jueves, 18 de abril del 2024 Fecha
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Somos fruto de la evolución del Universo

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Evolución    ~    Comentarios Comments (0)

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 Imagenes para el amor de tu vida (Recientes)2

 

Una Galaxia es simplemente una parte pequeña del Universo, nuestro planeta es, una mínima fracción infinitesimal de esa Galaxia, y, nosotros mismos, podríamos ser comparados (en relación a la inmensidad del cosmos) con una colonia de bacterias pensantes e inteligentes. Sin embargo, toda forma parte de lo mismo y, aunque pueda dar la sensación engañosa de una cierta autonomía, en realidad todo está interconectado y el funcionamiento de una cosa incide directamente en las otras.

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                    Sí, el Universo es dinámico y evoluciona con el paso del Tiempo.

Pocas dudas pueden caber a estas alturas del hecho de que poder estar hablando de estas cuestiones, es un milagro en sí mismo. Después de millones y millones de años de evolución, se formaron las conciencias primarias que surgieron en los animales con ciertas estructuras cerebrales de alta complejidad que, podían ser capaces de construir una escena mental, pero con capacidad semántica o simbólica muy limitada y careciendo de un verdadero lenguaje.

La conciencia de orden superior (que floreció en los humanos y presupone la coexistencia de una conciencia primaria) viene acompañada de un sentido de la propia identidad y de la capacidad explícita de construir en los estados de vigilia escenas pasadas y futuras. Como mínimo, requiere una capacidad semántica y, en su forma más desarrollada, una capacidad lingüística.

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Los procesos neuronales que subyacen en nuestro cerebro son en realidad desconocidos y, aunque son muchos los estudios y experimentos que se están realizando, su complejidad es tal que, de momento, los avances son muy limitados. Estamos tratando de conocer la máquina más compleja y perfecta que existe en el Universo.

Si eso es así, resultará que después de todo, no somos tan insignificantes como en un principio podría parecer, y solo se trata de tiempo. En su momento y evolucionadas, nuestras mentes tendrán un nivel de conciencia que estará más allá de las percepciones físicas tan limitadas. Para entonces, sí estaremos totalmente integrados y formando parte, como un todo, del Universo que ahora presentimos.

El carácter especial de la conciencia me hace adoptar una posición que me lleva a decidir que no es un objeto, sino un proceso y que, desde este punto de vista, puede considerarse un ente digno del estudio científico perfectamente legítimo.

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La conciencia plantea un problema especial que no se encuentra en otros dominios de la ciencia. En la Física y en la Química se suele explicar unas entidades determinadas en función de otras entidades y leyes. Podemos describir el agua con el lenguaje ordinario, pero podemos igualmente describir el agua, al menos en principio, en términos de átomos y de leyes de la mecánica cuántica. Lo que hacemos es conectar dos niveles de descripción de la misma entidad externa (uno común y otro científico de extraordinario poder explicativo y predictivo. Ambos niveles de descripción) el agua líquida, o una disposición particular de átomos que se comportan de acuerdo con las leyes de la mecánica cuántica (se refiere a una entidad que está fuera de nosotros y que supuestamente existe independientemente de la existencia de un observador consciente.)

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En el caso de la conciencia, sin embargo, nos encontramos con una simetría. Lo que intentamos no es simplemente comprender de qué manera se puede explicar las conductas o las operaciones cognitivas de otro ser humano en términos del funcionamiento de su cerebro, por difícil que esto parezca. No queremos simplemente conectar una descripción de algo externo a nosotros con una descripción científica más sofisticada. Lo que realmente queremos hacer es conectar una descripción de algo externo a nosotros (el cerebro), con algo de nuestro interior: una experiencia, nuestra propia experiencia individual, que nos acontece en tanto que observadores conscientes. Intentamos meternos en el interior o, en la atinada ocurrencia del filósofo Tomas Negel, saber qué se siente al ser un murciélago. Ya sabemos qué se siente al ser nosotros mismos, qué significa ser nosotros mismos, pero queremos explicar por qué somos conscientes, saber qué es ese “algo” que nos hace ser como somos, explicar, en fin, cómo se generan las cualidades subjetivas experienciales. En suma, deseamos explicar ese “Pienso, luego existo” que Descartes postuló como evidencia primera e indiscutible sobre la cual edificar toda la filosofía.

Ninguna descripción, por prolija que sea, logrará nunca explicar cabalmente la experiencia subjetiva. Muchos filósofos han utilizado el ejemplo del color para explicar este punto. Ninguna explicación científica de los mecanismos neuronales de la discriminación del color, aunque sea enteramente satisfactorio, bastaría para comprender cómo se siente el proceso de percepción de un color. Ninguna descripción, ninguna teoría, científica o de otro tipo, bastará nunca para que una persona daltónica consiga experimentar un color.

