Feb
28
La Inmensidad del Universo y, la “pequeñez” de los seres…
por Emilio Silvera ~
Clasificado en El Universo y la Química de la Vida ~
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En nuestro sistema solar la vida se desarrolló por primera vez sorprendentemente pronto tras la formación de un entorno terrestre hospitalario. Hay algo inusual en esto. Según toos los datos que tenenos la edad de la Tierra data de hace unos 4.500 millones de años, y, los primeros signos de vida que han podido ser localizados fosilizados en rocas antiguas, tienen unos 3.800 millones de años, es decir, cuando la Tierra era muy joven ya apareció en ella la vida.
El secreto reside en el tiempo biológico necesario para desarrollar la vida y el tiempo necesario para desarrollar estrellas de segunda generación y siguientes que en novas y supernovas cristalicen los materiales complejos necesarios para la vida, tales como el Hidrógeno, Nitrógeno, Oxígeno, CARBONO, etc.
Parece que la similitud en los “tiempos” no es una simple coincidencia. El argumento, en su forma más simple, lo introdujo Brandon Carter y lo desarrolló John D. Barrow por un lado y por Frank Tipler por otro. Al menos, en el primer sistema Solar habitado observado ¡el nuestro!, parece que sí hay alguna relación entre t(bio) y t(estrella) que son aproximadamente iguales el t(bio) –tiempo biológico para la aparición de la vida- algo más extenso.
La evolución de una atmósfera planetaria que sustente la vida requiere una fase inicial durante la cual el oxígeno es liberado por la fotodisociación de vapor de agua. En la Tierra esto necesitó 2.400 millones de años y llevó el oxígeno atmosférico a aproximadamente una milésima de su valor actual. Cabría esperar que la longitud de esta fase fuera inversamente proporcional a la intensidad de la radiación en el intervalo de longitudes de onda del orden de 1000-2000 ángstroms, donde están los niveles moleculares clave para la absorción de agua.
La imagen del cielo de Canarias nos puede servir para mostrar una atmósfera acogedora para la vida
Este simple modelo indica la ruta que vincula las escalas del tiempo bioquímico de evolución de la vida y la del tiempo astrofísico que determina el tiempo requerido para crear un ambiente sustentado por una estrella estable que consume hidrógeno en la secuencia principal y envía luz y calor a los planetas del Sistema Solar que ella misma forma como objeto principal.
A muchos les cuesta trabajo admitir la presencia de vida en el Universo como algo natural y corriente, ellos abogan por la inevitabilidad de un Universo grande y frío en el que, es difícil la aparición de la vida, y, en el supuesto de que ésta aparezca, será muy parecida a la nuestra.
Es cierto que la realidad puede ser mucho más imaginativa de lo que nosotros podamos imaginar. ¿Habrá mundos con formas de vida basadas en el Silicio? Aunque me cuesta creerlo, también me cuesta negarlo toda vez que, la Naturaleza nos ha demostrado, muchas veces ya, que puede realizar cosas que nosotros, nos parecen imposibles y, sin embargo, ahí está el salto cuántico… Por ejemplo.
Podríamos tenerlas delante y no saber que son seres vivos
Los biólogos, por ejemplo, parecen admitir sin problemas la posibilidad de otras formas de vida, pero no están tan seguros de que sea probable que se desarrollen espontáneamente, sin un empujón de formas de vida basadas en el carbono. La mayoría de los estimaciones de la probabilidad de que haya inteligencias extraterrestres en el Universo se centran en formas de vida similares a nosotras que habiten en planetas parecidos a la Tierra y necesiten agua y oxígeno o similar con una atmósfera gaseosa y las demás condiciones de la distancia entre el planeta y su estrella, la radiación recibida, etc. En este punto, parece lógico recordar que antes de 1.957 se descubrió la coincidencia entre los valores de las constantes de la Naturaleza que tienen importantes consecuencias para la posible existencia de carbono y oxígeno, y con ello para la vida en el Universo.
Hay una coincidencia o curiosidad adicional que existe entre el tiempo de evolución biológico y la astronomía. Puesto que no es sorprendente que las edades de las estrellas típicas sean similares a la edad actual del Universo, hay también una aparente coincidencia entre la edad del Universo y el tiempo que ha necesitado para desarrollar formas de vida como nosotros.
Para nosotros ha pasado mucho tiempo, y, sin embargo, para el Universo ha sido solo un instante
Si miramos retrospectivamente cuánto tiempo han estado en escena nuestros ancestros inteligentes (Homo sapiens) vemos que han sido sólo unos doscientos mil años, mucho menos que la edad del Universo, trece mil millones de años, o sea, menos de dos centésimos de la Historia del Universo. Pero si nuestros descendientes se prolongan en el futuro indefinidamente, la situación dará la vuelta y cuando se precise el tiempo que llevamos en el Universo, se hablará de miles de millones de años.
Brandon Carter y Richard Gott han argumentado que esto parece hacernos bastante especiales comparados con observadores en el futuro muy lejano.
Podríamos imaginar fácilmente números diferentes para las constantes de la Naturaleza de forma tal que los mundos también serían distintos al planeta Tierra y, la vida no sería posible en ellos. Aumentemos la constante de estructura fina más grande y no podrá haber átomos, hagamos la intensidad de la gravedad mayor y las estrellas agotarán su combustible muy rápidamente, reduzcamos la intensidad de las fuerzas nucleares y no podrá haber bioquímica, y así sucesivamente.
