“Imaginaos ahora este instante en que los murmullos se arrastran discretamente y las espesas tinieblas llenan el gran navío del Universo.”
Esas palabras de Chakesperare en Enrique V (acto IV, esc. 1), nos podría valer ahora a nosotros para extrapolarlas a este tiempo y haciendo un ejercicio de imaginación, convertir esas tinieblas en la “materia oscura imaginaria”, esa clase de materia que postulan los cosmólogos, que no podemos ver, que no emite radiación, que no sabemos de qué está hecha y, en realidad, tampoco sabemos donde está (sólo lo suponemos) pero, nos soluciona, de un plumazo, todos los problemas de la estructura del Universo. Esa clase de materia “invisible e indetectable” que sí emite, sin embargo, la fuerza gravitatoria y podría explicar el ritmo a grandes escalas que hemos podido observar en el comportamiento de nuestro universo y que antes de la llegada de la “materia oscura”, no sabíamos, a qué era debido… “¡ahora sí lo sabemos!”. Bueno, al menos, eso dicen algunos pero, lo tienen que demostrar.
Sabemos, por ejemplo que, en el centro de la Galaxia, en Sagitario A, reside un gran “monstruo” que tiene tres millones de masas solares y, en la imagen de arriba podemos ver a un grupo de estrellas que lo orbitan en un período de 15 años. Hemos hablado aquí de ese lugar, del Centro galáctico y, también de otras regiones que tienen inmensos Agujeros Negros que, al ser singularidades, hacen que el tiempo allí se distorsione y que el espacio adquiera una curvatura infinita. Sin embargo, la “materia oscura” no está compuesta por esos objetos exóticos y, según los cosmólogos, es otra cosa diferente, algo que no sabemos lo que es, algo que no podemos ver, algo que no tenemos ni idea de cómo se pudo formar ni de cuanto tiempo lleva aquí y de qué clase de partículas estará formada. La “materia oscura” es, en realidad, un auténtico misterio. Todos hablamos de ella pero…, ¡nadie sabe lo que es!
Hablar de la “materia oscura” es para mí como hacerlo de esos personajes y animales míticos que sólo están en la mente del autor que nos narra una historia en la que, pueden estar presentes los Unicornios y también los más extraños personajes y animales que sólo existen en las peores pesadillas de mundos inimaginables.
Con la Materia Oscura nos pasa como cuando un enfermo terminar recibe la noticia de que ha aparecido un medicamento milagroso que podría curar su mal. Allí ponen todas sus esperanzas. Puede parecer extraño que los cosmólogos pongan todas sus esperanzas en comprender el Universo centrándolo en una materia tan misteriosa como esa, pero eso es lo que está sucediendo en nuestros días.
Como nadie sabe lo que es (si es que sinalmente es), la escenifican de mil maneras
Como no sabemos como es, no la podemos ver, no conocemos de qué partículas puede estar formada, no emite radiación y, según dicen, sí genera Gravedad, la representamos de mil maneras y, todo, en torno a ella, son ideas hipotéticas que nos llevan a justificar el movimiento de las estrellas en las galaxias y de las galaxias en el Universo.
Y no es que se trate simplemente de agarrarse a un “clavo ardiendo”: aprovecharnos de la ignorancia de la naturaleza de la “materia oscura” (si realmente existe) para adjudicarle todas las propiedades que se requieran para resolver los problemas más inmediatos. ¿Qué falta hace conocer las propiedades de esta clase de materia para que nos resuelva, por ejemplo, el problema de la formación de las galaxias? Según la expansión de Hubble, las galaxias no tendrían que haberse formado, toda vez que la materia estaba “corriendo” y no hubiera tenido tiempo para formarlas. Sin embargo, algo tenía que estar allí presente que la “agarró” y la retuvo para que las galaxias se pudieran formar. ¿Sería la “materia oscura”? ¿Sería el Ylem, aquella sustancia cósmica de la que nos hablaron los griegos clásicos?
¿La masa perdida? Siempre huicimos lo mismo, cuando no sabemos… Conjeturas y teorías
Cuando nos encontramos con un problema desconocido del que ignoramos los motivos que lo producen, rápidamente construimos un modelo hipotético que lo resuelve y, nuestra ignorancia, queda a salvo y fuera de la vista de los demás. Según las leyes de la mecánica de Newton, la velocidad de una estrella a lo largo de su órbita depende de la masa de la galaxia contenida dentro de la órbita de la estrella. Sin embargo, la masa visible es mucho menor que lo esperado. ¿Dónde está la masa que falta?
De la misma manera, las galaxias en el Universo se agrupan en cúmulos y supercúmulos de galaxias que para mantenerse unidos necesitan una inmensa cantidad de materia que genere la fuerza de gravedad necesaria para conseguirlo. Sin embargo, esa masa requerida no se observa ¿Dónde está? ¿Cómo se comportan las galaxias como si estuviera allí pero no se deja ver?
¿Cómo podríamos detectar la presencia de la Materia Oscura? ¿Cuál será la naturaleza de la Materia Oscura? ¿Será posible que los objetos que constituyen la materia oscura del universo (si es que finalmente existe esa materia), estén formados por partículas que no hemos llegado a conocer por no emitir radiación y ser diferentes a los Quarks a los leptones que conforman los átomos de materia bariónica? A mí particularmente lo que más me llama la atención es que no teniendo ninguna de las propiedades que tiene la materia radiante, sí en cambio pueda emitir la fuerza gravitatoria que es, en definitiva, la que conviene en este caso para explicar lo inexplicable.
Decimos que es transparente, no sabemos realmente lo que es, de qué partículas estará conformada, no emite radiación, sí genera Gravedad, permes todo el Universo, es la responsable de la velocidad a que se mueven las galaxias.
