El planeta Tierra ha logrado permanecer habitable durante tanto tiempo por una simple razón: buena suerte.
Investigadores de la Universidad de Sourthhampton llevaron a cabo simulaciones masivas de la evolución climática de 100 mil planetas generados aleatoriamente.
Cada planeta fue simulado 100 veces con eventos aleatorios que alteran el clima que ocurren cada vez para ver si la vida habitable podría mantenerse durante tres mil millones de años como en la Tierra.
De estos planetas, el 9 por ciento (de 8.700) tuvieron éxito al menos una vez, pero, de ellos, casi todos (alrededor de 8.000) tuvieron éxito menos de 50 veces de cada 100 y la mayoría (aproximadamente 4.500) tuvieron éxito menos de 10 veces de cada 100.
El profesor Toby Tyrrell, especialista en ciencia del sistema terrestre, dijo que los resultados del estudio, publicados en la revista Nature Communications Earth and Environment, sugirieron que el azar es un factor importante para determinar si los planetas, como la Tierra, pueden continuar alimentando la vida por miles de millones de años.
Cuando el sistema solar tuvo tres planetas habitables
Un hecho fascinante es que nuestro sistema solar quizás tuvo en sus orígenes no uno, sino tres mundos habitables al mismo tiempo. Claro está, hablamos de Venus, la Tierra y Marte, que, no solo estaban en la zona habitable del Sol, sino que probablemente tenían agua líquida en su superficie y que, por tanto, satisfacían el laxo criterio de habitabilidad de los astrónomos (recordemos que el que un planeta sea «habitable» no implica necesariamente que esté «habitado»). Hoy en día, de los tres solamente queda uno que siga siendo habitable, nuestro planeta. La incógnita es cuándo dejaron de ser habitables Venus y Marte y, por supuesto, si estuvieron alguna vez habitados.
La Tierra primitiva
La habitabilidad del sistema solar interior depende de dos factores: el comportamiento del Sol y el tamaño y composición de los propios planetas. Desde que el sistema solar se formó hace unos 4600 millones de años, el Sol ha visto aumentar su luminosidad en un 30%. Este hecho ha provocado que el límite interior de la zona habitable se haya ido desplazando progresivamente hacia el exterior, lo que ha dejado fuera a Venus y ha colocado a la Tierra cerca del borde interno. De hecho, el Sol seguirá aumentando su luminosidad y, en unos mil millones de años, la Tierra quedará fuera de la zona habitable y los océanos se evaporarán para siempre. Curiosamente, aunque el Sol primitivo era menos luminoso, sabemos que Marte fue habitable durante cientos de millones de años, como mínimo. Es lo que se conoce como la «paradoja del Sol joven», y que también es un problema a la hora de explicar las condiciones de la Tierra primitiva.
Zona habitable de las estrellas en función de su temperatura superficial. En la actualidad solo la Tierra y Marte están dentro de la zona habitable (Chester Harman/NASA).
Si Venus dejó de ser habitable principalmente por culpa del comportamiento del Sol, en cambio Marte ya no lo es por sus particularidades como planeta. Marte siempre fue el menor de los tres planetas potencialmente habitables del sistema solar debido a la acción gravitatoria de Júpiter, cuyas migraciones hacia el interior del sistema provocaron que el planeta rojo tuviese una masa menor de la que le correspondía. Con un tamaño más pequeño, el calor interno y, por tanto, su actividad interna siempre fue menor que la de la Tierra o Venus. Esto provocó que los volcanes marcianos no fuesen capaces de aportar suficientes volátiles para compensar la pérdida de la atmósfera provocada por una menor gravedad. El menor tamaño también fue el causante de que Marte no retuviese una dinamo interna que crease una magnetosfera potente para proteger la atmósfera del viento solar. Precisamente, aunque el Sol primigenio era más débil, la emisión de partículas de viento solar y la actividad en rayos X y en el ultravioleta era mayor que la actual, lo que aceleró el proceso de pérdida atmosférica de Marte.
Interacción entre el viento solar y Marte. Sin una magnetosfera potente, Marte ha perdido y sigue perdiendo su atmósfera por culpa del viento solar (NASA).
Hasta hace unos años existía un acalorado debate sobre si la mayor parte de la atmósfera marciana se había perdido al espacio o, si por el contrario, quedó almacenada en el suelo forma de depósitos de carbonatos, hielo de agua y hielo de dióxido de carbono. Ahora, gracias sobre todo a la misión MAVEN de la NASA, tenemos la total seguridad de que Marte perdió la mayor parte de su atmósfera por acción del viento solar. En la actualidad, la atmósfera de Marte es tremendamente tenue, de tan solo 6 milibares de presión y está formada exclusivamente por dióxido de carbono. Si se sublimasen los depósitos de hielo de dióxido de carbono que se hallan en los polos marcianos solo lograríamos aumentar la presión hasta los 50 milibares (malas noticias para los futuros ingenieros planetarios que quieran terraformar el planeta). Por contra, el planeta rojo sí que ha mantenido la mayoría de sus reservas de agua. Hasta hace unos tres mil millones de años, Marte tenía una cantidad de agua equivalente a una capa global de 500 a 1000 metros de profundidad, pero parece que, como mucho, solo ha perdido una capa equivalente a 50 metros de profundidad.
Los casquetes polares permanentes de Marte (en su mayoría hechos de hielo de agua) (NASA/Ralph Aeschliman).
Estas son buenas noticias de cara la habitabilidad presente de Marte, puesto que, aunque la superficie no es habitable, en el interior hay hielo de agua en cantidades más que suficientes. En contacto con posibles fuentes de calor internas, este hielo es susceptible de formar lagos subterráneos de agua líquida, especialmente con ayuda de las abundantes sales de percloratos que permiten bajar el punto de fusión del hielo. Las misiones robóticas han demostrado que Marte tuvo agua líquida en la superficie de forma más o menos continua durante el periodo Noeico (desde hace 4100 millones de años hasta hace 370o millones de años). Para que esto fuese posible, el clima marciano tuvo que ser más cálido y húmedo que el actual, pero eso requiere una atmósfera de al menos diez veces la presión superficial que tiene ahora. Los resultados de MAVEN encajan con estas condiciones, ya que se ha calculado que, a lo largo de su historia, Marte ha perdido una atmósfera de más de 500 milibares de dióxido de carbono.
Curiosity ha encontrado numerosas pruebas de la presencia recurrente de lagos en el interior del cráter Gale (Kevin Gill/Wikimedia Commons).
