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Aquel pasado que no volverá ¡Cómo cambian los pueblos!

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en El pasado nunca volvera    ~    Comentarios Comments (2)

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Parménides de Elea

 

 

Parménides, nacido hacia el año 515 a. de C. en Elea, (la actual Velia) en Italia meridional, entonces parte de Magna Grecia, quien inventó el primer método “filosófico” en el sentido en que hoy entendemos el término. Parménides prefería resolver las cosas a través de procesos mentales, es decir, mediante el pensamiento puro, lo que denominaba el noema. Al creer que ésta era una alternativa variable y viable a la observación científica, creó una división en al vida mental que se ha mantenido hasta nuestros días.

 

 

 

 

Era conocido como sofista, término que significa básicamente hombre sabio (sophos) o amante de la sabiduría (philo-sophos). Hoy el término moderno, filósofo, oculta su carácter práctico de los sofistas de la Grecia antigua.

El estudioso de los clásicos Michael Grant, dice que los sofistas fueron la primera forma de educación superior (al menos en el mundo de occidente) al convertirse en maestros que viajaban de un lado a otro impartiendo clases a cambio de unos honorarios. Las materias que enseñaban eran variadas y lo mismo daban clase de retórica (para discípulos futuros políticos, de asambleas del pueblo que, admiraban a los buenos oradores), la matemática, la lógica y la astronomía.

Los sofistas eran expertos en defender puntos de vista distintos y ello hizo con el tiempo, que prevaleciera el método de que la buena preparación nos puede llevar a la razón mediante la confrontación de ideas dispares.

 

 

 

El más famoso de los sofistas griegos fue Protágoras, nacido en Abdera, Tracia, hacia el año 490 a. de C., y, fallecido después de 421 o 411 a. de C., su escepticismo le hizo famoso. Él fue el que dijo: “el hombre es la medida de todas las cosas”.

Así fue como nació la Filosofía, pero los tres grandes filósofos griegos por excelencia fueron Sócrates, Platón y Aristóteles. Platón es el ejemplo de todas las ventajas y debilidades de la aproximación al mundo desde el “pensamiento puro”. Defendió la inmortalidad del Alma. Con gran ingenio, Platón consideró también la matematización de la Naturaleza. El cosmos, sostuvo, que a partir del caos fue creado y su orden es todo el Universo.

 

 

 

 

Unió la idea de Empédocles sobre las cuatro semillas de todo lo que existe-tierra, agua, fuego y aire- y las unió a la influencia de Pitágoras para considerar que todo era reducible a triángulos, la entidad básica del mundo. Atomización geométrica que explicaba tanto la estabilidad como el cambio.

Está claro que toda esta gente “pensaba”. Sócrates creía que su misión en el mundo era hacer pensar a la gente, así que, continuamente les planteaba acertijos y juegos mentales (lo mismo le gustaba hacer a Einstein 2500 años después). De Aristóteles hemos hablado muy ampliamente en otros trabajos y no es cosa de repetirse. Aquí nos limitamos ahora a dejar algunos datos sobre el origen de la cultura y el conocimiento científico y filosófico.

 

 

 

 

De Sófocles nos llegó las obras trágicas como Antígona o Edipo Rey y, junto con Esquilo y Eurípides, fueron los mejores autores de tragedias griegas que se conocen. Muchos de los frandes filósofos las consideraron como auténticas obras de arte en el ámbito de la literatura de fiscción que, en aquellos tiempos, siempre se acostumbraba a mezclar con realidades y leyendas.

Las tragedias griegas populares de Tespis, Frínico y otros, dieron paso a los tres grandes trágicos atenienses: Esquilo, Sófocles y Eurípides. Aristóteles consideraba que, Edipo rey, era la mejor obra de teatro que conocía debido a su tensión dramática y a su preocupación por la relación entre autoconocimiento e ignorancia. De hecho, la influencia de esta obra se extiende a nuestros días gracias a Freud y el complejo de Edipo. Sin embargo, el principal tema de Sófocles era que el hombre está con frecuencia atrapado por fuerzas que le superan.