Lo cierto es que andamos perdidos. Hay cosas en el vasto universo que no podemos explicar. La idea básica del papel de la materia oscura es fácil de entender. Como todos hemos llegado a saber, partimos de una dificultad primera que no hemos sabido resolver, nadie ha podido imaginar cómo evolucionó el universo, ya que tiene que ver con el hecho de que, si el cosmos entero está hecho de materia normal, la formación de galaxias no pudo haber empezado hasta muy avanzado el “juego”, después de que el universo se ha enfriado hasta el punto de que pueden existir átomos y la radiación se pueda desaparejar. Para entonces, la expansión de Hubble habría diseminado tanto la materia que la gravedad por sí sola no sería suficientemente fuerte para reunir cúmulos antes de que todo se escapara de su alcance.
¿Estaremos perdiendo el Norte? Ahora dicen que las galaxias modernas tienen más materia oscura que las primeras
¿Y si la materia oscura no importa? Para todo aquellos escépticos, un matemático italiano ha conseguido lo nunca antes visto. El hombre ha llegado a través de una serie de fórmulas complejas y con extraordinaria similitud, trazar las curvas de la rotación de las galaxias espirales sin necesidad de materia oscura. Dicho de otra forma, a través de sus cálculos, el matemático ha representado la fuerza que mantiene unidas a las galaxias sin la necesidad de materia oscura. El trabajo ha sido expuesto en contra y frente al razonamiento deductivo de toda la comunidad científica.
Hasta ahora todos los experimentos científicos tenían a la materia oscura como parte esencial del entendimiento de las galaxias, para explicar aquello que no vemos. Si contamos la cantidad de masa en las galaxias espirales como la nuestra y luego tomamos el modelo de su rotación, obtenemos una imagen muy diferente a la que empíricamente se observa. La cantidad de masa en el centro de las galaxias espirales es enorme pero las estrellas exteriores se mueven alrededor de los discos galácticos con tanta rapidez que deberían volar hacia el espacio interestelar.
Lo cierto es que, no todos están de acuerdo con la existencia de la materia oscura y creen que los fenómenos que observamos se deben a otros parámetros que nos son desconocidos, e, incluso, podría tratarse de alguna propiedad desconocida de la Fuerza de la Gravedad, o, ¿por qué no? podrían ser fluctuaciones del vacío que rasgan el espacio-tiempo y dejan entrar, en nuestro universo, esa fuerza misteriosa que incide directamente en el comportamiento de nuestras galaxias y estrellas…lo cierto es que, no sabemos, realmente lo que pueda ser el motor conductor de esa anomalía observada y, sin embargo, ahí estamos con “la materia oscura por aquí” “la materia oscura por allá” y, la representamos de mil maneras distintas para poder convencer, a los escépticos .
El colmo de los colmos está en noticias como esta:
“3 marzo 2012. Los astrónomos que usan datos del Telescopio Hubble de la NASA han observado lo que parece ser un grupo de materia oscura que es parte de restos de un naufragio entre los cúmulos masivos de galaxias. El resultado podría desafiar las teorías actuales sobre la materia oscura que predicen que las galaxias deberían estar ancladas a la sustancia invisible, incluso durante el choque de una colisión.” (¿ … ?).
Abell 520. Imaged January 2012. Credit: NASA
Abell 520 es una fusión gigante de cúmulos de galaxias situadas a 2,4 mil millones de años luz de distancia. La materia oscura no es visible, aunque su presencia y la distribución se encuentra indirectamente a través de sus efectos. La materia oscura puede actuar como una lupa, curvar la luz y causar la distorsión de las galaxias y cúmulos detrás de ella. Los astrónomos pueden usar este efecto, llamado lente gravitacional, para inferir la presencia de materia oscura en los cúmulos de galaxias masivas”.
¿”…han observado lo que parece ser un grupo de materia oscura que es parte de restos de un naufragio entre los cúmulos masivos de galaxias”? ¿Qué tontería es esa?
Imágenes como estas tratan de explicar lo que no tiene explicación y, “explican” a su conveniente manera lo que ahí se está viendo y que, no es, necesariamente, lo que la explicación que se nos da quiere dar a entender. Me recuerda a los astrónomos de la antigüedad, cuando miraban al cielo y explicaban los fenómenos observados que estaban relacionados con el futuro de su rey, o, si eran los sacerdotes del templo los que lo explicaban, aquellos fenómenos estaban siempre relacionados con su religión y creencias. Ahora, guardando las distancias, son los mismos astrónomos y sacerdotes los que nos hablan de la materia oscura.
Si realmente no saben lo que es, ni como es… ¿Como la podrían reconocer aunque la tuvieran ante sus narices?
Un grupo de astrónomos que utilizó telescopios de ESO anunció en abril una sorprendente falta de “materia oscura” en la galaxia dentro de la vecindad del Sistema Solar. Pero, me pregunto yo, si no sabemos como es la materia oscura, ¿de qué manera podemos detectar su falta o su presencia? Las contradicciones saltan a la vista cuando escuchamos lo que dicen diferentes grupos de astrónomos y cosmólogos que, estando a ciegas (como todos) en esa realidad que ignoran, echan mano de la materia oscura con desesperación.
Por otra parte, el galimatías que se está formando en torno a la materia oscura es descomunal. ¿Cuántos estudios se han realizado con resultados dispares? Unos dicen que la materia oscura “se observa alrededor de las Galaxias” y otros, por el contrario, vienen a decirnos que la falta de materia oscura en las galaxias es desconcertante. ¿En qué quedamos?