Pero la pregunta clave es, ¿cuándo dejó Marte de ser habitable en su superficie? La mayor parte de la atmósfera de Marte se perdió hace 3700 millones de años, al final del periodo Noeico. Desde entonces el planeta rojo ha tenido una atmósfera muy tenue. Sin embargo, gracias a misiones como Curiosity sabemos que Marte fue habitable durante el periodo Hespérico (desde hace 3700 millones de años hasta hace 3000 millones) e, incluso, durante el comienzo del Amazónico (desde hace 3000 millones hasta la actualidad). Eso sí, desde mediados del Hespérico no fue habitable en la superficie continuamente y se sucedieron episodios de habitabilidad intercalados con otros, cada vez más largos, en los que el planeta no era habitable. ¿Cuánto duró cada uno de estos periodos? No estamos seguros, solo sabemos que Marte se fue haciendo más y más seco y más y más frío. En realidad, durante la mayor parte del tiempo que fue habitable, Marte probablemente fue más parecido a una bola de nieve que a una canica azul con bellos océanos.
Recreación de un Marte habitable con océanos (Wikipedia Commons/Ittiz).
El Marte habitable quizás se parecía más a una bola de nieve que al Marte azul de las novelas de ciencia ficción (NASA).
Por esa época la Tierra era, obviamente, habitable, pero era un mundo tan diferente al actual que, si pudiéramos viajar en el tiempo para poder verlo, nos parecería tanto o más alienígena que Marte. Para empezar, durante el eón Arcaico —desde hace 4000 millones de años hasta hace 2500 millones de años— la atmósfera terrestre contenía, además de nitrógeno, muchísimo más dióxido de carbono y metano, mientras que no había rastro de oxígeno. Es posible que la atmósfera estuviese dominada por una neblina de sustancias orgánicas no muy diferente a la que encontramos en Titán, la mayor luna de Saturno. Nuestro planeta era en su juventud «un punto naranja pálido», en vez del punto azul pálido que todos conocemos. Aunque también es posible que gran parte de los océanos fuesen de color púrpura debido al pigmento usado por los microorganismos para realizar la fotosíntesis. Entre otras diferencias con la Tierra actual, la tectónica de placas, un mecanismo fundamental para garantizar la habitabilidad de nuestro planeta, solo comenzó hace alrededor de unos 3000 mil millones de años, más o menos cuando la superficie de Marte dejó de ser habitable para siempre.
Evolución de la habitabilidad de Marte y la Tierra. La superficie de Marte dejó de ser habitable para siempre justo cuando la biosfera terrestre se expandió por su superficie de forma evidente (ESA).
Durante el eón Arcaico la Tierra era, además de habitable, un mundo habitado, pero, curiosamente, la biosfera superficial era muy poco llamativa. Únicamente sería a partir del comienzo del eón Proterozoico —hace 2500 millones de años— cuando la Tierra empezó a tener una biosfera superficial importante, tanto que la composición atmosférica sufrió cambios significativos, como la aparición de oxígeno y la disminución de la presencia de metano y dióxido de carbono. No obstante, conviene recordar que durante el Proterozoico los niveles de oxígeno rondaron concentraciones de entre 0,1% y un 1% de la actual. Efectivamente, durante la mayor parte de la historia de la Tierra hubiéramos necesitado un traje espacial —o, por lo menos, un suministro de oxígeno— para sobrevivir en nuestro propio planeta. No obstante, la Tierra también ha pasado por periodos durante los cuales fue habitable a duras penas, como, por ejemplo, los dos o más episodios de «Tierra bola de nieve» durante los cuales los oceános se congelaron casi en su totalidad.
La Tierra del eón Arcaico era un «punto naranja pálido» por la neblina de sustancias orgánicas (NASA).
Biomarcadores y espectros de la atmósfera terrestre en el pasado (NASA/HabEx).
En cuanto a Venus, es la gran incógnita. En la actualidad la superficie de Venus es el lugar más parecido al infierno bíblico que conocemos, con una presión de 92 atmósferas y una temperatura de unos 480 ºC, día y noche. Pero creemos que esta densa atmósfera, formada en un 96,5% por dióxido de carbono, es un añadido reciente, una consecuencia del efecto invernadero desbocado que cambió radicalmente la historia del planeta. Estamos seguros de que Venus tuvo en su pasado muchísima más agua que ahora —que solo tiene en su atmósfera el 0,001% del agua que hay en los océanos de la Tierra—, por lo que lo lógico es suponer que en algún momento de su historia fue habitable. Es posible que solo lo fuese cuando estuvo dentro de la zona habitable, o quizás fue capaz de retener agua líquida en su superficie hasta una época relativamente reciente. Algunos modelos teóricos señalan a que el gemelo de la Tierra pudo ser habitable hasta hace solo 700 millones de años o, como mínimo, hasta hace dos mil millones de años.
Es posible que Venus tuviese océanos hasta hace 2000 o 700 millones de años (NASA).
De ser así, nuestro planeta vecino guarda estratos geológicos de miles de millones de años durante los que fue habitable y, quizás, tuvo océanos. Un auténtico tesoro geológico protegido de nuestra curiosidad por unas condiciones infernales. De hecho, es posible que Venus fuese habitable durante mucho más tiempo, y con unas condiciones más favorables para la vida, que Marte. Otros modelos más tradicionales indican que el efecto invernadero descontrolado tuvo lugar poco después de la formación del planeta. Sea como sea, parece que Venus nunca desarrolló una tectónica de placas como la Tierra y, como consecuencia, se ha sugerido que su superficie ha sufrido periódicamente episodios volcánicos catastróficos. De acuerdo con el conteo de cráteres de la superficie, el último de estos episodios pudo ocurrir hace 700 millones de años. No sabemos si este hecho marcó el fin del Venus habitable o, por el contrario, fue uno más en la larga historia de episodios volcánicos que ha experimentado este planeta-infierno. Por este motivo resulta tan necesaria una misión a Venus que nos permita buscar claves para saber cómo ha evolucionado su clima.
A la izquierda, el mecanismo de tectónica de placas actual. A la derecha, los mecanismos tectónicos que pudo tener la Tierra primigenia y, quizás, Venus (NASA).
Si pudiéramos usar una máquina del tiempo para contemplar el sistema solar de hace tres mil millones de años nos encontraríamos probablemente con tres planetas potencialmente habitables (y eso sin contar mundos con océanos de agua líquida situados fuera de la zona habitable, como Europa). Sin duda, una hipotética civilización alienígena que hubiera observado el sistema solar por aquel entonces se habría llevado una auténtica sorpresa. En la Tierra ya había vida unicelular, una vida que apareció tan pronto como las condiciones lo permitieron. Por eso sospechamos que también pudo surgir en Marte y en Venus, aunque no lo sabemos. Si queremos salir de dudas, tendremos que explorar estos dos mundos vecinos concienzudamente. Mientras, podemos imaginar qué hubiera pasado si Venus y Marte hubieran continuado siendo habitables hasta el presente. ¿Qué impacto sobre nuestra civilización y sobre la exploración espacial habría tenido un sistema solar con otros dos mundos habitables?