Hay cambios infinitesimales que seguramente podrían ser soportados sin notar cambios perceptibles, como por ejemplo en la vigésima cifra decimal de la constante de estructura fina. Si el cambio se produjera en la segunda cifra decimal, los cambios serían muy importantes. Las propiedades de los átomos se alteran y procesos complicados como el plegamiento de las proteínas o la replicación del ADN PUEDEN VERSE AFECTADOS DE MANERA ADVERSA. Sin embargo, para la complejidad química pueden abrirse nuevas posibilidades. Es difícil evaluar las consecuencias de estos cambios, pero está claro que, si los cambios consiguen cierta importancia, los núcleos dejarían de existir, n se formarían células y la vida se ausentaría del planeta, siendo imposible alguna forma de vida.
Las constantes de la naturaleza ¡son intocables!
Ahora sabemos que el Universo tiene que tener miles de millones de años para que haya transcurrido el tiempo necesario par que los ladrillos de la vida sean fabricados en las estrellas y, la gravitación nos dice que la edad del Universo esta directamente ligada con otros propiedades como la densidad, temperatura, y el brillo del cielo.
Puesto que el Universo debe expandirse durante miles de millones de años, debe llegar a tener una extensión visible de miles de millones de años luz. Puesto que su temperatura y densidad disminuyen a medida que se expande, necesariamente se hace frío y disperso. Como hemos visto, la densidad del Universo es hoy de poco más que 1 átomo por M3 de espacio. Traducida en una medida de las distancias medias entre estrellas o galaxias, esta densidad tan baja muestra por qué no es sorprendente que otros sistemas estelares estén tan alejados y sea difícil el contacto con extraterrestres. Si existe en el Universo otras formas de vía avanzada, entonces, como nosotros, habrán evolucionado sin ser perturbadas por otros seres de otros mundos hasta alcanzar una fase tecnológica avanzada, entonces, como nosotros, habrán evolucionado sin ser perturbadas por otros seres de otros mundos hasta alcanzar una fase tecnológica avanzada.
La expansión del Universo es precisamente la que ha hecho posible que el alejamiento entre estrellas con sus enormes fuentes de radiación, no incidieran en las células orgánicas que más tarde evolucionarían hasta llegar a nosotras, diez mil millones de años de alejamiento continuado y el enfriamiento que acompaña a dicha expansión, permitieron que, con la temperatura ideal y una radiación baja los seres vivos continuaran su andadura en este planeta minúsculo, situado en la periferia de la galaxia que comparado al conjunto de esta, es solo una cuota de polvo donde unos insignificantes seres laboriosos, curiosos y osados, son conscientes de estar allí y están pretendiendo determinar las leyes, no ya de su mundo o de su galaxia, sino que su osadía ilimitada les lleva a pretender conocer el destino de todo el Universo.
Cuando a solas pienso en todo esto, la verdad es que no me siento nada insignificante y nada humilde ante la inmensidad de los cielos. Las estrellas pueden ser enormes y juntas, formar inmensas galaxias… pero no pueden pensar ni amar; no tienen curiosidad ni en ellas está el poder de ahondar en el porqué de las cosas, nosotros si podemos hacer todo eso y más. De todas las maneras, nsootros somos una parte esencial del universo: La que siente y observa, la que genera ideas y llega a ser consciente de que es, ¡la parte del universo que trata de comprender!
emilio silvera
Feb
28
Las galaxias y la Vida… ¡Reducen la entropía!
por Emilio Silvera ~
Clasificado en El Universo dinámico ~
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Gira describiendo una órbita elíptica alrededor de su estrella, nuestro Sol, a unos 150 millones de kilómetros, en, aproximadamente, un año. Al mismo tiempo, gira sobre su propio eje cada día.
La Tierra no es una esfera perfecta, ya que en el ecuador se engrosa unos 21 kilómetros, el polo norte está dilatado 10 metros y el polo sur está hundido unos 31 metros. Su forma se llama geoide.

La Tierra posee una atmósfera rica en oxígeno, temperaturas moderadas, agua abundante y una composición química variada. El planeta se compone de rocas y metales, sólidos en el exterior, pero fundidos en el interior.
También posee un campo magnético, una capa de ozono y una ionosfera que protegen la superficie terrestre de las radiaciones solares dañinas y del impacto de muchos meteoritos.
Nuestro planeta se formó hace unos 4.550 millones de años y la vida surgió mil millones de años después. Aquí viven ahora millones de especies de seres vivos, incluyéndonos a nosotros, los humanos.
Según los estudios actuales, se cree que la Tierra podrá albergar vida durante unos 500 millones de años más. A partir de entonces, la radiación procedente del Sol será demasiado elevada para mantener la vida en la biosfera de nuestro planeta. Ya hubo varias extinciones masivas en el pasado; si la vida dura hasta entonces, la extinción será definitiva.