Las obras de Homero y de los grandes trágicos estaban basadas en el mito entremezclado con una buena parte de historia real, pero nadie sabe a ciencia cierta cuánta. Sin embargo, parece que puede atribuirse a los griegos la invención de la Historia propiamente dicha, un relato de acontecimientos independiente del mito, si bien contada de manera muy distinta a como se recoge en nuestros días.

 

 

AGMA Hérodote.jpg

Busto de Heródoto

A Herodoto (480-425 a. de C.) por lo general, se le consideraba “el padre de la historia”, aunque parece que le gustaban los buenos relatos y al contar los sucesos se tomaba algunas licencias literarias que aumentaban y embellecían los hechos. Escribió sobre las guerras griegas (Atenas contra Esparta y las invasiones de Grecia por los ejércitos de los reyes persas).

Podríamos continuar en Grecia y con su gente, sin embargo, tengo que hablar de otras cosas, el legado Griego y los anteriores aquí referidos, son “los culpables” de que ahora estemos al nivel de conocimiento en el que nos encontramos. Además de los griegos, otros pueblos antes que ellos tambiñén dejaron su impronta.

Suq al-Ghazel. Minarete de Bagdad, Mesopotamia (Irak). Este es el minarete más antiguo de Bagdad. Perteneció a la Mezquita Califa construida por el Califa Muktafi entre el 901 y el 907 d. C. Aunque Bagdad significa “Regalo de Dios”, la ciudad también era conocida como la “Ciudad Redonda” debido a su forma circular. La nueva metrópolis fue construida en cuatro años, labor para la cual, se dice Al-Mansur empleó a unos cien mil trabajadores, artesanos y arquitectos. El gobernante eligió esta ubicación en parte porque era fácil de defender, y en parte porque el Tigris le daba acceso a lugares tan alejados como china y, río arriba, Armenia. Las ruinas de Ctesifonte se convirtieron en la cantera principal para la nueva ciudad.

Los grandes califas de Bagdad fueron el mismo al-Mansur, el segundo califa Abasí, Al-Mahdi, el tercero, y Harun al-Rashid (786-809) y su hijo aL-Ma’mun. (Aunque para entonces la ciudad de Bagdad había sido construida hacía relativamente poco tiempo, ya había pasado de casi no existir a ser el centro y un centro mundial de enorme riqueza e importancia internacional, único rival verdadero de Bizancio).

 

Harun al-Rashid (que traducido significa “Aarón el Justo”) fue el quinto califa abasida y gobernó el Imperio Árabe desde el 786 hasta el 809 d.

 

El palacio real ocupaba un tercio de la ciudad redonda y el lujo de su interior era legendario. La esposa y prima del califa “no toleraba en su mesa recipientes que no estuvieran hechos de oro o plata”, y se cuenta que en una ocasión, para recibir a unos dignatarios extranjeros, se realizó un desfile que incluyó la participación de un centenar de Leones.

Las crónicas de aquellos tiempos que han podido ser salvadas, dicen que en el salón del Árbol se construyeron pájaros de plata de tal forma que “gorgojearan automáticamente”. Los puertos de la ciudad siempre estaban llenos de naves procedentes de China, África y de la India. Gente de todo el mundo conocido acudía en tropel a Bagdad, su ubicación hacía que fuera fácil de alcanzar desde la India, Siria y, lo que era aún más importante, Grecia y el mundo helénico. En particular, estaba muy cerca de un centro de estudios admirable que para entonces ya existía al suroeste de Persia, en Gondeshapur.

 

 

 

A comienzos de siglo IX, el mundo islámico tuvo la fortuna de contar con un califa de mente abierta, al-Ma’mun, que acogió la idea de reconciliar el Corán con los criterios de la razón humana. Se dice que al Ma’mun tuvo un sueño (acaso el sueño más importante y afortunado de la historia) en el que se le aparecía Aristóteles, y debido a ello envió a sus emisarios a lugares alejados como Constantinopla en búsqueda de tantos manuscritos griegos como pudieran encontrar y fundó en Bagdad un centro dedicado a la traducción.