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El daltónico puede ver un paisaje de manera muy distinta al que tiene la visión normal

En un experimento mental filosófico, Mary, una neurocientífica del futuro que es daltónica, lo sabe todo acerca del sistema visual y el cerebro, y en particular, la fisiología de la discriminación del color. Sin embargo, cuando por fin logra recuperar la visión del color, todo aquel conocimiento se revela totalmente insuficiente comparado con la auténtica experiencia del color, comparado con la sensación de percibir el color. John Locke vio claramente este problema hace mucho tiempo.

Pensemos por un momento que tenemos un amigo ciego al que contamos lo que estamos viendo un día soleado del mes de abril: El cielo despejado, limpio y celeste, el Sol allí arriba esplendoroso y cegador que nos envía su luz y su calor, los árboles y los arbustos llenos de flores de mil colores que son asediados por las abejas, el aroma y el rumor del río, cuyas aguas cantarinas no cesan de correr transparentes, los pajarillos de distintos plumajes que lanzan alegres trinos en sus vuelos por el ramaje que se mece movido por una brisa suave, todo esto lo contamos a nuestro amigo ciego que, si de pronto pudiera ver, comprobaría que la experiencia directa de sus sentidos ante tales maravillas, nada tiene que ver con la pobreza de aquello que le contamos, por muy hermosas palabras que para hacer la descripción empleáramos.

La mente humana es tan compleja que, no todos ante la misma cosa, vemos lo mismo. Nos enseñan figuras y dibujos y nos piden que digamos (sin pensarlo) la primera cosa que nos sugiere. De entre diez personas solo coinciden tres, los otro siete divergen en la apreciación de lo que el dibujo o la figura les sugiere.

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Esto nos viene a demostrar la individualidad de pensamiento, el libre albedrío para decidir. Sin embargo, la misma prueba, realizada en grupos de conocimientos científicos similares y específicos: Físicos, matemáticos, químicos, etc., hace que el número de coincidencias sea más elevada, más personas ven la misma respuesta al problema planteado. Esto nos sugiere que, la mente está en un estado virgen que cuenta con todos los elementos necesarios para dar respuestas pero que necesita experiencias y aprendizaje para desarrollarse.

¿Debemos concluir entonces que una explicación científica satisfactoria de la conciencia queda para siempre fuera de nuestro alcance?

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Libre, lo que se dice libre… ¡Nunca lo seremos! Sólo pequeñas parcelas de libertad tenemos

¿O es de alguna manera posible, romper esa barrera, tanto teórica como experimental, para resolver las paradojas de la conciencia?

La respuesta a estas y otras preguntas, en mi opinión, radica en reconocer nuestras limitaciones actuales en este campo del conocimiento complejo de la mente, y, como en la Física cuántica, existe un principio de incertidumbre que, al menos de momento (y creo que en muchos cientos de años), nos impide saberlo todo sobre los mecanismos de la conciencia y, aunque podremos ir contestando a preguntas parciales, alcanzar la plenitud del conocimiento total de la mente no será nada sencillo, entre otras razones está el serio inconveniente que suponemos nosotros mismos, ya que, con nuestro que hacer podemos, en cualquier momento, provocar la propia destrucción.

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Las respuestas tienen que ser conquistadas, y, el saber llega con el trabajo y el estudio que hace evolucionar el sistema neuronal que recicla los nuevos conocimientos y los archiva para cuando nos sea necesario utilizarlos.

Dentro de nuestros cerebros están todos los objetos del Universo y, también, todas las respuestas a las preguntas que planteamos y npo han tenido respuestas. Sin embargo, es sólo cosa de tiempo, a medida que la evolución avance, las respuestas llegaran con el conocimiento de cómo funciona la Naturaza, la madre de todo lo que pasa a nuestro alrededor y también, de lo que, de momento, no podemos ver.

Una cosa si está clara: ninguna explicación científica de la mente podrá nunca sustituir al fenómeno real de lo que la propia mente pueda sentir. ¿Cómo se podría comparar la descripción de un gran amor con sentirlo, vivirlo física y sensorialmente hablando?

Hay cosas que no pueden ser sustituidas, por mucho que los analistas y especialistas de publicidad y marketing se empeñen, lo auténtico siempre será único. Si acaso, el que más se puede aproximar, a esa verdad,  es el poeta.

emilio silvera

Mutaciones con el transcurrir del tiempo

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La transferencia de genes entre especies creó el mundo moderno

La “revolución del oxígeno” que ocurrió hacia la mitad de la historia de la Tierra, mucho después de que hubiera vida, se debió a un acontecimiento genético

Patrones de formaciones de cianobacterias y travertino, en una zona del Parque de Yellowstone, (EE UU).

 

 

Patrones de formaciones de cianobacterias y travertino, en una zona del Parque de Yellowstone, (EE UU). Peter Unger Getty Images / Lonely Planet Images

Así como los historiadores piensan que conocer los siglos pasados es esencial para entender el presente, asimismo creen los evolucionistas que conocer la historia de la Tierra es la clave para comprender los procesos que nos han creado. Los biólogos saben que todos venimos de microbios humildes como las bacterias y las arqueas; y que, hacia la mitad de la historia del planeta, bacterias y arqueas se asociaron para crear la célula de la que estamos hechos por entero, la célula eucariota, el origen de la modernidad biológica. Los geólogos, entretanto, están intentando averiguar por qué. La gran pregunta.