Un Venus con océanos (Wikipedia Commons/Ittiz). Venus en la actualidad. Visto por la sonda japonesa Akatusiki (JAXA/ISAS/DARTS/Damia Bouic).
La Tierra es la nave que nos lleva en un viaje trepidante por el cosmos. El planeta se desplaza a 107.280 kilómetros por hora alrededor del Sol. Y rota sobre su eje a unos 1.666 kilómetros por hora en el ecuador.
No acusamos estas velocidades por el simple hecho de que son constantes, ni aceleran ni desaceleran, se mantienen fijas y los ocupantes del planeta no la siente.
El tema es de que cada año, celebramos la llegada de la Navidad y despedimos del año que se va, demostrando alegría al recibir al nuevo año que nadie sabe como será. ¡Extraños humanos!
Todo eso, sin pararnos a pensar que, en realidad, hemos perdido un año de nuestras vidas, y, que el que comienza, es un lapsus temporal desconocido, inmerso en un futuro incierto que, no sabemos lo que pueda traernos. Claro que, por otra parte, celebramos que hemos vivido el año que se va y nos hacemos la ilusión la ilusión de que este que viene será bueno.
Cuando llegan esas fechas de la Navidad, el ambiente se vuelve algo triste, recordamos a los familiares que se fueron, nos viene a la Mente esfenas del pasado. Recuerdo como me asomaba a la ventana de mi habitación que daba a la calle para ver, aquellos trasnochadores que habían pasado la noche cantando villancicos por todas las calles de Huelva, con sus guitarras, botellas de cristal con grumos que raspaban con tenedores, zambombas y otros instrumentos improvisados, en aquel tiempo no podría haber pensado que ahora, muchos años después, los recordaría con tanta nostalgia.
En fin ¿Será cosa de los años que nos haden volver atrás en el Tiempo¿
Como siempre nos pasa cuando no sabemos alguna cosa, nuestra imaginación se desboca y plantea mil y una solución de lo que podría ser. Así, nos ocurre con el Universo y los secretos que aún no hemos podido desvelar. Construimos modelos que nos den una satisfactoria explicación más o menos aceptable, buscamos remedio para cuestiones que no podemos explicar, y nos inventamos escenarios y situaciones que, tampoco sabemos si alguna vez podremos comprobar: materia oscura, agujeros de gusano, universos paralelos…
Cuando oímos la palabra hiperespacio todos pensamos en un lugar por encima, más alto, más allá del “espacio normal” de tres dimensiones en el que nos movemos en nuestra vida cotidiana. Y, las ideas se pueden mezclar para confundirnos más, con espacios vectoriales lineales que pueden tener un número infinoto de dimensiones, como si fuera un espacio de Hilbert. Es como un túnel situado fuera de este mundo nuestro que nos puede llevar hacia regiones lejanas en la galaxia o, incluso, en otras galaxias y hasta en otro universo, sin tener que recorrer el espacio que de esos lejanos lugares nos separa.
La fantasía del cine nos ha llevado al Hiperespacio
Muchos físicos, un físico que nos habla de dimensiones extra y de hiperespacio, en una de sus obras comienza diciendo:
“¿Existen dimensiones superiores? ¿Están los mundos invisibles más allá de nuestro alcance, más allá de las leyes corrientes de la física? Aunque las dimensiones superiores hayan sido históricamente cosa de charlatanes, místicos y de escritores de ciencia ficción, muchos físicos teóricos creen ahora, no solo que las dimensiones superiores existen, sino que además pueden llegar a explicar algunos de los más profundos secretos de la naturaleza. Aunque queremos aclarar que no existen evidencias experimentales de la existencia de dimensiones superiores, en principio, pueden llegar a resolver el problema esencial de la física: la unificación final de todo el conocimiento físico a un nivel fundamental.
Hemos mirado por todo el Universo y, añadiendo el tiempo como otra dimensión, vemos que es tetradimensional, no podemos ver más dimensiones
Michio Kaku
Mi mundo escapaba a su comprensión. Me intrigaba que pudiese estar a solo unos centímetros de las carpas y que al mismo tiempo estuviésemos separados por un abismo. Concluí que si hubiese algún científico entre las carpas se mofaría de cualquier pez que propusiese que un mundo paralelo podría existir por encima de los nenúfares. Un mundo invisible más allá del estanque no tendría sentido para la ciencia.”
Claro que, esas explicaciones de Michio Kaku, no nos explican a nosotros, los humanos, lo que es el universo hiper-dimensional que sería para las carpas este mismo universo nuestro. El nos lleva a la posibilidad de que, nosotros, al igual que le ocurre a las carpas de su estanque, tengamos a nuestro alrededor “otras dimensiones” que no somos capaces de ver. Pero yo me sigo preguntando:
¿Dónde, pues, ha de hallarse el universo hiper-dimensional de la simetría perfecta? Ciertamente, no aquí y ahora; el mundo en que vivimos está lleno de simetrías rotas, y sólo tiene cuatro dimensiones, tres de espacio y una temporal. La imaginación que nunca descansa, nos lleva a buscar una respuesta en la cosmología, la cual nos dice que el universo super-simétrico, si existió, pertenece al pasado. Como nos decían los autores de la Teoría Kaluza-Klein, esas otras dimensiones se quedaron compactadas cuando el universo se desarrolló y, aunque son parámetros necesarios para las grandes teorías de cuerdas y supercuerdas… ¡No las vemos por ninguna parte!
La implicación de eso es que el universo tuvo que comenzar en un estado de perfección simétrica, desde el que evolucionó a este otro universo menos simétrico que conocemos y en el que vivimos. Si es así, la búsqueda de la simetría perfecta sería la búsqueda del secreto del origen del universo, y la atención de sus acólitos puede volverse con buenas razones, como las caras de las flores al alba, hacia la blanca luz de la génesis cósmica. Alguna vez hemos podido comentar aquí de aquella simetría primera, cuando todas las fuerzas de la naturaleza estaban unidas en una sola fuerza y, a medida que el universo se enfrió en los infiernos del big bang, aquella simetría se rompió, y se desgajó en las cuatro fuerzas que ahora conocemos y, algunos dicen que, se formaron las cuatro dimensiones que podemos ver y, otras, quedaron confinadas en el límite Planck. La simetría quedó rota para siempre.
