jueves, 18 de abril del 2024 Fecha
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Libretas



Hablando de Física.
Volumen II


Decía el profesor R. Ernst, premio Nobel de química en 1.991, que él imaginaba la física como el tronco del árbol de la Ciencia, la química como las ramas, la biología como las hojas.

Preguntado por las matemáticas contestó: "¡Ah! Éstas son las raíces; no se ven pero sin ellas el árbol no existiría".

En mis libretas se repite una y otra vez que "todo lo grande está hecho de cosas pequeñas", pero también hay que decir que todas las cosas son una sola; veamos:

Las galaxias, estrellas y planetas que las conforman, son cientos de miles de trillones de partículas elementales (quarks y leptones) que dispuestas, para cada caso en una forma especial, se han juntado para hacer planetas o estrellas, así como cualesquiera objetos cosmológicos, y esas partículas también forman los átomos y moléculas complejas de la que estamos creados los seres vivos. Otra cuestión será el valorar esa parte de nosotros que es inmaterial y entra dentro del campo de lo metafísico. Sin embargo, esa parte más compleja y espiritual, también se vale de una parte material, nuestro cerebro, que como la máquina más perfecta jamás creada en el universo, tiene una facultad única: pensar, crear y tener ideas que nos hacen sentir y transmitir emociones.

Todo esto, la materia viva o "inerte" que es la misma en cualquier parte del universo, está presente en el espacio-tiempo y en cada momento y en cada lugar, adopta la forma que en ese instante le corresponde. Porque yo me pregunto ¿qué éramos antes nosotros?, ¿de dónde hemos venido?, ¿cómo llegamos aquí?, ¿dónde y cuándo se formaron los materiales complejos de los que estamos hechos?

Todo ocurre en el universo, ese lugar enorme que tiene un tiempo de 15 mil millones de años en el que tienen lugar todos los acontecimientos de las roturas de simetrías, cambios de fase y transformaciones de energías que de unas cosas hacen otras distintas de lo que fueron. Así ocurre en las estrellas, donde el hidrógeno primordial se fusiona en helio y más tarde en otros materiales más complejos. Esas maravillas (no milagros) ocurren a nuestro alrededor y, sin embargo, pocos nos fijamos en ellas.

Las leyes de la naturaleza en cualquier rincón del cosmos obedecen a los mismos parámetros; todas las cosas están hechas de los mismos materiales (los elementos que conocemos, sean naturales o artificiales) y desde luego, que sepamos, hasta el presente momento la única excepción a las reglas ha sido la aparición de algo que, al evolucionar desde la materia "inerte", ha sido capaz de pensar y de preguntarse (como antes mencionaba) por una serie de cuestiones. La disonancia, si así la podemos llamar por ser excepción, como nosotros, seres con pensamientos propios, así se rompe la monotonía del universo.

¿Con ésto quiero decir que somos nosotros los únicos seres pensantes del nniverso? ¡Claro que no!. Pensemos que sólo nuestra galaxia, la Vía Láctea, tiene 100.000 millones de estrellas. Que no es nada inusual, sino todo lo contrario, que las estrellas tengan su propio sistema solar. Si es así, ¿cuántos planetas habrá sólo en nuestra galaxia?

Bueno; en cien mil millones de soles tiene que haber muchos que sean como nuestro Sol. Estrellas medianas amarillas del grupo G2V o similares que emitan radiación solar acta para la vida, que tengan planetas situados a distancias idóneas para que ni el frío ni el calor impida el surgir de la vida; que se den las condiciones necesarias de atmósfera y agua, así como de los demás elementos precisos para que, al crear ese caldo primordial, surjan las primeras moléculas que evolucionadas desemboquen en seres vivos e inteligentes.

No olvidemos que ese enorme conglomerado de estrellas (cien mil millones), está referido sólo a nuestra galaxia. Existen muchos miles de millones de galaxias en el universo con cientos de miles de millones de planetas. ¿Sería un milagro que hubiera vida en el universo aparte de la nuestra? ¡Claro que no! El milagro sería que no hubiera más vida que la que existe en el planeta Tierra.

El problema que tenemos para localizar dicha existencia (ya lo he señalado en muchos de mis trabajos), es las enormes distancias existentes en el universo y, por otra parte, el enorme transcurso del tiempo desde la creación en el Big Bang.

Tendríamos que coincidir en el tiempo con esas otras civilizaciones avanzadas e inteligentes y, además de coincidir en el tiempo, poder contactar con ellas mediante aparatos suficientemente avanzados para ello.

Ni la una ni la otra son cosas fáciles. Pensemos que la estrella más cercana a nosotros es Alfa de Centauri, situada a 4,3 años-luz de distancia de nosotros, y teniendo en cuenta las velocidades que nuestros ingenios espaciales pueden alcanzar hoy día, la cosa está bastante complicada para contactar con esos seres si es que existen en este momento. Por otra parte, en 15.000 millones de años, cuántas civilizaciones han podido surgir y desaparecer por esas galaxias. En fin, el tema es apasionante y ha sido tratado, con más detalles, en la libreta: La Vida en otros Mundos.

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