Para los geólogos, el acontecimiento más importante de la historia de la Tierra es la “revolución del oxígeno” (great oxidation event), que transformó el planeta hacia la mitad de su historia (hace unos 2.300 millones de años). Este incremento del oxígeno atmosférico alcanzó unas cifras muy modestas (solo una pequeña fracción de los niveles actuales, que son del 21% de la atmósfera), pero dejó una huella profunda en el planeta, cuyas evidencias geológicas son aplastantes en los estratos de todo el mundo. ¿De dónde salió ese oxígeno?

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Hay un acuerdo general en que ese oxígeno es producto de las cianobacterias, o bacterias fotosintéticas. Pero el nuevo estudio revela que no es así

Hay un acuerdo general en que ese oxígeno es producto de las cianobacterias, o bacterias fotosintéticas. La fotosíntesis es la energía fotovoltaica de la biología, el proceso que genera energía útil para la célula a partir de la luz solar. La luz se utiliza para romper el agua (H2O), y la célula utiliza el hidrógeno (H) para generar energía y libera el oxígeno (O) a la atmósfera. A las cianobacterias se las supone muy antiguas –tal vez entre las más antiguas de la Tierra— y algunos científicos piensan que su actividad lenta y tenaz acabó generando la revolución del oxígeno.

Un nuevo trabajo del geólogo Woodward Fisher y sus colegas del CalTech (Instituto Tecnológico de California en Pasadena) y la Universidad de Queensland, Australia, revela que no es así: las cianobacterias, o sus precursores, carecían por completo de la compleja habilidad de la fotosíntesis durante la primera mitad de la historia de la Tierra. Solo la adquirieron muy tarde, ya casi en tiempos de la revolución del oxígeno, y solo la adquirieron comprando los genes de otros microbios (técnicamente, transferencia genética horizontal, o HGT en sus siglas inglesas).

La constitución celular, tal como conocemos, no siempre se da en todas las masas vivientes, sino que a veces se encuentran organismos constituidos por una masa plasmática con varios núcleos sumergidos en ella, no apreciándose límites celulares: esto constituye un plasmodio. Una masa celular con varios núcleos.

Fisher y sus colegas, que presentan su investigación en Science, están asombrados por la cercanía de esas dos fechas: la del origen relativamente tardío y rápido de las cianobacterias fotosintéticas, y la del “gran evento de oxidación”, o revolución del oxígeno que cambió el mundo. Muestran que la explicación más parsimoniosa de esa coincidencia es que la revolución del oxígeno se deba a la evolución de las bacterias fotosintéticas. Una causa biológica para un fenómeno geológico. Más aún: para el ‘gran’ fenómeno geológico de la historia del planeta.

Desde Darwin, los biólogos se suelen sentir más cómodos con los fenómenos lentos y graduales que con las (relativas) brusquedades que revela a menudo el registro geológico. El evolucionismo clásico se basa en la pequeña acumulación de variaciones mínimas, cada una con una pequeña ventaja en el entorno del momento, hasta consolidar un sistema complejo prodigioso como el ojo del águila, el cerebro humano o la fotosíntesis. Pero también hay otros mecanismos evolutivos más rápidos, y la transferencia de genes entre unas especies de bacterias y otras es el mejor demostrado de ellos.

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Las cianobacterias carecían por completo de la compleja habilidad de la fotosíntesis durante la primera mitad de la historia de la Tierra. Y solo la adquirieron ‘comprando los genes’ de otros microbios

Sin embargo, que el origen de la revolución del oxígeno sea un suceso relativamente rápido de transferencia genética, o compra de genes por las cianobacterias, plantea una nueva cuestión clave: ¿quién se los vendió? ¿Qué otro microorganismo tuvo la gentileza de donar sus genes fotosintéticos al precursor de las cianobacterias y cambiar así el mundo?

“Esa es una gran pregunta”, responde en un correo electrónico el jefe de la investigación, Woodward Fisher, “pero no tiene respuesta por el momento; es bien notable que ahora podamos afirmar con certeza que aquel suceso de transferencia de genes fue importante [para la revolución del oxígeno], pero el taxón de bacterias que donó los genes fotosintéticos no está claro todavía”.

“Es tentador”, prosigue el científico del CalTech, “pensar que alguno de los otros filos [grandes grupos bacterianos] capaces de un tipo de fotosíntesis que no produce oxígeno [fotosíntesis anoxigénica], y hay seis para elegir, donaron los genes, y luego las cianobacterias receptoras embellecieron ese metabolismo al añadirle la habilidad de romper el agua y producir oxígeno; pero si miras en detalle las relaciones evolutivas entre esos grupos, no obtienes una historia clara de la evolución de la fotosíntesis”.