También en otras ocasiones hemos recordado que: “En griego, la palabrasimetría significa “la misma medida” (syn significa “juntos”, como en sinfonía, una unión de sonidos, y metrón, “medición”); así su etimología nos informa que la simetría supone la repetición de una cantidad medible. Pero la simetría para los griegos, también significaba la “la debida proporción”, lo que implicaba que la repetición involucrada debía ser armoniosa y placentera, como de hecho, resultan ser en las imágenes que arriba contemplamos. Asi, la Naturaleza nos está indicando que una relación simétrica debe ser juzgada por un criterio estético superior.”
Humo simétrico
Muchos de nosotros, la mayoría, conocimos la simetría en sus manifestaciones geométricas de aquellas primeras clases en la Escuela Elemental, más tarde en el arte y, finalmente, la pudimos percibir en la Naturaleza, en el Universo y en nosotros mismos que, de alguna manera, somos parte de ese Universo de simetría.
Los planetas son esféricos y, por ejemplo, tienen simetría de rotación. Lo que quiere indicar es que poseen una característica -en este caso, su perfil circular- que permanece invariante en la transformación producida cuando la Naturaleza los hace rotar. Las esferas pueden hacerse rotar en cualquier eje y en cualquier grado sin que cambie su perfil, lo cual hace que sea más simétrica.
Sí, a nuestro alrededor podemos contemplar la simetría que en el Universo quedó rota. Así que, la imaginación que es libre de “volar” hacia espacios desconocidos y hacia escenarios imposibles, también puede, no sólo escenificar el hiperespacio, sino que, llevando la fascinación aún más lejos, ¿quién sabe? (como tántas veces hemos comentado), si los teóricos no habrán dado en el blanco y, con su intuición “infinita”, haber podido vislumbrar que toda la materia del universo está formada por cuerdas vibrantes y armónicas que se conjugan de diferentes maneras, produciendo con sus pulsos, nuevas partículas.
¡Es todo tan extraño! ¡Es todo tan complejo! y, sobre todo…¡sabemos tan poco!
Las nuevas características descubiertas por los científicos en las transiciones de fases es que normalmente van acompañadas de una ruptura de simetría. Así pues, el estado de máxima simetría es con frecuencia también un estado inestable, y por lo tanto corresponde a un falso vacío. Con respecto a la teoría de supercuerdas, los físicos suponen (aunque todavía no lo puedan demostrar) que el universo decadimensional original era inestable y pasó por efecto túnel a un universo de cuatro y otro de seis dimensiones.Así pues, el universo original estaba en un estado de falso vacío, el estado de máxima simetría, mientras que hoy estamos en el estado roto del verdadero vacío.
Lo cierto es que, estemos en el universo que podamos estar, lo que no podemos negar es que es, ¡bello!
Los físicos, en su incansable búsqueda de respuestas, nos llevan a “cosas” o “modelos” como el de la “supergravedad”, una construcción matemáticamente complicada que consigue combinar la supersimetría con la fuerza gravitatoria pero, ¿qué es la super-gravedad? Meternos en esos berengenales matemáticos sería algo engorroso y (para muchos) aburrido.
¿Qué pasa entonces con la super-gravedad? Aquí, al principio las cosas parecen mucho mejores e incluso al nivel de tres lazos nada parece ir mal. Los entusiastas afirman que esto no podía ser uhna coincidencia y que la teoría final de todas las fuerzas podría estar a la vista. ¿Una teoría de todas las fuerzas? ¿Podemos imaginar una cosa así? ¿Sería posible una formulación exacta de las leyes de la física? ¿Se podría encontrar eso alguna vez?. Claro que, todo esto nos lleva a “universos” insospechados, lugares cada vez más pequeños en un reino donde el espacio y el tiempo dejan de existir, ya no podemos hablar de puntos y, nos vemos obligados a tener que hablar de cuerdas vibrantes.
Según lo que podemos entender y hasta donde han podido llegar nuestros conocimientos actuales, ahora sabemos donde están las fronteras: donde las masas o las energías superan 1019 veces la masa del protón, y esto implica que estamos mirando a estructuras con un tamaño de 10-33 centímetros. Esta masa la conocemos con el nombre de masa de Planck y a la distancia correspondiente la llamamos distancia de Planck. La masa de Planck expresada en gramos es de 22 microgramos, que la es la masa de un grano muy pequeño de azúcar (que, por otra parte, es el único número de Planck que parece más o menos razonable, ¡los otros números son totalmente extravagantes!). Esto significa que tratamos de localizar una partícula con la precisión de una longitud de Planck, las fluctuaciones cuánticas darán tanta energía que su masa será tan grande como la masa de Planck, y los efectos de la fuerza gravitatoria entre partículas, así, sobrepasarán los de cualquier otra fuerza. Es decir, para estas partículas la gravedad es una interacción fuerte.
Si la Gravedad llega a ser una interacción fuerte, será un verdadero desastre. No se puedo ni imaginar lo que haría, en ese caso, la gravedad, algo tan difícil como “la cromodinámica cuántica” cuando interacciona con los quarks. Aquí la situación es mucho más grave. Cuanto más pequeñas sean las estructuras que tratamos de estudiar más intensa es esta fuerza, hasta el extremo de que incluso los intentos más burdos para describirla darán lugar a resultados completamente absurdos.
Todo lo que conocemos acerca de la naturaleza será inválido en la escala de Planck, y nosotros que pensábamos que conocíamos todo con gran precisión. La Teoría de Einstein acerca de la naturaleza de la fuerza gravitatoria funciona espléndidamente, parte de un principio muy fundamental, uno que practicamente tiene que ser correcto: la gravedad es una propiedad del espacio y el tiempo mismos. El Espacio y el Tiempo están “curvados” quiero decir exactamente lo que sucede a un trozo de papel cuando se humedece: de deforma y no hay manera de alisarlo ni pasándole la plancha caliente. La guerza Gravitatoria es la responsable de semejante rugosidad en el espacio tiempo.
Esta luz a la que se refieren no es la que nos trae el Sol, es la que surge en nuestras Mentes
Hasta aquí, al menos algo sí hemos podido comprender. Sin embargo, cuando nos sumergimos en el océano profundo del hiperespacio y del universo extra-dimensional… ¡las cosas cambian! Estamos perdidos y, nuestras mentes no encuentran esa luz que ilumine el entendimiento para saber, de una vez por todas, si todo eso puede desatar ahí o, simplemente, son falsos escenarios que nuestras mentes imaginan para huir de la cruda realidad.
