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¡La Mecánica Cuántica!

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Sin categoría    ~    Comentarios Comments (4)

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¡La Física! Esa maravilla

Las sustancias formadas por una sola clase de átomos se llaman elementos químicos. La palabra “átomo” procede del griego ατομος, que significa “indivisible” y el uso de la palabra “elemento” sugiere que se ha llegado a los ladrillos básicos con los que está formada la materia. De hecho, esta es la imagen que se tenía a mediados del siglo XIX cuando se acuñaron estos términos. Sin embargo, hoy sabemos que todo esto es falso, que los átomos se pueden dividir y que, de esta manera, los elementos han dejado de ser verdaderamente elementales. Los físicos continúan con esta nomenclatura aunque sea formalmente incorrecta, ya que, la costumbre, como dicen los juristas, no pocas veces rigen la jerga de las leyes.

A todo esto y hablando de los átomos, por fuerza, nos tenemos que acordar del electrón que da al átomo su forma esférica. Son partículas cargadas eléctricamente que se mueven alegremente alrededor del núcleo. El electrón es muy ligero: su masa es solamente 1/1.8836 de la del núcleo más ligero (el hidrógeno). La carga eléctrica del electrón es de signo opuesto a la del núcleo, de manera que los electrones están fuertemente atraídos hacia el núcleo y se repelen mutuamente. Si la carga eléctrica total de los electrones en un átomo iguala a la del núcleo, para lo que generalmente se necesitan varios electrones, se dice que el átomo está en equilibrio o que es eléctricamente neutro.

La fuerza a la que obedecen los electrones, la denominada fuerza electrostática o de Coulomb, es matemáticamente bastante sencilla y, sin embargo, los electrones son los responsables de las importantes propiedades de los “enlaces químicos”. Esto se debe a que las leyes de movimiento de los electrones están regidas completamente por la “mecánica cuántica”, teoría que se completó a principios del siglo XX. Es una teoría paradójica y difícil de entender y explicar, pero al mismo tiempo es muy interesante, fantástica y revolucionaria. Cuando uno se introduce en las maravillas de la mecánica cuántica es como si hiciera un viaje a un universo que está situado fuera de este mundo nuestro, ya que, las cosas que allí se ven, desdicen todo lo que dicta nuestro sentido común de cómo tiene que ser el mundo que nos rodea.

No solamente los electrones, sino también los núcleos atómicos y los átomos en su conjunto obedecen y se rigen por la mecánica cuántica. La Física del siglo XX empezó exactamente en el año 1900, cuando el físico alemán Max Planck, escribió un artículo de ocho páginas y allí propuso una posible solución a un problema que había estado intrigando a los físicos durante años. Es el problema de la luz que emiten los cuerpos calentados a una cierta temperatura, y también la radiación infrarroja emitida, con menos intensidad, por los objetos más fríos.

Estaban bien aceptados entonces que esta radiación tenía un origen electromagnético y que se conocían las leyes de la naturaleza que regían estas ondas electromagnéticas. También se conocían las leyes para el frío y el calor, la así llamada “termodinámica”, o al menos eso parecía. Pero si usamos las leyes de la termodinámica para calcular la intensidad de la radiación, el resultado no tiene ningún sentido. Los cálculos nos dicen que se emitiría una cantidad infinita de radiación en el ultravioleta más lejano, y, desde luego, esto no es lo que sucede. Lo que se observa es que la intensidad de la radiación muestra un pico a una cierta longitud de onda característica, y que la intensidad disminuye tanto para las longitudes mayores como para las longitudes menores. Esta longitud característica es inversamente proporcional a la temperatura absoluta del objeto radiante (la temperatura absoluta se define por una escala de temperatura que empieza a 273 ºC bajo cero). Cuando a 1.000 ºC un objeto se pone al “rojo vivo”, el objeto está radiando en la zona de luz visible.

Lo que Planck propuso fue simplemente que la radiación sólo podía ser emitida en paquetes de un tamaño dado. La cantidad de energía de uno de esos paquetes, o cuantos, es inversamente proporcional a la longitud de la onda y, por lo tanto, proporcional a la frecuencia de la radiación emitida. La sencilla fórmula es:

E = h x v

Donde E es la energía del paquete, v la frecuencia y h es una nueva constante fundamental de la naturaleza, la constante de Planck. Cuando Planck calculó la intensidad de la radiación térmica imponiendo esta nueva condición, el resultado coincidió perfectamente con las observaciones.

Poco tiempo después, en 1905, Einstein formuló esta teoría de una forma mucho más tajante: el sugirió que los objetos calientes no son los únicos que emiten radiación en paquetes de energía, sino que toda la radiación consiste en múltiplos de los paquetes de energía de Planck. El príncipe francés Louis-Victor de Broglie, dándole otra vuelta a la teoría, propuso que no sólo cualquier cosa que oscila tiene una energía, sino que cualquier cosa con energía se debe comportar como una “onda” que se extiende en una cierta región del espacio, y que la frecuencia, v, de la oscilación verifica la ecuación de Planck. Por lo tanto, los cuantos asociados con los rayos de luz deberían verse como una clase de partículas elementales: el fotón. Todas las demás clases de partículas llevan asociadas diferentes ondas oscilatorias de campos de fuerza.