Estamos en un planeta lleno de vida y tal maravilla se nos olvida con frecuencia
Nuestro planeta, la Tierra, forma parte del Universo, y, es una prueba indiscutible de que sus componentes biológicos y físicos forman parte de una única red que funciona de un modo autorregulado, y, de esa forma, mantiene las condiciones que son ampliamente adecuadas para la existencia de vida, pero que sufren fluctuaciones a todas las escalas (incluidos los ritmos de alternancia de glaciaciones y periodos interglaciales, así como las extinciones masivas). En un sentido real, la Tierra es el lugar que alberga una red de vida multiforme, y la existencia de esta red (Gaia) sería visible para cualquier forma de vida inteligente que hubiera en Marte o en cualquier otro planeta y que fuera capaz de aplicar la prueba conocida de Lovelock y buscar señales de reducción de la entropía.
La vida es un signo de entropía negativa cuando se replica
Ni la NASA, tomó nunca la prueba de Lovelock lo suficientemente en serio como para aplicarla a la búsqueda de vida en el Sistema Solar; pero si se lo tomó en serio para buscar vida más allá del Sistema Solar. Ahora, parece que han recapacitado y han enviado a Marte y otros lugares de nuestro entorno, una pléyade de ingenios que ya nos han enviado datos de imágenes de cómo son otros mundos y de las posibilidades que en ellos pueden existir de que la vida esté presente. De momento han encontrado hielo de agua, han diluido porciones de la tierra marciana en agua y debidamente tratada, han hallado la presencia de magnesio, sodio, potasio y cloruros. En algunos lugares, como Titán, por ejemplo, hay más que evidencia de agua porque las sales están allí con otros elementos esperanzadores y una atmósfera prometedora. Además han encontrado los compuestos químicos necesarios para la vida como la conocemos. y, lo sorprendente de estos lugares (también Marte) es que no son un mundos extraños, sino que, en muchos aspectos, son iguales que la Tierra fue en el pasado o podrá ser en el futuro. Por eso es importante que los estudiemos.
En alguna ocasión me he referido al comentario que hizo Darwin:
“… los materiales primigenios… en alguna pequeña charca caliente, tendrían la oportunidad de hacer el y organizarse en sistemas vivos…”
Hasta que supimos que existían otros sistemas planetarios en nuestra Galaxia, ni siquiera se podía considerar esta posibilidad como una prueba de que la vida planetaria fuera algo común en la Vía Láctea. Pero ahora se sabe que más de cien estrellas de nuestra zona de la galaxia tienen planetas que describen órbitas alrededor de ellas. Casi todos los planetas descubiertos hasta ahora son gigantes de gas, como Júpiter y Saturno (como era de esperar, los planetas grandes se descubrieron primero, por ser más fáciles de detectar que los planetas pequeños), sin embargo, es difícil no conjeturar que allí, junto a esos planetas, posiblemente estarán también sus hermanos planetarios más pequeños que, como la Tierra, pudieran tener condiciones para generar la vida en cualquiera de sus millones de formas, incluso desconocidas para nosotros como ocurre aquí mismo en nuestro planeta.
Super-tierras que son fáciles de detectar por su inmensas masas pero, los planetas terrestres también están por ahí, orbitando a miles y miles de estrellas y a la distancia adecuada poder contener la vida. Los elementos más abundantes del Universo: carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno (CHON). Están ahí, dispersos por las Nebulosas que forman sus materiales en estrellas y mundos.
Lee Smolin, de la Universidad de Waterloo, Ontario, ha investigado la relación existente entre, por una parte, las estrellas que convierten unos elementos más sencillos en algo como el CHON y arroja esos materiales al espacio, y, por otra parte, las nubes de gas y polvo que hay en éste, que se contrae para formar nuevas estrellas y mundos.
Nuestro hogar dentro del espacio, la Vía Láctea, es una entre los cientos de miles de millones de estructuras similares dispersas por todo el Universo visible, y parece ser una más, con todas las características típicas – de tipo medio en cuanto a tamaño, composición química, etc.- La Vía Láctea tiene forma de disco plano, con alrededor de cien mil años luz de diámetro, y está formada por doscientos mil millones de estrellas que describen órbitas en torno al centro del disco.
El sol es la fuente de la Vida para la Tierra, sin su luz y su calor… ¡No estaríamos aquí!
El Sol, en realidad, sólo es importante para nosotros al ser el cuerpo central de nuestro Sistema Solar, y con mucho, la estrella más cercana al planeta Tierra y la única que se puede estudiar con todo lujo de detalles. Se clasifica como una estrella G2V: una estrella amarilla con una temperatura efectiva de 5.770 K ( espectral G2) y una enana de la secuencia principal (clase de luminosidad V). Los detalles de su composición son sobradamente sabidos por todos y cabe destacar su abundancia de hidrógeno – 71% en masa- y de helio el 27% y elementos más pesados hasta completarlo. Por lo tanto, nuestro Sol no destaca por nada entre esa multitud de de cientos de miles de millones de estrellas.
En el centro de la Galaxia “vive” Sagitario A, un Agujero Negro que engulle la materia circundante
Recorre su órbita a una distancia del centro que viene a ser más o menos dos tercios del diámetro. En el centro de la Galaxia las estrellas forman una protuberancia, de tal modo que desde el exterior daría la sensación de estar viendo un enorme huevo frito, en el que la protuberancia sería la yema. Sin embargo, el modo en que este disco gira revela que todo el material brillante (materia bariónica) que compone la parte visible de la Vía Láctea queda sujeto por el tirón gravitatorio que la propia masa galáctica genera. Otros hablan de una materia invisible que no brilla ni emite radiación y que viene a ser más o menos diez veces mayor que la materia visible de la Galaxia y que suponen diseminada en un halo situado alrededor de ella, extendiéndose mucho más allá del borde del disco de estrellas brillantes.
