglo después, Gliese 581 ha saltado a la fama.  En 2.005, un equipó capitaneado por los veteranos cazadores del planetas: Michel Mayor y Didier Queloz, descubrió, casi pegado a la estrella, un planeta (Gliese 581b) de unas 15 masas terrestres.

Recientemente, el mismo grupo, ha refinado sus observaciones, que han revelado la presencia de dos compañeros del anterior: a 10 millones de kilómetros de la estrella orbita Gliese 581c, de sólo unas 5 veces la masa terrestre; y, a 37MKilómetros, Gliesed, que pesa como 8 Tierras.  Ambos son netamente mayores que nuestro planeta y menores que los gigantes de hielo (Urano y Neptuno, 14 y 17 masas terrestres).  En los últimos años, este tipo de planetas, inexistentes en el Sistema Solar, se han venido denominando supertierras.

Nuestro planeta, como sabéis, circula a la respetable distancia de 150 millones de kilómetros del Sol, 1 Unidad Astronómica, lo que permite apreciar lo cerca que están los nuevos planetas de la estrella madre.  Los tres serían bolas de fuego si orbitasen en torno a una estrella como la nuestra, pero las enanas rojas son hogueras suaves: sus descubridores han aventurado que Gliese 581c podría mantener agradables temperaturas, entre -3 y + °40° C.  Y la ecuación: Posibilidad de agua líquida en un planeta=a vida.

¿Existe atmósfera? Los cazadores son, naturalmente, más cantos.  La temperatura dependerá del tipo (o tipos) de superficie del planeta y de la abundancia y composición de sus nubes.  Los oscuros bosques y mares de la Tierra absorben hasta el 90% de la radiación solar, mientras que el hielo refleja el 80‰ Pero sobre todo es la composición de la atmósfera de un planeta, su riqueza en gases de invernadero, la que rige, mucho más que la estrella, su clima.  Así que, a falta de estos datos, este rango de temperatura es solo una especulación razonable.  En lo referente al agua y a la atmósfera, dadas las dimensiones de esos planetas parece un cálculo razonable y razonado.

Todo esto, el comentario, sólo es una muestra pequeña de la inquietud que tenemos en buscar sustitutos a la Tierra, en nuestro subsconciente, sabemos que, algún día, necesitaremos nueva casa.

Sin embargo, en este punto crucial de la exploración planetaria, el descubrimiento de supertierras en sistemas planetarios sin jovianos nos lleva a un panorama nuevo y vertiginoso: quizá los joviamos sean los elefantes del zoo planetario, que podría estar poblado sobre todo por animales más pequeños en números enormes.  Podrían existir incontables planetas-insectos.

Esos enormes planetas, tienen una enorme fuerza gravitatoria y, seres como nosotros, seríamos literalmene aplastados contra la superficie, allí solo pueden existir seres de peso ínfimo a los que la gravedad no les afecte apenas.

A 27 de Abril, han contabilizados 229 planetas fuera del Sistema Solar.  No tenemos amplios datos sobre ellos, pero sí podemos decir que, ahí fuera, existen cientos de miles de planetas que, al ser de distintas características, unos tendrán agua y atmósfera y las dimensiones idóneas para albergar la vida.  ¿Inteligente? Esa es otra historia que requeriría algunas de estas libretas para tratar en profundidad.  Sin embargo, pensemos:

Sólo en nuestra Galaxia existen 100.000 millones de estrellas. El Universo está poblado por cientos de miles de millones de Galaxias cuyo promedio es también de 100 mil millones de estrellas cada una.

En cada galaxia existen miles de miles de millones de soles con sus planetas, lo que supone una cantidad enorme de mundos.

¿Podemos pensar que de entre cientos y cientos de miles de millones de planetas, solo la Tierra alberga la vida inteligente? Parece algo pretencioso, ¿no te parece?

El Universo está lleno de vida que se aparece en mil formas diferentes, unas inteligentes y otras vegetativas, de distintas morfologías e incluso distintas en sus componentes básicos que, a diferencia de la nuestra, basada en el carbono, aquellas podrán tener u origen vital en el silicio o vaya usted a saber de qué componentes podrían estar formadas y si han dado origen a civilizaciones inteligentes que ni podemos imaginar.

No tenemos que asombrarnos de nada, nosotros mismos, de seguro asombraríamos a una raza inteligente que nos pudiera observar y viera que la patente n° 6.754.472, ha sido concedida a Microsoft y ampara los mecanismos o procedimientos para “transmitir datos y energía utilizando el cuerpo humano”.  Se trata, según aparece, de aprovechar la conductividad de la piel para conectar una serie de dispositivos electrónicos por todo el cuerpo.

Me viene a la mente una escena futurista en la cual, una raza avanzada, conecta un dispositivo metálico en la sien de un humano y, en una pantalla, aparecen las imágenes de sus recuerdos. Sí, pueden parecer exageraciones, pero a mí particularmente, me parecen escenas cotidianas de cualquier día del siglo XXIII.

 


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