La investigación muestra más bien que la fotosíntesis es lo que los evolucionistas llaman un “carácter derivado”, una propiedad que no es ancestral en las cianobacterias, y que por tanto no parece que puedan haber ido perfeccionando gradualmente con el paso del tiempo, sino una que han adquirido tarde y de forma secundaria. Y eso en los seis grandes grupos bacterianos que muestran algún tipo de fotosíntesis, aunque no produzca oxígeno. Todos ellos parecen haber comprado sus genes fotovoltaicos. ¿Quién se los vendió?

 

 

A pesar del mito persistente, el oxígeno no es una precondición de la vida. La vida prosperó durante la primera mitad de su historia en la completa ausencia de oxígeno. Los culpables de que haya oxígeno en nuestro planeta son seres vivos

“Puede que descubramos más grupos de microbios fotosintéticos”, responde Fisher, “y los enfoques metagenómicos [como sacar un cubo de agua del mar y secuenciar el ADN de todo lo que haya allí] dejan claro que solo hemos empezado a arañar la superficie de la diversidad microbiana; pero igual de posible es que el grupo de microbios que donó los genes fotosintéticos se extinguiera hace mucho”. Un triste final para el hacedor de nuestro mundo, ¿no es cierto?

Pese a lo fragoroso de su nombre, la gran revolución del oxígeno no alcanzó unos valores ni parecidos a los actuales (21% de la atmósfera). Eso solo ocurrió hace unos 600 millones de años, en los prolegómenos de la explosión cámbrica, el corto periodo de innovación evolutiva que nos vio nacer a todos los animales.

A pesar del mito persistente, el oxígeno no es una precondición de la vida. La vida prosperó durante la primera mitad de su historia en la completa ausencia de ese gas. Los culpables de que haya oxígeno en nuestro planeta son seres vivos. Y tal vez estén ya extintos.

«La cara humana ya está cambiando»

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Evolución    ~    Comentarios Comments (0)

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ABC Ciencia

Timothy Bromage, paleoantropólogo

El paleoantropólogo Timothy Bromage describe cómo ha evolucionado nuestro rostro al tiempo que lo ha hecho el cerebro

 

Timothy Bromage, paleoantropólogo de la Universidad de Nueva York

 

Timothy Bromage, paleoantropólogo de la Universidad de Nueva York – Ernesto Agudo

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Todo evoluciona en función del medio y las necesidades

 

 

«La cara humana es única», dice Timothy Bromage, paleoantropólogo de la Universidad de Nueva York. El científico ha participado en un simposio internacional organizado por la Fundación Ramón Areces hace unos días en Madrid para explicar cómo esta parte del cuerpo, capaz de expresar un sin fin de emociones, se ha transformado a medida que lo hacía el cerebro.

-¿Cuándo podemos hablar de la aparición de un rostro que parece humano?

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-Si miramos en el registro fósil, encontramos al Homo antecessor (900.00 años), descubierto en la Gran Dolina, en el yacimiento de Atapuerca (Burgos), que tiene aspectos de desarrollo facial que, curiosamente, son muy parecidos a los de los humanos modernos. La forma en la que está organizada la cara en relación con el cerebro se parece más a la nuestra que a la de otros homínidos hallados en la cercana Sima de los Huesos, más similares a los neandertales, como el heidelbergensis.

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                                      Heidelbergensis

-¿Y la cara moderna, la nuestra?

-Las raíces de la cara que tenemos ahora comenzaron hace unos 100.000 años, probablemente un poco más. Si miras esa cara no es exactamente como la nuestra actual, pero las raíces se retraen a entonces. La cara humana moderna tiene entre 35.000 y 25.000 años. Su primer dueño fue, con toda seguridad, un africano. Es curioso, porque puedes ver algunos de esos rasgos humanos en homínidos tempranos y no en otros más tardíos, como los neandertales.

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Neandertales y sapiens se hibridaron hace más de 100.000 años

-¿Cuál es la característica más distintiva de la cara humana?

-La estructura de nuestra cara ha crecido debajo del cerebro (en vertical) en vez de por delante. De hecho, y en realidad no es sorprendente, la cara humana moderna crece de esta forma (señala su cara de delante hacia atrás). Podemos estudiar esa evidencia en los fósiles.

-Y, aparte del antecessor, ¿es completamente diferente de la del resto de homos?

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-Las primeras especies de homo, en sus orígenes, tenían caras muy pronunciadas, mandíbulas salientes, dientes más grandes… Pero luego hubo una reducción de la cara y, al mismo tiempo, un agrandamiento del cerebro, así que esas dos cosas están conectadas.

-¿El desarrollo del cerebro es lo que da forma a la cara?

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-El tamaño del cerebro está inversamente relacionado con el tamaño de la cara. Cerebro más grande, cara más pequeña. Ambas cosas están unidas y nadie sabe la razón. Algunos creen que es por una cuestión mecánica, para organizar la masa de la cabeza de una forma más eficiente. Si miras a todos los primates, se cumple la misma relación, da igual que no sean homos.

-¿Y ocurre lo mismo con otros animales?