Así las cosas, tenemos que convenir en una realidad que nadie puede negar: La materia oscura (al menos de momento) es algo intangible, algo que ¡se ha pensado que pueda existir! a partir de las anomalías observadas en el comportamiento de las galaxias y que nadie sabe explicar a qué puede ser debido y, en esas estábamos cuando alguien, mencionó la “materia oscura” y, todos se lanzaron en tropel sobre ella…, ¡era la salvación!
El estudio se publica en la revista especializada Astronomy & Astrophysics. Un equipo científico, liderado por el investigador del IAC y de la Universidad de La Laguna Sébastien Comerón, ha descubierto que la galaxia NGC 1277 no tiene materia oscura.
De todos es bien conocido mi escepticismo hacia la dichosa “materia oscura” que, no niego que pueda existir pero, lo que siempre me ha chocado es que todos hablan de “ella” como si estuviera ahí, a la vista. La han convertido en algo familiar y cercano cuando…, ¡está tan lejos…! Incluso el Gravitón, del que todos hablan como una partícula hipotética, un Bosón mediador en la fuerza gravitatoria, tiene más sentido que la materia oscura. Todas las fuerzas tienen partículas mediadoras como los Gluones para la fuerza nuclear fuerte, las W+, W– y Zº para la fuerza débil, el fotón para el electromagnetismo y, el Gravitón para la fuerza de Gravedad que siendo la más débil de todas, no deja ver el cuanto de energía intercambiado en una interacción gravitacional.
¿La materia oscura? Sí, es la prueba palpable de nuestra ignorancia, de lo que decimos que sabemos pero que, en realidad desconocemos. Cuando alguien tuvo la idea de su existencia, todos fueron en tropel y se agarraron a la idea como el que se ahoga al clavo ardiendo, era la solución para explicar el comportamiento de las estrellas y galaxias que se movían con mucha más rápido que ha harían teniendo en cuenta la materia bariónica o luminosa que podemos ver. Así, resulta que la “materia oscura” es como la alfombra bajo la cual barremos nuestra inmensa ignorancia.
Setas, gatos, el espacio exterior… Todo lo que nos rodea tiene aún mucho que explicar. Y en ello están los investigadores.
Noticia de Prensa en El Español
El físico William Thomson, conocido como lord Kelvin, afirmó en un discurso pronunciado en 1900 ante la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia que “no hay nada nuevo que descubrir en la física: todo lo que queda son medidas cada vez más precisas“. Aquella afirmación se realizó en un contexto que, heredero de la Ilustración, todavía mantenía una fe ciega en la ciencia, y el progreso se basaba en la creencia de que la razón y las evidencias empíricas eran más que suficientes para desentrañar todos los misterios que rodean nuestra existencia.
Hoy seguimos encontrando sucesos sobre los que los científicos no pueden explicarnos el porqué. Algunos de ellos son fenómenos asombrosos, como la aparición de formas humanas en fotografías; otros, en cambio, se relacionan con actos que hacemos cada día, como bostezar. Aquí presentamos un recopilatorio.
El ronroneo de los gatos
Si te gusta rascar a un gato, ¿alguna vez te has preguntado a qué viene su ronroneo?
De todos es conocida la docilidad que muestran los gatos cuando se les acaricia el cuello o detrás de las orejas. Esa imagen fiera de león en miniatura se desvanece y deja paso a una especie de peluche que se acurruca para disfrutar. Un fenómeno que acompaña esta acción es el ronroneo, un sonido que indica que el gato está viviendo una especie de catarsis. A pesar de lo familiar que resulta, la realidad es que los científicos no se ponen de acuerdo sobre a qué se debe este peculiar sonido. Para algunos es una forma de mostrar felicidad; para otros, quitarse el estrés. Las explicaciones posibles son varias, pero todavía no se ha dado con una que sea cien por cien compartida.
Las causas de la desaparición de los dinosaurios
Durante casi 150 millones de años, los dinosaurios fueron los vertebrados terrestres que dominaron el planeta, entre el Triásico y el Cretácico. Sin embargo, desaparecieron dejando un montón de huesos, pisadas enormes y algunos descendientes con una imagen mucho menos feroz.
Los paleontólogos no se ponen de acuerdo sobre la causa de su extinción. Hay quien aboga por culpar a alguno de los muchos meteoritos que por aquella época caían sobre la tierra; otros prefieren responsabilizar a las erupciones volcánicas que contaminaron la atmósfera, y un tercer grupo se inclina por el cambio climático y la disminución de los alimentos disponibles. Una hipótesis reciente afirma que su desaparición se debió a que sus huevos debían ser incubados durante mucho tiempo, lo que, en ausencia de otros alimentos, los convertía en un buen objetivo de los depredadores.
Qué son los sueños
Los científicos siguen investigando las razones de los sueños
Hay muchas cosas que compartimos todos los seres humanos. Una de ellas, tan cotidiana como misteriosa, es la capacidad de soñar. A pesar de que dormimos un tercio de nuestras vidas, solo soñamos unos pocos minutos. Cuando dormimos, solo deja de funcionar una parte de nuestro cerebro: su centro lógico. Por eso, los sueños suelen adquirir matices surrealistas.
Por tanto, parece que conocemos el proceso del sueño y qué partes de nuestro organismo se ven involucradas. Pero lo que no podemos asegurar es el motivo por el que soñamos. Algunas hipótesis defienden que es un intento del cerebro de solucionar algún problema. Otras, que es una representación simbólica de algo que tenemos en la mente, ya sea una preocupación, una alegría o un motivo de tristeza. En cualquier caso, lo único que tenemos claro es que los sueños, sueños son.
