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Saber que algunos esfuerzos no son superfluos

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en General    ~    Comentarios Comments (0)

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 Adentrándonos en el maravilloso mundo de la ciencia. Más Allá del Horizonte de Sucesos.

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DEL ESPACIO A LA TIERRA

 

 

Por fin tengo un hueco para publicar el artículo que presenté al Concurso DIPC de divulgación. Lo escribí con mucho cariño, espero que os guste.

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Hoy he vuelto a leer en algún sitio que para qué invertir en ir a la Luna o a Marte con la de problemas que hay en la Tierra. Cada cierto tiempo me encuentro con comentarios de este tipo y es como si me dieran un bofetón en la cara. A los que nos apasiona el espacio esto nos duele por tres motivos. Primero porque nos gusta, nos apasiona saber qué hay más allá de la atmósfera, en ese espacio que parece infinito desde aquí, y nos quedamos con cara de bobos porque no entendemos que alguien no tenga esa misma inquietud. Cuando logramos reaccionar, nos vienen a la mente multitud de otras cosas en las que se gasta dinero y parecen más superfluas, ¿por qué gastar dinero en preparar unas olimpiadas o un mundial de fútbol? ¿Por qué invertir en armamento? ¿No es eso peor para la humanidad? ¿No es uno de los problemas? Pero es que hay más, hay un tercer motivo que muchas veces llega demasiado tarde porque nos ha costado salir del shock. Además, es un motivo que no basta con esgrimir, sino que, para no caer en el mismo error de hablar sin fundamento, hay que saber justificar: hay mucha tecnología espacial en nuestra vida cotidiana. Aquí y en Kenia. La tecnología que ha desarrollado el ser humano en su afán por conocer el mundo es la que nos permite vivir con la comodidad con que lo hacemos, y la espacial no es menos, por el contrario, es una tecnología tan avanzada que las aplicaciones, a veces, pueden dejarnos sin habla.

En nuestro día a día estamos utilizando más inventos espaciales de los que creemos. Las lentillas, el velcro, la espuma viscolástica o los pañales desechables son algunos ejemplos que parecen de lo más mundanos y sin embargo se desarrollaron para su uso en el espacio. Y no digamos ya ese pequeño aparatito que todos llevamos encima allá donde vamos, nuestro querido teléfono inteligente, ese con gps y cámara fotográfica que deben mucho a la aventura espacial. Pero los avances científicos y tecnológicos que le debemos a la exploración espacial van mucho más allá y han influido en ámbitos tan dispares y necesarios como la medicina, el medio ambiente, el transporte, la seguridad pública, la energía, el desarrollo, la productividad y un largo etcétera.

Son muchas las agencias espaciales que trabajan diariamente en llegar un poco más lejos en la exploración espacial y en mejorar las condiciones de los astronautas que salen de nuestro seguro hogar. La ESA ha reportado 150 tecnologías transferidas (TTP) en los últimos 10 años. En Roscosmos fueron los primeros en medir las constantes vitales de un ser vivo en el espacio, nuestra querida Laika. Sin embargo, nadie como la NASA sabe dar a conocer sus logros, por lo que lleva desde 1976 publicando anualmente todas las tecnologías que transfiere de sus centros de investigación al resto del mundo. Estas tecnologías de transferencia, conocidas como spinoff, pueden ser consultadas en su web por año, por centro de investigación, por ámbito e incluso por programa para el que se desarrolló. A día de hoy existen cerca de 2000 tecnologías transferidas a nuestra vida.

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2000. Materiales ignífugos que han mejorado las condiciones de trabajo de los bomberos. Mejores neumáticos que aumentan la adherencia y por lo tanto reducen el número de accidentes. Puentes que resisten terremotos. Estándares de seguridad alimentaria. Y nuestros corazones nunca han estado tan seguros: test no invasivos para detectar enfermedades cardiovasculares, válvulas coronarias que mantienen el corazón activo mientras llega otro que lo reemplace y dispositivos que han mejorado la reanimación cardiovascular (PCR) hasta aumentar en un 50% los pacientes que llegan vivos a un hospital. Los trajes que mantuvieron a los astronautas del Apolo a una temperatura agradable en sus paseos por la Luna son ahora usados tanto por trabajadores de centrales nucleares como por niños con displasia ectodérmica hipohidrótica, cuyos cuerpos no pueden refrescarse por sí mismo. Si le estás dando un biberón a tu bebé con leche infantil, está enriquecida con ácido Omega-3 de una fuente natural descubierta por la NASA para alimentar a los exploradores marcianos.