Si hacemos caso de lo que dicen, todo el Universo está permeado por la “materia oscura”
Descubrir qué es realmente esta materia oscura (si existe, yo prefiero llamarla no luminosa o materia escondida) constituye un tema de crucial interés para los astrónomos, pero no entraremos en eso, ya que, para lo que estamos tratando, no tiene importancia. Muchas galaxias en forma de disco se caracterizan por una especie de serpentinas que se alejan en espiral desde su centro, lo que hace que se les aplique el nombre de galaxias espirales. Es fácil estudiar las pautas que siguen los llamados “brazos espirales”, porque las galaxias se encuentran relativamente cerca unas de otras, si comparamos estas distancias con sus tamaños.
Una fuerza misteriosa hace que las figuras se repitan en las formas de los objetos
Andrómeda (que no es la que arriba vemos), la galaxia espiral más cercana comparable a la Vía Láctea, se encuentra con respecto a nosotros a una distancia de poco más de dos millones de años luz; parece una gran distancia, pero la galaxia de Andrómeda es tan grande (un poco mayor que la Vía Láctea) que, incluso a esa distancia, vista desde la Tierra cubre un trozo de cielo del tamaño de la Luna, y puede observarse a simple vista en una noche despejada y sin luz lunar, si nos situamos lejos de las ciudades y de otras fuentes de emisión de luz.
Los brazos espirales, que son una característica tan llamativa en galaxias como la nuestra, son visibles porque están bordeados por estrellas calientes de gran masa que relucen con mucho brillo. Esto significa que también son estrellas jóvenes, ya que no hay estrellas viejas que tengan gran cantidad de masa.
La hermosa Orión
No hay misterio alguno en cuanto al modo en que mantienen esa forma espiral. Se debe exclusivamente a un fenómeno de retroalimentación. Las nubes gigantescas a partir de las cuales se forman las estrellas pueden contener hasta un millón de veces la masa del Sol cuando empieza a contraerse gravitatoriamente para formar estrellas. Cada nube que se contrae produce, no una sola estrella de gran tamaño, sino todo un conglomerado de estrellas, así como muchas estrellas menores. Cuando las estrellas brillantes emiten luz, la energía de esta luz estelar (especialmente en la parte ultravioleta del espectro) forma una burbuja dentro de la nube, y tiende a frenar la formación de más estrellas. Sin embargo, una vez que las estrellas de gran masa han recorrido sus ciclos vitales y han explotado, sembrando además el material interestelar con elementos de distintos tipos, la onda expansiva ejerce presión sobre las nubes interestelares cercanas y hace que éstas comiencen a contraerse.
Las ondas procedentes de distintas supernovas, al entrecruzarse unas con otras, actúan mutuamente barrer el material interestelar y formar nuevas nubes de gas y polvo que se contraen produciendo más estrellas y supernovas, en un ejemplo clásico de interacción que se mantiene por sí sola en la que intervienen una absorción de energía (procedentes de las supernovas) y una retroalimentación.
Si la nube es demasiado densa, su interna se contraerá gravitatoriamente de manera rápida, formando unas pocas estrellas grandes que recorren sus ciclos vitales rápidamente y revientan la nube en pedazos antes de que puedan formarse muchas estrellas. Esto significa que la generación siguiente de estrellas nace de una nube más delgada, porque ha habido pocas supernovas que barrieran material formando pedazos densos. Si la nube es tan delgada que su densidad queda por debajo de la densidad óptima, nacerán muchas estrellas, y habrá gran cantidad de explosiones supernovas, lo cual producirá gran número de ondas de choque que barrerán el material interestelar, acumulándolo en nubes más densas.
Sí, siento debilidad por esta Nebulosa que, para los astrónomos, es un gran laboratorio espacial
De esta manera, por ambas partes, las retroalimentaciones operan para mantener un equilibrio aproximadamente constante entre la densidad de las nubes y el de supernovas (y estrellas de tipo Sol) que se producen en cada generación. La propia pauta espiral resulta del hecho de que la galaxia realiza movimiento de rotación y está sometida al tirón gravitatorio que crea la fuerza de marea proveniente de esa materia no luminosa.
Claro que, la materia interestelar es variada. Existen nubes de gas y polvo fríos, que son ricas en interesantes moléculas y se llaman nubes moleculares gigantes; a partir de estas nubes se forman nuevas estrellas (y planetas). Hay nubes de lo que consideraríamos gas “normal”, formadas por átomos y moléculas de sustancias tales como el hidrógeno, y quizá tan caliente como una habitación cerrada toda la noche y con la temperatura de dos cuerpos dormidos y emitiendo calor. Además, hay regiones que se han calentado hasta temperaturas extremas mediante la energía procedente de explosiones estelares, de tal modo que los electrones han sido arrancados de sus átomos formar un plasma cargado de electricidad.
La densidad de materia entre las estrellas es escasa, dado que estas la absorbieron y la que había están convertidas en cuerpos homogéneos que brillan y generan calor transformando el material más sencillo en otro más complejo y pesado. También, alrededor de estas estrellas se forman los mundos.