La existencia y las características de la materia oscura son fuente de dudas para los expertos en, valga la redundancia, esta materia, especialmente los cosmólogos. Su existencia es bien conocida desde hace al menos casi un siglo. Sin embargo, nadie parece encontrar una respuesta a la pregunta sobre cuál es su origen y qué moléculas la componen.
Jan Oorts se dio cuenta en 1932 de su existencia, al observar que no había suficiente materia conocida en el universo para evitar que las estrellas salieran disparadas. A esa ausencia de materia la llamó materia negra y afirmó que debía haber cinco veces más materia oscura que materia visible. El problema es que no se ve, lo que es una dificultad añadida para analizarla. Sobre su composición, una hipótesis es que está compuesta de neutrinos, partículas elementales minúsculas con muy poca masa y sin carga eléctrica, que se originan a partir de las reacciones termonucleares de las estrellas.
Grupos sanguíneos: ¿un rasgo evolutivo?
Los seres humanos tenemos sangre. Es una obviedad, pero lo que no resulta tan claro es que no todos tenemos la misma tipología de sangre. En 1901, Karl Landsteiner, premio Nobel de Medicina en 1930, descubrió que los humanos tienen diferentes grupos sanguíneos, con sus propias características. El sistema de clasificación ABO es el más extendido y se basa en los antígenos que posee (A, B, AB o O). Cuando se realiza una transfusión de sangre este factor debe contemplarse, dado que de ello depende que exista compatibilidad.
En cualquier caso, no se conoce con certeza el motivo de este fenómeno, aunque algunos estudios insinúan que puede deberse a factores genéticos o al proceso evolutivo que ha generado diversidad para proteger mejor la continuidad de la especie.
¿Por qué bostezamos?
Antes de dormir, al levantarnos o durante el día, bostezar es algo muy común. A pesar de todo, los científicos todavía no están seguros de por qué.
Un reciente estudio sugiere que bostezar es un comportamiento termorregulador que enfría el cerebro, aunque no se puede afirmar cuál es su verdadera función. Por otra parte, tampoco han podido establecer el motivo por el que es contagioso entre los animales sociales, como los humanos. Otro estudio de 2005 afirmó que las redes cerebrales responsables de la empatía y las habilidades sociales se activan cuando ves a alguien bostezar.
El Machu Picchu: un enclave misterioso
Este poblado data de antes del siglo XV y se construyó sobre una cadena montañosa a 2430 metros sobre el nivel del mar. Se le considera una obra maestra de la ingeniería y la arquitectura. A pesar de ser uno de los yacimientos arqueológicos más famosos del mundo, es difícil saber qué llevó a los incas a construir una ciudad en una lugar tan escarpado e inaccesible.
Las hipótesis son variadas, aunque la que tiene un mayor apoyo por parte de la comunidad científica apunta a que era un lugar sagrado, en el que los habitantes rendían culto a los dioses. Otros creen que, además, cumplía las funciones propias de un observatorio astronómico.
Las luciérnagas sincronizadas de Great Smoky
Luciérnagas de Great Smoky Smoky Mountains
La ciencia puede explicar sin problema alguno el proceso por el cual las luciérnagas emiten luz. Estos escarabajos con alas la generan en su abdomen, gracias a la combinación de la luciferina química, la enzima luciferasa y los iones de magnesio y oxígeno. La luz sirve para que los machos atraigan a las hembras, por lo que compiten para lograr el objetivo. Normalmente, cada individuo actúa de forma individual, sin tener en cuenta qué hacen sus adversarios.
Sin embargo, en los montes de Great Smoky (Tennessee, Estados Unidos), ocurre algo para lo que los científicos todavía no han encontrado ninguna explicación. Las luciérnagas macho actúan de forma coordinada para evitar el caos y que las hembras puedan detectar al macho adecuado. Al hacerlo de este modo, se crea un espectáculo único que se ha convertido en un importante reclamo turístico.
Un hongo texano y japonés
Chorioactis geaster Wikipedia
El Chorioactis geaster es una especie de hongo que tiene la peculiaridad de encontrarse solo en dos lugares del planeta: Texas y Japón. Los dos lugares están en la misma latitud, pero los micólogos no han podido averiguar por qué estos hongos crecen solo en estos dos puntos. Un estudio de 2004 sugirió que las poblaciones se separaron en dos linajes.
Ondas espaciales desconocidas
Cada segundo recibimos en nuestro planeta señales ininteligibles que no hemos sido capaces de reconocer ni de saber de dónde vienen. Se les ha denominado “estallidos rápido de radio” y son breves y brillantes emisiones de luz de tal intensidad que liberan suficiente energía para alimentar 500 millones de soles. Aunque hasta el momento solo se han reconocido e identificado 30 de ellos, se producen de forma muy frecuente, varias veces en el plazo de un minuto.
FRB 121102 es una de las que se conocen mejor. Su origen se encuentra lejos de nuestra galaxia, y curiosamente es la única que ha aparecido más de una vez desde la misma ubicación. Los científicos suponen que se relaciona con una joven estrella de neutrones, uno de los objetos más densos del universo. Sin embargo, son muchas las incógnitas que rodean este fenómeno y sobre las que que no se tiene una explicación concluyente.
Hallan montañas y llanuras a 660 kilómetros de profundidad bajo la corteza terrestre
Un equipo de geólogos ha detectado una capa en medio del manto terrestre, hasta ahora desconocida, cuyas características recuerdan mucho a las de la superficie del planeta
Lo aprendemos en la escuela: la Tierra está dividida en tres capas, que son la corteza, el manto y el núcleo, que a su vez se divide en núcleo interno y externo. Un esquema básico y acertado, pero que sin embargo deja fuera otras capas más sutiles que los científicos están empezando ahora a identificar en el interior profundo de nuestro planeta.
