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Lo que no sabeis del Telescopio de Galileo

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Rumores del Saber    ~    Comentarios Comments (7)

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En 1.623, Galileo escribió: “Estamos seguros de que el inventor del telescopio fue un sencillo fabricante de anteojos que, manipulando por casualidad lentes de formas diferentes, miró, también casualmente, a través de dos de ellas, una convexa y la otra cóncava, situadas a distancias diversas del ojo; vio y se percató del inesperado resultado y descubrió así el instrumento.” Y, no sería de extrañar que dicha afortunada casualidad se diera en varios talleres y lugares a la vez.

El relato más verosímil sitúa el episodio crucial en el taller de un humilde fabricante de anteojos holandés llamado Hans Lippershey, de Mildelburg, alrededor del año 1.600. Se cuenta que en el taller entraron dos niños con sus juegos y cogieron lentes que juntaban y miraban por ellas hacia la veleta del pueblo, y, con sorpresa vieron que aquella torre con su veleta, se les venía encima. Se lo dijeron al Lippershey que también miró y así, de esa forma casual, nació la idea de lo que más tarde fue el telescopio.

Aunque inculto, se dio cuenta de que aquello podría tener su importancia y, el 2 de octubre de 1.608, en los Estados generales, Institución del Gobierno de los Países Bajos, se recibió una petición formal del registro del invento de un objeto que permitía ver en la distancia como si las cosas estuvieran cercanas.

Telescopio de Galileo. El óptico holandés Hans Lippershey fue probablemente el que construyó el primer telescopio en la primera década del siglo XVII. Galileo fue uno de los que lo utilizaron para observar los cielos. El telescopio que construyó galileo en 1609 era un telescopio de refracción, con lente convexa delante y una lente ocular cóncava. Con él descubrió las fases de Venus, lo que indicaba que este planeta gira alrededor del Sol. También descubrió cuatro lunas girando alrededor de Júpiter. En la imagen, dos telescopios de Galileo conservados en el Museo de Historia de la Ciencia de Florencia.

La época era la adecuada para que apareciera un instrumento así, ya que, como aparato militar para vigilar al enemigo, no tendría precio y, se daba la circunstancia de que los Países Bajos luchaban por su Independencia contra los ejércitos del rey Felipe II.

Pero, Lippershey tuvo la mala suerte de que en aquel mismo momento otros neerlandeses reclamaban también el honor y los beneficios de ser los inventores del telescopio y, a partir de aquí, la batalla por conseguir la primacía no es la meta de esta historia que os quiero contar aquí.

La gente, como ocurre casi siempre, era prudente por lo general y, cualquier cosa que se saliera de lo que les dictaba su sentido común, en un primer momento era siempre rechazada de plano. ¡Un aparato que anulaba la evidencia que el ojo les daba de primera mano! No fue nada fácil convencer a los “filósofos naturales” de que miraran a través de aquel dichoso instrumento. Tenían muchísimas razones de índole intelectual para desconfiar de lo que no veían a simple vista.

El eminente aristotélico Cesare Cremonini se negó a perder el tiempo mirando por el artefacto de Galileo sólo para ver “…lo que nadie más que Galileo ha visto…y, además, mirar por esos anteojos me produce dolor de cabeza”. Otro colega hostíl declaraba: “Galileo Galilei, matemático de Papua, llegó a Bolonia con su telescopio, mediante el cual veía cuatro falsos planetas. El 24 y el 25 de abril no dormí ni de día ni de noche y probé el instrumento de Galileo de mil formas diferentes. Abajo, funciona de maravilla; en el cielo es engañoso, pues algunas estrellas fijas se ven dobles. Tengo como testigos a los más excelentes hombres y nobles doctores…y todos han admitido que el instrumento es engañoso. Galileo se quedó sin habla y el 26 se marchó entristecido.”

Al principio, el famoso padre Clavius, profesor de matemáticas en el Collegio Romano, burlándose de los cuatro supuestos satélites de Júpiter que había visto Galileo, dijo que él también podía enseñarlos si le daban tiempo para “meterlos primero en unas lentes”.

Galileo Galilei

 

 

El propio Galileo miraba un objeto por su telescopio y luego se acercaba a él para comprobar que no se engañaba. El 24 de mayo de 1.610, declaró que había probado el telescopio “cien mil veces en cien mil astros y otros objetos”. Un año después seguía probando. “Más de dos años llevo probando mi instrumento (o más bien docenas de instrumentos que he ido mejorando) en cientos y miles de experimentos con miles y miles de objetos, cercanos y lejanos, grandes y pequeños, luminosos y oscuros; por tanto no sé cómo le puede caber a nadie en la cabeza que, ingenuamente, me haya engañado en mis observaciones.”