Dentro del medio interestelar las densidades varían. En la modalidad más común, la materia existente las estrellas es tan escasa que sólo hay un átomo por cada mil centímetros cúbicos de espacio: en la modalidad más densa, las nubes que están a punto de producir nuevas estrellas y nuevos planetas contienen un millón de átomos por centímetro cúbico. Sin embargo, esto es algo muy diluido si se compara con el aire que respiramos, donde cada centímetro cúbico contiene más de diez trillones de moléculas, pero incluso una diferencia de mil millones de veces en densidad sigue siendo un contraste espectacular.
La cuestión es que, pocos investigadores destacaron allá por 1.990 en que todos estos aspectos –composición, temperatura y densidad- en el medio interestelar dista mucho de ser uniforme. Por decirlo de otra manera más firme, no está en equilibrio, y parece que lo que lo mantiene lejos del equilibrio son unos pocos de procesos asociados con la generación de las pautas espirales.
Esto significa que la Vía Láctea (como otras galaxias espirales) es una zona de reducción de la entropía. Es un sistema auto-organizador al que mantienen lejos del equilibrio, por una parte, un flujo de energía que atraviesa el sistema y, por otra, como ya se va viendo, la retroalimentación. En este sentido, nuestra Galaxia supera el test de Lovelock para la vida, y además prestigiosos astrofísicos han argumentado que las galaxias deben ser consideradas como sistemas vivos.
Creo que llevan toda la razón. También la Tierra, como sistema cerrado, es “un sistema vivo” (Gaia) que, se recicla y renueva mediante los fenómenos naturales que podemos ahora contemplar y, hasta comprender.

Algunas veces nos preguntamos por qué las cosas son como son y si, cuando obtenemos una respuesta en términos de algún principio científico, seguimos preguntando: ¿por qué ese principio es verdadero? y, si como un crio maleducado, insistimos una y otra vez, preguntando ¿por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?, entonces, más tarde o más temprano, alguien nos llamará reduccionista. Algunas personas otorgan diferentes sentidos a esa palabra, sin embargo, supongo que una característica común de la idea que todo el mundo tiene del reduccionismo es un sentido de jerarquía, de que algunas verdades son menos fundamentales que otras a las que las anteriores pueden ser reducidas, como la la química puede ser reducida a la física.
Estas cuatro moléculas forman el llamado CHON de la Vida
Antes comentaba sobre los elementos más abundantes del Universo: Carbono, Hidrógeno, Oxígeno y Nitrógeno (CHON), y os decía que Lee Smolin, de la Universidad de Waterloo, Ontario, ha investigado la relación existente entre, por una parte, las estrellas que convierten unos elementos más sencillos en algo como el CHON y arroja esos materiales al espacio, y, por otra parte, las nubes de gas y polvo que hay en éste, que se contrae para formar nuevas estrellas, nuevos mundos y… ¡nuevas formas de vida!
emilio silvera
Feb
28
Viaje con nosotros por el Tiempo
por Emilio Silvera ~
Clasificado en La Ciencia Fiscción ~
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Recordando
Llega el auge de novelas sobre viajes en el Tiempo, subgénero creado por un olvidado autor español.
Tic-tac, tic-tac. Suenan los relojes en Avilés. sea con el frío e inaudible latido digital los prácticos o con el potente vibrar de un reloj de leontina los románticos, el constante fluir del tiempo se percibe en la ciudad asturiana, capital de la literatura fantástica mundial por su festival Celsius 232, que se despide hoy sábado. La importancia del reloj (y el calendario) la da una ola de novelas —muchas, de cuño y con firma española; otras, reediciones de clásicos en el olvido— con el mismo leitmotiv: los viajes en el tiempo como pilar central de la trama.
El caso es que los autores de estos paseos temporales, Félix J. Palma y su venidera El mapa del caos (Plaza y Janés), Vladímir Voinóvich y su clásico Moscú 2042 (Automática editorial), Tim Powers y sus reeditadas Las puertas de Anubis (Gigamesh), Nerea Riesco y su Tempus (Minotauro), Nina Allan y sus Máquinas del tiempo (Nevsky), en la boca un padre al que venerar: H.G. Wells, que escribió su inmortal La máquina del tiempo en 1895 y del que la editorial Sportula prepara una reedición con nueva traducción del ganador del Minotauro Rodolfo Martínez. Pero resulta que el verdadero colonizador de este subgénero de lo fantástico fue, pasó con las Américas, un español: Enrique Lucio Eugenio Gaspar y Riambau (Madrid, 1842 – Olorón, 1902). Diplomático, dramaturgo y autor de la primera novela de la historia de la literatura que inventa una máquina para viajar en el tiempo: El Anacronópete (1887).