Un buen ejemplo es el estudio publicado esta misma semana en Science, en el que los geofísicos Jessica Irving y Wenbo Wu, de la Universidad de Princeton, en colaboración con Sidao Ni, del Instituto de Geodesia y Geofísica de China, lograron utilizar las ondas sísmicas de un gran terremoto en Bolivia para localizar, a 660 kilómetros de profundidad, una nueva «capa» que les ha dejado boquiabiertos: una cadena montañosa, muy similar a las que hay en la superficie. La nueva «capa» se encuentra, además, justo en el límite que separa el manto superior del inferior. Hasta ahora, y a falta de un nombre mejor, los científicos simplemente lo han llamado «el límite de 660 kilómetros».
Ya nos adelantó Julio Verne algunas de las maravillas que podríamos encontrar en el centro del planeta
Para poder observar lo que sucede a tanta profundidad, los investigadores utilizaron las ondas más potentes que existen en nuestro planeta, las ondas sísmicas que generan los terremotos masivos. En palabras de Jessica Irving, «si quieres sacudir todo el planeta, necesitas un terremoto grande y profundo».
La energía generada por un terremoto aumenta 30 veces por cada escalón que subimos en la escala de Richter. Y los terremotos más profundos, continúa Irving, «en lugar de desperdiciar toda esa energía en la corteza, pueden hacer que todo el manto siga funcionando».
«Viaje» a las profundidades
Ondas de choque bajo las profundidades de los hielos
Según la investigadora, la mejor información se obtiene de los terremotos de magnitud 7 o superior, ya que las ondas de choque que lanzan en todas direcciones pueden incluso atravesar el núcleo terrestre y llegar hasta el otro lado del planeta. Para este estudio en concreto, los datos clave se obtuvieron de las ondas captadas después de un terremoto de magnitud 8,2, el segundo más potente jamás registrado, que sacudió a Bolivia en 1994.
«Los terremotos tan grandes no aparecen muy a menudo -dice Irving-. y ahora tenemos la suerte de tener muchos más sismógrafos que hace 20 años. Entre esos instrumentos y los recursos computacionales, la sismología es hoy un campo totalmente diferente a como era hace dos décadas». En este caso concreto, los investigadores utilizaron el grupo de supercomputadoras Tiger de la Universidad de Princeton para simular el complejo comportamiento de las ondas sísmicas dispersas en las profundidades de la Tierra.
La tecnología aplicada para este análisis depende casi por completo de una única propiedad de las ondas: su capacidad para doblarse y rebotar. Así, del mismo modo en que las ondas de luz pueden rebotar (reflejarse) en un espejo o doblarse (refractarse) cuando pasan a través de un prisma, las ondas sísmicas viajan directamente a través de rocas homogéneas, pero se reflejan o refractan cuando se encuentran con algún límite o rugosidad.
Expediciones al centro de la tierra ocultadas por los gobiernos
«Sabemos que casi todos los objetos tienen asperezas en la superficie y, por lo tanto, dispersan la luz -afirma por su parte Wenbo Wu, autor principal del artículo-. Y esa es la razón por la que podemos ver esos objetos: las ondas de dispersión llevan la información sobre la rugosidad con la que han interactuado. En este estudio, investigamos ondas sísmicas dispersas que viajan dentro de la Tierra para estudiar la rugosidad del límite de 660 kilómetros».
Rugosidad imprevista
Rugosidades y deformaciones en el interior de la Tierra formada por las placas tectónicas
Los geólogos quedaron sorprendidos por la «rugosidad» de esa nueva capa, que era incluso más acentuada que la que podemos observar en la capa superficial (la corteza terrestre) sobre la que todos vivimos. «En otras palabras -explica Wu- en el límite de 660 kilómetros está presente una topografía más fuerte que la de las Montañas Rocosas o los Apalaches».
El modelo estadístico elaborado por los científicos no permitió determinar con precisión las alturas de estas montañas, pero en su artículo aseguran que podrían ser más grandes y altas que cualquier otra en la superficie de la Tierra.
Si de alguna manera pudiéramos viajar al centro de la Tierra, las sorpresas serían muchas
La rugosidad, además, no estaba uniformemente distribuida. Lo cual significa que igual que la superficie de la corteza tiene fondos oceánicos lisos y montañas masivas, el límite de 660 kilómetros cuenta con áreas elevadas y superficies llanas. Para comparar, los investigadores también examinaron una capa a 410 kilómetros de profundidad, en la parte superior de la «zona de transición» del manto medio, pero no encontraron nada parecido.
En otras palabras, El equipo de Wu ha descubierto que las capas profundas de la Tierra son igual de complejas y variables de las que observamos en superficie. Por eso, la presencia de esas «rugosidades» a 660 kilómetros de profundidad tiene importantes implicaciones para comprender «cómo funciona» el planeta en que vivimos. Esta nueva capa divide el manto, que constituye cerca del 84 por ciento del volumen total de la Tierra, en sus secciones superior e inferior.
¿Existe un límite en el manto?
El asombro se apoderaría de nosotros al ver las maravillas que allí están presentes
Durante años, los geólogos habían estado debatiendo sobre la existencia o no de ese límite. Algunas evidencias geoquímicas y mineralógicas sugieren que el manto superior e inferior son químicamente diferentes, lo que apoya la idea de que las dos secciones no se mezclan térmica o físicamente. Otros, sin embargo, sugieren que esas diferencias no existen, y que todo el manto es homogéneo y sin partes diferenciadas o separadas.