Galileo era uno de los primeros cruzados de las paradojas de la ciencia contra la tiranía del sentido común. El descubrimiento de la Naturaleza, de los modos de los planetas exigió ante todo la conquista del sentido común. La ciencia no avanzaría dando cuenta de la experiencia cotidiana, sino aferrándose a la paradoja, aventurándose en lo desconocido. Instrumentos nuevos como los telescopios ofrecían perspectivas nuevas muy perturbadoras en las comunidades del conocimiento.

Más allá del telescopio de Galileo

 

 

El gran mensaje del telescopio era que existían infinidad de objetos que no podían ser examinados en persona o ser vistos por el ojo humano desnudo y desprovisto de aquella ayuda nueva que suplía las carencias mismas de la vista para poder “ver” lo que había en esas grandes distancias del cielo.

Todo aquello preocupó mucho a la gente mucho antes de que se convencieran al fin, plenamente, de que sólo se trataba de un invento artificial que el hombre había ideado para conseguir ver lo que de otra manera le sería imposible.

En 1.611, John Donne (1572?-1631), poeta inglés, observó que las ideas copernicanas, que “puede que sean ciertas”, se estaban “introduciendo furtivamente en la mente de los hombres”, y expresó así la moderna desazón:

Y la nueva filosofía lo pone todo en duda,
El elemento del fuego se ha apagado;
El sol se ha perdido, y la tierra, y el juicio de los hombres
Ya no puede guiarlos en su búsqueda.
Y confiesan libremente que el mundo ya no es lo que era,
Cuando en los planetas, y en el firmamento
Ellos buscan tanta novedad, y luego ven que esto
Se desmenuza otra vez en sus átomos.
Todo está en pedazos, toda coherencia ha desaparecido;
Todo es simple suministro, y es todo relación…
Y en estas constelaciones se alzan entonces
Nuevas estrellas, y las antiguas desaparecen ante nuestros ojos.

En 1.919, durante el viaje que Donne hizo por el continente europeo, se tomó la molestia de ir a ver a Kepler a la remota población austriaca de Linz. También John Milton (1608-1674) se sentía desconcertado ante la nueva cosmología y no veía con claridad lo que aquello podía implicar. Cuando acababa de cumplir los treinta años fue a ver a Galileo, que había perdido la vista, a Arcetri, cerca de Florencia donde el astrónomo estaba confinado por orden papal.

En Areopagitica (1644), publicada dos años después de la muerte de Galileo, Milton lo describe como una victima heroica. “Esto fue lo que apagó la gloria de los genios italianos…durante muchos años no se había escrito allí más que lisonjas y culteranismo y allí encontré y visité al famoso Galileo, envejecido, prisionero de la Inquisición por pensar sobre Astronomía de modo distinto al de los franciscanos y dominicos.” No obstante, dos años después cuando Milton publicó El paraíso perdido, para “justificar la manera de actuar de Dios con los hombres, él mismo siguió de cerca la cosmología ptolemaica-cristiana tradicional. ¡La cobardía de algunos hombres!

Galileo Galilei (1564-1642) y el telescopio coincidieron por una serie de casualidades, que no tenía nada que ver con el deseo de nadie de revisar el Cosmos ptolemaico de fomentar el progreso de la Astronomía, ni de estudiar la forma del Universo. Los motivos inmediatos residían en las ambiciones militares de la República de Venecia y en el espíritu experimental inspirado por sus empresas comerciales.

Hans Lippershey tiene una lente delante de otra para magnificar un objeto distante. Al montar dos lentes en un tubo de madera, Lippershey creó el primer telescopio.

Hans Lippershey tiene una lente delante de otra para magnificar un objeto distante. Al montar dos lentes en un tubo de madera, Lippershey creó el primer telescopio.

Un mes después de que Lippershey presentara su solicitud al príncipe Mauricio, las noticias referentes al telescopio ya habían llegado a Venecia. El primero en enterarse del descubrimiento fue Paolo Sarpi (1552-1623), polifacético fraile que sentía una gran pasión por la ciencia. Como teólogo gubernamental del Senado veneciano y principal consejero en la disputa que mantenía con el papado, se esperaba que estuviera informado sobre los acontecimientos que tenían lugar en el extranjero.

Era amigo del ingenioso fabricante de instrumentos Galileo, cuya creación de un nuevo aparato de calcular acababa de defender contra las reclamaciones de un malicioso plagiario milanés. En esa época, Galileo había ocupado ya durante quince años el puesto de profesor de matemáticas en la universidad de la cercana Papua, puesto que le había sido concedido por el Senado veneciano. Galileo había realizado frecuentes viajes a los talleres del arsenal veneciano y él mismo dirigía un pequeño taller en Papua, donde fabricaba instrumentos de agrimensura, brújulas y otros aparatos matemáticos como él los llamaba. Así, con los ingresos que obtenía en el taller, complementaba sus escasos honorarios como profesor, y podía contribuir a engrosar la dote de su hermana y a mantener a sus hermanos y a su anciana madre. En ésta época Galileo tenía ya fama de buen fabricante de instrumentos.