Gaspar era un trotamundos. Grecia, Francia, China… Vida de diplomático que le costó a su prestigio literario al estar lejos de los círculos de influencia (periódicos y tertulias) de la época. Así las cosas, se planteó arrumbar por una vez su producción dramatúrgica y escribir la primera novela que inventaba una máquina del tiempo y planteaba este subgénero dentro de la naciente ciencia ficción, después de las célebres fantasías de Dickens (Un de navidad, 1843) o Poe (Un cuento de montañas escabrosas, 1844). ¿Cómo es máquina que inventa? Pues algo así como una casa voladora con unas “cucharas” que le permiten cambiar el giro de la esfera terrestre y con ello retroceder en el tiempo. María de los Ángeles Ayala (Alicante, 1950), profesora de literatura en la Universidad de Alicante y experta en el siglo XIX, señala que además de pionera la novela merece la pena: “Su calidad literaria es muy alta. Como era un gran dramaturgo, construye unos diálogos y personajes estupendos”. Eso sí, no se moja al compararla con la archiconocida de Wells: “Las dos grandes méritos”.
La obra ahora mismo se encuentra descatalogada. Pero sus semillas inverosímilmente han arraigado en jóvenes autores españoles. Al menos en uno. Francisco Miguel Espinosa (Alicante, 1990), de 24 años, y que presenta en Avilés su Cabeza de ciervo (Dolmen, 2014), es ferviente admirador de esta novela y tiene hasta escrita una segunda parte: “Se titula El Anacrónopete conquista el futuro. Me encontré con las cartas de rechazo de editores que nada sabían de la obra original: ‘No podemos publicar la continuación de algo que nadie conoce’. España es de esos lugares que se vanaglorian en olvidar sus logros”.
Pero aparte de quién fue el primero, el viaje en el tiempo literario tiene por pregunta esencial el cómo. Varios cómo. El primero es el teorema/ingenio/magia que permite el viaje. La máquina del tiempo es el ejemplo estrella: aparatosa, acompañada de luz y rayos y un probable estallido en blanco. Pero se puede viajar en el tiempo haciendo click en una cámara de fotos, como sucede en Legión (Brandon Sanderson, Fantascy), donde un científico consigue retratar el pedazo del pasado que elija. Solo con conocer el instante y el lugar preciso, ¡voilà!, Cristo ascendiendo el Gólgota, Julio César y los puñales, la cabeza de María Antonieta… Pero puede ser algo tan abstracto como una enfermedad: “Cronotenia, una enfermedad que te hace saltar en el tiempo”, confiesa, entusiasmado, Félix J. Palma (Cádiz, 1968), único best-seller español de género fantástico en el Top del The New York Times que cerrará en octubre su ambiciosa trilogía de ciencia ficción decimonónica con El mapa del caos. “El tejido del tiempo se resiente con estos saltos. Y claro, hay que enviar a unos cyborgs para que eliminen a los infectados antes que la realidad se colapse”.
Segundo cómo: ¿Cómo es el tiempo? ¿Es reversible? ¿Es inmutable? ¿Es infinito? Tres teorías se han planteado en la ficción como respuesta. Uno: que no puede cambiar, como han sostenido autores como Tim Powers en su clásico Las puertas de Anubis. Dos: que sí cambia pero que altera irreversiblemente la historia y así el hogar del viajero nunca existió/existirá; o aún peor, el propio viajero, como ocurría en la inolvidable Regreso al futuro con Michael J. Fox viendo cómo su carne se volvía translúcida.
Nina Allan
Tres, que por cada decisión que tomamos, tan banal como pedir una coca cola en vez de una caña, creamos un nuevo universo. Y el conjunto de todos ellos, que jamás se tocan, se llamaría multiverso. En este último paradigma se mueven la mayoría de novelas contemporáneas, como sucede en las sugerentes Máquinas del tiempo de Nina Allan (Londres, 1966), donde un reducido elenco de personajes va reencontrándose en distintas hebras del tiempo: “Me gusta pensar que el viaje en el tiempo no es algo épico, sino algo del día a día. Que lo hacemos cada vez que tomamos una decisión, de una manera natural, sin pensar en ello”.
Los efectos secundarios de viajar en el tiempo en ‘Regreso al futuro’.
¿Y qué dice la ciencia de todo esto? Pues poco menos que: “¡Paparruchas!”. Luis Álvarez Gaume (1955, Madrid), director durante seis años del departamento de Física Teórica del CERN, el hogar más ilustre de la cuántica mundial, ve entre los que se toman en serio del multiverso y los que creían en el espiritismo pocas diferencias: “Es literatura barata, paradojas psicolingüísticas. Que sepamos, solo se puede viajar en el tiempo hacia delante”. Gaume arranca de raíz cualquier escapatoria fantasiosa a ese “que sepamos”. Algunos son complejos y tienen que ver con que no se puede entender el mundo cuántico más que como una sopa de energía, de interacciones constantes que no permiten aislar un suceso concreto de su entorno y juguetear con él para sacarlo de su espacio-tiempo. Otras, de lógica aplastante: “La primera paradoja la sabemos todos: ¿qué pasaría si mato a mi abuelo? Pero hay otra: Si alguna vez fuera posible, entonces, ¿dónde están los turistas del futuro?”.

Portada de ‘Una aventura en el tiempo’ (Nevsky), el viaje de dos académicas de Oxford al Versalles de María Antonieta.