En algún momento de año 771 un viajero indio llegó a Bagdad llevando consigo un tratado de astronomía, un Siddhanta, que al-Ma’mun insistió en hacer traducir. Este tratado se conocería en la ciudad como el Sindhind. El mismo viajero traía también un tratado matemático, que introdujo un nuevo conjunto de numerales, el 1,2,3,4, etc., que es el que todavía utilizamos (antes de ello los números debían ser escritos siempre como palabras o usando letras del alfabeto). Estos números se denominarían luego numerales arábigos, aunque en la actualidad (al menos entre los matemáticos) se prefiere denominarlos numerales indios. La misma obra introdujo el cero, que quizá fue originalmente concebido en China. La palabra árabe para designar el 0, zep-hirum, es el origen de nuestras palabras “cifras” y “cero”.

 

 

Murió hacia el 850 en Bagdad (Hoy Irak)

 

El encargado de traducir ambas obras al árabe fue Muhammad ibn-Ibrahim al-Fazari, en cuyo trabajo se bazó en buena medida el famoso astrónomo musulman al-khwarizmi. Los árabes no se interesaron especialmente por la poesía, el teatro y las historias griegas. Tenían sus propias tradiciones literarias y sentían que éstas eran más que suficientes. No obstante, la situación era muy diferente en el caso de la medicina de Galeno, las matemáticas de Euclides y Ptolomeo, y la filosofía de Platón y Aristóteles.

El principal, o por lo menos el primer pensador musulman que concibió un cuadro general de las ciencias fue al-Farabi (sobre 950), cuyo catálogo Ihsa al-ulum, conocido en latín como De Scentiis, organizó las diferente disciplinas y saberes de la siguiente forma:

 

al-Farabi

 

  • ciencias lingüísticas.
  • lógica.
  • matemáticas (incluía la música).
  • astronomía y la óptica.
  • física.
  • Metafísica,
  • política.
  • jurisprudencia, y
  • teología.

Posteriormente, Ibn Sina dividiría las ciencias racionales en especulativas (que buscan la verdad) y prácticas (que buscan el bienestar).

 

 

 

En las principales ciudades islámicas se crearon bibliotecas y centros de estudio, basado en su mayoría en el modelo griego que los árabes habían descubierto tras conquistar Alejandría y Antioquia. La más famosa de estas instituciones fue la Casa de la Sabiduría (Batí al-Hikma) fundada por aL-Ma’mun en el año 833. Fueron innumerables las traducciones que allí se realizaron como la Física de los Griegos y los siete libros de anatomía de Galeno, o las obras de Platón, Hipócrates y otros como Euclides, Arquímedes, Ptolomeo (entre ellas el Almagesto) y Apolunio. Gracias a estos trabajos conocemos hoy un mayor número de obras griegas, ya que, desgraciadamente, con la barbaridad cometida al incendiar la biblioteca de Alejandría, perdimos un enorme tesoro de la Humanidad.

 

 

          Manuscrito de la época del Califato Abasí.

Por aquellos tiempos, ya gente como Ibn Qurra e Ibn Ishaq, midieron y calcularon para concluir que la Tierra era redonda. La situación en filosofía y literatura, áreas en las que el éxito de cristianos y paganos subrayaba lo abierta que era Bagdad, tampoco era diferente al movimiento de los demás disciplinas.

Abú Bishr Malta bin Yunus, un colega cercano del famoso al-Farabi y quien intentó reconciliar Aristóteles y el Corán, era cristiano y estudió en Bagdad. Uno de los poetas más importantes del siglo VII y comienzos del siglo VIII también era cristiano, Ghiyath ibn aL-salt, de cerca de al-Hirab, sobre el Éufrates, quien incluso fue llevado a la Meca por su califa. Aunque fue nombrado poeta de la Corte, se negó a convertirse, a renunciar a su adicción al vino y a llevar su cruz.

 

 

 

 

No es ningún secreto que la obra más famosa de la denominada literatura árabe, Alf Laylah wa-Laylah (Las mil y una noches), era en realidad una antigua obra persa. Hazar Afsana (un millar de cuentos), que contenía distintos relatos, muchos de los cuales eran de origen Indio. Con el paso del tiempo, se hicieron adiciones a esta obra, no sólo a partir de fuentes árabes, sino también griegas, hebreas, turcas y egipcias. La obra que hemos leído (casi) todos, en realidad, es un compendio de historias y cuentos de distintas nacionalidades, aunque la ambientación que conocemos, es totalmente árabe.