El curioso comportamiento de los electrones en el interior del átomo, descubierto y explicado por el famoso físico danés Niels Bohr, se pudo atribuir a las ondas de De Broglie. Poco después, en 1926, Erwin Schrödinger descubrió como escribir la teoría ondulatoria de Debroglie con ecuaciones matemáticas exactas. La precisión con la cual se podían realizar cálculos era asombrosa, y pronto quedó claro que el comportamiento de todos los objetos pequeños estaban exactamente determinados por la recién descubiertas “ecuaciones de onda cuánticas”.

Pocas dudas nos pueden caber a estas alturas de que la mecánica cuántica (de Planck) y, la Relatividad –tanto especial como general- (de Einstein), además de ser las dos teorías más importantes de la Física de nuestro tiempo, funcionan de tal forma que uno, cuando profundiza en sus predicciones y las compara con lo que ocurre en el Universo, no puede por menos que, asombrarse, al comprobar como unas mentes humanas han sido capaces de llegar a estos profundos pensamientos que nos acerca a la realidad de la Naturaleza.

emilio silvera

 

  1. 1
    Crusellas
    el 25 de marzo del 2010 a las 7:55

    Querido Emilio, supongo que no nos dejarás así, con la miel en los labios. Tu magnífica y clara introducción a la física cuántica merece que prosigas, divulgando, como sólo tú sabes hacerlo, este fundamental pilar de la física. Lamentablemente de algo tan fascinante y de capital importancia para nuestra vida cotidiana (realmente todo fenómeno que podamos observar tiene un origen cuántico) hay poca información, y si bien abordarlo desde un punto de vista matemático es inasequible para la gran mayoría de los mortales -entre los que me incluyo- sí pueden llegar a atisbarse los fundamentos que rigen esta “mágica” realidad, siempre y cuando sean expuestos por un consumado maestro. Así pues esperamos ansiosos más posts sobre Física Cuántica.
    Gracias, amigo, una vez más, por este prodigioso y exitoso proceso divulgativo. ¡Ah! Esto lo hago extensivo a tu otro post, el de la Historia de los descubrimientos cosmológicos (y geográficos, obviamente), donde haces una brillante y certera exposición de la evolución del saber cosmológico en la Antigüedad, es menester que prosigas. Es una historia apasionante.  Es curioso cómo Ciencia pura e Historia siempre van cogidas de la mano.
    Un abrazo.

    Responder
  2. 2
    emilio.silvera
    el 25 de marzo del 2010 a las 18:08

    Estimado Crusellas, vengo de realizar un viaje alucinante por un lugar misterioso y, al mismo tiempo maravilloso que, cuyo nombre,  “Crónicas del diablo” tiene mucho contenido y da mucho que pensar.
    ¿Que mente podrá tener ese universo dentro de ella? Además, me he diveritdo con la “Autobiografía no autorizada” y, desde luego, he estado repasando a fondo todos los rincones del lugar.
    Muchos pasajes me han recordado mis propias correrías, cuando de pequeño jugaba con los crios del barrio a Policias y Ladrones y nos encondíamos en los rincones más inverosímiles que pudiera uno imaginar. Leyendo toda la narración he pasado una tarde estupenda.
    Gracias por tus elogios estimado amigo, y, muchas veces no me prodigo más por falta de tiempo, las dos entradas de hoy las escribí a las 5 de la madrugada (la hora de casi todos los días para llevar esto hacia adelante) y, desde luego, puedes estar seguro de que, tu petición será atendida y seguiremos hablando de Física (de ser posible sin ecuaciones) y de todo lo que a ella está relacionado.
    Un fuerte abrazo de tu amigo emilio.

    Responder
  3. 3
    Ramon Marquès
    el 25 de marzo del 2010 a las 21:33

    Dices, amigo Emilio, que la Física Cuántica nos introduce en un mundo nuevo e invisible. Así lo entiendo yo, nos introduce en el mundo que subyace a la materia, al espacio “vacío” que está lleno. Pensando así la Física Cuántica no vulnera el sentido común sino todo lo contrario, tiene lógica y da sentido en cuando rebasamos el marco material estricto.
    Un abrazo. Ramon Marquès

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    • 3.1
      emilio silvera
      el 26 de marzo del 2010 a las 12:22

      Amigo Ramon, una cosa esta bien clara, la mente te funciona a la perfeccion. Saber comprender con sencillez la naturaleza de las cosas, no siempre resulta tan sencillo. SE nota tu experiencia de estudiante y buen lector.

      Un cordial saludo amigo.

      Responder

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