Cuando llegó a Venecia un extranjero que pretendía vender un telescopio al Senado, el asunto le fue transferido a Sarpi, el amigo de Galileo que, si bien estaba convencido de que el telescopio le sería útil a una potencia marítima en alza, en aquel momento sólo pensó en su amigo Galileo y en que podría fabricar uno de aquellos artilugios, incluso de mejorarlos. Asi que, muy ladinamente, aconsejó al Senado que no comprara el aparato ofrecido por aquel extranjero.

Pronto quedaría justificada la confianza de Sarpi en Galileo. En julio de 1.609, el propio Galileo, que casualmente se encontraba en Venecia, había oído rumores de la existencia de tal instrumento, el telescopio, y al mismo tiempo había oído que un extranjero había llegado a Papua con uno de ellos. Inmediatamente salió para Papua con la intención de satisfacer su curiosidad, pero cuando llegó allí, el misterioso viajante se había marchado a Venecia.

Hombre de gran ingenio, se enteró de cómo se había hecho aquel aparato y de inmediato, se puso a fabricar uno. Antes de que finalizara el mes de agosto, Galileo regresó a Venecia, donde sorprendió al Senado y complació a Sarpi con un telescopio de nueve aumentos, tres veces más potente que el que ofrecía el extranjero. Galileo continuó mejorando el instrumento; a fines de 1609 había fabricado un telescopio de treinta aumentos. Éste era el límite del diseño utilizado entonces -un objetivo plano-convexo y un ocular plano-cóncavo- y pasó a ser conocido como el telescopio de Galileo.

En un grandioso gesto, y en lugar de tratar de vender el aparato, Galileo se lo regaló al Senado veneciano en una ceremonia celebrada el 25 de agosto de 1609. A cambio, el Senado le ofreció a Galileo un contrato vitalicio de su cargo de profesor, que expiraba al año siguiente, y un aumento de su salario anual de 520 a 1.000 florines. Este trato de favor y privilegio despertó el resentimiento y la envidia de sus colegas, que se dedicarían a importunarlo durante el resto de su vida. Objetaban que habían sido otros los inventores del telescopio, Galileo lo máximo que merecía era un buen precio por el aparato por él construido.

Galileo no se detuvo allí y, a principios de enero de 1610 hizo lo que ahora nos parece lo más lógico, apuntó el telescopio hacia el cielo. En ese momento, comenzó, sin él mismo saberlo, una de las aventuras más grandes que la Humanidad pudiera emprender, y, la verdad es que, en la primera década del siglo XXI, aquella aventura aún continúa.

He querido contar aquí los detalles menos conocidos del telescopio de Galileo del que todo el mundo habla en este Año Internacional de la Astronomía pero, del que en realidad, todos saben muy poco.

La historia completa sería muy larga de contar y, además, los detalles de sus descubrimientos son muy conocidos y se han relatado en muchas ocasiones así que, os he contado la parte de la historia que, siendo menos llamativa es, por ello, también menos conocida.

Lo que Galileo vio por primera vez cuando apuntó con su telescopio al cielo, le sorprendió tanto que, de inmediato, publicó una descripción de su visión. En marzo de 1610, Sidereus Nuncios (El mensajero de las estrellas”). Un folleto de veinticuatro páginas que asombró al mundo.

Claro que, en aquella época, estaba presente la Iglesia y, hablarle de otros mundos y de que la Tierra se movía alrededor del Sol, era muy arriesgado (Giardano Bruno murió en la Hoguera por expresar sus pensamientos) y, Galelio, se vio sometido a un juicio del que salió ileso por chiripa y fue condenado a vivir recluído el resto de sus días.

Clic para ampliar

 

Galileo en el Juicio al que fue sometido por la Iglesia, lo pasó muy mal, y, sólo el hecho de que no discutiera y se plegara, le salvó la vida.

Gran parte de esta Historia está recopilada de la Colección “Los Descubridores”

emilio silvera

 

  1. 1
    Ramon Marquès
    el 22 de junio del 2009 a las 18:26

    Amigo Emilio: La oposición a algo realmente nuevo y distinto es ahora como en tiempos de Galileo. Por ejemplo yo expongo una cosmovisión nueva y diferente, ¿tu crees que alguien se digna ponerle cálculos matemáticos para comprobarla?. Y no dicen que es imposible porque no tienen argumentos.
    Bienvenido y un abrazo. Ramon Marquès

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  2. 2
    jordi
    el 22 de junio del 2009 a las 19:48

    Por desgracia y como bien dicen:

    ” El sentido comun es el menos comun de los sentidos”

    Sin embargo tan dura oposición no deja de tener efectos beneficiosos. Aunque muchas veces retrase muchos descubrimientos.. ¿ Que mejor filtro para tantos pseudocientificos que existieron, existen y existiran? La incredulidad, la intolerancia cientifica y la tozudez no dejan de tener a la larga su efecto beneficioso.