-Nadie lo ha investigado. Hay mucho que averiguar aquí.

-Los neandertales también eran inteligentes, pero tenían una cara muy diferente de la nuestra.

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Recreación de grupo de Neandertales en la península Ibérica

-Sí. La diferencia fundamental se encuentra en el medio de la cara. La cavidad para la nariz era más grande y la respiración mucho más expandida. Una explicación para ello es el intento de humidificar y hacer más cálido el aire, para adaptarse a condiciones ambientales frías y secas. Esto incrementaba al capacidad respiratoria de los neandertales. Es una adaptación interesante.

-¿Por qué tenemos la cara que tenemos?

Resultado de imagen de La cara actual del Homo SapiensResultado de imagen de La cara actual del Homo Sapiens

                                        La Evolución es imparable, nada permanece y todo cambia

-La cara incorpora la mayoría de los sentidos del cuerpo, la vista, el sabor, el olor… necesarios para vivir, y eso es importante. Pero también es importante para comer y muchos científicos hablan del sistema masticatorio. Tenemos la cara que tenemos por el tamaño de los dientes, por los músculos que usamos para masticar… todo eso tiene un gran impacto.

-Y sonreímos, guiñamos el ojo, fruncimos la nariz…

-En efecto. Otro factor muy importante es que los humanos tenemos una cara terriblemente expresiva para dar información a otra gente, de forma que puedan leer nuestra mente. Está claro que la cara también tiene un alto significado social, no solo biológico

-¿Somos la única especie que tiene esa habilidad?

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Ellos también reflejan en sus caras el estado de ánimo

-No. Incluso Charles Darwin escribió sobre este fenómeno. Es una habilidad que los humanos tenemos particularmente, pero también los simios pueden obtener información de otros miembros del grupo por la expresión facial. Incluso los monos son expresivos, hacen gestos y tienen su comunicación no verbal. Pero el rango de sentimientos que los humanos podemos expresar con nuestra cara es incomparable. Los humanos somos particularmente sensibles a las expresiones de la cara de otras personas.

-¿Y los únicos que nos reconocemos unos a otros por la cara?

-No, no. Estoy seguro de que los grandes simios pueden hacerlo. Hay buenos estudios sobre ello.

-¿Puede la cara humana cambiar en el futuro?

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-Lo está haciendo ya. Todos los sistemas evolutivos, como lo es la cara, tienen un propósito y funciones. Si cambias las condiciones de esos propósitos y de esas funciones, entonces la cara cambiará.

-¿Cómo lo está haciendo?

-El mejor ejemplo son los problemas de salud que la gente tiene en la actualidad. Nuestra mandíbula y dientes estaban adaptados a comer comida dura, pero en las sociedades industrializadas hemos dejado de hacerlo. Comemos comida blanda y los huesos no se desarrollan como deben, así que lo que está pasando es que a mucha gente tienen que quitarle los dientes porque no tienen espacio. La función y el propósito cambian por comer un tipo diferente de comida pero no tienes tiempo para evolucionar una nueva cara porque es demasiado rápido.

-¿Hay más consecuencias?

-Otro problema es la apnea del sueño. El espacio para respirar es más pequeño y tienes más riesgo de que no llegue suficiente oxígeno. La apnea del sueño es la consecuencia directa de una reducción innatural de la cara de una persona.

-¿Cómo imagina la cara humana en el futuro?

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El aspecto que ofrecerán los humanos dentro de 100 mil años será una frente ancha, ojos grandes y piel pigmentada.

-Ya hay un número cada vez más alto de personas en el mundo que nacen sin el tercer molar (las muelas del juicio), lo que contribuye a una continua reducción en el tamaño de la cara. Es adaptativo, si comes comida blanda, con dos molares basta. Por otro lado, no hay evidencias de que el cerebro esté creciendo. Probablemente haya una reducción en el tamaño de la cara, pero eso será todo lo que veremos en el futuro. Y solo ocurrirá en el mundo industrializado, en el resto, donde todavía comen alimentos duros, no hay estos problemas y sus caras no tienen que cambiar. Todo dependerá de cuánta gente empiece a comportarse como nosotros.

¿Será cierto que la evolución Humana se detuvo hace ahora 50.000 años?

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La evolución se detuvo,  afirma antropólogo a National Geográphic

Imaginar que continuaremos evolocionando es una idea errónea” declara también, el antropólogo Ian Tattersall, del Museo de Historia Natural de Nueva York.

evolucion se detuvo

“Y descansó la evolución en el septimo día”. Si lo decimos nosotros ES CIENCIA. Conste.

Finalmente hemos encontrado la respuesta a la molesta pregunta de los estúpidos creacionistas cuando nos piden prueba empírica de la evolución, o un ejemplo de evolución en progreso observable.

