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CONOCETE A TÍ MISMO

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en General    ~    Comentarios Comments (0)

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Hace veinticinco siglos el inmortal Sócrates vio inscripta en el frontis del templo de Delfos esta profunda sentencia: “Conócete a ti mismo”
, que tomó como fundamento de su filosofía. Transcurrieron los siglos sin que la humanidad,
absorbida por los intereses de la vida material, se preocupase gran cosa del contenido de aquel mandato. ¡Conocerse a si mismo: saber lo que somos, de donde venimos y
adónde vamos! He ahí el problema, el formidable problema, que incluye el principio de la verdadera sabiduría.
Las religiones y las diversas filosofías se perdieron en conjeturas, en una metafísica infecunda y llena de contradicciones, sin darnos la clave del problema.
El positivismo materialista, engañado por las falsas perspectivas de un conocimiento incompleto, creyó conocer al hombre, estudiándolo: con biología, en el
desarrollo de la célula y en el proceso biológico, desde el óvulo fecundado hasta el completo desarrollo de su complicado organismo; con la fisiología y la anatomía, en el
funcionamiento orgánico y estructura celular; con la histología en la delicada constitución de sus tejidos, de sus fibras y neuronas; etc. y como no ha podido tomar
el alma con el escalpelo, descubrirla en sus análisis químicos, ni verla desprenderse del organismo en el instante de la muerte, le ha firmado el acta de defunción, dando
el problema por solucionado, concluyendo que no hay pensamiento sin cerebro, ni percepción sin órganos materiales, ni alma individual, ni supervivencia anímica. Y el
conócete a ti mismo quedó defraudado ante el concepto de la ciencia materialista.
Pero he aquí que “los muertos se levantan de sus tumbas” y, mientras sus cuerpos se descomponen y los elementos constitutivos se disgregan y se infiltran en la
tierra dando vida a la naturaleza, la entidad psíquica, el yo espiritual que constituye nuestra verdadera personalidad, vive, siente, piensa y actúa en un plano de vida
superior, o mejor dicho revestido de un cuerpo etéreo, verdadero receptáculo de las energías sensoriales y psíquicas y potencial generador de las fuerzas vitales, sensitivas y motrices, nexo espiritual, indispensable para la manifestación de nuestras
facultades anímicas y espirituales y para la relación entre el espíritu y la materia, según se desprende de los hechos acumulados por la psicología experimental, por la
Metapsíquica y por la ciencia del Espiritismo.
Recopilaciones del libro “ESPIRITISMO DIALËCTICO”, de Manuel Porteiro.
 por Dante Pracilio
 


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