Podría seguir así y gastar las 2500 palabras que tengo dando ejemplos, pero voy a hacer algo mejor. Voy a elegir tres, tres asombrosas historias y vamos a conocerlas un poco mejor. Vamos a ver cómo el dinero invertido en el espacio está haciendo del mundo un lugar mucho mejor.

EL RECURSO MÁS VALIOSO

En 1994, el transbordador espacial Endeavour voló dos veces llevando consigo un radar de apertura sintética bautizado como Spaceborne Imaging Radar (SIR). El SIR fue construido y controlado en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA y tenía como objetivo mapear la superficie de la Tierra. Las ventajas de usar un radar (instrumento que opera con ondas radio) sobre instrumentos ópticos es su capacidad de trabajar en total oscuridad y a pesar de obstáculos como cielos encapotados y densos bosques.

Los datos recabados en esta misión han demostrado ser muy valiosos para la geología, la oceanografía y la hidrografía, entre otros campos, y con ellos se pueden estudiar problemas ambientales como la deforestación del Amazonas. Gracias a los datos aportados por esta misión se descubrieron nuevos templos en Angkor y algunos trozos antiguos de la Gran Muralla China, además de hacer más segura la investigación vulcanológica sobre el terreno por dar algunos ejemplos.

Sin embargo, hay una historia de mayor valor humanitario detrás de esta misión. El protagonista es Alain Gachet, fundador de la empresa RTI (Radar Technologies International), que usaba los datos obtenidos por el SIR para localizar yacimientos de oro, petróleo y cualquier otro preciado material que necesitaran encontrar sus clientes. En uno de esos trabajos se dio cuenta que podía localizar algo de mucho más valor: agua. Desde entonces dedicó sus esfuerzos a desarrollar WATEX, que usa además datos tomados por la NASA con el satélite Landsat y la misión STRM (Shuttle Radar Topography Mission), para localizar aguas subterráneas.

Durante la crisis de Darfur, en 2004, las Naciones Unidas primero y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional después, proveyeron de fondos a Alain para que encontrase agua que permitiera mantener a los millones de refugiados que había desplazado el conflicto, cosa que logró sobradamente. Tras esto ha ayudado a países devastados por la guerra como Afganistán y Angola, y azotados por la sequía como Kurdistán.

Su último gran éxito fue en 2013, en Kenia, donde la sequía estaba teniendo terribles consecuencias sobre los habitantes del distrito de Turkana. En esta región los habitantes son en su mayoría pastores nómadas, que no sólo estaban perdiendo su sostén económico y viendo a sus hijos pasar hambre, sino que además estaban entrando en violentos conflictos por los escasos recursos. La empresa de Alain Gachet encontró 66 billones de galones (unos 250 billones de litros) de agua bajo los pies de esa pobre gente, agua suficiente para acabar con los conflictos y abastecerlos durante generaciones.

MIRANDO AL EXTERIOR, MIRANDO AL INTERIOR

El 24 de abril de 1990 se puso en órbita una impresionante herramienta que ha supuesto todo un hito en la historia de la astronomía: el Telescopio Espacial Hubble. Este telescopio, proyecto conjunto de la ESA y la NASA, nos ha deleitado (y deleita) con maravillosas imágenes que no han sufrido los efectos de la atmósfera, ni se han visto afectadas por las condiciones meteorológicas ni por la contaminación lumínica. Pero no sólo nos ha regalado la vista, sino nuestras ansias de conocer el Universo haciéndolo un poco más cercano.

Durante el desarrollo de este poderosísimo telescopio, los científicos del Centro Espacial de Vuelo Goddar se dieron cuenta que la tecnología CCD existente (dispositivos de carga acoplada que convierten la luz en imágenes digitales) se quedaba pequeña para un proyecto de tal magnitud. Desde Goddar pidieron a Scientific Imaging Technologies, Inc. (SITe) que desarrollaran un CCD mucho más avanzado que satisficiera los requisitos del espectrógrafo del Hubble.