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  3. 3
    julio
    el 22 de junio del 2009 a las 20:59

    Buenas tardes, soy un fiel lector de suscomentarios en el observatorio, sigo siempre ,la imajen astronomica del día, y sus interesantes comentarios, lo cual es de agradecer para un aficionado a la ciencias como yo,
    Con respecto al descubrimiento del telescopio, le mando unos links, en los cuales señalan a Juan Roget, un catalan afincado en Girona como el descubridor; asi lo afirma Nick Pelling, en http://www.historytoday.com/frontpage.aspx .
    Ya que es un historiador entuciasta le dejo http://blog.masalladelaciencia.es/el-telescopio-un-invento-catalan/ y en los periodicos catalanes de esos días en que fue publicada la noticia.
    Lo felicito por el tiempo que le dedica a la divulgación de temas cientificos, gracias-

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  4. 4
    emilio silvera
    el 23 de junio del 2009 a las 8:48

    Amigos míos, así es y así ocurre siempre, tal como decís.

    Amigo Ramón, cuando emergen ideas nuevas siempre aparecen las envidias y, sobre todo, los opositores ignorantes que, lucharan hasta donde sus fuerzas le permitan para que aquella idea nueva nunca vez la luz. Sólo con mirar hacia atrás tenemos cientos de ejemplos y, algunas ideas, salieron adelante gracias al apoyo de científicos bien situados y famosos que, al ser inteligentes y tener una visión adelantada del tema científico expuesto, ayudaron a que éste viera la luz. Así ocurrió con la relatividad de Einstein que, ayudada por Planck y Eddintong se abrió camino rápidamente.

    El amigo Jordi, por otra parte, nos habla bajo otro punto de vista, y, expone también un ejemplo que, como ocurre con la Teoría M de cuerdas (que muchos no comprenden y la combaten al decir que es Física-ficción)nos viene a decir que no está mal que todo sea comprobado una y otra vez. Estoy de acuerdo pero, que sea comprobado y no despreciado y desechado sin haberlo intentado.

    Lo que nos cuenta julio es una historia ya conocida por mí, y, no sólo está esa del personaje catalán, hay otro lepero que también es candidato a tal honor.

    Sin embargo, según los datos, registros, documentos y antecedentes que existen al respecto, lo que dejé escrito ayer parece que es el resultado de la investigación más creíble pero,…¿quién sabe?

    Un abrazo a todos amigos.

    Responder
  5. 5
    Alive
    el 7 de agosto del 2010 a las 10:19

    Excelente entrada, Emilio. Conocía pocos detalles de lo que nos has contado; tan sólo sabía lo que Julio había dicho y que apareció en algunos blogs, que el telescopio era un invento catalán.
     
    Saludoss.

    Responder
  6. 6
    Emilio Silvera
    el 7 de agosto del 2010 a las 12:06

    Amigo Alive, de vez en cuando me gusta aparcar la Fisica y la Astronomia y, dedicar un poco de tiempo al pasado, a lo que alli paso, a su gente y sus logros y, desde luego, no siempre las historias resultan ser como nos la contaron. Tengo algunas de Newton que os asombraria al conocer a que cosas se dedico el gran hombre, me refiero a cosas que estaban lejos de los movimientos celestes y de la Gravedad, ya que, ademas de la Alquimia, a Newton tambien le gustaban otras cuestiones.

    No tengo tiempo para poner aqui todas aquellas cuestiones que estimo de interes y que son interesantes de conocer por todos y, como puedo, voy volcando aqui algunas de las cuestiones que mas me gustan y las que puedo encontrar en los buceos de bibliotecas antiguas.

    En fin, que el saber no ocupara lugar pero tiempo…ocupa mucho. Pero, eso si, siempre nos dara muchas alegrias y satisfacciones, ademas de ayudar a que conozcamos mejor las cosas.

    Un abrazo amigo.

    Responder
  7. 7
    emilio silvera
    el 21 de agosto del 2013 a las 10:53

    No, Galileo no fue el que descubrió el telescopio pero, sin equivocarnos mucho, podríamos decir que fue, en realidad, el primer científico que puso en práctica el experimento lanzando aqwuellos piezas desde la Torre de Pisa, allí comenzó el método científico de saber las cosas de manera distinta a la teoría, había que comprobar y no simplemente intuir y teorizar, la confirmación de la teoría es… la Ciencia verdadera.

    Responder

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