Para los que quieren seguir soñando, hay historias capaces de fascinar a espíritus como el de Jean Cocteau. El polifacético artista firma el prólogo de Una aventura en el tiempo, gema singular que rescata la editorial Nevsky y que narran en primera persona Charlotte Morby y Eleanor Jourdain, directora y subdirectora de Oxford a finales del siglo XIX y principios del XX que creyeron sufrir un viaje en el tiempo al Versalles de María Antonieta. Es más, el manuscrito ensayístico, prolijo hasta lo enfermizo en los detalles y análisis de la experiencia que afirman vivir, describe un encuentro con la mismísima reina el 5 de octubre de 1789, cuatro años antes de su muerte y el mismo día en que una horda de mujeres marchaba a palacio para ajustar cuentas con el Viejo Régimen. Mapas, testimonios y un dédalo de notas bibliográficas que abruman para corroborar unos hechos increíbles.
El viaje en el tiempo, sin embargo, no necesita de tantas alharacas. Basta con un plan de urbanismo benévolo. Por ejemplo aquí, en Avilés, el festival se celebra en el casco antiguo. Y así en un vértice de la Plaza Álvarez Acebal tenemos la Iglesia de San Nicolás de Bari, del siglo XII. Una cuesta más abajo y unos cuantos escalones está el Palacio de Ferrera, del XVII, ahora un cinco estrellas de la cadena NH. En resumen, logotipos aparte, el pasado existe en el presente. Tim Powers (Buffalo, 1952), una de las estrellas del festival, así lo cree: “Piensa en el Cairo, en las Pirámides. Tener esas obras de hace milenios nos permite hacer verosímil lo imposible. Hacer creer al lector que sí, se puede viajar en el tiempo”.
Fuente: El País.
Feb
27
No solo de Pan vive el hombre
por Emilio Silvera ~
Clasificado en General ~
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Hay obras que salen de la Mente Humana que, no siempre las podemos comprender, y, sin embargo, nos eleva el Alma con el torrente de sentimientos que nos llega,
Feb
27
¿Cerebro y Mente? ¿Inteligencia y Sabiduría?
por Emilio Silvera ~
Clasificado en El Universo y la Mente ~
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El mito del eterno retorno: la Regeneración del Tiempo
Tomado literalmente, el tiempo cíclico hasta sugiere una especie de inmortalidad. Eudemo de Rodas, discípulo de Aristóteles, decía a sus propios discípulos: “Si creéis a los pitagóricos, todo retornará con el tiempo en el mismo orden numérico, y yo conversaré con vosotros con el bastón en la mano y vosotros os sentaréis como estáis sentados ahora, y lo mismo sucederá con toda otra cosa”. Por estas o por otras razones, el tiempo cíclico aún es popular hoy, y muchos cosmólogos defienden modelos del “universo oscilante” en los que se supone que la expansión del universo en algún momento se detendrá y será seguida por un colapso cósmico en los fuegos purificadores del siguiente Big Bang.
La estrella Wolf 1061 y sus tres planetas. El «c» es el potencialmente habitable – UNSW
Un equipo de astrónomos australianos ha descubierto el planeta potencialmente habitable más cercano a la Tierra fuera del Sistema Solar, a «solo» 14 años luz, una distancia que puede parecer muy larga, pero que es mucho más corta que la que nos separa de la mayoría de candidatos a albergar vida y una nadería en la inmensidad del Universo. Este nuevo mundo, que tiene más de cuatro veces la masa del nuestro, es uno de los tres que el equipo detectó alrededor de una estrella enana roja llamada Wolf 1061.
La física cuántica nos dice como es la Naturaleza

En el Universo existen muchas clases de resonancias…inesperadas
Las resonancias parecen ser solamente una especie de versión excitada de los Hadrones estable. Son réplicas que rotan más rápidamente de lo normal o que vibran de diferente manera. Análogamente a lo que sucede cuando golpeamos un gong, que emite sonido mientras pierde energía hasta que finalmente cesa de vibrar, una resonancia termina su existencia emitiendo piones, según se transforma en una forma más estable de materia.
Por ejemplo, la desintegración de una resonancia ∆ (delta) que se desintegra por una interacción fuerte en un protón o neutrón y un pión, por ejemplo:
∆⁺⁺→р + π⁺; ∆⁰→р + πˉ; o п+π⁰
En la desintegración de un neutrón, el exceso de energía-masa es sólo 0,7 MeV, que se puede invertir en poner en movimiento un protón, un electrón y un neutrino. Un Núcleo radiactivo generalmente tiene mucha menos energía a su disposición.
Visión tridimensional del gas expulsado de NGC 253. El eje vertical muestra la velocidad y el horizontal la posición. Los colores representan la intensidad de la emisión; rosa es la emisión más fuerte y rojo la más débil. : ALMA (ESO/NAOJ/NRAO)/Erik Rosolowsky.
Cerebro y Mente, son dos entes separados que depende el uno del otro… ¡Siempre nos dio mucho en que pensar! Lo cierto es que la Mente trasciende al Cerebro, allí se crea pero, cuando está constituida campa a sus anchas.
Inteligencia y Sabiduría: La primera puede ser natural en el individuo y ser elevada por el estudio. La Segunda, se adquiere utilizando esa inteligencia y añadiéndole la experiencia.
No acabamos de ponernos de acuerdo en el hecho de si, la sabiduría, o la competencia profesional o la pericia, también la Inteligencia, pueden ser catalogadas como categorías biológicas, pero lo son. La mayoría de la gente comprende, de forma general y vaga, que la mente es producto del cerebro, pero no siempre resulta fácil comprender lo íntima que es esta relación. Aunque acepte la conexión entre Mente y Cerebro en tanto que proposición abstracta, la mayoría de las personas no llegan a entender ni asimilar de forma inmediata estas cuestiones del cerebro-mente-inteligencia-sabiduría, como sí lo hacen con las cuestiones más cotidianas.