Claro que, por otra parte, como nos pasó con la paradoja del gato de Schrödinger que, al principio era tan extraña que uno podía recordar la reacción de Alicia al ver desaparecer el gato de Cheshire en el centro del cuento de Lewis Carroll: “Allí me verás”, dijo el Gato, y desapareció, lo que no sorprendió a Alicia que ya estaba acostumbrada a observar cosas extrañas en aquel lugar fantástico. Igualmente, los físicos durante años se han acostumbrados a ver cosas “extrañas” en la mecánica cuántica.
¡Lo que no sea capaz de crear nuestrsa imaginación! Y, a pesar de su “infinita riqueza, la Naturaleza la supera y contiene y ocurren cosas inimaginables.
Algunos, como Alejandro Jodorowsky piensan que: Si tenemos un cuerpo imaginario, es también necesario que nos demos cuenta que tenemos una mente imaginaria. Tenemos pensamientos inconscientes, percepciones olfativas, audiciones, tactos, visiones, sabores mucho más desarrollados que los que creemos “reales”. Vemos más de lo que creemos ver, oímos más de lo que creemos oír, gustamos más de lo que creemos gustar, olfateamos más de lo que creemos olfatear, percibimos con el tacto mucho más de lo que creemos percibir, pensamos más de lo que creemos pensar. No sentimos por completo nuestras sensaciones, tenemos pensamientos de los que no nos damos cuenta, vivimos dentro de limites perceptivos, provocados desde que nacemos por nuestra familia y luego por la sociedad. Nos sumergen en prejuicios y concepciones anquilosadas de la realidad y de nosotros mismos. Debemos aprender a pensar con libertad, (no digo con “inteligencia”, digo con “libertad”). El trabajo mágico consiste en disolver los límites de nuestra inteligencia y de nuestras percepciones. Estos limites nos encierran en calabozos irreales que nos impiden acceder a la conciencia suprema.
Si realmente eso es así, estaríamos limitados por nuestras propias concepciones del mundo. Sin embargo, ahí están los físicos teóricos que, se salen del “régimen” establecido y, sus mentes generan ideas e imagina mundos y universos que, siendo muy dispares de este nuestro que creemos real, podrían ser, los auténticos mundos y los auténticos paisajes que la Naturaleza trata de mostrarnos y que, nosotros, nos empecinamos en no querer ver.
Antes, para conocer el mundo, teníamos que hacer grandes viajes, realizar grandes empresas aventureras de las que nunca sabíamos cómo podríamos salir. El riesgo y la ventura era el pan de cada día para aquellos que querían descubrir otras tierras, otros pueblos y culturas. Hoy día, las cosas han cambiado. No debemos descartar la posibilidad de que seamos capaces de utilizar las unidades de Planck-Stoney para clasificar todo el abanico de estructuras que vemos en el universo, desde el mundo de las partículas elementales hasta las más grandes estructuras astronómicas. Este fenómeno se puede representar en un gráfico que recree la escala logarítmica de tamaño desde el átomo a las galaxias. Y, cualquier joven, sentado tranquilamente en su casa, con un potente ordenador, puede realizar “aventuras” que antes, eran imposibles.
Sentado cómodamente ante este sencillo conjunto de inventos tecnológicos, cualquier joven bien preparado, puede construir modelos e inventar “mundos” de inimaginable belleza. Y, lo que parecía un sueño, podrían recrear el movimiento de las galaxias, una colisión entre dos agujeros negros, e incluso, una explosión supernova.
Algunas veces me sorprendo al constatar que, algunas respuestas llegan a tu mente sin haberlas llamado en ese preciso momento. Son preguntas que te hiciste hace mucho tiempo y que no tuvieron una respuesta adecuada. Sin embargo, la experiencia, el ir acumulando datos y algún que otro saber, finalmente determina esa llegada del por qué de las cosas. Todo, sin que nos demos cuenta, queda registrado en nuestras mentes y, en el momento oportuno… ¡surge como por arte de magia aquello que queríamos saber!Ciertos parámetros mentales retienen esas cuesrtiones complejas y, finalmente, la mente consigue llegar a la resolución deseada y correcta que aparece ante nuestros ojos y nos producen, a pesar de todo, algo de asombro de que podamos haber llegado tan lejos en la comprensión de la Naturaleza.
¿Cuántas veces no habré puesto aquí la imagen de arriba que quiere significar las conexiones del cerebro que generan los pensamientos? Y, la cuestión es, que esas conexiones no se limitan a estar ahí en ese ámbito reducido que llamamos cerebro, sino que, utilizando ese otro “ente” inmaterial y superior que llamamos mente, también nos mantiene conexionados con el Universo, del que, al fin y al cabo, formamos parte.
Esta sí es una realidad, sin ella, el mundo no sería tal como lo conocemos.
Sin embargo, y a pesar de todo, no podemos negar nuestras limitaciones tanto de percepción como intelectuales para reconocer “el mundo” tal como es. Es “nuestro mundo” que, cuando sea visitado por “otros”, pudiera ser otro mundo distinto al que nosotros percibimos y, “ellos” podrían “ver” cosas que nosotros no vemos.
Vivímos en nuestra propia realidad, la que forja nuestras mentes a través de los sentidos y la experiencia. Incluso entre nosotros mismos, los seres de la misma especie, no percibimos de la misma manera las mismas cosas. Sí, muchos podemos coincidir en la percepción de algo, sin embargo, otros muchos diferirán de nuestra percepción y tendrán la suya propia. Esa prueba se ha realizado y la diversidad estuvo presente.
No, no será nada fácil despejar las incógnitas presentes en esta inmensa complejidad que llamamos Universo. Pero, firmemente creo que las respuestas están en nuestras Mentes, todo se traduce a Química y Luz. Energías de velocidades alucinantes que recorren el enmarañado entramado de neuronas y que hace posible todas y cada una de las maravillas que “real”mente se producen en nosotros y que no siempre sabemos traducir ni comprender.
Quiero resaltar la desconocida participación de las mujeres en el mundo de la astronomía, concretamente en tres de la antigüedad, en las que a dos de ellas, debido a la incomprensión y a la poca estima que por uno u otros motivos se tenía a la mujer, lo pasaron mal, una que casi tuvo que pasar por hechicera y la otra muerta de manera horrible por la intransigencia religiosa. Con estas tres pequeñas historias quiero rendir un merecido homenaje a todas la mujeres que se dedican a la ciencia y en este año tan especial que lo hacen en la astronomía.
