martes, 19 de marzo del 2024 Fecha
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¡Las estrellas! ¡El Sol!

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Astronomía y Astrofísica    ~    Comentarios Comments (0)

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Las estrellas, enormes bolas de gas y polvo luminosas que desde su nacimiento producen energía por la fusión nuclear del hidrógeno para formar helio. El término, por tanto, no sólo incluye estrellas como el Sol, que están en la actualidad quemando hidrógeno, sino también protoestrellas, aún no lo suficientemente calientes como para que dicha combustión haya comenzado, y varios tipos de objetos evolucionados como las estrellas gigantes y supergigantes, que están quemando otros combustibles nucleares más complejos que el hidrógeno, o las enanas blancas y las estrellas nucleares, que están formadas por combustibles nuclear gastado.

La masa máxima de una estrella es de unas 120 masas solares, por encima de la cual sería destruida por su propia radiación. La masa mínima está calculada en 0’80 masas solares; por debajo de ella, los objetos no serían lo suficientemente calientes en sus núcleos como para que comience la combustión del hidrógeno, y se convertirían en enanas marrones. Las luminosidades de estrellas varían desde alrededor de medio millón de veces la luminosidad del Sol para las más calientes hasta menos de una milésima de la del Sol para las enanas más débiles. Aunque las estrellas más prominentes visibles a simple vista son más luminosas que el Sol, la mayoría de las estrellas

son en realidad más débiles que éste y, por tanto, imperceptibles a simple vista.

Las estrellas brillan como resultado de la conversión de masa en energía por medio de reacciones nucleares, siendo las más importantes las que involucran al hidrógeno. Por cada kilogramo de hidrógeno quemado de esta manera, se convierte en energía aproximadamente siete gramos de masa (el 7 ‰). De acuerdo a la famosa ecuación E = mc2, los siete gramos equivalen a una energía de 6’3×1014 julios. Las reacciones nucleares no sólo aportan el calor y la luz de las estrellas, sino que también producen elementos más pesados y complejos que el hidrógeno y el helio.

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Necesitamos saber, que no estamos solos.

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Astronomía y Astrofísica    ~    Comentarios Comments (2)

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He dicho muchas veces que nuestro origen está en las estrellas, el único sitio del Universo en el que se pueden fabricar los elementos complejos de los que estamos hechos, y, también me he cansado de decir que, algún día lejano del futuro, nuestro destino está en las estrellas (si ningún acontecimiento inesperado, o, nosotros mismos, no lo impedimos antes). Claro que, al decir “nosotros mismos” me refiero a esos seres en los que, con el tiempo, nos hayamos podido convertir los humanos de hoy que, sin lugar a ninguna duda, estamos sometidos, con el paso del tiempo, a mutación evolutiva de adaptación al medio, y, como todo es cambiante y dinámico, nosotros no podíamos ser una excepción. Así que, si todo marcha bien, algún día, tendremos que dejar nuestro querido (y esquilmado) planeta para buscarnos otros mundos en el que asentar a nuestra especie que, para entonces, será muy numerosa dado que, la Ciencia, no deja de avanzar en todos los sentidos y, la vida se alarga en la misma medida que nuestro saber.

Cuando tenía yo 17 años (1957), el astrónomo alemán Wilhelm Gliese publicó un catálogo de estrellas cercanas al Sol. La número 581 de su lista era un astro de poca importancia astronómica que se situaba a 20 años-luz de nosotros, con sólo una tercera parte de la masa solar y cien veces menos luminosa. Una estrella enana roja, el tipo de estrella más abundante del Universo.

Pasado el tiempo, cincuenta años más tarde, Gliese 581 saltó a la fama. Allá por el año 2.005, el equipo de Michael Mayor y Didier Queloz (a los que denominan caza planetas), descubrieron, muy cerca de la estrella, un planeta que tenía quince veces la masa de la Tierra, y, fue bautizado, con el nombre de Gliese 581b. Más tarde, descubrieron que no estaba sólo y descubrieron dos compañeros más del anterior planeta extraterrestre.

Aquello fue la bomba, todos los medios se hicieron eco del acontecimiento y durante muchos días, se habló del descubrimiento y, no pocas mentes, se desbocaron imaginando mundos de increíble belleza y poblado de criaturas de inimaginables morfologías.

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