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La FÍSICA. Las cosas que nos rodean
Es cosa corriente que, inmersos en el acelerado y competitivo mundo en el que nos ha
		tocado vivir, y en la vorágine del comienzo de un siglo, no prestemos atención a las cosas importantes, las responsabilidades
		acuciantes nos hace preocuparnos sólo del día a día para salir de problemas del momento que, de inmediato, nos sumerge en otros
		nuevos aún más complicados que requieren de nuestro tiempo.
		
Ese es el maldito dilema de la sociedad moderna, el desmesurado consumo de cosas que,
		en su mayor parte, no necesitamos. Sin embargo, tener esas cosas superfluas nos obliga a esfuerzos innecesarios y a descuidar
		cosas tan importantes como la atención a los hijos y a la familia en general. Parecemos idiotas y tal comportamiento, hace que
		nos perdamos momentos irrepetibles por estar persiguiendo obtener ganar más para tener un coche de lujo (?), o poder hacer un
		viaje (?), como si tales cosas fueran importantes.
		
Yo mismo, no en pocos momentos, maldigo aquellos días enteros empalmados con sus
		noches de fatigoso trabajo que me impidieron asistir a recoger las notas de mis hijos y hablar con su profesor, ¡qué merluzo!
		Hay errores que nunca podremos enmendar.
		
Como los seres humanos tenemos el poder de pensar y somos "racionales", podemos
		decidir en todo momento el camino que debemos elegir y claro está, como no somos infalibles, las equivocaciones son muchas.
		No tomamos el camino correcto y decidimos lo contrario de lo que nos conviene. El libre albedrío, ¡que lata!, no escarmentamos
		en cabeza ajena.
		
Hay personas - la mayoría - que pasan por la vida sin que tengan una conciencia clara
		de las cosas, de lo que significa el amor verdadero y de lo que pueden llegar a doler los hijos. El tiempo que aquí tenemos es
		corto y desde luego, el saber aprovecharlo es un bien que no todos hemos sabido llevar a la practica.
		
Sí, es verdad que en relación al universo nuestro tiempo es ínfimo. Nada, menos que
		una mota de polvo en el desierto o la gota de agua en el océano, y siendo así merece la pena esforzarnos en hacer las cosas bien
		y, si podemos, hacer todo el bien posible, respetar a los demás y con nuestra obra, aunque sea pequeña, contribuir al saber de
		los que vendrán detrás.
		
Hemos oído muchas veces comentar a alguien "el tren sólo pasa una vez y hay que
		montarse en él para no quedar en tierra", "las oportunidades son pocas y tenemos que aprovecharlas". Es la metáfora de que en
		la vida hay que estar pendiente de las oportunidades que nos llegan; cada edad tiene las suyas propias, cada momento es para un
		cometido, son fases que tenemos que ir cubriendo hasta estar preparados para la vida, sino lo hacemos, quedaremos postergados
		a los niveles más bajos de la sociedad en la que vivimos.
		
Pero como no todos podemos tener facultades especiales, será mejor que en cada tiempo
		estemos ocupando el lugar indicado y haciendo lo que a ese tiempo corresponda: ir al colegio, el instituto, la universidad, el
		trabajo, etc. Aunque por desgracia en este mundo nuestro, injusto por naturaleza, no todos tienen la posibilidad de recorrer el
		camino adecuado, bien por su estatus familiar, por su lugar de nacimiento, o porque la madre naturaleza no le concedió el don
		de poder aprender y adaptarse a esas exigencias.
		
Es curioso ver como cada cual está capacitado para algo en concreto. Cada uno tenemos
		unos gustos distintos y nuestros pensamientos son diversos (menos mal que no es al contrario). De esa diversidad sale la riqueza
		de los pensamientos.
		
También existen casos extraños de individuos sinestésicos, es decir, que pueden
		mezclar sensaciones o percepciones sensoriales diferentes.
		
- Ven coloreadas las notas musicales.
		
- Huelen las palabras.
		
- Les llega el sabor o el olor de cosas al recordarlas.
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