Enheduanna, la princesa y sacerdotisa autora de la primera obra literaria de la Historia
Enheduanna fue una mujer que vivió en el siglo 23 a.C. en la antigua Mesopotamia, y es ampliamente considerada como la primera persona en la historia en crear obra literaria propia.
La conquista de Sargón el Grande derivó en el desarrollo del primer gran imperio. La ciudad de Acadia se convirtió en el primer gran centro urbano y el norte y el sur de la Mesopotamia se unieron por primera vez en la historia.
Es en medio de este extraordinario escenario histórico que hallamos el fascinante personaje de Enheduanna, la hija de Sargón, ella es una de las primeras mujeres nombradas en los textos de ciencia / tecnología históricos. Ella era una sacerdotisa, un buscador (amante de) la sabiduría y el conocimiento.
Ella fue la sacerdotisa mayor de la deidad lunar Nanna Suen en su templo de Ur (actualmente, sur de Irak). Y la labor celestial de esta mujer de hecho se refleja en su nombre, que significa “ornamento del cielo”.
Enheduanna escribió muchas obras literarias, entre ellas dos himnos dedicados a Inanna, la diosa mesopotámica del amor. También se le adjudica la autoría del mito de Inanna y Enki, una colección de 42 himnos.
Fuente de la imagen,Wikimedia Commons
Pie de foto, El disco de Enheduanna fue descubierto por el arqueólogo británico Charles Leonard Woolley y su equipo de excavación en 1927.
A pesar de esto, es bastante desconocida para la historia y sus logros literarios han sido ampliamente pasados por alto (a excepción del trabajo hecho por la académica Betty De Shong Meador).
Sus escritos son profundamente personales y contienen numerosos datos biográficos.
Hay ecuaciones que son aparentemente insignificantes por su reducido número de exponentes que, sin embargo, ¡dicen tantas cosas…! En la mente de todos están las sencillas ecuaciones de Einstein y de Planck sobre la energía-masa y la radiación de cuerpo negro. Esa es la belleza de la que hablan los físicos cuando se refieren a “ecuaciones bellas”.
Maxwell
Las ecuaciones de Maxwell…, “y se hizo la luz”
La identidad de Euler: Algunos dijeron de su ecuación: “la expresión matemática más profunda jamás escrita”, “misteriosa y sublime”, “llena de belleza cósmica”, “una explosión cerebral”.
Newton y su segunda ley que, aunque no funcione cuando nos acercamos a velocidades relativistas, rompió la marcha hacia la Gravedad.
Pitágoras y “su” teorema, también debe estar presente como lo está su teorema en las construcciones de todo el mundo y… mucho más.
Schrödinger y su función de onda que tampoco se queda atrás (aunque como la ecuación de Newton, si hablamos de velocidades relativistas…)
Bueno, E = mc2, nos lleva a profundidades de la materia antes jamás vistas y nos permite sacar conclusiones como que, en un gramo de materia está encerrada toda la energía consumida por la Humanidad durante un minuto. ¡Masa y Energía son la misma cosa!
Einstein con esa ecuación de arriba de la Relatividad General, vino a cambiar el mundo y, a partir de entonces, nació la verdadera cosmología. ¡Nos habla de tantas cosas! La materia le dice al Espacio como curvarse, y, el Espacio le dice a la materia como moverse.
¿Qué decir de la maravillosa fórmula de la entropía de Boltzman?
Creo que hoy, hablaremos de ella. Boltzmann con su trabajo e ingenio, le dio a la Humanidad la herramienta para que pudiera seguir avanzando en el difícil laberinto de la Ciencia, fue, sin duda, uno de los físicos más ilustres del siglo XIX.
El trabajo científico desarrollado por Boltzmann en su época crítica de transición que puso el colofón a la física “clásica” –cuya culminación podríamos situar en Maxwell– y antecedió (en pocos años) a la “nueva” física, que podemos decir que comenzó con Max Planck y Einstein Aunque ciertamente no de la importancia de los dos últimos, la labor científica de Boltzmann tiene una gran relevancia, tanto por sus aportaciones directas (creador junto con “su amigo” Maxwell y Gibbs de la mecánica estadística, aunque sea el formulismo de éste último el que finalmente haya prevalecido; esclarecedor del significado de la Entropía, etc.) como por la considerable influencia que tuvo en ilustres físicos posteriores a los que sus trabajos dieron la inspiración, como es el caso de los dos mencionados, Planck y Einstein.
Boltzmann fue un defensor a ultranza del atomismo, polemizando sobre todo con Mach y Ostwald, antagonistas partidarios de la energética y claros exponentes de la corriente idealista de la física alemana. Tuvo que abandonar su ambiciosa idea de explicar exactamente la irreversibilidad en términos estrictamente mecánicos; pero esta “derrota”, no ocultaré que dolorosa desde el punto de vista personal, le fue finalmente muy productiva, pues de alguna manera fue lo que le llevó al concepto probabilista de la entropía. Estas primeras ideas de Boltzmann fueron reivindicadas y extendidas, en el contexto de la teoría de los sistemas dinámicos inestables, sobre todo por la escuela de Prigogine, a partir de la década de 1970.
La personalidad de Boltzmann era bastante compleja. Su estado de ánimo podía pasar de un desbordante optimismo al más negro pesimismo en cuestión de unas pocas horas. Era muy inquieto; él decía – medio en serio, medio en broma – que eso se debía a haber nacido en las bulliciosas horas finales de los alegres bailes del Martes de Carnaval, previas a los “duelos y quebrantos” (entonces) del Miércoles de Ceniza.
Ludwig Boltzmann and co-workers in Graz, 1887. (standing, from the left) Nernst, Streintz, Arrhenius, Hiecke, (sitting, from the left) Aulinger, Ettingshausen, Boltzmann, Klemenčič, Hausmanninger
Su lamentable final, su suicidio en Duino (Trieste) el 5 de septiembre de 1906, muy probablemente no fue ajeno a esa retorcida personalidad, aunque su precaria salud física fue seguramente determinante a la hora de dar el trágico paso hacia el lado oscuro.
Uno de los problemas conceptuales más importantes de la física es cómo hacer compatible la evolución irreversible de los sistemas macroscópicos (el segundo principio de la termodinámica) con la mecánica reversible (las ecuaciones de Hamilton o la ecuación de Schrödinger) de las partículas (átomos o moléculas) que las constituyen. Desde que Boltzmann dedujo su ecuación en 1872, este problema ha dado lugar a muy amplios debates, y el origen de la irreversibilidad es, aún hoy en día, controvertido.
