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¿Los sentimientos? Están en multitud de criaturas

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en General    ~    Comentarios Comments (1)

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Cada especie lo expresa a su manera pero, en lo esencial, todas quieren preservar a sus hijos

A veces me he parado a pensar en el hecho cierto de que, convivimos en el planeta con multitud de especies, y, solo con algunas, hemos podido tener alguna afinidad a un nivel no comunicativo verbal pero sí físico, como es el caso de los perros, los caballos y otros animales que denotan algo de inteligencia careciendo del don de la palabra.

La imagen de arriba es muy significativa y la vemos en muchas especies. No podemos interaccionar con ellas como nos gustaría y lo hacemos con algunas de manera parcial, lo que me lleva a pensar que, si esto nos ocurre con nuestros vecinos en el mismo planeta ¿Qué pasará con los habitantes de otros mundos cuando podamos contactar con ellos?

 

  1. 1
    Anaís Beltrán
    el 14 de noviembre del 2025 a las 9:43

    La verdad es que este tema me encanta porque, aunque parezca algo propio de la filosofía o la poesía, cada vez más la ciencia (y en especial la física y la biología) nos obliga a replantearnos nuestras ideas sobre los sentimientos y dónde pueden surgir. Pensar que las emociones son exclusivas del ser humano es un error que venimos arrastrando desde hace siglos, pero cuando observamos el mundo con un enfoque más amplio, descubrimos que la sensibilidad está repartida por toda la naturaleza.

    Lo interesante es que, desde el punto de vista físico, muchas de las reacciones que asociamos a los sentimientos, como el estrés, la empatía o el miedo, se pueden interpretar como respuestas a estímulos que involucran intercambio de energía, señales químicas y patrones de organización de la materia. Incluso en criaturas muy simples, desde insectos hasta cefalópodos, vemos comportamientos complejos que parecen ir mucho más allá de simples reflejos mecánicos.

    Por ejemplo, un pulpo resolviendo un problema o un cuervo fabricando herramientas sugiere algo parecido a la curiosidad; un perro que consuela a su dueño muestra algo similar a la empatía; y algunos primates han sido observados haciendo rituales ante la muerte, lo cual ya roza un sentimiento profundo. ¿Son “sentimientos” exactamente como los nuestros? Tal vez no. Pero sí parecen ser manifestaciones de estados internos con significado para cada criatura, estados que influyen en su comportamiento y su supervivencia.

    La física, aplicada a sistemas complejos, también nos enseña que cuando la materia se organiza de cierta manera, como en redes neuronales, ya sean biológicas o incluso artificiales, emergen propiedades que antes no estaban allí. Entre ellas, la capacidad de procesar información, responder al entorno y desarrollar patrones estables que podríamos llamar “emocionales”. Esto abre puertas fascinantes, porque nos obliga a mirar a los animales no como máquinas simples, sino como sistemas sensibles capaces de experimentar su propia versión del mundo.

    Creo que lo más valioso de esta reflexión es que nos invita a ser más humildes. Las criaturas que nos rodean no son objetos; son sistemas vivos con sus propias formas de sentir y de existir. Y tal vez, cuando aceptamos eso, nuestra relación con la naturaleza cambia porque nos volvemos más cuidadosos, más atentos y, en cierto modo, también más humanos.

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