                   Algunos hablan de la evolución Humana como si de una parodia se tratara

Debemos recordar que el propio Einstein dijo que la “teoría sino se observa no es teoría” , pero bueno también sospechamos que ese viejo ignorante por ser medio creacionista (Einstein afirmó ser panteísta y creer en Dios de acuerdo al concepto panteísta de Baruch Spinoza) no puede ser tomado muy en serio.  Sin embargo, ya no tenemos obligación de explicar por qué la evolución NO SUCEDE actualmente. ¿No es obvio? LA EVOLUCIÓN SE HA DETENIDO! Es decir, sucedió en el pasado, evolucionamos y ahora ,la evolución puso STOP como un CD .

Es muy habitual que las leyes de la biología y de la física se detienen. La relatividad se podría detener un día por ejemplo, o la gravedad … eso es totalmente científico. Así que no tenemos reparos en afirmar como un HECHO que la EVOLUCIÓN SE DETUVO. No lo decimos nosotros: lo dijo el eminente antropólogo Ian Tattersall, del Museo de Historia Natural de Nueva York, a la revista National Geographic.

¿Cómo será el ser humano del futuro?: Cuatro opciones que baraja la ciencia

La Imagen y el texto que la sigue de ABC.ciencia

“El aspecto que tendrá el ser humano dentro de cientos, miles o millones de años es una de esas grandes preguntas a las que los científicos no pueden replicar con una única respuesta. ¿Nos convertiremos en inviduos más altos, sanos y esbeltos? Se trata de una fantasía generalizada, pero algunos investigadores apuntan a panoramas más realistas y otros creen que ni siquiera sufriremos cambios dignos de reseñar. Las teorías más extraordinarias dibujan un futuro de ciencia ficción, en el que podríamos convertirnos en ciborgs, organismos cibernéticos dotados de dispositivos mecánicos para mejorar las limitadas capacidades biológicas con las que hemos nacido, e incluso hay quien apunta que acabaremos digitalizando nuestras conciencias para conseguir una inmortalidad cibernética.”

                 Sin embargo, podemos ver la paradoja de que la Ciencia y el progreso continúan

La evolución ya se ha detenido:

«Porque hemos evolucionado, es natural imaginar que lo continuaremos haciendo, pero creo que ésa es una idea errónea», afirma el antropólogo Ian Tattersall, del Museo de Historia Natural de Nueva York, a la revista National Geographic. «Por lo que sabemos, las innovaciones genéticas se producen solamente en pequeñas poblaciones aisladas», añade el especialista. Por ejemplo, esto es lo que ocurrió con los famosos pinzones de Darwin en las Galápagos, que adquirieron características propias para ajustarse a la vida en la isla.

La selección natural, a la manera del naturalista británico, tiene lugar cuando una mutación genética -como una columna adecuada para caminar erguido- se transmite de generación en generación, porque supone algún beneficio para la especie. Finalmente, la mutación se convierte en la norma. Para Tattersall es muy difícil que esto le ocurra al Homo sapiens, ya que poblamos prácticamente todo el planeta y disfrutamos de gran mestizaje y movilidad. «Tendremos que aprender a vivir tal y como somos», concluye.”
Fuente: http://www.ecuadorciencia.org/articulos.asp?id=8333

Monografias.com

“Se puede apreciar en la anterior gráfica de resonancia como la neorocientífica nos muestra la evolución de la zona del córtex según la edad, desde la primera infancia va evolucionando y no se detiene dentro de la escala evolutiva. Explica que el neocortex nos capacita para adquirir conocimientos, desarrollar sociedades, culturas y tecnologías.

Según Blakemore la corteza cerebral de los animales está comprometida con las funciones sensoriales motoras, no así el hombre, que está disponible para la realización de un futuro programado. La neocorteza se convierte en el foco principal de atención en las lecciones que requieren generación o resolución de problemas, síntesis de información, análisis, uso del razonamiento, el pensamiento crítico y creativo.”

Pero claro, ¡cómo no nos dimos cuenta!  Durante millones de años los seres han evolucionado, y de repente ese proceso que duró millones de años SE DETIENE, justo ahora que tenemos una mente capaz de percibirlo y explicarlo. ¿No es conveniente y sabio? El azar es sabio sin duda y nos permitió dejar de evolucionar justo a tiempo para evitar las incómodas preguntas de los creacionistas estúpidos.

Ya sabemos que es difícil de responder como un proceso que hemos afirmado es constante e irreversible se ha detenido. Pero recuerden que es o creer eso o creer que fuimos creados por un plato de tallarines. No hay otra opción. Y por supuesto no vamos a creer que nos creó un plato de tallarines porque es ridículo así que el nuevo dogma es: LA EVOLUCIÓN SE DETUVO.

                                               Si la Mente es un Universo en sí misma… ¿Cómo podría dejar de evolucionar?

Hay que apresurarnos a enseñar este nuevo HECHO COMPROBADO en las escuelas a todos los niños, no sea cosa que justo ahora a alguno se le dé por evolucionar (aunque no creemos , si ya en 200 años no hemos podido mostrar un solo ejemplo parece que está quieta quieta la evolución .. no? ) .