En Física estadística, la ecuación de Boltzmann es una ecuación de probabilidad que relaciona la Entropía S de un gas ideal con la cantidad W, el número de microestados reales correspondientes al macro-estado de gas:
donde kB es la constante de Boltzmann (también escrita como simplemente k) e igual a 1.38065×10−23 J/K.
En resumen, la fórmula de Boltzmann muestra la relación entre la entropía y el número de formas en que se pueden organizar los átomos o moléculas de un sistema termodinámico.
En una de sus primeras publicaciones, Boltzmann obtuvo en 1866 una expresión de la entropía, que había sido definida un año antes por Clausius, basado en conceptos mecánicos. Las limitaciones de este trabajo eran que su aplicación se restringía al estudio de los gases y que el sistema era periódico en el tiempo. Además, Boltzmann no pudo deducir de su definición de entropía la irreversibilidad del segundo principio de la termodinámica de Clausius. En 1868, basándose en las ideas probabilísticas de Maxwell, obtuvo la distribución de equilibrio de un gas de partículas puntuales bajo la acción de una fuerza que deriva de un potencial (distribución de Maxwell-Boltzmann).
En el Universo, considerado como sistema cerrado, la entropía crece y…
En 1.872 publicó la denominada ecuación de Boltzmann para cuya deducción se basó, aparentemente, en ideas mecánicas. Esta ecuación contiene, sin embargo, una hipótesis no mecánica (estadística) o hipótesis del caos molecular, que Boltzmann no apreció como tal, y cuya mayor consecuencia es que, cualquiera que sea la distribución inicial de velocidad de un gas homogéneo diluido fuera del equilibrio, ésta evoluciona irreversiblemente hacia la distribución de velocidad de Maxwell. A raíz de las críticas de Loschmidt (paradoja de la reversibilidad) y Zermelo (paradoja de la recurrencia), Boltzmann acabó reconociendo el carácter estadístico de su hipótesis, y en 1877 propuso una relación entre la entropíaS de un sistema de energía constante y el número de estados dinámicos W accesibles al sistema en su espacio de fases; esto es, la conocida ecuación S = kB ln W, donde kB es la constante de Boltzmann. En esta nota, se hace una breve descripción de la ecuación de Boltzmann y de la hipótesis del caos molecular.
El comportamiento de los gases siempre dio a los físicos en qué pensar
Al maduro y malhumorado estudiante le han explicado las leyes de los gases ideales de Boyle-Mariotte, Charles y Gay Lussac y luego le han dicho que hay una ecuación general que engloba a las tres. Preocupado por no ser capaz de memorizarlas y temiendo liarse con los nombres y los enunciados, protesta de que no le baste con aprenderse solamente la última de ellas. ¿Tiene sentido su airada protesta? Como siempre la respuesta no es sencilla. Reflexionemos acerca de las distintas formas en que se puede abordar el estudio de los gases ideales. Y si se quieren saltar las consideraciones didácticas y hacer caso al deseo del disgustado estudiante pulsar en este enlace: Gases ideales.
La ecuación de Boltzmann describe la evolución temporal de un gas diluido de N partículas puntuales de masa m contenidas en un volumen V que interaccionan a través de un potencial de par central repulsivo V(r) de corto alcance a. Como simplificación adicional, considérese que sobre las partículas no actúan campos externos. Si f1(r,v,t) indica la densidad de partículas que en el tiempo t tienen un vector de posición r y velocidad v, que está normalizada en forma:
∫dr ∫dvƒ1(r,v,t) = N
Su evolución temporal es la suma de dos contribuciones. En ausencia de interacción, las partículas que en el tiempo t tienen vector de posición r y velocidad v se encuentran, después de un intervalo de tiempo Δt, en r + v Δt y tiene la misma velocidad. Como
f1(r + vΔt,v,t + Δt) = f1(r,v,t)
en el límite Δt → 0 (2) se escribe:
∂1 f1(r,v,t) = – v∂r f1(r,v,t)
Que es una ecuación invariante bajo el cambiot → – t y v → – v. La evolución es, por tanto, mecánica.
Se cumplieron más de cien años desde la muerte de Boltzmann y su trabajo sigue siendo recordado. No pienso que Boltzmann creyera en la existencia real de los átomos, pero sí en su utilidad e incluso en su necesidad para comprender las leyes macroscópicas y la evolución irreversible de los fenómenos macroscópicos desde una base más fundamental que el nivel fenomenológico. Pero había quien (con autoridad) no creía ni en la existencia ni en su utilidad. Este debate no era ajeno a las tendencias ideológicas, religiosas y usos sociales de aquella época porque, en general, la ciencia es parte de la cultura y depende del momento histórico que viven los científicos, al fin y al cabo, seres humanos como los demás, influenciables por su entorno en una gran medida.
Por el siglo XIX, e incluso antes, ya se hablaba de “átomos”* y una rudimentaria teoría cinética de los gases gozaba de aceptación y utilidad científica (recordemos los trabajos de Benoulli, Dalton, Laplace, Poisson, Cauchy, Clausius, Krönig… y Maxwell). Pero fue Boltzmann quien definitivamente profundizó en la cuestión, para el estudio del equilibrio y, sobre todo, intentando explicar mecánicamente (mecano-estadísticamente) la evolución termodinámica irreversible y la descripción de los procesos de transporte ligados a ella. Y, nuevamente (por su enorme importancia) no podemos dejar de mencionar la muy singular labor que hicieron Gibbs, Einstein, Planck, Fermi y otros. Sin la motivación ideológica de Boltzmann, Gibbs elaboró una bellísima, útil y hoy dominante formulación (cuerpo de doctrina) de la termodinámica y física estadística.
Lorentz
Fue Lorentz quien primero utilizó la ecuación de Boltzmann y lo hizo para describir la corriente eléctrica en sólidos dando un paso significativo por encima del pionero Drude. Lorentz introdujo un modelo opuesto al browniano donde partículas ligeras como viento (electrones) se mueven chocando entre sí y con árboles gordos (tales como iones en una red cristalina); un modelo del que se han hecho estudios de interés tanto físico como matemático. Enskog (inspirándose en Hilbert) y Chapman (inspirándose en Maxwell) enseñaron cómo integrar la ecuación de Boltzmann, abriendo vías a otras diversas aplicaciones (hidrodinámica, propagación del sonido, difusión másica, calor, fricción viscosa, termoelectricidad, etc.). Recordemos que Boltzmann encontró como solución de equilibrio de su ecuación una distribución de velocidades antes descubierta por Maxwell (hoy, como reseñé anteriormente, de Maxwell-Boltzmann), por lo que concluyó que así daba base microscópica mecánica (teorema H mecano-estadístico) al segundo principio de la termodinámica (estrictamente, evolución de un sistema aislado hacia su “desorden” máximo).