Además de instituciones de carácter académico como la Casa de la Sabiduría, el Islam desarrolló los hospitales tal como los conocemos hoy en nuestros días. El primero y más elaborado, fue construido en el siglo VIII bajo aL-Rashid (el Califa de Las Mil y una noches), ero la idea se difundió con rapidez. Los hospitales musulmanes de la Edad Media que existían en Bagdad, El Cairo o Damasco, por ejemplo, eran bastante complejos para la época. Tenían salas separadas para hombres y mujeres, salas especiales dedicadas a las enfermedades internas, los desordenes oftálmicos, los padecimientos ortopédicos, las enfermedades mentales y contaban con casa de aislamiento para casos contagiosos.

 

 

                                    El primer hostpital psiquiátrico se construyó en Bagdad en el año 792

El Islam, en este campo, también estaba muy avanzado, e incluso tenían clínicas y dispensarios ambulantes y hospitales militares para los ejércitos. Allí, en aquel ambiente sanitario, surgió la idea de farmacia o apotema, donde los farmaceutas, tenían que aprobar un examen, antes de preparar y recetar medicamentos. La obra de Ibn al-Baytar Al-Jami’fi al-Tibb (Colección de dietas y medicamentos simples) tenía más de un millar de entradas basadas en plantas que el autor había recopilado alrededor de la costa mediterránea. La noción de sanidad pública también se debe a los árabes que, visitaban las prisiones para detectar y evitar enfermedades contagiosas.

Tapa del famoso Libro de Medicina de Razi. Imagen visitando  a un niño enfermo

Grandes médicos islámicos como Al-Razi, conocido en occidente por su nombre latino, Rhazes, nació en la ciudad persa de Rayi y en su juventud fue alquimista, después de lo cual se convirtió en erudito en distintas materias. Escribió cerca de doscientos libros, y aunque la mitad de su obra está centrada en la medicina, también se ocupó de temas teológicos, matemáticos y astronómicos. ¡Todo un personaje! Fue el primer médico Jefe del gran hospital de Bagdad. Se dice que para elegir el sitio de ubicación del hospital, primero colgó tiras de carne en distintos lugares de la ciudad, y, finalmente eligió aquel donde la carne era menos putrefacta.

La gran obra de al-Razi fue el AL-Hawi (El libro exhaustivo), una enciclopedia de veintitrés volúmenes de conocimientos médicos griegos, árabes, preislámicos, indios e incluso chinos.

 

 

Copia latina del Canon de la Medicina, fechada en 1484, situada en la Biblioteca Médica P.I. Nixon del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en San Antonio.

El otro gran médico musulmán fue Ibn Sina, a quien conocemos mejor por su nombre latinizado, Avicena. Al igual que al-Razi, Avicena escribió doscientos libros, destacando la obra más famosa AL-Qanun (El canon) muy documentado e importante tratado.

Hasta aquí (aunque falta mucho), hemos hecho un recorrido por el pasado que, de vez en cuando es bueno recordar, y, en otra ocasión, continuaré contando hechos de civilizaciones y pueblos que nos precedieron y que posibilitaron que hoy nosotros, tengamos los conocimientos que de las cosas y, del mundo que nos rodea, tenemos.

emilio silvera

Fuente: IDEAS de Peter Watson

 

  1. 1
    emilio silvera
    el 27 de enero del 2015 a las 6:40

    Se puede sentir pesar, cuandl al echar la mirada hacia el pasado, podemos contemplar la grandeza de algunos pueblos y de algunos de sus personajes, para llegar a sentir tristeza al ver el presente, en el que aquellos emporios de sabiduria han sido convertidos, por una religión mal entendida, en un desastre de horror para cientos de miles de personas que ven sus vidas amenazadas por la irracionalidad de algunos.
    ¿Cómo se puede caer tan bajo?
    Grandes Imperios y Civilizaciones que fueron el ejemplo del jundo y que hoy, desgraciadamente, podemos ver en la mayor reuina que ha llevado a sus pueblos hasta la meseria y la inseguridad, teniendo que huir de sus hogares para no ser masacrados.
    ¡Qué humanidad!