SITe cumplió las expectativas y desarrolló un CCD mejorado por las especificaciones de la NASA. Y ese CCD no sólo se dedica a sobrevolarnos a 600 km, sino que SITe lo ha utilizado para múltiples propósitos, como por ejemplo para mamografías digitales. Las imágenes de los tejidos mamarios son mucho más claras gracias a estos dispositivos renovados. Lorad Corporation ha utilizado estos CCDs específicos para un sistema de biopsia de mama con aguja estereotáctica (guiada por imágenes mamográficas). La biopsia estereotáctica sustituye a la biopsia quirúrgica, ahorrando a las mujeres tiempo, dolor, exposición a la radiación y dinero. Es una técnica menos traumática, que sólo precisa anestesia local y produce una pequeña herida que no suele dejar cicatriz, o si lo hace es muy pequeña en comparación con la gran cicatriz dejada por la biopsia quirúrgica.

EL TRAJE MILAGROSO


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En 1969, en el Hospital Universitario de Stanford tenían entre manos un caso difícil: una mujer se desangraba como consecuencia de un parto y ningún tratamiento conseguía parar la hemorragia. Los médicos, desesperados, pidieron ayuda a sus vecinos del Centro de Investigación Ames de la NASA, los cuales tenían la solución muy a mano.

Los pilotos de pruebas y astronautas se ven sometidos a aceleraciones extremas que provocan que la sangre se desplace hacia las extremidades y deje de irrigar con normalidad el cerebro, cuando esto ocurre se producen pérdidas de consciencia. Para evitar esos desmayos, bastante indeseables en una persona que controla un avión o nave, existen trajes especiales que presionan la parte inferior del cuerpo. En aquella época la presión se hacía con un traje inflable, llamado Inflated Anti-Gravity Suit, G-suit para los amigos. Los científicos de la NASA adaptaron rápidamente uno de estos trajes para su uso en un hospital salvando la vida de la mujer. Al presionar la parte inferior de su cuerpo, el traje limitó la sangre que bajaba reduciendo además el ritmo de la misma y permitiendo que el proceso natural de sanación del cuerpo hiciera su parte.

Los curiosos investigadores del centro Ames no se quedaron ahí y siguieron investigando para entender mejor los procesos que ocurren en el interior del cuerpo humano y mejorar el G-suit. En 1989 publicaron los resultados de dicho estudio y a partir de él Zoex Corporation desarrolló una versión para un uso más terrenal, ya no inflable, y que ha tenido múltiples usos.

En 2002, el Dr. Paul Hensleigh usaba el traje de presión no inflable para tratar la hemorragia postparto con bastante éxito. Su labor llamó la atención de Suellen Miller, que además de profesora de ginecología y obstetricia, era la fundadora de Safe Motherhood Program, cuyo objetivo es mejorar las condiciones de las mujeres durante el embarazo y el parto. A lo largo y ancho del mundo muchas mujeres dan a luz sin los medios adecuados. 280 000 mujeres mueren al año durante el parto, de las cuales, 70 000 lo hacen desangradas por una hemorragia. Sin transfusiones de sangre, operaciones o incluso medicamentos, los médicos o matronas no pueden hacer nada. Suellen, junto con Paul y otros colaboradores, empezaron entonces una campaña para dar a conocer el traje de presión no inflable a la Organización Mundial de la Salud, encargada, entre otras cosas, de recomendar y favorecer nuevos tratamientos médicos. Utilizaron el traje de presión en Pakistán, Egipto, Nigeria, Zimbabue y Zambia con un éxito abrumador ya que redujeron el número de muertes por hemorragia en un 50%, algo insólito y más si depende tan sólo de un sencillo tratamiento.

Finalmente, en 2012, la OMS y la Federación Internacional de Ginecología decidieron que había suficientes evidencias para incluir el “traje milagroso” en las directrices para el tratamiento de la hemorragia postparto. Desde ese momento 20 países han empezado a usar la versión low-cost del traje, llamado LifeWrap, que vale menos de un dólar por uso. Safe Motherhood continua su labor informando y formando en el uso de LifeWrap.

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Podría seguir y contaros sobre el sistema de búsqueda y rescate que ha salvado más de 40 000 vidas o sobre la tecnología que permite convertir los deshechos plásticos en energía, pero esas historias deben ser contadas en otro momento, como una Sherezade espacial me detengo ahora esperando haberos dejado con ganas de más.

Referencias:

 Todos los datos e imágenes han sido extraídos de https://spinoff.nasa.gov/

Como siempre, son bien recibidas las críticas CONSTRUCTIVAS

Nota: De vez en cuendo, me gusta publicar cuestiones interesantes encontradas por ahí.

 


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