No es necesaria mas prueba que las palabras del antropólogo. Recuerden: somos huevolucionistas. Nuestra teoría nació de las palabras de un muchacho que observaba pájaros y nuestras pruebas son las palabras dichas por alguien que tenga algún título o formación rimbombante suficiente para impresionar al homo vulugaris populis .  Ya salió publicado en la prensa, así que eso añade prueba adicional.

Solo nos cabe agregar “y descansó la evolución de toda la obra que había hecho”. O sea, si lo decimos nosotros, que la evolución ya NO CREA es ciencia por supuesto. Pero si lo dice un creacionista , que Dios ya no crea , es absurdo y solo una excusa porque no tiene pruebas.

Esto es ciencia estimados colegas huevolucionistas y no religión dogmática, gracias a … bueno gracias a la evolución.

Fuentes: Variadas.

Nuestro lugar en el Universo…¿cuál será?

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Evolución    ~    Comentarios Comments (0)

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Antes en otra entrada que titulé “Observar la Naturaleza… da resultados”, comentaba sobre los grandes números de Dirac y lo que el personaje llamado Dicke pensaba de todo ello y, cómo dedujo que para que pudiera aparecer la biología de la vida en el Universo, había sido necesario que el tiempo de vida de las estrellas fuese el que hemos podido comprobar que es y que, el Universo, también tiene que tener, no ya las condiciones que posee, sino también, la edad que le hemos estimado.

 Los filamentos de un remanente de Supernova que, mirándolos y pensando de donde vienen… Te hacen recorrer unos caminos alucinantes que comenzaron con una unmensa aglomeración de gas y polvo que se constituyó en una estrella masiva que, después de vivir millones de alos, dejó, a su muerte, el rastro que arriba podemos contemplar.

Para terminar de repasar la forma de tratar las coincidencias de los Grandes Números por parte de Dicke, sería interesante ojear restrospectivamente un tipo de argumento muy similar propuesto por otro personaje, Alfred Wallace en 1903. Wallace era un gran científico que, como les ha pasado a muchos, hoy recibe menos reconocimiento del que se merece.

Fue él, antes que Charles Darwin, quien primero tuvo la idea de que los organismos vivos evolucionan por un proceso de selección natural. Afortunadamente para Darwin, quien, independientemente de Wallace, había estado reflexionando profundamente y reuniendo pruebas en apoyo de esta idea durante mucho tiempo, Wallace le escribió para contarle sus ideas en lugar de publicarlas directamente en la literatura científica. Pese a todo, hoy “la biología evolucionista” se centra casi porm completo en las contribuciones de Darwin.

Wallace tenía intereses muchos más amplios que Darwin y estaba interesado en muchas áreas de la física, la astronomía y las ciencias de la Tierra. En 1903 publicó un amplio estudio de los factores que hace de la Tierra un lugar habitable y pasó a explorar las conclusiones filosóficas que podrían extraerse del estado del Universo. Su libro llevaba el altisonante título de El lugar del hombre en el Universo.

Wallace propuso en 1889, la hipótesis de que la selección natural podría dar lugar al aislamiento reproductivo de dos variedades al formarse barreras contra la hibridación, lo que podría contribuir al desarrollo de nuevas especies.

Wallace, Alfred Russell (1823-1913), naturalista británico conocido por el desarrollo de una teoría de la evolución basada en la selección natural. Nació en la ciudad de Monmouth (hoy Gwent) y fue contemporáneo del naturalista Charles Darwin. En 1848 realizó una expedición al río Amazonas con el también naturalista de origen británico Henry Walter Bates y, desde 1854 hasta 1862, dirigió la investigación en las islas de Malasia. Durante esta última expedición observó las diferencias zoológicas fundamentales entre las especies de animales de Asia y las de Australia y estableció la línea divisoria zoológica -conocida como línea de Wallace- entre las islas malayas de Borneo y Célebes. Durante la investigación Wallace formuló su teoría de la selección natural. Cuando en 1858 comunicó sus ideas a Darwin, se dio la sorprendente coincidencia de que este último tenía manuscrita su propia teoría de la evolución, similar a la del primero. En julio de ese mismo año se divulgaron unos extractos de los manuscritos de ambos científicos en una publicación conjunta, en la que la contribución de Wallace se titulaba: “Sobre la tendencia de las diversidades a alejarse indefinidamente del tipo original”. Su obra incluye El archipiélago Malayo (1869), Contribuciones a la teoría de la selección natural (1870), La distribución geográfica de los animales (1876) y El lugar del hombre en el Universo (1903).

Pero sigamos con nuestro trabajo de hoy. Todo esto era antes del descubrimiento de las teorías de la relatividad, la energía nuclear y el Universo en expansión.  La mayoría de los astrónomos del siglo XIX concebían el Universo como una única isla de materia, que ahora llamaríamos nuestra Vía Láctea. No se había establecido que existieran otras galaxias o cuál era la escala global del Universo. Sólo estaba claro que era grande.