    Responder
  2. 2
    Emilio Silvera
    el 27 de enero del 2015 a las 10:53

     

    La arquitectura refleja el antagonismo de clases. Sólo puede hablarse de verdadera arquitectura en los edificios públicos: Templo, Palacio, murallas, … Allí, en Sumeria se levantaron las primeras ciudades de4 nuestro mundo. Aquella poderosa Civilización dejó los simientos de la nuestra y, muchas de las cosas que ellos invbentaron, son aún, a pesar del tiempo pasado, primordiales para nosotros.


     

    ¿Quepodemos decir de esta misteriosa gente que adoraban al Sol? la importancia de las piramides es: Las pirámides son monumentos funerarios construidos hace varios miles de años para depositar los restos de los faraones … Sin embargo, aunque sea eso lo que más nos llame la atención, en aquel pueblo había y estaban presentes muchas cosas que, si profundizamos en su cultura, nos llenaría de asombro.

     

     

    Nos encontramos ante uno de los edificios más famosos del mundo el cual se empezó a construir en el 447 a.C. Lo diseñaron para albergar una impresionante … Pero, hablemos de su gente y de sus filósofos, de sus dramaturgos, de sus astrónomos, de sus poetas e historiadores de sus matemáticos… Aquello fue una explosión de sabiduría que inundó el mundo entero y aún hoy, resuenan sus victorios y logros en todos los campos del saber humano.

     

     

     Teotihuacan. Estos son algunos hechos de la arquitectura precolombina ordenados en forma cronológica. Milea de años antes de que los europeos clamasen el Nuevo Mundo, las tierras de América Central y del Sur fueron hogar de grandes civilizaciones cuyo legado arquitectónico provoca fascinación aún en nuestros días.

    Las más grandes y conocidas fueron los mayas, aztecas e incas, pero también existieron los olmecas, zapotecas, teotihuacanos, toltecas, moches y nazca. Estas culturas establecieron sus propias normas y estilos de construcción. Los olmecas por ejemplo, quienes habitaron en el sur de México desde 1500 a 800 a.C. introdujeron el primer calendario jerogrlífico escrito en el hemisferio occidental. La civilización teotihuacana que floreció entre el 300 a.C. y el 500 a.C. ocupó la mayoría de Mesoamérica creando la sensacional ciudad de Teotihuacán cerca de México DF.

    Los mejores monumentos fueron el Templo de los Guerreros en Chichén Itzá o el Palacio de los Gobernadores en Uxmal que eran grandes e impresionantes diseños y estructuras.

     

     

    Hoy, habiendo pasado algunos miles de años, las ciudades son otra cosa y, en ellas, la gente vive de manera muy diferente a como era habitual la vida cotidiana de los Sumerios, los griegos clásicos, los pueblos precolombinos y otros que fueron. Hoy estamos en otro mundo muy diferente y nos interesamos por cosas nuevas. Los conocimientos de las Ciencias han alcanzados cotas tan altas que cambiaron el mundo y la mentalidad de sus habitantes y, en esa borágine de “futuro” estamos todos inmersos caminando hacia no se sabe donde.

     

     

    El Tiempo es inexorable y no deja de transcurrir cambiándolo todo a su paso. Cosas como estas cada vez se verán menos y, lo moderno son las fachadas lisas, el cristal, el hierro y el hormigón. Aquellos grandes y maravillosos edificios del pasado… `¡Pasaron a la Historia!

     

     

    Inmensas construcciones subterráneas encaminadas a conocer lo más profundo de la materia y poder saber sobre los secretos mejor guardados del Universo. Instalaciones de inmenso poder y de energías increíbles que tratan de hablarnos de lo que no conocemos. Si aquellos antiguos Astrónomos de Sumerio, Babilonia, China y otros pueblos, pudieran ver lo que hoy tenemos, lo que nos enseña el Hubble, lo que nos cuenta el LHC, lo que nos dicen las sondas espaciales que tenemos esparcidas por el Espacio… ¡Se morían del susto!

     

    No somos nosotros, es el mismo futuro que quiere llegar el que nos empuja para que entremos en él, que dejemos atrás lo que nuestros padres construyeron y lo que aquells científicos del pasado nos enseñaron. Hoy, hay que tomar otros caminos, buscar nuevas formas y maneras y tratar de que, la Ciencia, no se quede estancada. Como diría nuestro amigo y visitante argentino Adolfo.

    ¡Vayamos hacia el futuro…. Que nunca llegaremos a conocer!

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