En realidad, cuando hablamos de Mente y cerebro lo hacemos como parte de un vestigio pertinaz y recalcitrante que nos viene de lejos, cuando algunos estudiosos de la Filosofía como René Descartes, proponían que mente y cerebro estaban separados y que la Mente existe de manera independiente del cuerpo. Muchos son los libros que sobre el tema han sido escritos, algunos excelentes como: El error de Descartes, La Table rasa y otros muchos. La secular incapacidad para entender que la mente es producto del cuerpo inspiró la pintoresca imagen de la mente como el ente superior, inmaterial, que viviendo en el cerebro, en realidad era sensorialmente inmaterial y podía, estar fuera o dentro de nosotros para general ideas y pensamientos.
El cerebro se estimula cuando le llega información. Las sinapsis se producen entre neuronas que reciclan los datos que le llegan desde el exterior, el estudio, la experiencia del individuo… Todo ello, crea conocimientos y genera nuevas ideas relacionadas con ellos… ¡Es el nacimiento de la Mente individual que se separa del cerebro para viajar sola hasta el “infinito”.
Todo es causa de lo que primero pasó
Las reglas de causa y efecto, tal como las aceptas, te han metido en el volumen de un cuerpo, y la duración de la vida humana. En realidad, el campo de la vida humana es abierto e ilimitado en su más profundo plano.
Tu cuerpo carece de edad y tu mente de tiempo. Una vez que te identifiques con esa realidad, que es congruente con la visión cuántica del universo, entraras en el nuevo paradigma, y tu conciencia, sé expandirá, cósmica y cuánticamente en fractales radiales exponenciales y dimensionales.
Al mirar el Microscopio electrónico, (Microcosmos) vemos como las partículas cuánticas se mueven, (virtualmente) a la velocidad de la luz, y si miramos al cielo y observamos las Estrellas, veremos la inmutabilidad del Macrocosmos. Cada uno habita en una realidad que se encuentra mas allá de todo cambio. En lo más profundo de nosotros, sin que lo sepan nuestros sentidos externos tridimensionales o físicos, existe un intimo núcleo del ser, un campo de inmortalidad, que crea la personalidad, él yo y el cuerpo. Este ser es nuestro estado esencial, es nuestra esencia (Alma), es quien realmente somos. Somos Almas en este inmutable escenario eterno.
Sólo sabemos que, su transcurrir… ¡La cambia todo!
Nadie ha sabido nunca explicar lo que el Tiempo es. Lo único que hemos podido sacar en claro es que, su transcurrir lo cambia todo. Su hermana inseparable, la Entropía, se encarga de ello. Y, de su hipotética prima, la Eternidad, no podemos decir que la tengamos localizada, ya que, todo tiene un principio y un final y, siendo así (que lo es), la Eternidad no tiene cabida aquí.
Ni una Galaxia, cuya vida se remonta a miles de millones de años… ¡Es Eterna!
Aquel pensador decía: “Que no está muerto lo que duerme eternamente, y, con el paso de los eones, hasta la misma muerte tendrá que morir.”
Otros dicen que el Tiempo existe solo como eternidad, el tiempo es Eternidad Cuantificada, es la temporalidad cortada por nosotros, en trozos o fragmentos, de tiempo que llamamos días, horas, minutos, y segundos. Lo que llamamos tiempo lineal es solo un reflejo de nuestro modo de percibir los sucesos o los cambios en que nos vemos envuelto en nuestro limitado sistema perceptual .
Si se pudiera percibir lo inmutable, el tiempo dejaría de existir tal como lo conocemos. Podemos empezar por aprender, a concebir y metabolizar lo Inmutable, la Eternidad, lo Absoluto, al hacerlo, estaremos listos para crear la fisiología de la Inmortalidad. Claro que es difícil, si se tiene una comprensión aceptable del universo, asimilar esos conceptos de eternidad, infinito o inmortalidad que… ¡En nuestro universo no están presentes! Aquí todo se transforma, todo comienza y termina, todo nace y muere.
Somos propensos los Humanos, cuando hablamos y queremos contar cosas, hacer referencias que, en realidad, sólo son metáforas de “Vacío”, de “Infinito”, o, de “Eternidad” esos tres conceptos que utilizamos para decir que hay poco, que nunca muere, y que dura siempre. Claro que, ninguno de los tres conceptos son ciertos en nuestro Universo: Ni existe el Vacío (siempre hay), Ni tampoco nada es infinito (todo muere), y, de la Eternidad que podemos decir: Sólo es una abstracción de la Mente.
Si somos capaces de entrar en ese campo transcendente de superior nivel filosófico y hasta metafísico se podría decir, ya no creeremos en ese dualismo cartesiano entre cuerpo y mente…nos podremos deposjar de vestigios del pasado y llegar a comprender, con claridad meridiana que, la Mente es algo evolucionado dentro de nuestro cuerpo que ha sido puesta ahí por mecanismos del universo que no hemos podido llegar a entender pero que, de todas formas intuimos que, la conexión entre ambos, Mente y Universo, es tan real como la vida misma.