Wallace estaba impresionado por el sencillo modelo cosmológico que lord Kelvin había desarrollado utilizando la ley de gravitación de Newton. Mostraba que si tomábamos una bola muy grande de materia, la acción de la gravedad haría que todo se precipitara hacia su centro. La única manera de evitar ser atraído hacia el centro era describir una órbita alrededor. El universo de Kelvin contenía unos mil millones de estrellas como el Sol para que sus fuerzas gravitatorias contrapesaran los movimientos a las velocidades observadas.

 

William Thomson (Lord Kelvin)

En el año 1901, Lord Kelvin solucionó cualitativa y cuantitativamente de manera correcta el enigma de la oscuridad de la noche en el caso de un universo transparente, uniforme y estático. Postulando un universo lleno uniformemente de estrellas similares al Sol y suponiendo su extensión finita (Universo estoico), mostró que, aun si las estrellas no se ocultan mutuamente, su contribución a la luminosidad total era finita y muy débil frente a la luminosidad del Sol. El demostró también que la edad finita de las estrellas prohibió la visibilidad de las estrellas lejanas en el caso de un espacio epicúreo infinito o estoico de gran extensión, lo que contestó correctamente al enigma de la oscuridad.

Lo intrigante de la discusión de Wallace sobre este modelo del Universo es que adopta una actitud no copernicana porque ve cómo algunos lugares del Universo son más propicios a la presencia de vida que otros. Como resultado, sólo cabe esperar que nosotros estemos cerca, pero no en el centro de las cosas.

Wallace da un argumento parecido al de Dicke para explicar la gran edad de cualquier universo observado por seres humanos. Por supuesto, en la época de Wallace, mucho antes del descubrimiento de las fuentes de energía nuclear, nadie sabía como se alimentaba el Sol, Kelvin había argumentando a favor de la energía gravitatoria, pero ésta no podía cumplir la tarea.

En la cosmología de Kelvin la Gravedad atraía material hacia las regiones centrales donde estaba situada la Vía Láctea y este material caería en las estrellas que ya estaban allí, generando calor y manteniendo su potencia luminosa durante enormes períodos de tiempo. Aquí Wallace ve una sencilla razón para explicar el vasto tamaño del Universo.

“Entonces, pienso yo que aquí hemos encontrado una explicación adecuada de la capacidad de emisión continuada de calor y luz por parte de nuestro Sol, y probablemente por muchos otros aproximadamente en la misma posición dentro del cúmulo solar. Esto haría que al principio se agregasen poco a poco masas considerables a partir de la materia difusa  en lentos movimientos en las porciones centrales del universo original; pero en un período posterior serían reforzadas por una caída de materia constante y continua desde sus regiones exteriores a velocidades tan altas como para producir y mantener la temperatura requerida de un sol como el nuestro, durante los largos períodos exigidos para el continuo desarrollo de la vida.”

Vallace ve claramente la conexión entre estas inusuales características globales del Universo y las consiciones necesarias para que la vida evolucione y prospere en un planeta como el nuestro alumbrado por una estrella como nuestro Sol. Wallace completaba su visión y análisis de las condiciones cósmicas necesarias para la evolución de la vida dirigiendo su atención a la geología  y la historia de la Tierra. Aquó ve una situación mucho más complicada que la que existe en astronomía. Aprecia el cúmulo de accidentes históricos marcados por la vía evolutiva que ha llegado hasta nosotros, y cree “improbable en grado máximo” que el conjunto completo de características propicias para la evolución de la vida se encuentre en otros lugares. Esto le lleva a especular que el enorme tamaño del Universo podría ser necesario para dar a la vida una oportunidad razonable de desarrollarse en sólo un planeta, como el nuestro, independientemente de cuan propicio pudiera ser su entorno local:

“Un Universo tan vasto y complejo como el que sabemos que existe a nuestro alrededor, quizá haya sido absolutamente necesario … para producir un mundo que se adaptase de forma precisa en todo detalle al desarrollo ordenado de la vida que culmina en el hombre.”

cluster-galaxias

Hoy podríamos hacernos eco de ese sentimiento de Wallace. El gran tamaño del Universo observable, con sus 1080 átomos, permite un enorme número de lugares donde puedan tener lugar las variaciones estadísticas de combinaciones químicas que posibilitan la presencia de vida. Wallace dejaba volar su imaginación que unía a la lógica y, en su tiempo, no se conocían las leyes fundamentales del Universo, que exceptuando la Gravedad de Newton, eran totalmente desconocidas. Así, hoy jugamos con la ventaja de saber que, otros muchos mundos, al igual que la Tierra, pueden albergar la vida gracias a una dinámica igual que es la que, el ritmo del Universo, hace regir en todas sus regiones. No existen lugares privilegiados.

Siempre hemos tratado de saber, cuál sería nuestro lugar en el Universo, no ya en relación a la situación geográfica, sino referido a esa fascinante historia de la vida que nos atañe a los humanos, la única especie conocida que, consciente de su Ser, libera pensamientos y formula preguntas que, hasta el momento, nadie ha sabido contestar.

emilio silvera