«Nuestros hallazgos -asegura Wu- proporcionan datos concretos sobre esta cuestión». Los datos obtenidos, en efecto, sugieren que los defensores de esas dos ideas contrapuestas podrían estar, parcialmente, en lo cierto. De forma que las áreas más «suaves» del límite de 660 kilómetros podrían deberse a una mezcla más completa, mientras que las áreas montañosas y más ecarpadas podrían haberse formado en los lugares en los que el manto superior e inferior no consiguen mezclarse tan bien.
Ya hemos sido testigos de lo que puede esculpir los “cenceles” de la Naturaleza
Pero, ¿qué podría causar diferencias químicas tan significativas en el manto? La respuesta más plausible es que esas diferencas procedan de la introducción de rocas que antes pertenecían a la corteza, y que ahora descansan tranquilamente en las profundidades de la Tierra. Los científicos se han preguntado durante mucho tiempo por el destino de las losas del lecho marino que son empujadas hacia el manto en las zonas de subducción, algo que sucede en todo el Océano Pacífico y en otras partes del mundo. Wu e Irving sugieren que los restos de estas losas ahora pueden estar justo por encima, o justo por debajo, del límite de 660 kilómetros.
Puede que nuestra imaginación no sea suficiente para “dibujar” las imágenes que en esos extraños lugares podríamos encontrar.
«Lo que resulta emocionante de estos resultados -concluye Irving- es que nos brindan nueva información para comprender el destino de las antiguas placas tectónicas que han descendido al manto, y dónde el material del manto antiguo aún podría residir. La sismología se hace más emocionante cuando nos permite comprender mejor el interior de nuestro planeta, tanto en el espacio como en el tiempo», ha concluido Irving.
Los grandes accidentes de la superficie terrestre (el fondo marino, los continentes y sus cordilleras) han sido generados por el imparable movimiento de los rígidos bloques de la litosfera. Las grandes placas oceánicas divergen en las crestas dorsales oceánicas, donde surge el magma creando nueva corteza basáltica, que se desliza a lo largo de fallas hasta que finalmente chocan con los bordes continentales donde se hunden en profundas fosas, zonas de subducción, para ser recicladas en el manto. Aunque el recorrido entre la dorsal y la fosa se completa en 107 años, algunas zonas continentales permanecen muy estables, estando cubiertas por rocas cuya edad es casi veinte veces la edad de las más antiguas cortezas marinas, que a su vez, datan de unos doscientos millones de años.
Dondequiera que choquen las relativamente rápidas placas tectónicas oceánicas con las enormes placas continentales, se forman cadenas montañosas en continua elevación. Los ejemplos más espectaculares se subducción y formación montañosa son, respectivamente, la placa del Pacífico sumergiéndose en las profundas fosas del Asia oriental, y el Himalaya, que se eleva por el choque de las placas índica y euroasiática.
En otras zonas de la litosfera, la afloración de rocas calientes del mando debilita inicialmente y agrietan posteriormente la corteza continental, hasta que finalmente, formando nueva corteza oceánica, separan los continentes. Ejemplos de diversos estadios de este proceso son el Mar Rojo, el golfo de Adén y las fracturas del Valle del Rift, en el este de África.
“El Gran Valle del Rift es una gran fractura geológica cuya extensión total es de 4830 kilómetros en dirección norte-sur. Aunque generalmente se habla de este valle para referirse sólo a su parte africana, desde Yibuti a Mozambique, lo cierto es que el mar Rojo y el valle del río Jordán también forman parte de él. Comenzó a formarse en el sureste de África (donde es más ancho) hace unos 30 millones de años y sigue creciendo en la actualidad, tanto en anchura como en longitud, expansión que con el tiempo se convertirá en una cuenca oceánica (de hecho, ya lo es en la zona del mar Rojo gracias a su comunicación con el océano Índico). Los constantes temblores de tierra y emersiones de lava contribuyen a este crecimiento y, de seguir a este ritmo, el fondo del valle quedará inundado por las aguas marinas de forma total dentro de 10 millones de años.[cita requerida] Con ello, la placa somalí se habrá desgajado de la placa africana formando un subcontinente distinto que procederá a separarse más aún de África y el valle formará un nuevo mar.”
Este proceso de separación continental parece ser bastante regular. Se observan periodos de formación montañosa por compresión en el intervalo de cuatrocientos a quinientos millones de años, a los que sigue, unos cien millones de años más tarde, un resurgir de la rotura. Esta secuencia se repite en un ciclo supercontinental en el que se alterna la separación de grandes zonas continentales con su agrupamiento.
Las plumas de magma que perforan la litosfera también crean focos calientes duraderos que están asociados a los volcanes. Las islas Hawai y la cadena de montañas oceánicas que se extienden desde ellas hasta Kamchatka constituyen la manifestación más espectacular de focos calientes que surgen en medio de la veloz placa del Pacífico, entre los que actualmente se encuentran los ríos continuos de lava del volcán Kilauea y la lenta creación de la futura isla hawaiana de Loihi.
Las enormes plumas de magma que afloran desde las capas profundas del mano han dado origen a grandes superficies de lava, la mayor de las cuales es la meseta oceánica de Ontong Java, que cubre dos millones de kilómetros cuadrados, y la meseta del Decán y la siberiana, que son las mayores formaciones basálticas continentales. La generación de estas extensas formaciones afecta de manera importante a la composición de la atmósfera debido a las grandes emisiones de CO2 y SO2 que las acompañan, y que causan elevaciones de la temperatura troposférica y lluvias ácidas, con los consiguientes efectos cruciales en la biota.
Los procesos energéticos de la geotectónica terrestre son complejos. Incluso resulta todavía incierta la contribución relativa de las fuerzas involucradas en el movimiento de las placas tectónicas. Las dos fuerzas más importantes están asociadas a la convección del material caliente del manto y al hundimiento de las zonas frías, con flotabilidad negativa, de la litosfera oceánica en las zonas de subducción. Este último proceso es debido a diferencias de densidad, máxima a una profundidad de doscientos o trescientos kilómetros, que generan un momento de fuerzas en el manto viscoso responsable de la principal fuerza convectiva.