El físico austríaco Ludwig Boltzmann sentó las bases estadísticas de la entropía, su trabajo fue tan importante que el gran físico Max Planck sugirió que su versión de la fórmula de Boltzmann fuera grabada en la lápida de Boltzmann de Viena.
Está claro que ningún físico que se precie de serlo puede visitar Viena sin visitar el parque Zentralfriedhof para ver la tumba de Boltzmann. Yo sí me pasé por allí. Me senté junto a la tumba; el lugar estaba desierto, y cerrando los ojos traté de conectar con la conciencia del genio. La sensación, extraña y agradable, seguramente fue creada por mi imaginación, pero creo que charlé con él en el interior de mi mente – la fuerza más potente del universo– y aquellos sentimientos, aquel momento, compensaron el esfuerzo del viaje.
En la tumba, sobre una gran lápida de mármol de color blanco con los nombres Ludwig Boltzmann y de los familiares enterrados con él, sobre el busto de Boltzmann, se puede leer la inscripción, a modo de epitafio:
La Entropía es mucho más que el Caos
En esta breve ecuación se encierra la conexión entre el micro-mundo y el macro-mundo, y por ella se reconoce a Boltzmann como el padre de la rama de la física conocida como mecánica estadística. Esta sencilla ecuación es la mayor aportación de Boltzmann y una de las ecuaciones más importantes de la física. El significado de las tres letras que aparecen (aparte la notación del logaritmo) es el siguiente:
W es el número de microestados posibles de sus partículas elementales.
k es una constante de proporcionalidad que hoy recibe el nombre de Constante de Boltzmann, de valor 1’3805 × 10-23 J/K (si el logaritmo se toma en la base natural).
En definitiva, la ecuación describe la estrecha relación entre la entropía (S) y las miles de formas de partículas que en un sistema se pueden arreglar (k log W). La última parte es difícil. K es la constante de Boltzmann y W es el número de elementos microscópicos de un sistema (por ejemplo, el impulso y la posición de los átomos individuales de gas) en un sistema macroscópico en un estado de equilibrio (por ejemplo, el gas de sellado en una botella). Parece que la naturaleza ama el caos cuando empuja a los sistemas hacia el desequilibrio y Boltzmann le llamó entropía a este fenómeno.
Surge el fogonazo, llega la idea, y se estructuran los pensamientos
Cuando profundizamos un poco en lo que el cerebro humano ha sido capaz de generar, los pensamientos que ha llegado a generar bien sea en forma de ecuaciones matemáticas o expresados con palabras, no podemos dejar de sorprendernos y maravillarnos al ver que, ¡todo el universo parece estar dentro de nuestras mentes! ¿Qué secretos se encierran allí? ¿Cómo nos lleva a estos pensamientos tan profundos?
Ya nos decía el Premio Nobel en Física, León Lederman, en su famoso libro “La Partícula Divina”, que todos los físicos del mundo, deberían tener en el lugar más destacado de sus casas, un letrero con el número 137.
Ese número adimensional y misterioso que esconde los secretos de ala constante de Planck (h), del electromagnetismo (e–), y, de la velocidad de la luz (c).
Materia y Energía son dos aspectos de l misma cosa
Como todas las ecuaciones sencilla de gran trascendencia en la física (como la famosa E = mc2), hay un antes y un después de su formulación: sus consecuencias son de un calado tan profundo que cambiaron la forma de entender el mundo, y en particular, de hacer física a partir de ellas. De hecho, la sutileza de la ecuación es tal que hoy, cien años después de la muerte de su creador, se siguen investigando sus nada triviales consecuencias. Creo que lo mismo ocurrirá con α = 2πe2/ħc que, en tan reducido espacio y con tan pocos símbolos, encierra los misterios del electromagnetismo (el electrón), de la constante de Planck (la mecánica cuántica), y de la luz (la relatividad de Einstein), todo ello enterrado profundamente en las entrañas de un número: 137.
Bueno, a pesar de todo lo anterior, Schrödinger nos decía:
“La actitud científica ha de ser reconstruida, la ciencia ha de rehacerse de nuevo”
¡Lo grande y lo pequeño! ¡Son tantos los secretos de la Naturaleza!
Siempre hemos tenido consciencia de que en física, había que buscar nuevos paradigmas, nuevos caminos que nos llevaran más lejos. Es bien conocida la anécdota de que a finales del siglo XIX un destacado físico de la época William Thomson (1824-1907) conocido como Lord Kelvin, se atrevió a decir que solo dos pequeñas “nubecillas” arrojaban sombras sobre el majestuoso panorama de conocimiento que había construido la física clásica desde Galileo y Newton hasta ese momento: el resultado del experimento de Michelson-Morley, el cual había fallado en detectar la existencia del supuesto éter luminífero; y la radiación del cuerpo negro, i.e la incapacidad de la teoría electromagnética clásica de predecir la distribución de la energía radiante emitida a diferentes frecuencias emitidas por un radiador idealizado llamado cuerpo negro. Lo que Lord Kelvin no puedo predecir es que al tratar de disipar esas dos “nubecillas”, la física se vería irremediablemente arrastrada a una nueva física: la física moderna fundada sobre dos revoluciones en ciernes: la revolución relativista y la revolución cuántica con dos científicos como protagonistas: Planck y Albert Einstein. Sin embargo, ha pasado un siglo y seguimos con esas dos únicas guías para continuar el camino y, resultan insuficientes para llegar a la meta que… ¡Está tan lejos!
De todas las maneras, todo esto no hace que nuestra importancia en el Universo se me suba la cabeza
Siendo cierto que según podemos observar, nuestra especie parece la dominante en este mundo, la más racional y la que más lejos ha llegado desvelando los secretos de la Naturaleza, también lo es que, todas las demás especies están ahí por alguna razón, cada una de ellas tiene un cometido que, no siempre hemos sido capaces de entender. Sin algunas de ellas otras no podrían existir… ¡Todos estamos aquí por un motivo que se nos oculta!
Y, cuando nos paramos a pensar que, nuestro mundo, tan grande para nosotros (como una manzana lo sería para una colonia de microbios), es tan solo un minúsculo objeto en toda esa inmensidad, y, que el mismo sistema solar no es más que una pequeña mota de polco em el contexto del Cosmos inmenso.. Empiezo a dudar de nuestra verdadera importancia en todo este inmenso conglomerado que llamamos Universo y que, desde luego, no acabamos de comprender.