Las velocidades de las placas, al ser estudiadas, se observa que las que cuentan con una mayor proporción de sus bordes en zonas de subducción se mueven a velocidades de 60 a 90 kilómetros por millón de años, mientras que la velocidad de las placas en las que no hay hundimiento de bloques es inferior a 40 kilómetros por millón de años.
Sin embargo, la contribución de la emisión de material del manto no es despreciable, ya que la considerable energía potencial gravitatoria de extensas zonas de rocas calientes hace que se genere nueva corteza marina en las dorsales oceánicas con una velocidad que es, al menos, tres veces superior a la velocidad con que se genera en los planos abisales.
La combinación de ese “tirar” a lo largo de las zonas de subducción y de “empujar” en las dorsales da lugar a velocidades, para las placas más rápidas, de aproximadamente 20 cm/año durante cortos periodos de tiempo. Entre estas placas que se mueven rápidamente se encuentran no sólo los pequeños bloques como Nazca y Cocos, sino también la enorme placa del Pacífico, lo cual indica que la fuerza de arrastre del manto, proporcional al área y a la velocidad, debe ser relativamente pequeña.
La mayor parte del flujo de calor que se ha medido en la Tierra debe atribuirse a la formación de nueva litosfera oceánica.
Los terremotos
La inmensa mayoría de los terremotos se originan en los procesos geotectónicos a gran escala que crean, hacen chocar y hunden en las zonas de subducción, las placas oceánicas. No menos del 95 por ciento de todos los terremotos se concentran a lo largo de los bordes de las placas y cerca de nueve décimas partes de éstos se localizan en el cinturón Circum-Pacífico, donde las placas, que son relativamente rápidas, están colisionando o deslizándose contra las placas continentales más pesadas. La mayor parte del resto de terremotos están asociados a los puntos calientes, generalmente señalados por volcanes en actividad.
En conjunto, los terremotos representan una fracción muy pequeña de la energía liberada por los procesos tectónicos de la Tierra. Desde 1.900, en los mayores terremotos se han liberado anualmente una energía media cercana a los 450 PJ, que no supone más del 0’03 por ciento del flujo total de calor terrestre. La liberación anual de energía sísmica de todos los terremotos que se han medido alcanza unos 300 GW, que sumada a la energía de esfuerzo invertida en deformaciones irreversibles y al calor generado por fricción a lo largo de las fallas, daría un total próximo a 1 TW, lo cual representa solamente un 2’5 por ciento del flujo de calor global.
Pero este recuento total nos dice poco de la liberación de energía y de la potencia de un solo terremoto. Aunque la mayoría son tan débiles que pasan desapercibidos para las personas, cada año se producen terremotos terriblemente destructivos, que durante el siglo XX han causado más víctimas mortales que las inundaciones, ciclones y erupciones volcánicas juntas.
La energía de estos terremotos se puede calcular a partir de la energía cinética de las ondas sísmicas generadas por la energía liberada en el esfuerzo de la deformación del suelo, pero rara vez se realizan estos cálculos directamente. Lo más frecuente es deducir la energía del terremoto a partir de la medida de su magnitud o de su momento. La medida típica de la magnitud de un terremoto fue establecida por Charles Richter en 1.935, como el logaritmo decimal de la máxima amplitud (en micrómetros) registrada con un sismómetro de tensión estándar (Word-Anderson) a 100 Km de distancia del epicentro del temblor.
Desde que en 1.942, Richter publicó la primera correlación entre la magnitud de energía sísmica liberada en un temblor, su trabajo (como por otra parte, es de lógica) ha sufrido numerosas modificaciones. La conversión sigue la forma estándar log10 E = a + bM, donde E es la energía liberada en forma de ondas sísmicas (en ergios), M es la magnitud de Richter, y a y b son los coeficientes empíricos que varían entre 6’1 – 13’5 y 1’2 – 2 respectivamente. Otras conversiones alternativas permiten obtener la energía liberada a partir del momento del terremoto, que se define como el producto de la rigidez por el desplazamiento medio de la falla y por la superficie media desplazada.
“El terremoto que inició en la falla de San Andrés y que sacudió a la ciudad de San Francisco, California, el 18 de abril de 1906, continúa siendo recordado debido a la enorme magnitud de los daños que provocó. Tuvo una intensidad de entre 7.9 y 8.6 grados, y prácticamente hizo pedazos la ciudad. Los daños se debieron no sólo al movimiento telúrico, sino también a un impresionante incendio que tuvo lugar como consecuencia y que superó en pérdidas humanas al propio sismo. Luego de la catástrofe, 500 manzanas de la ciudad estaban completamente destruidas. El movimiento también afectó otras localidades, tales como San José, Santa Rosa, Los Ángeles, San Juan Bautista e incluso lugares más lejanos, como Nevada.”
Los mayores terremotos registrados tienen magnitudes Richter comprendidas entre 8 y 8’9, con liberación de energía sísmica entre 48 PJ y 1’41 EJ. Todos hemos oído en alguna ocasión algún comentario sobre el terremoto de San Francisco de 1.906, donde los cálculos basados en tres métodos utilizados en el esfuerzo dieron valores tan distintos como 9’40 y 175 PJ, y con método cinético se obtuvo 2’5 PJ.
Los terremotos, por ser a la vez de breve duración y estar limitados espacialmente, desarrollan potencias y densidades de potencia extraordinariamente altas. La potencia de un temblor de magnitud 8 en la escala de Richter que durase solamente medio minuto, sería de 1’6 PW, y si toda esta potencia estuviera repartida uniformemente en un área de 80 Km de radio, la densidad de potencia sería tan elevada como 80 KW/m2.
Obviamente, tales flujos pueden ser terriblemente destructivos, pero ni las pérdidas de vidas humanas ni los daños materiales que ocasionan los temblores están correlacionados de una manera sencilla con la energía liberada. La densidad de población o de industrias, así como la calidad de las construcciones, constituyen un factor muchísimo más importante para determinar la mortandad o el impacto económico de los mismo. Por ejemplo, el coste en vidas humanas del gran terremoto japonés que en 1.923 arrasó Tokio, donde existía una alta densidad de casas de madera, fue unas 200 veces más elevado que el terremoto de San Francisco de 1.906 en el que se liberó cuatro veces más energía. También aquí salen perdiendo, como siempre, los pobres.
Por otra parte, no podemos olvidar que la superficie del globo terrestre está dominada por las aguas, y los seres humanos viven en la Tierra seca. Sin embargo, vienen los tsunamis. La predicción de estas catástrofes continúa siendo imposible. Se tienen datos, se localizan las zonas de más frecuencia, y conocen las fallas de desgarre y las inversas, los ciclos, etc., pero el conocimiento es aún escaso para prevenir dónde y cuándo se producirán temblores.
Las olas sísmicas que se pueden provocar por terremotos submarinos se propagan durante miles de kilómetros a velocidades de 550 – 720 Km/h, perdiendo en su viaje muy poca potencia. Estas olas, prácticamente invisibles en el mar, se levantan hasta una altura de 10 metros en agua poco profundas y pueden llegar a golpear las costas con intensidades de potencia en superficie vertical de hasta 200 – 500 MW/m2, y con impactos horizontales de intensidad y potencia entre 10 – 100 MW/m2. Son, pues, mucho más potentes que los ciclones tropicales y causan grandes daños tanto materiales como en pérdida de vidas humanas.
Representación de la heliosfera. El viento solar crea una burbuja en cuyo límite dominan las condiciones del medio galáctico – ADLER PLANETARIUM/IBEX/NASA
La nave New Horizons capta un misterioso brillo en el borde del Sistema Solar
La sonda de la NASA ha vuelto a observar una fuente de luz ultravioleta avistada por las Voyager hace tres décadas. Se considera que procede de un muro de hidrógeno situado en la heliopausa
La nave New Horizons, la exploradora de Plutón y el cinturón de Kuiper de la NASA, ha observado luz ultravioleta que parece brotar del borde del Sistema Solar. Esta energía, según un artículo que se ha publicado en Geophysical Research Letters, procedería de un muro de hidrógeno situado en la heliopausa, una región que representa el límite a partir del cual la influencia del Sol se desvanece.
La Heliopausa marca el loímite en el que el Sol deja de tener influencia
«Estamos viendo el umbral entre estar en el vecindario del Sol y estar en la galaxia», ha dicho en Sciencenews.org Leslie Young, coautor del estudio e investigador en el Southwest Research Institute, en Colorado (EE.UU.).
A medida que el Sol se mueve por la galaxia, en una hélice que se desplaza a una velocidad vertiginosa, produce una «burbuja» de partículas cargadas, el llamado viento solar, que constituye la heliosfera. Más allá de esa heliosfera, las condiciones que imperan dependen del medio galáctico o interestelar.
En el límite de esa burbuja, a una distancia de 100 unidades astronómicas (una de estas unidades es la distancia que hay entre la Tierra y el Sol), los átomos de hidrógeno procedentes del medio galáctico contactan con el viento solar. Ambos «chocan» y forman un frente que se mueve y evoluciona. Se cree que esta colisión crea un auténtico muro de hidrógeno capaz de dispersar la luz ultravioleta de una forma específica y reconocible.
Un muro solo visto por las Voyager
Las dos naves Voyager, los artefactos que más lejos han viajado en toda la historia, vieron señales de esta luz hace ya 30 años. Ahora, por primera vez en décadas, la New Horizons, una sonda del tamaño de un piano, ha podido repetir dichas observaciones.
Entre 2007 y 2017 el espectrógrafo Alice, a bordo de la sonda, ha estado escaneando el espacio para encontrar huellas del muro de hidrógeno en el límite del Sistema Solar.
Así se ha confirmado lo que las Voyager ya vislumbraron: que en el límite del Sistema Solar hay más luz ultravioleta de la que deberíamos ver si no hubiera tal muro de hidrógeno.
Sin embargo, los propios autores del estudio, encabezados por Randy Gladstone, han reconocido que también pudiera ser que existiera una fuente desconocida de radiación UV en la galaxia.
“Tras su exitoso paso por Plutón, la sonda New Horizons prosigue su camino hacia su próximo destino. El próximo 1 de enero de 2019, si todo sale según lo previsto, la nave de la NASA llegará a Ultima Thule, el objeto más lejano jamás explorado por la humanidad. Este pequeño y helado astro, que anteriormente era conocido con la denominación técnica de 2014 MU69, está situado en el cinturón de Kuiper.”
La próxima «parada» de la New Horizons se producirá en 2019, cuando sobrevuele las cercanías de Ultima Thule, un objeto del cinturón de Kuiper. Según los cálculos de la NASA, la sonda tendrá 10 o 15 años para continuar con sus observaciones y escanear el espacio en busca del brillo del límite del Sistema Solar.
Tal como ha dicho Wayne Pryor, otro de los coautores, si en algún momento el brillo ultravioleta decae, será porque New Horizons ha dejado atrás el muro. Si no, una de las opciones sería que la fuente está en las profundidades del espacio interestelar.